La niña de las fresas. Sir Joshua Reynolds, 1810
En el Londres del pasado siglo XVIII, las niñas de las familias menos pudientes se ganaban la vida vendiendo fruta por las calles y parques. Reynolds (1723-1792) compuso una obra maestra gracias al retrato de una de estas niñas de vida desafortunada. La tristeza de esos ojos, la contención de las manos (como símbolo de timidez), las mejillas arreboladas, la claridad de su vestido frente a la oscuridad del entorno: todo en este cuadro mueve a la ternura.
Las conferencias impartidas por Reynolds en la Royal Academy todavía se recuerdan por su brillantez expositiva. Cuando convergen sensibilidad e inteligencia solo puede haber frutos de luz.