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Revista Española de Salud Pública

versión On-line ISSN 2173-9110versión impresa ISSN 1135-5727

Rev. Esp. Salud Publica vol.82 no.5 Madrid sep./oct. 2008

 

COLABORACIÓN ESPECIAL

 

Valoración de los objetivos de desarrollo del milenio mediante la revisión de la literatura científica en 2008

Appraissal of the millennium development goals by means of a review of the scientific literature in 2008

 

 

Diana Gil-González (1), Mercedes Carrasco-Portiño (1), Mª Carmen Davó Blanes (1), Lucas Donat Castelló (2), Álvaro Franco-Giraldo (3), Rocio Ortiz Moncada (1), Marco Palma Solís (4), Mª Teresa Ruiz-Cantero (1, 5), Carmen Vives-Cases (1,5), Airton Stein (6), Ildefonso Hernández Aguado (2,5,7) y Carlos Álvarez-Dardet Díaz (1,5)

(1) Área de Medicina Preventiva y Salud Pública. Universidad de Alicante.
(2) Departamento de Salud Pública, Historia de la Ciencia y Ginecología. Universidad Miguel Hernández. Alicante.
(3) Facultad Nacional de Salud Pública. Universidad de Antioquia. Colombia.
(4) Facultad de Medicina. Universidad Autónoma de Yucatán. México.
(5) CIBER de Epidemiología y Salud Pública (CIBERESP).
(6) Universidade Federal de Ciências de Saúde de Porto Alegre. Brasil.
(7) Dirección General de Salud Pública. Ministerio de Sanidad y Consumo. Madrid.

Dirección para correspondencia

 

 


RESUMEN

Los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) se encuentran actualmente a mitad de su periodo de ejecución, siendo el año 2015 la fecha prevista por la Organización de Naciones Unidas (ONU) para su alcance. El objetivo de este artículo es revisar la situación actual en la que se encuentran los ODM a nivel mundial y analizar las barreras que estarían impidiendo su consecución para cada uno de los ámbitos de los ODM, así como valorar algunos de los indicadores evaluados. Para ello, se ha revisado la literatura científica publicada sobre los ODM en las principales bases de datos de ciencias de la salud y ciencias sociales, así como los principales informes elaborados sobre el tema por Naciones Unidas. Los estudios científicos en torno a los 8 ODM y sus 18 Metas permiten realizar un análisis crítico sobre la situación en la que se encuentra en la actualidad cada uno de ellos, identificando los determinantes que están impidiendo su consecución y las acciones que se consideran necesarias para impulsar el avance. Aunque a nivel global ha habido mejoras en algunas de las metas, la investigación realizada hasta la fecha muestra barreras a la consecución de los ODM, como el insuficiente peso de los estados de los países en desarrollo sobre las decisiones económicas y políticas, así como la incoherencia entre las políticas económicas y las políticas sociales y de salud. Por otra parte, África Subsahariana constituye la región con mayor desventaja, lo que supone que no alcanzará la mayoría de los ODM. España y los países desarrollados, además de aportar recursos, pueden contribuir a los ODM mediante la identificación y erradicación de las barreras que impiden su alcance. Esto significa promover unas relaciones económicas internacionales en condiciones de justicia social, apoyando un mayor poder de decisión para los países en desarrollo, y denunciando las actuaciones que incrementan las desigualdades sociales y el empobrecimiento de la población.

Palabras clave: Desigualdades. Pobreza. Mortalidad infantil. Mortalidad materna. Desigualdades de género. Síndrome de inmunodeficiencia adquirida. Educación.


ABSTRACT

The Millennium Development Goals (MDGs) are now at the midterm of their target period, as 2015 is the date scheduled by the United Nations Organisation (UN) for their attainment. The purpose of this article is to review the current situation of the MDGs worldwide and to analyse the barriers which are preventing them from being attained in each of the MDG areas, as well as to assess a number of the indicators evaluated. In order to do so, a review has been made of the scientific literature published on the MDGs in the principal health sciences and social sciences databases, as well as the most significant reports on the issue drawn up by the United Nations. The scientific studies on the 8 MDGs and their 18 Targets make it possible to undertake a critical analysis of the situation in which each of these Goals are found at the present time, identifying the determinants that are preventing the attainment of the Goals and the actions considered necessary in order to achieve progress. Although there have been improvements in some of the goals on a world level, the research carried out to date reveals barriers to the attainment of the MDGs, as well as the insufficient weight of the developing countries in the economic and political decision-making processes, together with the incoherence between the economic policies and the social and health policies. Furthermore, Sub-Saharan Africa constitutes the most disadvantaged region, which means that it will not attain the majority of the MDGs. Spain and the developed countries, in addition to contributing resources, can also contribute to the MDGs by means of the identification and eradication of the barriers preventing attainment. This involves promoting international economic relations under conditions of social justice, by supporting a greater decision-making power for developing countries and denouncing actions that increase social inequalities and the impoverishment of the population.

Key words: Socioeconomic Factors. Inequalities. Infant Mortality. Maternal mortality. Acquired Immunodeficiency Syndrome. Educational Status.


 

Estado de la cuestión

Sin haber logrado la meta de Salud para Todos en el año 2000 propuesta en 1978, la comunidad internacional la reemplazó mediante la Declaración del Milenio1, un nuevo proyecto para la consecución de logros mínimos en salud, condiciones de vida y derechos humanos. Este plan operativo, acordado en el año 2000, consiste en 8 Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) y 18 Metas (MM) que se encuentran actualmente a mitad de su periodo de ejecución, siendo el año 2015 la fecha prevista por la Organización de Naciones Unidas (ONU) para su alcance. En torno a los ODM y sus MM se han realizado estudios que han despertado el interés de la agenda política y científica2,3, investigaciones acerca del avance o retroceso de los ODM4,5 y sobre nuevos indicadores más precisos para medir el alcance de los mismos6, así como documentos periódicos realizados por las agencias de la ONU sobre el diagnóstico de la situación7 y las estrategias para el progreso de los ODM8.

Mientras que los informes realizados para la ONU por personas expertas ofrecen una visión en ocasiones complaciente7, los estudios científicos tienden a ser más críticos en sus conclusiones con los aspectos que estarían impidiendo el alcance de los ODM y con el camino que todavía queda por recorrer. La investigación es heterogénea, analizando el tema desde diversas perspectivas que incluyen desde la pertinencia de que fueran estos ocho objetivos con sus metas y no otros los seleccionados como estrategia de logros básicos, hasta la idoneidad de la metodología para medir su progreso.

El objetivo de este trabajo es revisar la literatura científica identificada en bases de datos de ciencias de la salud y ciencias sociales así como los informes publicados por Naciones Unidas, sobre la situación en la que se encuentra en la actualidad cada ODM, identificando los determinantes que están actuando como barreras para su consecución, analizando algunos de los indicadores propuestos para su evaluación, y haciendo referencia a las acciones que se consideran necesarias para impulsar el avance. A continuación se presenta un análisis de estos factores para cada ODM.

El ODM1 es erradicar la pobreza extrema y el hambre. Aunque la ONU ha manifestado que la pobreza entorpece el avance de los demás ODM8 y que constituye un importante determinante de la salud9,10, la Declaración del Milenio se propuso como meta reducir sólo a la mitad las personas que viven con menos de un dólar al día. Aun así, si bien se han obtenido resultados favorables en algunos contextos, parece que no se reduce a un ritmo lo suficientemente rápido en un buen número de países y regiones, que han mantenido e incluso empeorado sus condiciones de vida11,12. Estudios recientes inciden en la necesidad de identificar qué contextos estarían actuando como determinantes políticos de la pobreza y si estarían siendo concluyentes como barreras en la lucha contra el problema. Algunos ya apuntados son la reducción del consumo de gobierno de los estados4, las desigualdades en la distribución de la riqueza13,14, o la liberalización comercial y las reformas de las economías de los países15. Considerar la pobreza como un problema de múltiples causas (sociales y políticas) y no solamente como privación económica es un aspecto fundamental para luchar contra dichas causas con el fin de erradicarla.

La erradicación del hambre en el mundo es la segunda meta incluida en el ODM1. La ONU ha manifestado que para algunos países en desarrollo es posible disminuir a la mitad la población menor de 5 años que presentan desnutrición general, mientras que en Asia Meridional y África Subsahariana este avance no parece posible7. En general, a pesar de que las cifras de desnutrición se han reducido un 20%, se ha incrementado proporcionalmente la prevalencia de sobrepeso y obesidad como formas de malnutrición16. Es la denominada “doble carga del hogar”, pues más de la mitad de los hogares en estos países tiene un menor de 5 años con insuficiencia ponderal y también un miembro de la familia con exceso de peso17,18. Las subvenciones a la agricultura y a la exportación, y los aranceles de las importaciones de alimentos en los países desarrollados constituyen un grave obstáculo para los países en desarrollo, impidiendo en gran medida la erradicación del hambre19. Además, la apertura del mercado mundial ha trasladado franquicias de comidas rápidas de los países ricos a los países en desarrollo, lo que estaría conduciendo a un exceso de consumo de alimentos procesados, más accesibles para la población20.

La pobreza y el hambre se ven profundamente afectadas por los conflictos bélicos y las situaciones de violencia directa o estructural que se dan en muchos países. La cronificación de estas situaciones merma los procesos de desarrollo de los países y desestructura las sociedades, provocando que el ciclo de la pobreza y el hambre no puedan romperse y las políticas no tengan el efecto deseado contra estos problemas.

El ODM2 considera el logro de la enseñanza primaria universal como un factor que podría contribuir a reducir la pobreza, promover la equidad y fomentar los derechos humanos21. Aunque la tasa de matriculación en las regiones en desarrollo ha pasado de un 78% en el año 2000 a un 83 % en 2005 a nivel global, el 38 % de los países en desarrollo no alcanzarán este objetivo para el 2015 y el 65 % de los países de África no lo alcanzarán antes del 2040, fundamentalmente por la reducción de la financiación externa7. En torno a este objetivo se cuestiona que la tasa neta de matrícula no aporta información sobre la asistencia a la escuela ni la calidad de la enseñanza, y el porcentaje de los estudiantes que comienza el primer grado no garantiza que los niños sepan leer y escribir. El alcance de la enseñanza primaria universal requiere el uso de indicadores que sean sensibles a lo que se considera, desde los estándares internacionales, un adecuado nivel de aprendizaje y no solamente la finalización del ciclo de escolaridad22. En este sentido, considerar a la población alfabetizada puede aportar más información que utilizar indicadores relacionados con la escolarización, ya que éstos no garantizan ni la asistencia a la escuela ni el adecuado aprendizaje de la población.

El hecho de que la meta del ODM2 sea la única vinculada al ODM3, que recoge la igualdad de género y la autonomía de la mujer (en el sentido de “eliminar las desigualdades de género en la educación primaria y secundaria, preferiblemente en el año 2005, y en todos los niveles de la educación antes de fines de 2015) ha sido criticado, ya que aunque la igualdad de género es una condición indispensable, no es suficiente para hacer frente a las desigualdades de género que se producen en los ámbitos político y económico23. En general, aunque la situación ha mejorado para las mujeres, este objetivo es difícil de alcanzar, pues el 60 % de las personas trabajadoras familiares no remuneradas son mujeres, y en África Subsahariana sólo una de cada cinco personas trabajadoras remunerados es mujer, situación que no ha cambiado en los últimos 15 años. La posición conservadora de la ONU puede verse condicionada por la limitada disponibilidad de estadísticas desagregadas por sexo a nivel mundial y por la necesidad de indicadores que permitan una mayor aproximación objetiva a la segunda parte del ODM3 relacionado con el empoderamiento de las mujeres. Por otra parte, el ODM3 tiene importantes problemas metodológicos para evaluar su logro. Tres de los cuatro indicadores miden la equidad de género y sólo uno mide el empoderamiento de las mujeres al elegir, controlar y ejercer el poder24. Estos indicadores oficiales del ODM3 permiten identificar tres ámbitos en los que orientar sus estrategias: 1. Doméstico-privado (indicadores: razón de niñas por niño en educación primaria, secundaria y terciaria, y razón de alfabetización de mujeres por hombres entre 15 y 24 años), 2. Productivo-laboral (proporción de mujeres en empleos asalariados no agrícolas) y 3. Social (porcentaje de asientos parlamentarios ocupados por mujeres a nivel nacional). Como se puede observar, sólo miden parcialmente las áreas para las cuales están diseñados: educación, empleo y participación política. Incluso la ONU reconoce en su último informe sobre los avances en los ODM que sólo pueden medir parcialmente los progresos en equidad de género y empoderamiento de las mujeres23. Elementos importantes del empoderamiento no son capturados por los indicadores oficiales, como la capacidad de las mujeres de trabajar en empleos remunerados y de controlar su propia fertilidad. Tampoco se recoge información sobre los resultados en términos de salud y las desigualdades en el acceso a los recursos productivos. Los motivos anteriores, entre otros, han devenido en la necesidad de considerar indicadores alternativos, como tasa de participación en el mercado laboral, acceso a créditos o ayudas económicas de mujeres y hombres, número de mujeres y hombres que tienen tierras, o porcentaje de hombres y mujeres que votan, porcentaje de mujeres que ocupan puestos en gobiernos locales, entre otros. Sobre todo, porque según la Declaración del Milenio, el logro del ODM3 es requisito indispensable para el logro de los ODM relacionados con el hambre, la pobreza y los problemas de salud7.

El panorama del ODM4, que se propone reducir la mortalidad infantil, es uno de los más desalentadores. Las diferencias de mortalidad de menores de 5 años entre países oscila entre tasas de 3 por 1000 nacidos vivos en los países menos afectados hasta tasas mayores de 280 muertos por 1000 nacidos vivos en los países menos adelantados25. Diversos estudios han demostrado una ralentización de la disminución, estancamiento y hasta aumento de la mortalidad infantil en países y regiones del mundo, ya sea ocasionado por reformas estructurales de los países26, por deficiencias en el acceso a los servicios preventivos e higiene ambiental27 o desigualdades de ingresos y educativas28. Además, la investigación ha evidenciado que las políticas de ajuste estructural impuestas por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional en los años 80 del siglo XX tuvieron un efecto negativo sobre los indicadores sociales y de salud de los países de América Latina y El Caribe, fundamentalmente sobre la mortalidad infantil, persistiendo este efecto en la década posterior29.

No es mejor la situación que refleja el ODM5, que pretende mejorar la salud materna, siendo además el objetivo que menos ha avanzado. Se estima que más de medio millón de mujeres mueren al año por problemas durante el embarazo, parto y puerperio, pese a que son muertes evitables. Aunque se ha reconocido la asociación entre la muerte materna y el uso de servicios sanitarios cualificados, la mortalidad materna es mucho más que un problema sanitario. Supone el no cumplimiento de derechos humanos fundamentales de las mujeres y muestra la posición de desventaja y vulnerabilidad en la que se encuentran, fundamentalmente en los países pobres. El indicador propuesto para medir el logro del objetivo se centra en las muertes maternas. Pero tal y como reconoce la ONU en sus informes y documentos30, la salud materna es un concepto que supone mucho más que la reducción de la mortalidad. También incluye todo el proceso vital relacionado con la sexualidad y reproducción de ambos sexos, el parto y las condiciones en que se produce, los cuidados perinatales, y el seguimiento de las mujeres durante el puerperio y después. Otros problemas metodológicos relacionados con la mortalidad materna son por un lado la existencia de diferentes definiciones del problema, lo que dificulta la identificación de casos y la comparación. Mas aún, de este indicador se critica que se exprese en términos de los recién nacidos (muertes maternas por 100.000 nacidos vivos), en lugar de en términos de la población general o la población en riesgo, como cualquier otro indicador, hecho que complica el cálculo en la medida que no existen buenos registros al respecto. El que los propios gobiernos reconozcan que los registros de recién nacidos den cifras artificiales ha facilitado que se modifiquen los denominadores en las líneas basales realizadas a posteriori de la formulación de los ODM, y como consecuencia, disminuya drásticamente la mortalidad materna, acercándose por este artefacto al alcance de la meta prevista31. Por otra parte, el conocimiento existente sobre los determinantes de carácter político y cultural de la mortalidad materna es escaso32,33. Los factores económicos han sido más reconocidos por la literatura científica como determinantes de muerte materna. Tampoco se ha generado conocimiento sobre el peso de la política34 y el de la propia cultura como protectora de la mortalidad materna o como determinante de la misma32, así como de la influencia de la religión y de la ideología patriarcal35.

La salud materna e infantil están condicionadas también por las enfermedades infecciosas, de alta prevalencia en los países más desfavorecidos. El ODM6, que se propone combatir el SIDA/VIH, paludismo y otras enfermedades, ha alcanzado progresos, sobre todo en la lucha contra el SIDA/VIH, incorporando acciones desde el Fondo Mundial de lucha contra el SIDA, la tuberculosis y la malaria. Respecto al paludismo, aunque las principales intervenciones para el control de la enfermedad se han extendido en los últimos años, en África Subsahariana sólo un 5 % de los niños duermen con mosquiteras tratadas con insecticidas. De la misma forma, esta región es la que tardará más tiempo en estabilizar la epidemia de tuberculosis que tuvo un fuerte incremento durante la pasada década7. Por otra parte, se dispone de datos alentadores sobre la prevención de la infección en colectivos sensibles como son los niños nacidos de madres seropositivas al tiempo que se debate sobre la calidad de la información epidemiológica de los años recientes, que pudo haber sobreestimado la magnitud del problema y dado una visión excesivamente optimista sobre la situación epidemiológica actual. Llama también la atención que la estrategia básica frente a al SIDA/VIH esté casi completamente impregnada de iniciativas en el campo de los servicios sanitarios sin poner suficiente énfasis en la necesidad de acción en otros sectores y sin dar toda la relevancia necesaria a factores como la desigualdad como guía para la acción futura36.

El ODM7, que se propone garantizar la sostenibilidad del medio ambiente, ha alcanzado logros mediante políticas de reforestación y las relacionadas con el límite del uso de CFC (clorofluorcarbonados)37. Sin embargo, siguen sin encontrarse soluciones eficaces ante problemas medioambientales como la destrucción de la capa de ozono o la deforestación amazónica, e incumpliéndose sistemáticamente aspectos clave del protocolo de Kyoto sobre emisión de gases contaminantes y calentamiento global. Por otra parte, la falta de acceso al agua potable y saneamiento básico en zonas rurales y urbanas en los países desfavorecidos sigue siendo uno de las principales fuentes de enfermedad para la población (1,7 millones de muertes anualmente). La falta de saneamiento estaría en el origen de hasta el 6% de la carga global de enfermedad38. Frente a otras regiones que sí alcanzan progresos en este ámbito, África Subsahariana no aumenta el número de personas con acceso a estos recursos y servicios7. Esto depende en buena medida de la proporción de personas que viven en condiciones de tugurio, meta que está incluida en este ODM y de difícil solución dado el éxodo constante de personas de zonas rurales a urbanas (sobretodo periurbanas), incrementando la proporción de habitantes en entornos donde no se dan condiciones básicas para una vida digna.

El ODM8 refleja, bajo el nombre de asociación mundial para el desarrollo, el contexto político y económico necesario para favorecer el alcance de todos los ODM. Las metas que lo componen abarcan la transformación del comercio internacional hacia un sistema más justo, la eficacia de ayuda al desarrollo, la sostenibilidad de la deuda externa, la promoción del trabajo dirigido a los jóvenes, el acceso a medicamentos esenciales favorecidos por las empresas farmacéuticas, y el uso de la tecnología para beneficio global.

El funcionamiento del comercio internacional constituye uno de los principales determinantes de la desigualdad económica mundial. Los países en desarrollo se ven afectados por los aranceles impuestos a sus exportaciones agrícolas, situación que se ve agravada por los subsidios a la producción de los países desarrollados. El propio Banco Mundial revela que “una revocatoria de las barreras comerciales y los subsidios a la agricultura de los países ricos mejoraría el bienestar global en unos 120 mil millones de dólares, y un incremento del 1% en el reparto de las exportaciones globales a favor de los países en desarrollo sacaría a 128 millones de personas de la pobreza”39. Los países de Asia meridional, África Subsahariana y América Latina y Caribe han sido los más perjudicados por este problema40. La liberalización también estaría afectando a los servicios de salud de los países en desarrollo mediante los acuerdos del GATS, favoreciéndose la privatización de los mismos y afectando así a la calidad de la atención, a la disponibilidad y capacitación de recursos humanos y a la financiación de los servicios41.

Aunque en todos los ODM se ha identificado que las dificultades son más graves en África Subsahariana, incluyendo aquellas regiones que han registrado un progreso sustancial, como algunas partes de Asia, deben afrontar retos fundamentales en salud básica, así como en otros sectores7. Otros casos, como el de Brasil (que representa en buena medida la situación de América Latina), muestran que países que crecen económicamente siguen manteniendo importantes desigualdades, por ejemplo de ingresos: el 20 % de la población más rica obtiene una renta 26 veces mayor que la del 20 % más pobre. También se ve afectado por una grave situación de empobrecimiento, ya que el 24 % de la población económicamente activa vive bajo el umbral de 2 dólares al día, que constituye la medida internacional de la pobreza según los ingresos. En este sentido, las estrategias de los países para mejorar la salud tendrían que estar basadas más que en el crecimiento económico en si mismo en la distribución de esta riqueza, con el fin de disminuir las desigualdades, y en el uso sostenible de los recursos42.

Además de los problemas económicos que afectan a los países más desfavorecidos, la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) no estaría actuando como un instrumento que contribuye al alcance de los ODM, aspecto destacado incluso por la ONU y la Unión Europea. La AOD se caracteriza por su falta de transparencia y de coherencia entre la política de desarrollo, la política de financiación (incluida la AOD), la política hacia el extranjero y la política de comercio de los países donantes. La AOD no estaría siendo adecuadamente orientada para contribuir a alcanzar los ODM ya que no siempre se dirige a países considerados prioritarios y no ha invertido suficientemente en recursos básicos como salud o educación8,43. Por otra parte, sigue siendo necesaria más investigación respecto a la meta relacionada con la sostenibilidad de la deuda externa, que sigue siendo un obstáculo para el desarrollo de los países más afectados, al papel de las compañías farmacéuticas en el acceso a medicamentos esenciales fundamentalmente para tratar enfermedades infecciosas, o sobre las condiciones del acceso y uso de las tecnologías de la información y de las comunicaciones.

Consideraciones

Los ODM no han obtenido un resultado óptimo de sus logros en la mitad del periodo, ya que existen importantes barreras para su alcance. El logro de sus metas requiere de un esfuerzo político internacional caracterizado por la coherencia de las acciones de los países miembros de la Organización de Naciones Unidas, sus agencias y niveles de actuación (local, nacional e internacional). El alcance de los ODM necesita además una estrecha colaboración entre los sectores que ponen en marcha sus acciones. Es por ello que la erradicación de la pobreza impulsará la mejora de la salud materna e infantil, así como la gestión de una AOD de calidad puede llegar ser un instrumento útil en la lucha contra la pobreza. Aunque la elección de estos ODM y sus indicadores haya sido cuestionada como la mejor estrategia para orientar las acciones, ésta sigue constituyendo la primera agenda de desarrollo internacional consensuada por los países. Por ello, el gobierno de España incorporó en su Plan Director de Cooperación Española 2005-2008 (documento que refleja las directrices de su política de cooperación internacional) la necesidad de contribuir y participar en una “agenda internacional común de desarrollo” que tiene su máximo exponente en la Declaración del Milenio. Concretamente, el Plan establece que “... la Declaración del Milenio se convierte en el principal, aunque no el único, referente de nuestra política de desarrollo internacional”44. Este compromiso político supone la oportunidad de dirigir los recursos de la cooperación española hacia los sectores de los ODM, fundamentalmente aquéllos considerados como prioritarios y que están relacionados con la salud y la erradicación de la pobreza.

Además de la aportación de recursos mediante la política de cooperación internacional, España y los países desarrollados pueden contribuir a los ODM mediante la identificación y erradicación de las barreras de carácter político y económico que estarían impidiendo su alcance. Para ello es necesario mejorar las fuentes de información de los países, fundamentalmente de los pobres. La calidad de los datos es un requisito indispensable para poder describir los problemas de salud y analizar los factores que pueden contribuir a explicar sus causas.

Sería también necesario promover políticas públicas que contribuyan a unas relaciones económicas internacionales en condiciones de justicia social, en los niveles local, regional, nacional e internacional que permitan el desarrollo económico y social de los países, el apoyo desde los organismos internacionales para que los países pobres tengan un mayor poder de decisión sobre sus propias economías, y la denuncia por parte de los agentes sociales de las actuaciones que incrementan las desigualdades sociales y el empobrecimiento de la población. La acción política hacia un contexto mundial más equitativo y la utilización constructiva de las críticas para reorientar las estrategias internacionales y nacionales hacia el alcance de los ODM puede ser la mejor forma de actuación en el futuro próximo.

 

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Dirección para correspondencia:
Carlos Álvarez-Dardet Díaz
Área de Medicina Preventiva y Salud Pública.
Edificio Colegio Mayor, Campus San Vicente del Raspeig, Universidad de Alicante
Apartado Postal 99. 03080 Alicante.
Correo electrónico: carlos.alvarez@ua.es

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