Todavía con la resaca de un encuentro multitudinario con motivo del XIV Simposio GNEAUPP celebrado en la ciudad de Burgos, las líneas que deben iniciar esta tribuna estaban por escribirse y, con su permiso, me he atrevido a dedicar estas a relatar los sinsabores que acompañaron al evento, en sintonía con numerosas loas en otras demarcaciones, pero a las primeras y entonando las más sinceras disculpas, quiero referirme.
Con dolor y tristeza, permítanme relatar los acontecimientos una vez serenados los ánimos y analizada con serenidad la situación que lamentablemente nos acompañó en la parte alta del Palacio de Congresos de Burgos, especialmente la jornada del día 25 de mayo y la estela epistolar que suscitó en esos compañeros afectados.
A quien conoce la trayectoria de tres décadas de este grupo científico, sabe que siempre, en la estructura de nuestros simposios, proponemos una elevada oferta de opciones (y siempre expuestos a las críticas por no haber podido estar en dos o más acontecimientos simultáneos de semejante interés), para que cada uno pueda configurar su programa en razón de sus necesidades, curiosidades o inquietudes, pero sin imaginar que en este longitudinal proyecto con hasta ocho salas opcionales (que sobradamente podrían albergar al más del millar de asistentes), un número destacado de personas quisiera acceder a actividades, que metodológicamente estaban proyectadas para unos pocos (un taller en su hechura, solo puede albergar poco más de veinte asistentes o se convertirá en otra cosa) a sabiendas de que solo algunos lo podrían disfrutar.
Esta intencionalidad lícita de asistir a esas actividades, se fue tiñendo de enfado, al no alcanzar ese objetivo y alimentado por una dinámica de largas colas generadas -créanme- por la dinámica impuesta por los responsables de seguridad del propio recinto congresual, no por nuestra organización, que milimetraron los aforos. En el programa se anunciaba: “La asistencia a los distintos Talleres (salvo los precongreso que tienen inscripción aparte), Sala Demostraciones y Sesiones temáticas programadas será por riguroso orden de llegada a la sala. Limitación de aforo en cada actividad. No hay inscripción previa”, impidiendo el ingreso de nadie más que lo estipulado por su protocolo, sin que cualquier otra posibilidad fuera negociable. En el credo de mejorar el acceso, formularon la construcción de filas, que llegaron a alcanzar centenares de personas y de metros. Normas, rígidas y/o seguras, que como organizadores no pudimos dulcificar, bajo una amenaza tácita de impedir continuar con las sesiones.
Esas filas pesarosas, la llegada a la puerta y el anuncio de aforo completo, no tengo dudas fueron caldeando los ánimos, y en alguna ocasión generaron tumultos en inicio, con tono crispado (e insisto, entendible), pero en otras, conformando un motín que puso en peligro la continuidad y seguridad del edificio y pudo ser el fin del simposio.
A quien no haya tenido la responsabilidad de organizar una actividad científica, del tamaño que fuere, no puede llegar a calibrar las dificultades, para como hicimos y asumo personalmente la decisión, de aligerar esa tensión, desplazando dos actividades a una sala desocupada y de mayor aforo, contraviniendo toda “hechura”, formas y normas, pero con el ánimo de aliviar una marea de personas enfadadas, que no entendían el por qué de aquella situación y quizá arengadas “por lo que se escucha en las colas”.
El trazado del programa, mimado por el comité científico, trataba de acercar lo más granado de la actualidad científica relacionada con la atención de pacientes con heridas, en todas las vertientes que los días de encuentro permitían, y los talleres (en la mañana de inicio se habían programado ocho talleres con inscripción aparte -y simbólica en cuanto a cuota, si se detienen a evaluar- para facilitar una asistencia asegurada sobre algunas intervenciones de interés en la práctica cotidiana y que se desarrollaron sin ninguna perturbación).
De corazón sentimos esa situación, que a buen seguro no se repetirá en nuevos eventos, a los que esperamos que los más damnificados decidan concurrir; y si realmente la configuración de lo demandado -de carácter enteramente práctico- quizá pueda serles más seductor por la dinámica, encuentros como nuestras escuelas de verano. Queda la invitación sincera, hecha.
También aprovechando este espacio de compartir con toda esta comunidad, acercar algunas de las afirmaciones, que algunos compañeros, por escrito, nos han brindado en relación con la exposición comercial (“no he venido para esto”) y los “simposios comerciales sesgados” tan sobresalientes en el programa. Gracias a la industria del sector por acercarnos la última generación de materiales preventivos y terapéuticos y cuya presencia, al igual que la apuesta por dar vida a simposios paralelos, que apenas competían horariamente con el programa oficial, nos siguen permitiendo fielmente ayudar a minimizar los costes de esas “vergonzosas cuotas de inscripción”. Gracias una vez más.
Hablando de nuestra Organización, “ojalá se les descubra la estafa que tienen montada y se les caiga el chiringuito”, “parece que estáis haciendo caja, me dais un poco de vergüenza”, cuando nunca en toda su historia, ningún miembro del GNEAUPP, de sus comités, de sus grupos de trabajo, ha recibido ni un solo euro por su ingente trabajo, siempre con absoluta generosidad puesto a disposición de la comunidad científica y clínica. Eso, junto a otras afirmaciones como “el nivel de las ponencias es muy básico” y “la GNEAUPP ha crecido más de lo que es capaz de gestionar”, han sido heridas que costará cicatrizar, que recibimos con gallardía y responsabilidad, como no puede ser menos, pero que taladran a los muchos de los que nos venimos dedicando en cuerpo y alma a esta misión. Y no solo por nosotros como comité organizador y científico, sino a los 79 ponentes, de ellos más de cuarenta doctores, que compartieron todo su saber, que no es poco, prejuzgando sus testimonios, como de nivel básico.
Disculpas reiteradas por quizá no haber sabido leer con anticipación los intereses de un número relevante de profesionales clínicos que buscaban esa respuesta, temas y ponentes, en aulas, que no daban la talla, y muchos EIR (“los residentes somos enfermeras, que no estudiantes”) que también han hecho un gran esfuerzo por costearse el estar ahí, para no encontrar lo deseado. Para esos EIR, que no estudiantes, presente y cantera, con necesidades relatadas que les aseguro vamos a estudiar y trabajar por ayudar a satisfacer, como quedo patente en este 1.er Encuentro de EIR, interesados en las heridas (al que también algunos no pudieron concurrir), les agradecemos su tesón, en ningún momento les hemos asignado la categoría de estudiantes, y solo figuraban en una cuota especial (para ayudar a mejor sortearlo) como: EIR-MIR-estudiantes de diplomados/máster o doctorado). Estos sí estudiantes de experto, máster o doctorado, que nunca han expresado rechazo sino agradecimiento por esa consideración.
Los bríos, la inmediatez, la fortaleza, la energía, los derechos, la exigencia, …, loables, se ensombrecieron por momentos con actitudes y formas quizá alejadas del acerbo de los que durante décadas hemos defendido, luchado, abanderado, empujado, el desarrollo y el respeto de nuestra disciplina sin perder el respeto y no les quepa duda, con valentía y decisión en momento trascendentales de nuestra historia.
A todas y todos los que se hayan podido sentir ofendidas, disculpas. A los que nos habéis apoyado y defendido, gracias. Hemos aprendido y seguiremos dando todo, con transparencia, con absoluta generosidad, como hasta la fecha, porque seguimos creyendo en este proyecto que nos concita de ayudar a mejorar la atención en relación con las heridas de nuestros conciudadanos.
Un abrazo cariñoso.