Niño durmiendo en el heno. Albert Anker, 1891
Pocas cosas hay en esta vida que procuren tanto placer como la siesta. Los adultos, siempre que podemos, la cultivamos. Pero, para muchos niños pequeños, es un santo y seña: un rasgo de identidad. Observen qué placidez, qué abandono al relajo, qué conexión con el mundo gigante del sueño atesora este mozo. Se ve que necesitaba quedarse traspuesto. Su vitalidad requería una pausa, un interludio momentáneo.
Este cuadro es una de las obras cumbre de un artista menor: Albert Anker (1831-1910). Albert Anker, suizo él, dotado de un gran parecido físico con Santiago Ramón y Cajal, se dejó los dedos representando niños. La infancia fue su tema estrella.