INTRODUCCIÓN
Estudios recientes han reportado que alteraciones negativas en la salud mental desencadenan falta de vitalidad, problemas emocionales y conflictos laborales (Crempien et al., 2017); efectos que pueden ser sintetizados en un deterioro de la calidad de vida de las personas (Salvo, 2014). Una de estas alteraciones en la salud mental es la ansiedad, condición enmarcada en los trastornos psicosociales (Organización Mundial de la Salud, 2020). Esta problemática en la salud mental, es considerada como un estado psico-emocional negativo, en el que se pueden observar y manifestar sensaciones en las que predomina la preocupación y el nerviosismo, y se refleja en componentes somáticos y cognitivos (Castro-Sánchez, Zurita-Ortega, Chacón-Cuberos, y Lozano-Sánchez, 2019; Kuan, Morris, Kueh, y Terry, 2018). La literatura describe dos tipos de ansiedades no clínicas: a) Ansiedad-Rasgo (A-R), que hace referencia al rasgo individual que predispone a responder de forma nerviosa ante estímulos y situaciones de la vida cotidiana que la persona interpreta como amenazantes; y b) Ansiedad-Estado (A-E), que se caracteriza por manifestaciones de ansiedad que se producen de forma breve en el tiempo, la mayoría de las veces, al enfrentar estresores reales (de los Fayos y Suárez, 2013). En este contexto, algunos investigadores han descrito que una manera importante para disminuir los niveles de ansiedad en la población es una detección temprana (Rossi y Pourtois, 2012). Por tal razón, se han desarrollado y adaptado algunos test psicológico como el DASS-21 (Antúnez y Vinet, 2012), la escala de Estado de Ansiedad en Educación Física (Lima, Saavedra, Fernandes, & Lazuras, 2015), el inventario de Ansiedad Estado en Competición-2 (Reigal, Delgado-Giralt, López-Cazorla, & Hernández-Mendo, 2018) o el A-R y A-E (Buela-Casal, Guillén-Riquelme, y Seisdedos, 2015), que buscan entregar herramientas a los profesionales para diagnosticar personas con alteraciones en la salud mental.
En Chile, se ha evidenciado que casi un tercio de la población ha tenido alteraciones en su salud mental durante su vida, siendo la ansiedad junto a la depresión los trastornos psicosociales más prevalentes (Vicente, Kohn, Saldivia, y Rioseco, 2007). Al igual que el resto de la población, los estudiantes universitarios también presentan trastornos psicosociales como la ansiedad (Barahona-Fuentes, Lagos, & Ojeda, 2019; Gerber, Brand, Elliot, Holsboer-Trachsler, & Pühse, 2014), y se ha evidenciado que factores como la asistencia a clases, los exámenes, las horas individuales y complementarias de estudio, podrían desencadenar un incremento en estos trastornos, los que llevarían a un posible abandono de los estudios (Arthur, 1998). En este segmento, al igual que el resto de la población, la detección temprana de ansiedad permitiría, entre otras alternativas, aplicar medidas paliativas y preventivas, no solo medicamentosas o terapéuticas (Contreras & Crobu, 2018; Ernst, Lago, Davis, & Grillon, 2016), sino que también el uso de actividad física y ejercicio físico para controlar y disminuir estos trastornos psicosociales en la población universitaria (Gerber et al., 2014). En relación a los programas de actividad física y ejercicio físico usados para el control del estrés y la ansiedad, algunos estudios han reportado que los ejercicios de relajación individuales, que involucran educación física, ayudarían a reducir las manifestaciones de estrés y ansiedad causadas por los exámenes en estudiantes universitarios (Gallego, Aguilar-Parra, Cangas, Langer, y Manãs, 2014). Consecuentemente, algunas investigaciones han sugerido que programas estructurados de ejercicio físico podrían influir positivamente en la salud mental de la población (Crespillo-Jurado et al., 2019; Gerber et al., 2014; Herrera-Gutiérrez, Olmos-Soria, & Brocal-Pérez, 2015). Sin embargo, la heterogeneidad de la mayoría de los estudios consultados, que relacionaron actividad física y ejercicio físico, con la consecuente mejoría en la condición física general, y la presencia de trastornos psicosociales como la ansiedad, dificulta la recomendación de programas específicos de entrenamiento que ayuden en el control de estos trastornos (Ensari, Greenlee, Motl, y Petruzzello, 2015).
Para el control de la ansiedad se han empleado distintos métodos, los que van desde tratamientos farmacológicos (Ernst et al., 2016) hasta terapias de relajación (Gallego, Aguilar-Parra, Cangas, Langer, y Manãs, 2014). Dentro de estos métodos, la actividad física y ejercicio físico, específicamente la Zumba®, surge como una alternativa válida no solamente para el control de variables antropométricas y de condición física (Luettgen, Foster, Doberstein, Mikat, y Porcari, 2012), sino que también para el control de aspectos psicológicos y sociales que condicionan la calidad de vida (Vendramin et al., 2016). De forma específica, la Zumba® es un ejercicio de baile con inspiración latina, caracterizada principalmente porque “no hay una forma correcta o incorrecta en su práctica”, sino que se alienta a los participantes a moverse al ritmo de la música, con coreografías menos formales que otras clases grupales de ejercicios (Luettgen et al., 2012). Esta modalidad de ejercicio físico, ha permitido evidenciar cambios significativos en variables físicas como el consumo máximo de oxígeno (VO2máx) y el desarrollo muscular, como también algunos cambios psicológicos; estos últimos se han relacionado con variables importantes como “el propósito de vida” que presentan algunas mujeres participantes de programas físicos basados en Zumba® (Delextrat, Warner, Graham, y Neupert, 2016).
Basados en los antecedentes descritos y considerando que varias investigaciones han demostrado que un incremento en la condición física mejora la salud mental (Becerra, Reigal, Hernández-Mendo, & Martín-Tamayo, 2013; Gerber et al., 2014; Gorham, Jernigan, Hudziak, & Barch, 2019; Reigal-Garrido, Becerra-Fernández, Hernández-Mendo, & Martín-Tamayo, 2014) y que paralelamente la mayoría de los programas de Zumba® consultados evidenciaron cambios positivos en la condición física (Domene, Moir, Pummell, Knox, y Easton, 2015; Donath, Roth, Hohn, Zahner, y Faude, 2014), probablemente un programa de Zumba® también podría influir en los niveles de A-R y A-E de la población; sin embargo y hasta donde el conocimiento alcanza, estas variables en su conjunto aún no han sido del todo exploradas. Consecuentemente, el propósito principal de este estudio fue determinar los efectos de un programa de ejercicio físico basado en Zumba®, sobre los niveles de A-R y A-E en estudiantes universitarias chilenas; mientras que el objetivo secundario fue determinar los efectos de un programa de ejercicio físico basado en Zumba®, sobre variables antropométricas, de VO2máx y fuerza prensil.
MATERIAL Y MÉTODOS
Diseño de Investigación
Investigación empírica con estrategia manipulativa, cuasi experimental con un diseño longitudinal con medias repetidas (Ato, López, & Benavente, 2013).
Participantes
30 estudiantes mujeres de pregrado de la Universidad de Las Américas, Chile, divididas en grupo experimental (GE: n = 15; años = 26,0 ± 6,4) y grupo control (GC: n = 15; años: 25,4 ± 7,0), se ofrecieron como voluntarias para participar en este estudio. El tipo de muestreo fue no probabilístico por conveniencia, mientras que la asignación a los grupos fue por emparejamiento de muestra. Al término del estudio, hubo cinco participantes del GE que no cumplieron con la asistencia mínima al programa de Zumba® (80% de asistencia), mientras que en el GC hubo tres participantes que no se presentaron al post test. Por estas razones, el GE terminó con 10 participantes (n = 10) y el GC terminó con 12 participantes (n = 12). Antes de comenzar la aplicación del tratamiento y con todas las dudas resueltas, todos los participantes firmaron el consentimiento informado. El consentimiento informado y el estudio fueron aprobados por el Comité de Investigación Humana de la Universidad de Las Américas, Chile (registro número PI-022-2018) y se llevó a cabo en conformidad con la Declaración de Helsinki (WMA 2000, Bošnjak 2001, Tyebkhan 2003) que establece los principios éticos fundamentales para la investigación con seres humanos.
Materiales
Antropometría. La estatura (cm) fue evaluada a través de un estadiómetro desde los pies hasta el vertex (plano de Frankford). El peso (Kg) y el porcentaje graso (%) fueron evaluados a través de una balanza digital Tanita Inner Scan BC-554®. El peso, la estatura y el porcentaje graso se evaluaron con las estudiantes descalzas, pantalón corto y una polera ligera. La interpretación del Índice de Masa Corporal (IMC) se realizó según los estándares antropométricos para evaluación del estado nutritivo (Barrera y Gladys, 2004). Mientras que el perímetro de cintura (PC) se midió 2 cm sobre el ombligo con una cinta métrica metálica F.A.G.A.®.
Fuerza Prensil. Esta prueba permite evaluar la prensión máxima de las manos en Kg (Mathiowetz, 2002). Antes de su aplicación, el dinamómetro se ajustó al tamaño de la mano (Ruiz-Ruiz, Mesa, Gutiérrez, y Castillo, 2002). La evaluación fue en posición de pie, con el brazo derecho al costado del cuerpo, el codo extendido y manteniendo la fuerza prensil máxima por tres segundos. Para la evaluación de la fuerza prensil, se utilizó un dinamómetro manual modelo Smedley® de 100 Kg (TTM, Tokio).
Consumo máximo de oxígeno. Para determinar el VO2máx, se utilizó el Test de Astrand, éste corresponde a un test submaximal usado en sujetos de baja aptitud física. Para el desarrollo de esta prueba física en mujeres, se necesita un metrónomo (90 batidas por minuto) y un escalón de 33 cm. Las participantes subieron al escalón 22,5 veces por minuto durante 5 minutos. Para evaluar la Frecuencia Cardiaca (FC) al finalizar la sesión se utilizó un monitor de ritmo cardíaco marca Polar Team®, y para la determinación del VO2máx se utilizó el nomograma descrito para el test (Siconolfi, Cullinane, Carleton, y Thompson, 1982).
Cuestionario de Ansiedad Estado-Rasgo STAI (State-Trait Anxiety Inventory). Este cuestionario, creado por Spielberger y Vagg (1984) y adaptación al español por Buela-Casal et al. (2015), permite investigar los fenómenos de la ansiedad, y consta de dos escalas: A-R y A-E, con 20 elementos cada una. Las 40 preguntas del cuestionario son valoradas mediante una escala Likert de 0 (casi nunca) al 3 (casi siempre). La primera escala, de A-R, permite describir cómo se siente el participante en un “momento particular”; señala una propensión ansiosa relativamente estable, donde se observa la tendencia a percibir las situaciones como amenazadoras y a elevar, consecuentemente, su A-E. No son necesariamente personas que se muestren ansiosas constantemente, ya que puede ser que esa disposición permanezca latente hasta que es activada por algunos estímulos y que probablemente son disposiciones comportamentales adquiridas, es decir, residuos de experiencias pasadas que predisponen tanto a ver el mundo de una determinada manera como a manifestar tendencias de respuestas ansiosas (Buela-Casal et al., 2015). Para definir los distintos niveles de A-R, se debe usar la siguiente ecuación:
A-R = 21 + ∑ ítems 21,26,27,30,33,36,39 - ∑ ítems 22,23,24,25,28,29,31,32,34,35,37,38,40
La segunda escala, de A-E, permite describir un estado o condición emocional transitoria del organismo humano, que se caracteriza por sentimientos subjetivos, conscientemente percibidos, de tensión y aprehensión, así como por una hiperactividad del sistema nervioso autónomo. Puede variar en el tiempo y fluctuar en intensidad (Buela-Casal et al., 2015). Para definir los distintos niveles de A-E, se debe usar la siguiente ecuación:
A-E = 21 + ∑ ítems 1,2,5,8,10,11,15,16,19,20 - ∑ ítems 3,4,6,7,9,12,13,14,17,18
La consistencia interna del cuestionario fue de 0,87 y 0,76 para A-E y A-R, respectivamente.
Procedimiento
Programa de intervención. Este programa consideró 20 sesiones de Zumba®, mientras que la frecuencia del programa fue de dos sesiones por semana con una duración de 60 minutos. Dentro de los 60 minutos, la sesión consideró una parte inicial de 7 minutos (calentamiento con movilidad articular y estiramientos); una parte central con una duración de 45 minutos, que incluyó entre 7 a 10 canciones con una duración entre 3 a 5 minutos por canción, la intensidad de cada sesión fue establecida con un tempo entre 140 a 160 batidas por minuto, mientras que la pausa entre cada canción fue entre 15 a 30 segundos; por último, una parte final con una duración de 8 minutos (vuelta a la calma a través de ejercicios de relajación). La intensidad de la sesión fue impuesta por la instructora de la clase, sin embargo, al término de cada sesión y considerando solo la parte de central de la clase, se registró la percepción subjetiva del esfuerzo (PSE) utilizando la escala de Borg (Borg, 1990; Martín et al., 2015), la FC al finalizar la sesión, FC promedio y FC máxima alcanzada durante la clase. El monitoreó de la FC durante todas las sesiones se realizó a través de un monitor de ritmo cardíaco marca Polar Team® capaz de registrar la FC cada cinco segundos. Para estimar la intensidad relativa conseguida en cada sesión de Zumba®, se calculó la FC máxima teórica (FCMT) a través de la fórmula: 208-(0,7*edad) (Tanaka, Monahan, y Seals, 2001). A través de esta FCMT y considerando la FC promedio de la parte principal de la sesión, se clasificaron las 20 sesiones en cinco niveles: 1) “muy liviano” < 57% de la FCMT; 2) “liviano” entre 57 y < 64% de la FCMT; 3) “moderado” entre 64 y < 76% de la FCMT; 4) “vigoroso” entre 76 y < 96% de la FCMT; y 5) “casi máximo a máximo” > 96% de la FCMT (Garber et al., 2011; Pescatello, Arena, Riebe, y Thompson, 2013) (Tabla 1).
Análisis estadístico
Los datos de FC y PSE están presentados con sus valores medios y respectiva desviación estándar (DS). Para el análisis de datos, las variables antropométricas, VO2máx, fuerza prensil, A-R y A-E del GE y GC, tanto para el test como para el post test, fueron sometidas al test de normalidad Shapiro-Wilk. Posteriormente, para observar cambios en las variables antes y después de la aplicación del programa de Zumba® entre el GE y GC, se aplicó un ANOVA mixto. Luego y solo para las variables de A-R y A-E, se efectuó un análisis de Tabla de Contingencia a través de Chi-cuadrado de Pearson. El análisis estadístico se realizó con el software SPSS. El nivel de significancia para todos los datos fue de p < 0,05.
RESULTADOS
Al analizar las intensidad de las clases de Zumba®, se pudo obtener que la FC al finalizar la sesión fue 152,8 ± 16,8 latidos por minuto (lmp), la FC promedio de 149,8 ± 10,2 lpm, la FC máxima de 176,8 ± 7,5 lpm, y la PSE de 5,4 ± 0,9. Mientras que la intensidad promedio de la clases asociada a la FC máxima teórica (Gulati et al., 2010) fue 82,0 ± 5,5%. El detalle de todas las sesiones puede observarse en la Tabla 1.
Al término de las 20 sesiones correspondientes al programa de Zumba® impartidas por la Dirección de Asuntos Estudiantiles (DAE) de la Universidad de Las Américas, Chile, las variables de A-R y A-E, además de las variables antropométricas y físicas presentaron cambios no significativo (p > 0,05). Los estadísticos descriptivos y los resultados del ANOVA mixto, están reportados en la Tabla 2.
A-R: ansiedad-rasgo; A-E: ansiedad-estado; n: tamaño muestra; GE: grupo experimental; GC: grupo control; IMC: índice de masa corporal; DS: desviación estándar; Kg: kilógramo; Mín: mínimo; Máx: máximo; VO2máx: consumo máximo de oxígeno; mlO2·Kg-1·min-1: mililitros de oxígeno por kilogramo de peso corporal por minuto.
De forma paralela, el análisis en tablas de contingencia a través del Chi-cuadrado de Pearson, mostró que no existen diferencias significativas en los distintos niveles de A-R ni A-E antes y después de aplicado el programa de Zumba® tanto para el GE como para el GC (Tabla 3).
DISCUSIÓN
En relación al objetivo principal del estudio, determinar los efectos de un programa de ejercicio físico basado en Zumba®, sobre los niveles de A-R y A-E en estudiantes universitarias chilenas, al término de la intervención se observaron cambios no significativos en estas variables, tanto en los valores calculados de forma directa desde el cuestionario de Ansiedad Estado-Rasgo STAI como en sus respectivos niveles (p > 0,05). Estos resultados generan distintas perspectivas de análisis, en una primera instancia se debe evidenciar que efectivamente la población universitaria femenina presenta algunas problemáticas de salud mental (al comienzo del estudio el 95% de la muestra presentó niveles de A-E “sobre el promedio” y “alto”), como también es importante tener presente que estos trastornos psicosociales se han asociado con un descenso en el rendimiento académico (Gerber et al., 2014), pudiendo en algunos caso, generar un abandono de los estudios (Arthur, 1998). Por estas razones y considerando que los estudiantes universitarios constituyen uno de los grupos objetivos de la Política Nacional de Promoción de Salud en Chile (Salinas y Vio, 2003), se han desarrollado guías y programas que ayudan en el control y/o la disminución de los trastornos psicosociales como la ansiedad y el estrés (Lange y Vio, 2006). En relación a las investigaciones que asociaron los programas de ejercicio físico basados en Zumba® y salud mental, en una investigación de Domene et al. (2015), luego de ocho semanas de intervención con clases de Zumba®, se concluyó que este tipo de ejercicio físico mejora tanto la salud física como mental de los adultos. A su vez, Delextrat et al. (2016), concluyeron que los programas de Zumba® desarrollados en el hogar son beneficioso para las mujeres sedentarias, ya que mejoran la aptitud aeróbica como algunos aspectos psicológicos, principalmente “el propósito en la vida”. Sin embargo, estos mismos investigadores mencionan que futuros estudios deberían centrarse en otros aspectos psicológicos más específicos (Delextrat et al., 2016). Esto último, se refuerza con la revisión sistemática desarrollada por Vendramin et al. (2016); estos investigadores concluyeron que los programas de ejercicio físico basados en Zumba® generan efectos positivos sobre aspectos psicológicos y sociales, específicamente un aumento en la calidad de vida (Vendramin et al., 2016).
Pese a que existe evidencia científica que mencionan un efecto positivo de los programas de ejercicio físico basada en Zumba® sobre aspectos psicológicos y calidad de vida (Delextrat et al., 2016; Domene et al., 2015; Vendramin et al., 2016), la presente investigación no evidenció cambios significativos en los niveles de A-R ni A-E luego de 20 sesiones de ejercicio físico basadas en Zumba®. Quizás la intensidad media de las sesiones de entrenamiento alcanzada por las estudiantes universitarias (149,8 ± 10,2 lpm, equivalente a 82,0 ± 5,5% de intensidad), junto a la frecuencia semanal de las sesiones (dos sesiones por semana), no permitieron generar disminución en estas variables (Ensari et al., 2015). Estos antecedentes dejan de manifiesto que el programa de entrenamiento basado en Zumba® implementado con estudiantes universitarias, no cumplió con las recomendaciones del American College of Sports Medicine (ACSM) (Pescatello et al., 2013), ya que para generar efectos beneficiosos para la salud, deberían realizarse entre 3 a 5 sesiones por semana con intensidad de “moderada” a “vigorosa”, descartando en ocasiones 1 a 2 sesiones semanales con intensidad de “vigorosa” a “alta” por riesgo de lesiones en los participantes (Garber et al., 2011). Pese a ello, Gorham et al. (2019) mencionan que la reducción de los trastornos psicosociales, asociada a la práctica deportiva, podría estar relacionada con un mecanismo neural, ya que el ejercicio físico posee un impacto en el desarrollo del cerebro, aumentando el volumen del hipocampo. Sin embargo, se necesitan más investigaciones que evalúen de forma directa estas variables para analizar de forma más confiable su relación (Gorham et al., 2019).
En relación al objetivo secundario del estudio, al término de la intervención el análisis evidenció cambios no significativos en las variables antropométricas, entre ellas el peso corporal, IMC y porcentaje graso de las estudiantes universitarias (p > 0,05). Posiblemente, los altos valores de IMC y porcentaje graso presentados por el GE al comienzo de la intervención, fueron las principales condiciones que influyeron en los cambios no significativos observados al término del estudio (Yáñez-Sepúlveda et al., 2018); este fundamento se refuerza por los antecedentes expuestos por Yáñez-Sepúlveda et al. (2018), quienes reportaron que un IMC más alto está asociado con una menor intensidad de esfuerzo, gasto de energía y cantidad de actividad física durante una clase de Zumba®, limitado a mujeres con sobrepeso u obesas (por altos parámetros de IMC o altos porcentajes de grasa corporal) a lograr los parámetros de esfuerzo recomendados para controlar el peso corporal. Independiente de aquello, en una investigación desarrollada por Ljubojević, Jakovljević, y Popržen (2014), se observaron cambios en la composición corporal luego de 24 sesiones de un programa de ejercicio físico basado en Zumba®, estas clases fueron con un tempo entre 140 y 160 batidas por minutos (las canciones tuvieron una duración entre 3 a 5 minutos, mientras que las pausas fueron entre 15 y 30 segundos); al término del estudio se evidenció una mejora significativa en la pérdida de peso corporal total (p = 0,019) y el porcentaje graso (p = 0,012). Al revisar la información existente sobre el uso de programas de ejercicio físico basado en Zumba® para el control del peso corporal, se puede evidenciar que no es del todo concluyente, sin embargo, una investigación desarrollada por Vendramin et al. (2016) se reportó que los beneficios sobre control del peso corporal a través de la Zumba® son pequeños, pero positivos. Por lo anterior, se entiende que dependerá de la intensidad y duración de las sesión de ejercicio físico basado en Zumba® (Ljubojević et al., 2014), más una combinación con cambios en la dieta, el tamaño del efecto de los beneficios conseguidos (Delextrat et al., 2016).
Al término de la intervención, el VO2máx tampoco mostró cambios significativos tanto para el GE como para el GC (p > 0,05). Pese a esto, existen algunas investigaciones que han reportado cambios en parámetros ventilatorios como el VO2máx o el fitness aeróbico (Delextrat et al., 2016), además de descensos en factores de riesgo cardiovascular (Domene et al., 2015). Es así como, en un estudio desarrollado por Delextrat et al. (2016), y luego de ocho semanas de intervención a través de un programa de Zumba®, se reportó un incremento de 3,6% en el fitness aeróbico en mujeres sedentarias. De forma paralela, Domene et al. (2015) concluyeron que los programas de Zumba® son beneficiosos para disminuir factores de riesgo cardiovascular y biomarcadores inflamatorios en mujeres con sobrepeso y físicamente inactivas. Considerando que varias investigaciones han reportado mejoras en parámetros ventilatorios (Delextrat et al., 2016) asociados a un menor riesgo cardiovascular (Domene et al., 2015), quizás los cambios no significativos en el VO2máx evidenciados en el presente estudio, estén asociados a una baja fiabilidad de medición (Siconolfi et al., 1982), ya que el protocolo utilizado estimó el VO2máx, y no lo midió directamente. Sin embargo, es importante considerar que los programas de entrenamiento de Zumba® son herramientas que permiten aumentar las horas de actividad física en mujeres universitarias (Donath et al., 2014), y que la intensidad (que durante el presente estudio osciló entre moderado a vigoroso) ayuda a disminuir factores de riesgo cardiovascular en mujeres adultas (Domene et al., 2015).
Por último y al igual que las otras variables de estudio, la fuerza prensil no mostró cambios significativos al término de la intervención (p > 0,05). Independiente de estos hallazgos, el propósito de evaluar la fuerza prensil en el presente estudio, se debe a que el desarrollo de la fuerza ha tomado un rol clave en la génesis del metabolismo muscular alterado y, por lo tanto, es un factor clave en la prevención de enfermedades patológicas comunes y enfermedades crónicas (Wolfe, 2006); además, estudios han comprobado que durante la infancia y la adolescencia, la masa muscular se relaciona de forma inversa con los factores de riesgo cardiovascular (Steene-Johannessen, Anderssen, Kolle, y Andersen, 2009). Reforzando estos hallazgos, Németh et al. (2013) investigaron los cambios en los parámetros psicofisiológicos provocados por el estrés físico de ejercicios intensos de corta duración en estudiantes universitarios, concluyendo que existe una correlación alta y significativas entre la fuerza muscular (fuerza prensil) y el estrés cardíaco en estudiantes universitarios (r = -0,64, p < 0,03). También, se ha evidenciado que durante la adultez la masa muscular y la fuerza disminuyen de forma progresiva (Enríquez-Reyna, Bautista, y Orocio, 2019), y que el ejercicio físico basado en programas de Zumba® podría ayudar a contrarrestar estos efectos (Domene et al., 2015). Sin embargo, la evidencia que respalda los efectos positivos de los programas de Zumba® sobre la fuerza muscular es limitada (Vendramin et al., 2016), pese a ello, para evidenciar cambios en esta capacidad física a través de los programas de Zumba®, se deberían incluir ejercicios específicos de fuerza.
Pese a que los resultados encontrados en la presente investigación permitieron visualizar una posible relación e influencia del ejercicio físico sobre variables psicológicas como la A-R y A-E, también hubo limitaciones que se deberían intentar subsanar en futuros estudios. Por un lado, la muerte experimental (cinco participantes del GE y tres participantes del GC), sugiere que los resultados obtenidos no pueden generalizarse a estudiantes de otras Universidades. Por otro lado, las clases de Zumba® estaban preestablecidas, por tal razón, los investigadores no tuvimos la posibilidad de modificar las sesiones de entrenamiento. Quizás, un protocolo con mayor intensidad, duración y frecuencia permitiría generar cambios en los niveles de A-R y A-E.
CONCLUSIONES
Al término de la investigación, no se observaron efectos del programa de Zumba® sobre los niveles de A-R y A-E, como tampoco sobre las variables antropométricas, VO2máx ni fuerza prensil. Quizás, un aumento en la frecuencia semanal, un aumento en el tiempo efectivo de la sesión y un aumento en la intensidad individual, podría generar cambios significativos en las variables evaluadas.
APLICACIONES PRÁCTICAS
Desde el punto de vista práctico, los profesionales que usen las clases de Zumba® para controlar los niveles de ansiedad, condición física y parámetros antropométricos en la población universitaria, deben considerar las respuestas individuales de los participantes, ya que los perfiles psicológicos presentes en cada uno de los participantes podría condicionar el estado de ansiedad (Morillo, Reigal, & Hernández-Mendo, 2016) y con ello el resultado de intervención. Además, siempre que no hayan enfermedades preexistente o patologías que impidan la ejecución de los programas de ejercicio físico, se sugiere a los investigadores o profesionales que apliquen este tipo de tratamientos, usar una mayor intensidad, duración y frecuencia en la carga; de esta forma se podrían evidenciar cambios en los niveles de A-R, A-E y, sobre todo, en la condición física y parámetros antropométricos de la población universitaria.