INTRODUCCIÓN
El cuidado de una paciente con gastroenteritis aguda (GEA) de larga evolución implica una atención integral, puesto que la pérdida rápida de líquido y electrolitos puede provocar una deshidratación aguda y debilidad generalizada que impida el desempeño de las actividades básicas de la vida diaria (ABVD). La GEA1 es un problema de salud inferior a las 2 semanas de evolución y caracterizada por diarrea, acompañada o no de vómitos, dolor abdominal y/o fiebre, frecuente en personas de edad avanzada. La causa principal es la infección en el 80% de los casos, fundamentalmente por Norovirus, Salmonella, Shigella y Clostridium difficile2, transmitidos por los alimentos, el agua y las superficies contaminadas, así como directamente de persona a persona3. En general, se resuelve sin tratamiento en 1 a 3 días, excepto en situaciones graves y en personas de edad avanzada, donde requiere una actuación más precisa4,5. Inicialmente se suspende la ingestión oral de alimentos, que se reanuda precozmente cuando disminuye la frecuencia y el número de deposiciones y se ha comprobado la tolerancia oral, por el efecto trófico sobre el enterocito6. En general, se utiliza una dieta astringente, aunque no hay estudios que confirmen su eficacia. La única restricción consensuada es la exclusión de la leche por la malabsorción de la lactosa secundaria al proceso inflamatorio5.
HISTORIA CLÍNICA
Mujer de raza blanca, de 80 años, que ingresa en el servicio de medicina interna procedente de urgencias por gastroenteritis de 2 semanas de evolución. El cuadro se inició con 5-6 deposiciones diarias de consistencia blanda-líquida, que aumentaron a 7-8, de aspecto amarillento con dolor abdominal difuso. A su llegada a planta después de pasar 2 días en urgencias, la paciente presenta buen estado general, disminución del número de deposiciones a 3-4 diarias, de mayor consistencia y ausencia de dolor abdominal.
EXPLORACIÓN
En la analítica realizada en urgencias se observan unos niveles séricos de sodio, potasio y cloruro por debajo del rango normal. También se realizó un coprocultivo con resultado negativo. La radiografía de abdomen y el electrocardiograma son normales.
PLAN DE ACTUACIÓN
La atención de enfermería fundamentada en el proceso de atención en cuidados garantiza la calidad de los mismos y contribuye a reducir la probabilidad de que aparezcan complicaciones, realizando una valoración exhaustiva que permita identificar el estado hídrico, principal causa de morbimotalidad6.
Este proceso de cuidado se inicia con la recogida de datos y valoración. De acuerdo con Marcos Espino7, la valoración mediante la teoría del autocuidado permite a la enfermera disponer de una visión integral de las demandas y necesidades de cuidado del paciente con GEA, dado que este problema de salud puede durar, como indica Cuevas8, entre 4 días y 2 semanas. Continúa con la identificación de diagnósticos enfermeros9, la selección de criterios de resultados (NOC)10 y de intervenciones (NIC)11, para finalizar con la planificación individualizada de actividades y la evaluación de todo el proceso, utilizándose el modelo de autocuidado de Orem12.
Diagnóstico
Déficit de autocuidado: baño e inodoro; rc debilidad y deterioro para acceder al baño/inodoro (levantarse y sentarse) y realizar el aseo.
Riesgo de úlceras por presión (UPP) rc disminución de la movilidad y presión sobre prominencia ósea.
Intolerancia a la actividad rc debilidad generalizada y disconfort con el esfuerzo.
Deterioro de la integridad cutánea perianal rc frecuencia de las deposiciones.
PC: riesgo de desequilibrio electrolítico.
De acuerdo con la taxonomía NANDA se ha priorizado el problema de colaboración “riesgo de desequilibrio hidroelectrolítico” y el diagnóstico enfermero “deterioro de la integridad cutánea perianal”, a partir de los cuales se ha desarrollado un plan de cuidados reflejado en la tabla 2. La justificación de esta elección tiene como punto de partida que la GEA ha afectado de forma sustancial a la necesidad fisiológica de volumen de líquidos/electrolitos, provocándole debilidad generalizada que le dificulta la realización independiente de las ABVD. Asimismo, el deterioro de la integridad cutánea dificulta su bienestar y calidad de vida y puede favorecer a su vez, el desarrollo de una UPP14.
Evolución
Desde el día del ingreso en la unidad y hasta el alta hospitalaria una semana después, la paciente pasó de 3-4 deposiciones diarias a 1-2 y de consistencia y aspecto normal, lo que ha contribuido, junto a una higiene rigurosa, a la desaparición del eritema perianal. La situación de esta paciente se ha resuelto mediante la reposición intravenosa de líquidos y electrolitos, junto a una alimentación temprana con exclusión de leche y derivados lácteos en la que se han ido incorporando sucesivamente alimentos con fibra hasta llegar a una dieta basal con buena tolerancia. Durante los días de hospitalización y mientras permanecía sentada en el sillón, comienza a realizar ejercicios para mejorar la fuerza muscular. Esta recuperación física ha proporcionado la base para potenciar el resto de sus requisitos de autocuidado, tales como la mejora de su autoestima al recuperar su autonomía en el baño y para la higiene personal.
Ante la reanudación de la tolerancia oral y la normalización de las cifras de electrolitos, se retira la fluidoterapia intravenosa. En vísperas del alta es capaz de acudir al baño con ayuda de un andador y supervisión, y llevar a cabo la higiene personal. Ha logrado su objetivo de realizar con ayuda las ABVD y recuperar la fuerza suficiente para volver a casa caminando.
La realización de este plan de cuidados permite, a partir de la metodología enfermera y con un lenguaje disciplinar, abordar una situación de salud derivada de un problema de colaboración, como es el caso de la GEA en las personas de mayor edad.