Patio de una casa de Delft. Pieter de Hooch, 1658
Vermeer fue el pintor del interior, del orden, de la meditación y de lo reflexivo. Su paisano de Hooch, por el contrario, disfrutó representando los exteriores, la luz natural, el desorden cotidiano y el misterio imprevisto de la calle.
Este cuadro, en apariencia rutinario, esconde detalles que nos mueven a la reflexión. ¿Qué hace aquella mujer escondida? ¿Qué se dicen la mamá y la niña? ¿Por qué hay tantas puertas? ¿Por qué todo está descolocado, y tiene esa apariencia decadente? Muchas veces lo mejor de una escena, de una película o de unos versos está en las elipsis. He aquí un gran ejemplo.