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Educación Médica
versión impresa ISSN 1575-1813
Educ. méd. vol.9 no.2 jun. 2006
EDITORIAL
Cambio curricular
Curricular change
Jorge Palés
Presidente de la SEDEM
El Ministerio de Educación y Ciencia hizo público el pasado mes de abril la Ficha Técnica de Propuesta de Título Universitario de las Enseñanzas de Medicina, con el fin de adaptarse al Espacio Europeo de Educación Superior. Esta Ficha ha de constituir la base de las directrices de elaboración de los nuevos planes de estudio de Medicina en España. Actualmente, se está en un período de información para que todos los agentes implicados puedan emitir su opinión y proponer modificaciones. Al acabar este período, se publicarán las directrices definitivas y entonces, las Facultades de Medicina españolas dispondrán de un plazo de 3 años para elaborar sus propios planes de estudios que deberán empezar a implementarse en el 2010.
La limitada extensión de un editorial impide expresar de forma exhaustiva mis opiniones sobre dicha ficha. Por otra parte, la Junta Directiva de la Sociedad Española de Educación Médica está elaborando un informe ad hoc. Sin embargo, quiero aprovechar la oportunidad de este editorial de Educación Médica Internacional para poner de relieve las fortalezas y debilidades de la Ficha.
La Ficha presenta sucesivamente los objetivos del título, los contenidos formativos comunes y ciertas condiciones para el desarrollo de dichos contenidos comunes, unas recomendaciones para la elaboración y desarrollo de los planes de estudios y sus efectos académicos. La primera impresión es que se trata de una propuesta positiva por su gran flexibilidad para la elaboración de los planes de estudios y que considera la formación médica de grado como un continuo, eliminando la tradicional división en dos períodos, básico y clínico. Ello permitiría que, las Facultades, puedan introducir en sus planes de estudio las innovaciones en estrategias y metodologías docentes que deseen. Si ante estas facilidades no somos capaces de llevar a cabo una reforma con profundidad, metodológica y de contenidos, en nuestra enseñanza médica de grado, no lo podremos achacar a una limitación legal.
La propuesta, además, establece que el título habilita para el acceso a los estudios de doctorado, solucionando uno de los problemas que más habían preocupado a las facultades de Medicina, como era la discriminación a que podían verse sometidos los estudiantes de medicina en comparación con los de otras enseñanzas, dada la mayor duración de sus estudios.
Hay que considerar también muy positivas las recomendaciones que se hacen con relación al desarrollo curricular. Así, hay que considerar positivamente la propuesta de integrar los contenidos tanto horizontal como verticalmente, que el estudiante entre precozmente en contacto con las disciplinas clínicas, la presencia de las materias básicas en los cursos finales, al establecimiento de mecanismos globales de evaluación de las competencias y a considerar en la estructuración y en los programas, la continuidad con la formación especializada. Todas estas recomendaciones fueron planteadas ya en su día por la Sociedad Española de Educación Médica. (Educación Médica 8, 3-7, 2005).
Sin embargo, hay que considerar también los aspectos débiles de la Ficha. Se encuentra a faltar una definición clara del concepto de competencia. La utilización alternativa de términos como competencias, conocimientos, destrezas, habilidades y actitudes, pone de manifiesto una cierta confusión en dichos términos y hace perder validez al documento. No es una cuestión banal dado que para elaborar un curriculum basado en competencias, que es lo que propone el proceso de convergencia europea, todos los agentes implicados debieran tener claro dicho concepto y utilizarlo unívocamente. En el caso de que el término competencia no sea unívoco dificulta si no imposibilita definir y consensuar que competencias deben de alcanzar los alumnos de medicina.
Otro punto débil de la Ficha son los objetivos descritos en el apartado de Objetivos del Título así como en el de los contenidos formativos comunes. En el primer caso, los objetivos se exponen de forma desordenada y se mezclan los objetivos generales con objetivos específicos. En el segundo caso, las siete grandes materias que se proponen corresponden, adecuadamente, a las propuestas por el Libro Blanco de Medicina elaborado por la Conferencia de Decanos de Medicina españoles. Sin embargo, el análisis pormenorizado de los diferentes contenidos descritos, pone de manifiesto algunas omisiones, diferentes repeticiones y ciertas incorrecciones. Así pues, es necesario revisar el redactado de estos apartados e intentar una mayor precisión en la terminología y en la definición de objetivos.
Se debe concluir que los puntos fuertes superan a los débiles y que estos últimos son fácilmente subsanables con una revisión crítica del documento. El documento una vez corregido permitirá trabajar cómodamente y facilitara una reforma ambiciosa y real de nuestra educación médica de grado. Si realmente estamos dispuestos a una reforma con profundidad, dentro del espíritu del marco europeo, nos espera un trabajo arduo para el que se necesitará todo tipo de ayudas. En este sentido, es una llamada de atención el artículo que se publica en este mismo número sobre planificación curricular dentro del programa de formación continuada de esta revista, ya que puede constituir un instrumento útil para el trabajo a desarrollar en un próximo futuro.