INTRODUCCIÓN
El número de personas mayores de 60 años crece aceleradamente en la mayoría de los países desarrollados1,2 debido a las menores tasas de natalidad, mortalidad y morbilidad, los movimientos migratorios o el incremento de la esperanza de vida3. En 2015, las personas mayores de 60 años constituían el 12% de la población mundial y la esperanza de vida al nacer se situaba en los 70 años, siendo Europa el segundo continente con mayor esperanza de vida tras Oceanía4. En 2016, el 18,73% de la población española tenía 65 o más años5, y la esperanza de vida al nacer era de 79,93 años en hombres y de 85,42 en mujeres6.
El aumento en la edad se asocia con un mayor sedentarismo, y es más elevado en mujeres7. Estudios previos muestran que los hombres con edades comprendidas entre los 65 y 74 años reanudan la actividad física, siendo el 36% de esta población sedentaria. En cambio, a los 75 años existe un nuevo incremento del sedentarismo7. Además, es conocida la relación entre el proceso de envejecimiento y la fragilidad, asociada a su vez a mayor dependencia y deterioro de la calidad de vida3,7.
El envejecimiento activo ha sido definido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como “el proceso por el que se optimizan las oportunidades de bienestar físico, social y mental durante toda la vida, con el objetivo de ampliar la esperanza de vida saludable, la productividad y la calidad de vida en la vejez”8. En este sentido, sabemos que la actividad física es uno de los pilares para la promoción de la salud en personas mayores9, ayudando a prevenir y a ralentizar enfermedades. Por lo tanto, es necesario promover intervenciones multicomponente encaminadas a aumentar o mantener la actividad física en esta población9-11. Por otra parte, asistimos a un aumento en la utilización de dispositivos electrónicos por parte de la población mayor de 65 años, por lo que las tecnologías móviles y la utilización de Internet pueden ser nuevas herramientas de ayuda para la promoción de la actividad física en este tramo etario. Así, ciertas intervenciones siguen la tendencia de “eHealth” o “cibersalud”, incorporando en las intervenciones dispositivos electrónicos12. Estudios previos muestran que las intervenciones basadas en la actividad física tienen efectos positivos en la función física y cognitiva y el estado de salud de personas mayores, población con demencia y personas con discapacidad9. En este sentido, las intervenciones de entrenamiento multicomponente, entendidas como aquellas que combinan equilibrio, fuerza y resistencia, mejoran la capacidad funcional y el mantenimiento de las actividades básicas de la vida diaria de las personas mayores y pueden prevenir la discapacidad13. Además, las intervenciones multicomponente mejoran la velocidad de la marcha, el equilibrio y la fuerza muscular, y son consideradas la mejor estrategia para mejorar la condición física de las personas mayores13. Por otra parte, una de las claves del éxito de estas intervenciones es conseguir motivación o estimular a diario a los participantes14.
Por otra parte, estudios previos muestran que el ejercicio regular es beneficioso para tratar o prevenir enfermedades crónicas, como la hipertensión, por su capacidad para reducir la presión arterial15. También, ciertos programas de entrenamiento han mostrado su eficacia en la mejora de la estabilidad postural, el equilibrio, la marcha o en la prevención de las caídas en personas mayores16,17.
Entre las principales barreras manifestadas por las personas mayores para la realización de actividad física, estudios previos han apuntado la falta de tiempo o las dificultades en el acceso a instalaciones. En este sentido, ciertos estudios reportan que las intervenciones que emplean un mecanismo de apoyo para modificar los comportamientos o aquellos programas con una duración mayor o igual a 12 semanas pueden ayudar a superar estas barreras18.
Por todo lo anterior, es importante profundizar en las barreras para el éxito de las intervenciones encaminadas a la promoción de la actividad física en personas mayores y los medios para superarlas. Hasta donde conocemos, la mayoría de los estudios previos han combinado las intervenciones basadas en actividad física con intervenciones educativas sobre el estilo de vida o la pérdida de peso, entre otras. Además, existe cierta controversia sobre la evidencia de las intervenciones encaminadas a la promoción de la actividad física apoyadas en las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), ya que mientras ciertos estudios refieren que la incorporación de eHealth en las intervenciones promueve la actividad física19-21, otros estudios no encuentran diferencias significativas22,23.
OBJETIVOS
Sintetizar y analizar la evidencia disponible sobre la eficacia de las intervenciones multicomponente para la promoción de actividad física en personas sanas mayores de 65 años que residen en la comunidad.
MÉTODOS
Revisión sistemática tipo síntesis narrativa de ensayos clínicos, publicados en inglés o en castellano entre 2007 y 2017, que analizaran la eficacia de las intervenciones multicomponente encaminadas a promover la actividad física en personas sanas mayores de 65 años que residieran en la comunidad, en las siguientes bases de datos: Medline (PubMed), Scopus, Web of Science (WOS), Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), CUIDEN y CINAHL. También se realizó una búsqueda secundaria a través de los listados de referencias de los artículos encontrados.
Los investigadores siguieron un protocolo consensuado para la realización de esta revisión. La tabla 1 muestra la cadena de búsqueda utilizada en cada base de datos. Dos revisores realizaron de manera independiente la búsqueda y selección de los artículos, y consensuaron posteriormente los resultados, utilizando los siguientes criterios de inclusión/exclusión. Criterios de inclusión: 1) ensayos clínicos aleatorizados (ECA) que analizaran la eficacia de las intervenciones multicomponente para la promoción de la actividad física en personas sanas mayores de 65 años que residieran en la comunidad; 2) estudios publicados en inglés o en castellano en los últimos 10 años (2007-2017); 3) estudios que incluyeran en su muestra a personas sanas mayores de 65 años que residieran en la comunidad, y 4) estudios que realizaran cualquier tipo de intervención terapéutica llevada a cabo por algún miembro de equipo interdisciplinar que promoviera la actividad física en personas mayores.
Criterios de exclusión: 1) estudios en los que la intervención estuviera dirigida a familiares y 2) estudios que incluyeran a personas con patología mental. Para la selección de los estudios se realizó un primer escaneado por título, posteriormente se revisó el título y el resumen de los estudios elegibles y finalmente se analizó el texto completo de aquellos estudios que cumplieron los criterios de inclusión.
Durante el proceso de extracción de datos, los investigadores contaron con una plantilla de Excel que incluyó los datos de publicación de los estudios, emplazamiento, tipo de estudio, principales características de la muestra, intervención, medidas de resultado analizadas, principales resultados, conclusiones y puntuaciones de la escala de evaluación de la calidad metodológica. En relación con la síntesis de los resultados, la heterogeneidad de los estudios incluidos no permitió realizar un metaanálisis, por lo que se realizó una síntesis narrativa de los resultados.
Esta revisión siguió las recomendaciones de la declaración PRISMA (Preferred Reporting Items for Systematic Reviews and Meta-Analysis) que incluye el conjunto mínimo de ítems que debe tener una revisión sistemática24. Para evaluar la calidad metodológica de los artículos incluidos se utilizó la escala de JADAD. Esta escala consta de siete preguntas que valoran la validez de un ensayo clínico de 0 a 5 puntos (tabla 2). Se considera que un ECA es riguroso cuando la puntuación es de 5 puntos, mientras que puntuaciones inferiores a 3 se asocian con pobre calidad metodológica25. Además, se evaluó el riesgo de sesgo en los estudios incluidos con la herramienta de riesgo de sesgo de la Colaboración Cochrane26. Esta herramienta valora siete dominios apoyados por la evidencia científica (generación de la secuencia aleatoria, ocultamiento de la asignación, cegamiento de los participantes y del personal, cegamiento de los evaluadores del resultado, datos de resultado incompletos, notificación selectiva de los resultados y otras fuentes de sesgo), siendo las puntuaciones posibles bajo riesgo de sesgo, alto riesgo de sesgo o riesgo de sesgo poco claro.
RESULTADOS
Tras la búsqueda en las bases de datos se encontraron 1320 estudios, de los cuales tras revisar los títulos y los resúmenes se excluyeron 78 por estar duplicados en varias bases de datos y 1113 por no cumplir los criterios de inclusión. Posteriormente, se realizó una revisión a texto completo de los 129 estudios restantes, excluyendo 56 estudios por no incluir a población objeto de estudio, 11 por no ser ECA y 56 por el tipo de intervención. Finalmente, 6 estudios cumplieron los criterios de inclusión27-32 siendo analizados en esta revisión (fig. 1). La tabla 3 resume las principales características de los estudios analizados.
Todos los estudios incluidos en esta revisión fueron ECA27-32, en los que uno de los grupos utilizaba algún tipo de instrumento o estrategia para fomentar la actividad física de los participantes, siendo el objetivo promover la actividad física en personas mayores de 65 años sanas27-32.
En relación con el país donde se realizaron los estudios, tres estudios se llevaron a cabo en Estados Unidos27,30,32, uno en Alemania28, uno en Reino Unido29 y otro en Japón31. En cuanto al emplazamiento, los tres estudios de Estados Unidos fueron realizados en el ámbito universitario27,30,32, otro estudio fue realizado en un centro de gerontología28, otro en atención primaria29 y otro más en un Instituto Internacional de Ciencias de la Vida31.
El tamaño de las muestras de los estudios varió entre 5027 y 125429 participantes, y en todos los casos incluía a personas mayores de 65 años sanas que residían en la comunidad.
El seguimiento de las intervenciones osciló entre 8 semanas27 y 14 meses28,31. Todos los estudios reportaron pérdidas o abandono de los participantes durante el seguimiento27-32.
En relación con el tipo de intervención realizada, observamos que aquellos estudios que no utilizaron tecnologías para fomentar la actividad física durante la intervención31,32 no comunicaron diferencias significativas entre los grupos. Sin embargo, la mayoría de los estudios que utilizaron alguna tecnología para fomentar la actividad física durante las intervenciones, como el podómetro27,30, reportaron un incremento en la actividad física de las personas mayores, mejorando además su funcionamiento físico y las conductas de salud. En cambio, un estudio no halló diferencias significativas entre los grupos que habían utilizado tecnología y los que no lo hicieron28. Esta controversia en los resultados obtenidos puede deberse a las diferentes variables y mediciones utilizadas en cada estudio. Otro efecto positivo notificado tras la intervención fue la disminución del número de caídas entre las personas mayores que realizaban actividad física29.
Análisis de la calidad metodológica de los artículos incluidos
La calidad metodológica de los estudios, analizada con la escala JADAD25, fue aceptable. Así, cuatro estudios alcanzaron una puntuación de tres27,28,30,32, un estudio una puntuación de cuatro31 y otro estudio una puntuación de cinco29 en la escala JADAD.
DISCUSIÓN
Debido a los resultados contradictorios obtenidos, no es posible confirmar la existencia de una intervención concreta generalizable que sea efectiva para promover o aumentar la actividad física en personas sanas mayores de 65 años que residen en comunidad27-32. Estos hallazgos pueden deberse a las diferencias en la organización de las intervenciones en cada centro, a las tecnologías utilizadas para fomentar la actividad física o a la heterogeneidad en la condición física de los participantes.
Los resultados de esta revisión muestran que las intervenciones que incluyen TIC durante las sesiones educativas27,30 obtienen resultados más favorables que aquellas que no utilizan ningún tipo de tecnología28,29,31,32. Así, las intervenciones que utilizan tecnologías consiguen mayores beneficios en la promoción de actividad física, mejorando además otras medidas como el funcionamiento físico27 y las conductas de salud30. Además, la utilización de tecnologías, como el podómetro, es fácilmente integrable en el día a día de las personas mayores, y la tasa de adherencia de esta intervención es similar a la de intervenciones más intensas.
Como ya ha sido apuntado previamente20, los hallazgos de esta revisión confirman que las intervenciones que utilizan alguna TIC durante la intervención consiguen mejores niveles de actividad física y cambios positivos en la conducta en personas mayores33,34.
Ciertos estudios han reportado efectos nulos tras las intervenciones, debido a la existencia de barreras que dificultan la realización del ejercicio físico por parte de los participantes. En este sentido, los resultados de esta revisión apuntan la importancia de considerar factores como el estado de ánimo de los participantes, el entorno físico y social o la disponibilidad para realizar la intervención cada día, a la hora de diseñar e implementar futuras intervenciones encaminadas a promover la actividad física en personas mayores, ya que estos factores son barreras para la realización de actividad física y motivos de abandono de la intervención28,30,32.
Siguiendo la línea de un estudio previo, los resultados muestran que las mejoras en el medio ambiente en el que se desarrolla la intervención contribuyen a aumentar la eficacia de las intervenciones encaminadas a la promoción de la actividad física. Además, es necesario indagar cuál es el mejor modo de promover cambios en las percepciones y comportamientos de la población concreta donde se va a aplicar la intervención35. Esta revisión muestra que las intervenciones que involucran a los participantes en la evaluación de su propio rendimiento físico y proporcionan retroalimentación sobre su nivel actual de función física y sobre el riesgo concomitante de discapacidad32 ayudan a crear interés por la actividad física en personas mayores. Estos resultados siguen la línea de estudios previos que evidencian la utilidad de los programas que promueven la actividad física en personas mayores en la mejora de su condición física36.
En relación con la efectividad de las intervenciones multicomponente para evitar el riesgo de caídas, encontramos que la realización de pesas con el tobillo y la utilización de gripper, además de aumentar la actividad física, reduce el número de caídas en personas mayores de 65 años29. Estos resultados coinciden con un estudio previo que muestra la efectividad de estas intervenciones en la prevención de caídas y en la recuperación de la movilidad tras las mismas37.
Como ya se ha apuntado, futuras investigaciones deberían utilizar, para medir los resultados de las intervenciones, los estándares de la declaración TREND38, ya que esto ayudaría a mejorar la calidad de los estudios y a reducir la heterogeneidad en el diseño, las intervenciones realizadas y los resultados de futuros estudios. También, se debería aumentar el tiempo de seguimiento de las intervenciones para conocer con mayor precisión su impacto a largo plazo sobre el comportamiento. Además, sería adecuado realizar mediciones transcurrido un tiempo tras la finalización de la intervención, para observar si realmente se cumple el objetivo de la promoción de la actividad física; de lo contrario, esto podría conducir a un alto riesgo de sesgo11.
LIMITACIONES DE LA REVISIÓN
Los estudios incluidos no abarcan una variedad de intervenciones o tecnologías suficiente para poder comparar cuál es más favorable para la promoción de la actividad física en esta población.
Por otra parte, solo se incluyeron estudios publicados en inglés o en castellano en las bases de datos seleccionadas, por lo que es probable que existan otros estudios que no hayan sido analizados al no cumplir los criterios de inclusión.
CONCLUSIONES
Aunque ciertos estudios apuntan que la utilización de TIC durante las intervenciones y su combinación con las sesiones educativas mejoran la actividad física en personas mayores consiguiendo mayores tasas de adherencia a las intervenciones, con la evidencia disponible no es posible confirmar la existencia de una intervención concreta generalizable que sea efectiva para promover o aumentar la actividad física en personas sanas mayores de 65 años que residen en la comunidad.
Existen barreras que dificultan la realización de la actividad física en personas mayores y disminuyen la eficacia de las intervenciones multicomponente. Así, el estado de ánimo de los participantes, el entorno físico y social y la disponibilidad para realizar la intervención (la falta de tiempo o la dificultad de acceso a instalaciones), son barreras que deben ser consideradas en la planificación y desarrollo de las intervenciones encaminadas a la promoción de la actividad física en personas mayores. En este sentido, facilitar a los participantes el acceso a las instalaciones, concertar al inicio de la intervención una reunión con cada participante para comprobar su disponibilidad, involucrar a los participantes en la evaluación de su propio rendimiento y realizar una retroalimentación sobre el mismo ayudaría a que la intervención sea exitosa.
Son necesarios más estudios que indaguen en la efectividad de las intervenciones multicomponente encaminadas a la promoción de la actividad física en personas mayores de 65 años sanas. Además, las intervenciones deberían primeramente incidir en cambios de conducta y en la motivación para realizar actividad física.