INTRODUCCIÓN
Los hábitos de sueño en los niños, incluida la práctica de dormir padres y niños juntos, tiene mucho que ver con el estilo de crianza, al igual que ocurre con la lactancia1.
Por colecho se entiende la situación en la que el niño duerme de manera habitual; es decir, todas las noches y durante al menos cuatro horas en la misma superficie que el adulto cuidador. Habitualmente se trata de los padres, pero puede ser otro miembro de la familia; la superficie suele ser la cama, pero puede tratarse de un sillón o sofá, ya que hay muchas maneras de dormir2.
El término colecho es un neologismo proveniente del inglés co-sleeping o bedsharing, y entre los campesinos europeos del siglo XIX era muy frecuente que una única cama sirviera para albergar el sueño de toda la familia, de tal manera que la separación del lecho entre padres e hijos tuvo que ver con las mejoras económicas y con un cambio cultural en la forma de relacionar el individuo con su familia, de manera que la individualización y autonomía del niño era considerada una prioridad3.
Por el contrario, en las culturas orientales hoy día sigue siendo una práctica habitual, ya que se considera que los niños nacen independientes y se les debe integrar en la familia, con lo cual el colecho es una forma de que los hijos se conviertan en seres sociales4.
Desde el punto de vista antropológico, el sueño en solitario del bebé humano es una excepción evolutiva, ya que los primates y mamíferos, cuando nacen, duermen en contacto con el cuerpo de su madre5.
Actualmente, en las sociedades occidentales el colecho se está reintroduciendo debido a la influencia de los partidarios de la crianza con apego; el termino crianza con apego fue acuñado por el pediatra americano W. Sears y es una corriente basada en los principios de la teoría del apego de Jhon Bolwy, según la cual el vínculo de apego seguro que se desarrolla en una relación cálida, íntima, protectora y continuada entre el niño y su cuidador constituye un aval para el desarrollo armónico físico y psicológico del ser humano6.
Asimismo, en occidente se tienen en cuenta las razones de la investigación biomédica, de tal manera que el colecho tiene detractores y las sociedades científicas pediátricas no suelen recomendar su práctica si no va condicionada a una serie de medidas de seguridad que garanticen al máximo el entorno de la madre y el niño7,8,9.
El objetivo del presente trabajo es determinar la prevalencia del colecho entre las familias asignadas a dos consultas pediátricas de dos centros de salud urbanos de Madrid y determinar su relación con la lactancia materna, con la presencia de infecciones respiratorias de vías bajas y con la frecuencia de despertares nocturnos en los niños estudiados.
PACIENTES Y MÉTODOS
Se trata de un estudio de casos y controles, realizado con los datos obtenidos mediante una encuesta. La encuesta está basada en la escala Brief Infant Sleep Questionnaire (BISQ), un breve cuestionario del sueño para lactantes de 5 a 24 meses y hemos modificado nosotros, introduciendo otras variables en la encuesta definitiva (fiabilidad α de Cronbach de 0,731, p < 0,0001 y validez mediante análisis factorial confirmatorio y coeficiente de correlación ítem-test).
Se realizó a 317 niños de 6 a 24 meses de edad que acudieron a dos consultas pediátricas de dos centros de salud urbanos de Madrid (España); el total de pacientes asignados a las dos consultas era de 2745 niños y en el tramo de 0 a 2 años había 563 niños; se ofreció realizar la encuesta durante los meses de abril a diciembre del año 2015 a una muestra seleccionada aleatoriamente entre todos los que acudieron a consulta programada o a demanda, y el grupo se completó con todos los que aceptaron. En ningún caso se rechazó responder la encuesta. Se consideraron casos las familias que practicaban colecho y controles las que no lo practicaban, considerando colecho al hecho de dormir habitualmente el niño con su cuidador en la misma superficie.
Los datos recogidos fueron los siguientes: edad y sexo de los niños, edad y país de origen del padre y la madre, situación familiar teniendo en cuenta la convivencia o no de la pareja, nivel de estudios, nivel de ingresos del grupo familiar, hábito tabáquico en los padres, duración de la lactancia materna exclusiva o complementada, edad del niño al iniciar el colecho y duración del mismo, motivo de practicar el colecho, consenso entre la pareja para practicarlo, episodios de infecciones respiratorias de vías bajas y número de despertares nocturnos.
En cuanto al nivel de ingresos, se hicieron tres grupos: 1) las familias que ingresaron menos de 1000 euros al mes; 2) ingresos de entre 1000 y 2000 euros al mes, y 3) ingresos superiores a 2000 euros. Igualmente se formaron tres grupos respecto al nivel de estudios: 1) los que no tenían estudios y estudios elementales; 2) con estudios medios, y 3) con estudios superiores.
Las medidas de resultado utilizadas en este trabajo han sido los meses de duración de la lactancia materna, tanto exclusiva como complementada, el número de despertares nocturnos > 3 y los episodios de infecciones respiratorias de vías bajas.
El análisis estadístico de los datos se realizó aplicando el programa SPSS(r) 15.0. Los datos básicos se expresaron en medias y desviaciones estándar (DE) en el caso de las variables cuantitativas y en números y porcentajes en el caso de las variables cualitativas. Se calcularon los intervalos de confianza del 95% (IC 95).
Las comparaciones entre las variables cuantitativas se realizaron mediante el test de Mann-Whitney después de comprobar que no se ajustaban a una distribución normal (test de Kolmogorov-Smirnov). En las que se realizaron entre las variables cualitativas, se utilizó la prueba de χ2. Se consideraron con significación estadística para p valores inferiores a 0,05.
Se realizó un estudio multivariante mediante regresión logística binaria partiendo del modelo máximo y retirando las variables una a una hasta dejar las que tenían significación estadística.
RESULTADOS
Entre los meses de abril y diciembre de 2015 se registraron los datos de 317 niños, de los cuales 154 (48,58%) eran varones y el resto mujeres, con una edad media de 13,67 meses, rango de 6 a 24 meses (DE = 6,03. Practicaron colecho 101 niños, constituyendo el grupo de casos, y los 216 restantes que no practicaron colecho constituyeron el grupo de control. La edad media de las madres era de 33,46 años (DE = 4,76) y la de los padres era de 36,21 años (DE = 5,56).
En 143 familias (45,11%) uno de los progenitores era inmigrante, y en 18 casos (5,67%) la familia era monoparental y en todas ellas la madre era la responsable. En relación con los ingresos, se registraron 46 familias (14,51%) en el grupo de bajos ingresos, 95 familias (29,96%) en el grupo de ingresos medios y 176 familias (55,52%) en el grupo de ingresos elevados. Por lo que respecta al nivel de estudios, ocho encuestados (2,52%) tenían estudios básicos o no tenían estudios, 74 (23,34%) estudios medios y 235 (74,13%) estudios superiores (Tabla 1).
Por lo que respecta a la práctica del colecho, lo practica el 41,91% de la población inmigrante y el 50% de las familias monoparentales y el 50% del grupo con bajos ingresos, siendo significativamente más habitual (p < 0,0001) en las familias con menor nivel socioeconómico (41,30%) respecto a las de mayor nivel (21,59%).
El 49,5% de los padres entrevistados practican colecho por convicción, y están de acuerdo en practicarlo los dos miembros de la pareja en el 97,50% de casos.
El inicio del colecho es a los 1,18 meses del niño como promedio, con un rango de 0 a 23 meses (DE = 6,94).
En el grupo que practicó colecho, un 98,01% de niños recibió lactancia materna, con una duración media de 5,03 meses de manera exclusiva (DE = 2,56) y 5,34 meses mixta (DE = 4,75), y se despertaron más de tres veces durante la noche el 21,78% de ellos. Estos resultados alcanzaron significación estadística respecto al grupo que no practicó colecho (Tabla 2). Padecieron infecciones respiratorias de vías bajas el 16,83% de casos de los niños que practicaron colecho frente al 7,90% de casos en el grupo de control, con significación estadística (p = 0,020). En el estudio multivariante solo permaneció la relación positiva con el colecho en el caso de la lactancia materna exclusiva y mixta, el número de despertares nocturnos y el tabaquismo de uno o ambos progenitores, pareciendo como factor de protección el nivel socioeconómico de la familia (Tabla 3).
DISCUSIÓN
Habitualmente las familias se enfrentan a la crianza de sus hijos con conocimientos adquiridos por la propia experiencia, la cual a su vez se ha forjado en los valores culturales y sociales del lugar donde sus miembros se desenvuelven10,11.
Cómo y dónde duermen padres e hijos determina un modelo de crianza y constituye un aspecto muy íntimo de la convivencia familiar. Asimismo, en las consultas de Pediatría de Atención Primaria son muy frecuentes las demandas relacionadas con la ecología del sueño de los niños, constituyendo el colecho una práctica muy controvertida respecto a sus beneficios y riesgos; en este sentido resulta muy interesante la revisión sistemática del tema llevada a cabo por Horsley12.
A pesar del interés del tema, escasean los trabajos sobre la prevalencia del colecho en nuestro entorno. Roldán13, en un estudio realizado en mujeres puérperas, señala que el 12% de las mismas tiene intención de compartir cama con sus hijos. López Pacios14 ha encontrado una prevalencia de colecho del 8,6%, frente al 31,86% de nuestro trabajo, si bien se trata de un estudio realizado en un medio geográfico y social muy distinto. En nuestra muestra, el 49,5% de los progenitores lo hacen motivados por la convicción de que es una práctica beneficiosa para la familia, con un grado de acuerdo en la práctica de colecho del 97,50% de los casos en que lo realizan y ambos padres conviven.
Los aspectos económicos son determinantes en la sociedad y los hábitos que adquieren sus miembros están condicionados a sus posibilidaddes económicas; así, hemos observado una prevalencia de 50% de colecho en las familias monoparentales y especialmente entre la población inmigrante, ampliamente representada en nuestro entorno, que en un 41,95% practican colecho, con lo cual la precariedad económica y disponer de espacios reducidos para vivir favorece que los niños duerman en la misma superficie que los padres.
Los detractores del colecho consideran que su práctica es un factor de riesgo para la seguridad y supervivencia de los lactantes, asociándolo significativamente con el síndrome de muerte súbita del lactante (SMSL). No ha habido entre la población y en el periodo estudiado ningún caso de SMSL, pero esto no puede valorarse dado el tamaño de la muestra, porque la incidencia del SMSL en España se sitúa entre 0,15 y 0,23 muertes por cada 1000 nacidos vivos15,16,17,18,19,20,21. Las guías de práctica clínica sobre trastornos del sueño en la infancia destacan la importancia de las condiciones de seguridad en que se lleva a cabo el colecho y en este sentido el tabaquismo de los padres constituye un factor de riesgo; así el 44,26% de los padres de las consultas estudiadas son fumadores, al menos uno de ellos, y concretamente fuman más las madres que los padres encuestados; la bibliografía médica muestra que la prevalencia de tabaquismo entre las mujeres españolas en edad fértil sigue siendo muy elevada22.
No hemos podido encontrar estudios para contrastar nuestros resultados en relación al hecho significativo estadísticamente que refleja que los niños que duermen con sus padres padecen más infecciones respiratorias de vías bajas que los que duermen en espacios individuales.
Esa misma proximidad física resulta positiva en el caso de la lactancia materna, la cual se ve favorecida y prolongada en el tiempo en los niños que colechan; en este tema hay unanimidad en la bibliografía23,24,25. Resulta curioso el estudio realizado en Filipinas26 que hace referencia a los niveles de testosterona más bajos en los padres que duermen próximos a sus hijos, lo cual favorecería el establecimiento del vínculo afectivo entre ellos.
El número de despertares nocturnos en los niños que duermen con los padres es significativamente superior a las veces que se despiertan los niños que duermen solos y los resultados de otros estudios son similares27,28,29. Muchos de los niños estudiados, con edades comprendidas entre 6 y 24 meses de edad, siguen recibiendo lactancia materna, con lo cual el mantenimiento de la lactancia podría relacionarse con los despertares nocturnos más frecuentes sin que ello suponga un trastorno del sueño como tal.
Podemos por lo tanto concluir que nuestros resultados muestran que el colecho favorece la lactancia materna, pero como contrapunto propicia los episodios de despertares nocturnos superiores a tres por noche y las infecciones respiratorias de vías bajas en los niños.
Nuestro trabajo tiene limitaciones y la principal sería el tamaño reducido de la muestra, con lo cual sería recomendable insistir en el tema con muestras más amplias. Asimismo, consideramos recomendable que el profesional sanitario conozca a fondo este tema30,31,32 para poder informar a las familias sin transmitir sus propios juicios de valor, ya que no es riguroso dejarse influir por aquellas teorías que confirman nuestra ideología; son los padres quienes toman la decisión final, ayudados por la información del pediatra.