Introducción
La autocaracterización es una técnica de evaluación constructivista que explora los constructos personales mediante un formato narrativo. Fue propuesta originalmente por Kelly (1955) y su expresión formal consiste en solicitar a la persona que va a ser evaluada una descripción de sí misma en tercera persona, es decir, desde la perspectiva de un observador. Este observador debe hacer la descripción desde un punto de vista de alguien que aprecie y conozca muy bien a la persona que se pretende describir. El texto generado es una narrativa, donde la persona se “autocaracteriza”.
Una narrativa puede ser definida como una historia que se emplaza en un marco espacio-temporal concreto en el que se desarrolla la acción o un conjunto de acciones llevadas a cabo por un protagonista. Toda narrativa tiene un carácter intencional, trata de cambiar estados mentales tanto en el emisor como en el receptor del mensaje (García-Martínez, 2012). Los elementos estructurales que componen una narrativa y que permiten diferenciarla de otros géneros literarios son: contexto de la acción, suceso desencadenante, meta, consecuencias, cristalización del cambio y la presencia del protagonista.
La caracterización del protagonista es una de las características básicas de diferentes narrativas como el retrato, la autobiografía o la historia de vida (Beach, 1977). Ésta permite establecer diferencias entre el conjunto de personajes que pueblan el relato. De la misma manera, la RAE (2014) define caracterizar como: “determinar los atributos particulares de alguien o de algo, de modo que claramente se distinga de los demás” o “dicho de un actor: representar su papel con la verdad y fuerza de expresión necesarias para reconocer al personaje representado”.
Distintos trabajos emplean el término de caracterización o caracterización del yo. En la mayoría de los casos, se describen perfiles psicopatológicos (Müller, Beutel y Wölfling, 2014) o perfiles de personalidad (Farkas y Orosz, 2013); en otros casos, se describen categorías de contenido temático (Lindquist y Barrett, 2008) y también se plantean como descripciones narrativas que sirven para obtener información del yo sin un esquema prefijado (McLean, 2015; Traen y Sorensen, 2008; Stephenson, Laszlo, Ehmann, Robert M. H. Lefever y Robin Lefever, 1997). George A. Kelly (1955) para generar su técnica de autocaracterización, se inspiró en el psicodrama de Moreno (1995). Moreno entiende que una de las metas que debe llevar a cabo el protagonista consiste en diferenciarse del resto y ponerse en la piel del otro (Masini, 2015). Por otro lado, en la representación teatral se abre un proceso de negociación donde el protagonista elige los caminos, vivencias y significados que va a transitar en su interpretación. La autocaracterización integra ambas características, la diferenciación del yo respecto al resto y la característica genuina de un personaje representando una obra.
Fruto de esta integración, la autocaracterización ha servido como una herramienta terapéutica al amparo de la técnica rol fijo. En dicha técnica, terapeuta y cliente generan un nuevo rol a partir del estudio de los constructos sugeridos en la autocaracterización y que posteriormente son puestos en práctica de forma intensiva durante un periodo acordado de tiempo en el mundo social del cliente (Kelly, 1955; R. A. Neimeyer et al., 2003), buscando ampliar o reducir la propia visión que cliente tiene sobre el sí mismo y el mundo que le rodea. Sin embargo, la autocaracterización presenta un conjunto de características muy específicas, a modo de instrucciones y de corrección que la diferencian del resto de técnicas narrativas.
¿Qué es la autocaracterización, cuál su fundamento teórico y para qué sirve?
La autocaracterización es una técnica que focaliza al autor en unos marcos discursivos concretos. Según Kelly (1955), las instrucciones habrían sido sometidas a una fuerte revisión y estaban cuidadosamente seleccionadas. La instrucción clásica dicta:
Quiero que escriba una descripción del personaje (nombre de la persona), como si fuese el protagonista de una obra teatral. Escríbalo como lo haría un amigo que le conoce profundamente y le comprende muy bien, quizás mejor que nadie lo haya hecho nunca. Asegúrese de escribirlo en tercera persona. Por ejemplo, puede comenzar diciendo, (nombre de la persona) es… (Kelly, 1955, p. 242, traducido por los autores).
Dichas instrucciones solicitan algo más que la descripción de la propia apariencia (Denicolo, 2003). Kelly pretendía con estas instrucciones que el individuo no se centrase en una descripción de fallos, sino en una descripción de la totalidad de su persona (Crittenden y Ashkar, 2012). Se intentaba que la persona expresase sus propios puntos de vista, más allá de una versión objetiva, sintiéndose libre de la amenaza que acompaña a la caracterización del yo.
Su objetivo principal es la descripción del sí mismo. Mantiene la característica de intencionalidad propia de las narrativas, pero no necesariamente contempla el resto de elementos estructurales que definen a éstas. Sin embargo, organiza un relato estructurado en torno a una temática, el sentido auto-percibido del yo.
La autocaracterización se enmarca dentro del enfoque constructivista de la Teoría de los Constructos Personales (TCP; Kelly, 1955). Con su uso se pretende explorar cómo las personas estructuran el mundo, cómo anticipan los acontecimientos a través de dicha estructura y dónde se localizan las personas respecto a sí mismas y el mundo (Kelly, 1955). La TCP se articula a partir de un postulado fundamental que establece que “los procesos de una persona se canalizan psicológicamente por las formas en las que anticipa los acontecimientos” (Botella y Feixas, 1998, p. 39; Kelly, 1955, p. 32) y 11 corolarios que se deducen del postulado inicial.
Dentro de la TCP, la unidad más relevante de exploración y que da origen al nombre de esta teoría, es el constructo personal. Un constructo personal es una dimensión evaluativa bipolar que se aplica, al menos, a dos elementos dados (personas, objetos, conceptos) y que permite establecer diferencias entre ellos a lo largo de esa dimensión según la propia experiencia. Ese contraste es el que da sentido al elemento dentro de un contexto, de modo que no hay adscripción de significado sin la diferencia entre los elementos. Por ejemplo, si algo es definido como flamenco, lo es en contraposición al elemento que se ubica en el otro polo del mismo constructo, así no son lo mismo los constructos flamenco-tango, flamenco-águila o flamenco-valón, constituyendo constructos completamente distintos. Estas dimensiones bipolares pueden ser verbales o no verbales (B. Green, 2004; Kelly, 1955) y se agrupan en un sistema de construcción personal que permite establecer relaciones jerárquicas entre los constructos. Las personas eligen aquel polo del constructo con el que anticipan una mayor capacidad definitoria del sistema (Botella y Feixas, 1998; Kelly, 1955).
En la autocaracterización se invita al individuo a explorar su sistema de construcción y a emplear aquellos constructos con los que más se identifica. Se puede usar para encontrar las áreas susceptibles de mejora durante el tratamiento clínico, ya que las técnicas psicométricas no permiten identificar la propia proyección del individuo. Según Kelly (1955), la autocaracterización permitía establecer hipótesis de partida, donde se reconociesen los recursos del individuo para modificar su propio sistema de construcción personal. Además, ha sido usada en diferentes fases del proceso terapéutico, tanto en etapas iniciales, como la diagnóstica, o finales, como la de seguimiento (Hardison y R. A. Neimeyer, 2007), así como para mejorar la alianza terapéutica (Crittenden y Ashkar, 2012).
En su origen, la autocaracterización estuvo ligada a su uso dentro de la técnica del rol fijo. Sin embargo, permite extraer datos y significados por sí misma, como demuestra el formato de análisis del protocolo propuesto por Kelly.
¿Cómo se analiza una autocaracterización?
Los elementos que caracterizan a esta técnica y que la diferencian de otras técnicas narrativas son el formato de las instrucciones y el tipo de análisis de la exposición narrativa (o del texto).
En relación a la corrección de la técnica, Kelly abogaba por el mantenimiento de una actitud crédula ante el relato del individuo. No se trata de buscar una realidad objetiva que clasificar, sino adoptar el punto de vista del autor, el eslogan es «el cliente siempre tiene la razón». Podría darse el caso de que en una autocaracterización el relato del autor no estuviese sustentado en una experiencia fidedigna. Ante estas situaciones, siguiendo el principio del acercamiento crédulo, el autor nos estaría hablando de un posible cambio, ya que habría una diferencia entre lo que cuenta y en lo que se está intentando convertir (Jackson, 1988).
El análisis de la autocaracterización ha seguido un protocolo elaborado por Kelly (1955) con diferentes fases, en las que se emplean diferentes técnicas.
A continuación, se comenta brevemente el contenido de cada etapa y cada técnica. Para una exposición más extensa véanse los trabajos de Botella y Feixas (1998), Crittenden y Ashkar, (2012) o Kelly (1955).
Primera reacción hacia el texto
La primera etapa es la toma de contacto con el texto, se busca alejar al clínico de aproximaciones categoriales o sintácticas, tanto de tipo lingüístico como psicológico. Para Kelly, el léxico empleado es considerado como un tipo de personalización. Aconseja subrayar las frases pertenecientes a temáticas similares para posteriormente yuxtaponerlas.
Técnicas de análisis
La segunda etapa consiste en la aplicación de un conjunto de técnicas que pretenden estructurar lo que el clínico está viendo. Observar la secuenciación y transición entre los distintos apartados del texto tiene como objetivo extraer aquellos momentos en los que aparece una discontinuidad, ya sea sobre el tema que se está leyendo, ya sea por el cambio de modo sintáctico dentro de la propia frase. Las discontinuidades, según Kelly (1955), son intentos de equilibrio entre la visión continua -más estructural- del yo y las momentáneas o específicas, y, por tanto, no deben leerse como discontinuidades o rupturas reales.
Respecto a la organización, el objetivo es la búsqueda de las zonas de máxima seguridad, es decir, la exposición de características superficiales de la personalidad que no ponen en juego la identidad global (roles no nucleares) y que no conducen a sentimientos de vulnerabilidad. Estas zonas se exponen, según Kelly, al inicio de cada párrafo, siendo la primera frase del texto la más importante. La siguiente técnica, contraposición hacia el contexto, consiste en reubicar las frases significativas en nuevos contextos donde el significado pudiera cambiar drásticamente. La recopilación de términos consiste en encontrar aquellas ideas que se repiten con una frecuencia elevada, se trata de términos sinónimos u homónimos que pueden indicar la presencia de un constructo que no está lo suficientemente elaborado. El cambio de énfasis consistiría en cambiar la entonación de una misma frase sucesivamente, para evitar los posibles sesgos que impidiesen entender lo que el autor del texto nos está queriendo decir. La actualización del argumento consiste en reelaborar el texto bajo el sistema de construcción personal del especialista, esto es, redactar el texto con sus propias palabras. Con esta técnica, Kelly pretendía que el terapeuta se emplazase en el lugar del autor y que sintiese lo mismo que el autor siente.
Análisis de las áreas contextuales
Para Kelly, las áreas contextuales son las áreas de trasfondo de las que el texto habla, como, por ejemplo, el pasado, la vocación del autor, etc. Estas áreas son las que, desde la perspectiva del sujeto, le hacen diferente al resto. El cliente elabora su propio sistema de construcción personal desde estas áreas. En algunos casos, este trasfondo será muy reducido, y en otros casos, el autor aprovechará para explorar aquellas áreas que tiene menos elaboradas. Estas últimas serán aquellas donde el cliente pueda experimentar cambios con una mayor facilidad y dónde haya mayores posibilidades para el cambio.
Análisis temático
El análisis temático trata de identificar las relaciones de causa-efecto indicadas en el texto. Estas relaciones pueden encontrarse en frases aisladas o en el propio argumento. Independientemente de la estructura lógica subyacente, para el autor del texto existirá una relación causal conectada psicológicamente. Desde aquí, el terapeuta podrá identificar cómo el cliente enfoca el cambio. Características como la disculpa o la justificación son tareas que Kelly consideraba estrategias para mantener el yo bajo control.
Análisis dimensional
Es el área de análisis más significativa. En esta etapa el terapeuta presta especial énfasis a las alternativas dicotómicas (constructos) que el cliente elige para sí mismo. Habrá que identificar aquellos que aparecen y aquellos que están implícitos en el texto. Estos constructos nos dan información sobre la estructura del sistema.
Subsumir los constructos personales del especialista a los del cliente
La última etapa del análisis consiste en reelaborar el texto integrando el sistema de construcción personal del terapeuta en el del autor. Esto es, se identifican los constructos propios y se incorporan los del cliente, traduciéndolos en términos del terapeuta. Con ello, se pretende elaborar las ramificaciones del sistema del autor del texto para usarlos en futuras exploraciones. Se trata de comprobar cómo el terapeuta puede predecir los términos del sistema del cliente.
Alcance
Debido a que no se han encontrado trabajos de revisión sistemática o metaanálisis que recopilen los principales hallazgos sobre la autocaracterización, la presente investigación trata de ofrecer una recopilación de los principales trabajos generados al amparo de esta técnica, analizar los trabajos sobre esta y establecer diferencias atendiendo a las instrucciones, a los protocolos de análisis y aquellas áreas en las que se enfocan. Para ello, se lleva a cabo la exploración de los principales trabajos que han empleado esta técnica teniendo en cuenta la tipología del estudio (teórico o empírico), las metodologías empleadas (cualitativa, cuantitativa, mixta), las tipologías de instrucciones y de corrección -clásica o alternativa- (véase Apéndice A). Estas tres características permiten formular comparaciones entre los distintos trabajos consultados. Así mismo, se pretende identificar cuáles son los apartados del análisis que más atención han acaparado y tratar de aducir un motivo que justifique su interés. La finalidad radica en hacer homogéneos los resultados de los artículos revisados tal y como algunos sistemas de clasificación han ofrecido en otras investigaciones (Booth, Papaioannou y Sutton, 2012).
La búsqueda bibliográfica ha estado asociada a la consulta de cinco bases de datos Psycinfo, ScienceDirect, PsicoDoc, WoS y PubPsyc, junto con el uso de otros recursos electrónicos fuera del registro de bases de datos automatizadas como revistas electrónicas no indexadas o capítulos de libros que trataban sobre la autocaracterización. Los descriptores empleados han sido self-characterization, self characterization o el término en castellano de autocaracterización.
El artículo se divide en cuatro secciones principales que tienen que ver con los objetivos planteados. En primer lugar, se expondrán los estudios atendiendo a la tipología y a la metodología. En segundo lugar, se tratará de retratar las formas de uso y de corrección de la autocaracterización. En tercer lugar, se repasarán que etapas del análisis han sido más empleadas independientemente de las instrucciones y del formato de análisis. En la última sección, se concluirá con cuáles son las futuras líneas de investigación, su implicación en otras áreas y las propias limitaciones que ofrece la autocaracterización como técnica individual.
Tipologías de estudios
Los estudios analizados fueron divididos en función de la tipología (teórica o empírica) y, posteriormente, en torno a la metodología aplicada (cualitativa, cuantitativa y mixta). Los estudios teóricos recogen aquellos trabajos publicados que recopilan información sobre la técnica, mientras que los estudios empíricos presentan resultados concretos a través de la aplicación de un procedimiento específico. Respecto a la metodología aplicada, se plantea que los estudios cualitativos agrupan procedimientos y resultados de carácter nominal, o que relacionan contenidos de la autocaracterización con cuestiones de carácter semántico y/o semiótico; los estudios cuantitativos permiten obtener datos concretos que sirven para hacer valoraciones de tipo ordinal o escalar; los estudios mixtos engloban procedimientos y resultados que integran ambos tipos de metodologías, cualitativa y cuantitativa.
Estudios teóricos
En el grupo cualitativo, los trabajos recopilados mostrabanalgunas indicaciones sobre el procedimiento y presentaban algunas de sus ventajas y limitaciones (Botella y Feixas, 1998; Denicolo, 2003; Hardison y R. A. Neimeyer, 2012; Trucneckova y Viney, 2012). En estos trabajos se destaca la utilidad clínica, el acercamiento crédulo, el formato de las instrucciones y el proceso de análisis, pero ello no quiere decir que no se encuentren contradicciones como las referidas a la deseabilidad social. Para Kelly, el formato de las instrucciones impedía su aparición, mientras que Hardison y R. A. Neimeyer (2012) sostienen lo contrario. Otros trabajos (e.g., Cote, 1995; Trucneckova y Viney, 2012), conciben la técnica como una herramienta que tiene su utilidad en la terapia de rol fijo o en las tareas de consejero escolar, permitiendo una comprensión amplia del sistema de construcción del estudiante a través de subsumir el sistema de construcción personal del consejero al del estudiante.
En el grupo cuantitativo, hay diferentes propuestas recogidas en los documentos de Blowers y O'Connor (1995), B. Green (2004), Jackson (1988), Viney y Caputi (2012). El trabajo de Blowers y O'Connor (1995) destaca la utilidad para explorar constructos subyacentes, los intentos de llevar a cabo un análisis cuantitativo de la técnica y como herramienta alternativa a la rejilla. Los artículos de B. Green (2004) y Viney y Caputi (2012) se enmarcan dentro del enfoque de análisis de contenido. En el artículo de B. Green (2004) se incide en los trabajos de McAdams (1994) y de Jackson (1988) en relación a la cuantificación de la autocaracterización. Además, se indica que los constructos personales no equivalen necesariamente a términos concretos y que el polo de un constructo no es una entidad suficiente para establecer algún tipo de inferencia (B. Green, 2004). Por su parte, Viney y Caputi (2012) han recopilado información a través de la elaboración de distintas escalas para medir conceptos como, por ejemplo, el tono emocional y la ansiedad cognitiva dentro de instrumentos como la autocaracterización. Así, estas escalas han permitido establecer disimilitudes en cuanto al género, la edad o la salud. Jackson (1988) asoció una medida cuantitativa dentro de la autocaracterización a un conjunto de corolarios. De esta manera, propuso distintas medidas que cuantificaban la autoestima, el tipo de declaraciones empleadas, la visión que la persona tiene sobre los demás, las relaciones de causa-efecto psicológicas o el grado de insight alcanzado.
Atendiendo a una metodología mixta, el capítulo escrito por Crittenden y Ashkar (2012) describe dos metodologías, clásica y otra fundamentada en la multiplicidad de yoes de Mair (1977), para emplear la autocaracterización.
Una de las principales aportaciones de los trabajos de corte teórico es la descripción de diferentes estilos de corrección de la autocaracterización, denotando que no existe un único formato de análisis válido. Aquellos elementos comunes que aparecen destacados en estos trabajos como señales univocas serían el acercamiento crédulo y la utilidad clínica. Respecto al acercamiento crédulo, se guía al terapeuta para aproximarse al texto como si de una verdad narrativa se tratase. Es decir, se pretende ver el mundo a través de los propios ojos del cliente sin que sea necesario cuestionar la realidad objetiva del relato. En cuanto a la utilidad clínica, tiene que ver con la flexibilidad con la que se pueden modificar las instrucciones en función de las necesidades del clínico. De la misma manera, se pone de relieve el problema de la deseabilidad social que pudiera estar vinculada a las propias instrucciones de la técnica.
Estudios empíricos
Los estudios de corte cualitativo pueden clasificarse según el número de casos descritos en el estudio (uno o más de uno). Dentro de los estudios de caso único, se encuentran los trabajos de S. J. Bell y R. C. Bell (2008), Feixas y Gallinat, (1989), B. Green (2016), R. A. Neimeyer et al. (2003), Reed et al. (2014), y Winter y Tschudi (2015). En el estudio de S. J. Bell y R. C. Bell (2008) se utilizó una técnica proyectiva de clave pictórica para elaborar una autocaracterización en el análisis de un niño de siete años. Los autores concluyen que la interpretación del proceso de construcción depende de la habilidad del terapeuta, tanto en el caso de uso de la técnica de autocaracterización, como en el dibujo. El trabajo de Feixas y Gallinat (1989) se enmarca en la terapia del rol fijo, la autocaracterización es presentada como una herramienta que sirve para conocer el sistema de construcción personal del individuo, dónde se sitúa el yo respecto a las dimensiones que estructuran el mundo de la persona y ver qué tipo de relación/rol establece el sujeto con el mundo que le rodea. En el estudio de R. A. Neimeyer et al. (2003), se emplearon la autocaracterización y la terapia del rol fijo con una mujer que acudía a la unidad de psicología clínica en la universidad. Se aplica la técnica del rol fijo a través de un análisis estructurado en 14 fases. La terapia sirvió para que la cliente dejase de usar un patrón rígido en la anticipación de la experiencia. Los artículos de Reed et al. (2014), Winter y Tschudi (2015) y Green (2016) analizan tres casos clínicos a través de sendas obras literarias. En su conjunto, exploraron de la evitación del sentimiento de culpa del comandante Hess (Reed et al., 2014); la ausencia de constructos que clasifican personas en la figura de Breivik (Winter y Tschudi, 2015); la evolución de las emociones de aislamiento e inferioridad hacia sentimientos de venganza y castigo hacia los demás en un asesino en serie (B. Green, 2016).
En el segundo grupo, se encuentran estudios que aplican la autocaracterización en contextos diferentes al análisis de caso único y muestran resultados de varios individuos (e.g., Androutsopoulou, 2001; Ashkar, 2015; Faccio Cipolleta, Romaioli y Ruiba, 2011; D. Green y Kirby Turner, 1990; Hopkins, 2012; Lovenfosse y Viney, 1999; Trucneckova y Viney, 2007; Veronese, Procaccia, Ruggiero, Sassaroli y Castiglioni, 2015). Concretamente, se diferencian tres modelos de estudios: (a) Aquellos que emplean la autocaracterización como variable independiente (e.g., Androutsopoulou, 2001), (b) estudios que buscan explorar la asociación entre variables (e.g., Ashkar, 2015; Veronese et al., 2015); y (c) los que se centran en la aplicación de un procedimiento sobre el texto de autocaracterización cuyo resultado es la variable dependiente del estudio (e.g., Faccio et al., 2011; D. Green y Kirby-Turner, 1990; Hopkins, 2012; Lovenfosse y Viney, 1999; Truneckova y Viney, 2007). En el estudio de Androutsopoulou (2001), se aplican tres tipos diferentes de instrucciones: una versión similar al original, otra del “Yo-ideal” dentro de cinco años y otra destinada a caracterizar a la familia. Androutsopoulou (2001) concluye que la metáfora del teatro es útil en la caracterización de la familia, ya que permite y facilita la labor terapéutica, acercando categorizaciones entre sí, lo que hace homogéneo a un grupo familiar. El trabajo de Askar (2015) pretendía observar la asociación entre el contenido temático de los constructos y su asociación con el bienestar emocional y psicológico. En el estudio se solicitaron hasta un total de seis autocaracterizaciones que representaron diferentes roles de los participantes (como estudiante/como pareja, etc…). Sus resultados vincularon el contenido temático de los constructos con la variable bienestar, siendo el contenido temático equivalente independientemente del rol solicitado en la autocaracterización. En el trabajo de Faccio et al. (2011), se trata de identificar, mediante la autodescripción, los constructos asociados en personas diagnosticadas de bulimia en dos situaciones hipotéticas, con control y sin control, y en dos momentos distintos, al inicio del tratamiento y al final (más allá del problema). Los resultados indicaron que la autocaracterización aplicada a la situación fin del tratamiento permite encontrar las direcciones de cambio y facilita la posibilidad de generar historias alternativas. En el estudio de D. Green y Kirby-Turner (1990) se exploran los esquemas que los terapeutas de diferentes escuelas manifiestan cuando están comenzando a trabajar como terapeutas familiares. La metodología propuesta para el estudio pretende capturar el cambio en las construcciones de los terapeutas e implicaba extraer los constructos completos de las autocaracterizaciones y agruparlos en una rejilla textual. Los autores lograron establecer diferencias de carácter cualitativo, ya que en el nivel individual se encontraron cambios en los postulados que los terapeutas mantenían antes de comenzar como terapeutas familiares. En el documento de Hopkins (2012) se estudian los constructos asociados con la sensibilidad, la naturaleza social, la mente cerrada, la organización y la energía o fortaleza en personas con agorafobia y sin agorafobia, usando el sistema de categorías de Landfiel (1971). El grado de acuerdo entre evaluadores fue modesto (Kappa = 0.59). Los resultados indicaron que las personas con agorafobia se describen como altamente sensibles, en comparación con el grupo sin agorafobia. El artículo de Lovenfosse y Viney (1999) se centra en identificar los significados personales de doce madres de niños con necesidades especiales y explorar el posible beneficio obtenido al participar en un grupo de trabajo. Para generar los significados personales, se les aplicó la autocaracterización y se les instó a identificar sus fortalezas y limitaciones. Se concluyó que se describían como personas cariñosas que cuidaban más de los suyos que de sí mismas. El trabajo de Trucneckova y Viney (2007) se centró en explorar el cambio en intervención en adolescentes problemáticos a través de la exploración de constructos hallados en la autocaracterización. Una vez eran identificados se clasificaban atendiendo al contenido temático y a los niveles de abstracción de los constructos. Mediante estas dos categorías los autores, a través del tratamiento, informaron de cambios se dirigían hacia unos constructos más interpersonales y con un mayor nivel de abstracción. En el último trabajo de este grupo (Veronese et al., 2015), se utilizó la autocaracterización para la identificación de estructuras narrativas subyacentes en los intentos narcisistas para proteger el yo. Mediante una clasificación de fragmentos de contenido de los textos en tres dimensiones, amenazas y defensas de la autoestima y respuestas de relajación, se vincularon dimensiones relacionales con los dominios de amenazas y de defensa.
En el grupo de artículos cuantitativos encontramos cuatro artículos (Hardison y R. A. Neimeyer, 2007; Procaccia, Veronese y Castiglioni, 2014; Vall y Botella, 2014; Winter, Gournay, Metcalfe y Rossotti, 2006). Hardison y R. A. Neimeyer (2007) estudiaron el grado de convergencia entre tres técnicas de la TCP, la autocaracterización, la técnica de rejilla y la técnica de escalamiento, atendiendo a la diferenciación y complejidad de los constructos empleados, la autoestima y el contenido temático. Los resultados indicaron que no existía relación entre ninguna de ellas ni para la complejidad cognitiva, ni para la autoestima. Sin embargo, en todos los casos, las áreas de contenido temático (medidas a través del sistema de Feixas et al., 2002), que se presentaron en mayor proporción fueron la emocional, la personal y la relacional. En el estudio de Procaccia et al. (2014) se exploran autocaracterizaciones infantiles usando un protocolo de análisis de tipo cuantitativo. Usan una muestra de 103 niños a la que se aplica un test de ansiedad por separación y una autocaracterización. Los resultados de este procedimiento indicaron que había diferencias en las autocaracterizaciones en cuanto a edad, género y estilo de apego. El estudio de Vall y Botella (2014) se basa en el estudio de las macroestructuras narrativas, es decir, en el estudio de la organización de la narrativa. Se quiso comprobar si había diferencias estadísticamente significativas en torno a las macroestructuras narrativas cuando se presentaba una puntuación alta en ansiedad o en depresión en una muestra de 29 individuos. El procedimiento de análisis de autocaracterización empleado fue la rejilla de evaluación narrativa (Botella y Gamiz, 2011), que se divide en siete etapas. La amplia mayoría de las etapas resultaron útiles para diferenciar los dos tipos de psicopatología. Winter et al. (2006) emplean la técnica como una herramienta intersesiones para la investigación en personas con agorafobia en el marco de una intervención psicoterapéutica sobre constructos personales. Los autores consiguieron unos resultados satisfactorios a favor de la intervención en comparación a la lista de espera.
El grupo de metodología mixta agrupa los artículos de Buckley-Walker, Crowe y Caputi (2013), Hamad y Lee (2013), Veronese, Procaccia y Castiglioni (2012) y Veronese Procaccia, Romaioli, Barola y Castiglioni (2013). El primer estudio presenta un método para analizar constructos de familiares de personas con enfermedad mental a través del sistema de clasificación de constructos de Feixas, Monferrer, Geldschläger y Ruiz (2002), en una muestra de 18 personas con dos estilos de instrucciones distintas de autocaracterización, una centrada en el “YoAhora” y otra en el “Yo-Ideal”. Los resultados fueron convertidos en una rejilla y mostraron que las áreas menos representadas fueron la relacional, la intelectual y la de valores e intereses. El segundo estudio se valió de la aplicación de la técnica de rejilla y la autocaracterización para explorar la experiencia vivida por estudiantes internacionales en los países de acogida. Los autores concluyen que autocaracterización y rejilla ofrecen constructos diferentes. La autocaracterización ahonda en roles ejercidos (país de origen-país de acogida). Los otros dos artículos del grupo mixto se centran en la relación entre familias semánticas, estructuras de apego y diagnósticos en casos de fobia a volar. Los autores parten de la idea de que la manifestación de problemas fóbicos o de tipo ansioso tiene su origen en las temáticas conversacionales familiares referidas a los constructos “Libertad/Dependencia” y “Miedo/Valor”. En ambos estudios, los términos del grupo con fobia se asociaron a la familia semántica “Libertad/dependencia” y “Distante/Cercano”.
Los trabajos empíricos ponen de manifiesto la flexibilidad de la propia técnica dando énfasis a modos de instrucción y de corrección alternativos. Al igual que hacen los trabajos de carácter teórico, también se ha destacado la utilidad clínica de la autocaracterización. Su uso ha ido asociado con la exploración de las emociones, direcciones de cambio, sistema de construcción personal (contenido temático), caracterización de los constructos personales en grupos poblacionales específicos, terapia de rol fijo o conversión en rejilla. No obstante, se han encontrado ciertas dificultades en homogeneizar los resultados atendiendo a la disparidad de estrategias de análisis y formato de instrucciones. Se ha observado que sí hay cierto consenso en lo que se quiere explorar pero no en el cómo hacerlo.
Protocolos de instrucciones y de corrección de la autocaracterización
En cuanto a las instrucciones, se han encontrado aquellos que no hacen mención a estas (Cote, 1995; Blowers y O'Connor, 1995; B. Green, 2004; Trucneckova y Viney, 2012; Viney y Caputi, 2012) y otros estudios que tratan con formatos de instrucción clásica o alternativa (Androutsopoulou, 2001; Ashkar, 2015; Buckley-Walker et al., 2013; Crittenden y Ashkar, 2012; Winter et al., 2006). En su conjunto, en estos estudios el interés parte de contemplar las divergencias entre las diferentes versiones del yo, confrontando la visión del yo en un momento presente, respecto a una versión ideal, una construcción familiar o una versión sin el problema. Por otro lado, un número relevante de estudios han enunciado exclusivamente las instrucciones clásicas (Denicolo, 2003; Botella y Feixas, 1998; Feixas y Gallinat, 1989; Hamad y Lee, 2013; Hardison y R. A. Neimeyer, 2007, 2012; Lovenfosse y Viney, 1999; R. A. Neimeyer et al., 2003; Trucneckova y Viney, 2007; Vall y Botella, 2014; Veronese et al., 2012; Veronese et al., 2013; Veronese et al., 2015), mientras que otros han hecho uso de formatos de instrucción alternativos (S. J. Bell y R. C. Bell, 2008; Faccio et al., 2011; D. Green y Kirby-Turner, 1990; B. Green, 2016; Hopkins, 2012; Jackson, 1988; Procaccia et al., 2014; Reed et al., 2014; Winter y Tschudi, 2015). Los trabajos de S. J. Bell y R. C. Bell (2008) y Jackson (1988) presentan instrucciones específicas. En el primer trabajo, se empleó la siguiente instrucción: «Voy a pedirte que hagas algunos dibujos. Al dibujar puedes hablar en voz alta sobre tus dibujos, si quieres. Una vez hayas acabado tu dibujo, te preguntaré sobre lo que has dibujado. Me gustaría que pensases que en estas hojas de papel como un lugar donde estar, como a ti te gustase. Es una parte de tu mundo, un lugar donde estar mientras dibujas. Si dibujas cualquier cosa que te guste, estaré feliz. Es tu espacio para dibujar lo que te gustaría» (S. J. Bell y R. C. Bell, 2008, traducido por los autores). En el segundo trabajo, se utilizó la siguiente instrucción: «Cuéntame qué clase de chico o chica es Sally. Si quieres podré ser tu secretario/a y apuntar lo que digas. Háblame sobre ti mismo/a como si fueras a ser descrito por un amigo imaginario que te conoce y te quiere y te comprende muy bien. Esta persona debe ser capaz de decir cuál es tu carácter y todo sobre ti. Quizás podrías comenzar con Sally es… y decir algo importante sobre ti mismo/a. Intenta completar esta página» (Jackson, 1988, traducido por los autores). Los trabajos de B. Green (2016), Reed et al., (2014) y Winter y Tschudi, (2015) han empleado textos escritos como si fuesen autocaracterizaciones mientras que, el resto han realizado modificaciones en las instrucciones atendiendo al objeto de la exploración (cualidades específicas, profesión, problemas, superación de problemas).
En cuanto a los formatos de corrección, se tuvo en cuenta los trabajos que no hacían mención explícita al procedimiento de análisis (Androutsopoulou, 2001; Blowers y O'Connor, 1995; Cote, 1995; Denicolo, 2003; Feixas y Gallinat, 1989; Trucneckova y Viney, 2012; Winter et al., 2006), aquellos que utilizan exclusivamente el protocolo básico (S. J. Bell y R. C. Bell, 2008; Feixas y Botella, 1998); aquellos que presentan una versión alternativa o que se focalizan en un aspecto concreto del protocolo (Ashkar, 2015; Buckley-Walker et al., 2013; Faccio et al., 2011; B. Green, 2004, 2016; D. Green y Kirby-Turner, 1990; Hamad y Lee, 2013; Hardison y R. A. Neimeyer, 2007; Hopkins, 2012; Jackson, 1988; Lovenfosse y Viney, 1999; R. A. Neimeyer et al., 2003; Procaccia et al., 2014; Reed et al., 2014; Trucneckova y Viney, 2007; Vall y Botella, 2014; Veronese et al., 2012; Veronese et al., 2013; Veronese et al., 2015; Viney y Caputi, 2012; Winter y Tschudi, 2015) y aquellos que presentan conjuntamente las dos versiones (Crittenden y Ashkar, 2012; Hardison y R. A. Neimeyer, 2012). Los artículos que no han tratado ningún procedimiento han centrado su atención en la descripción teórica de la técnica o su vinculación con el rol fijo. Respecto a los trabajos que han establecido sistemas de análisis alternativos, se han centrado en clasificar el contenido temático de los constructos personales mediante sistemas de clasificación generados ad-hoc o el uso de instrumentos como el SCCP de Feixas et al. (2002) o el sistema de clasificación de Landfield (1971). Mención aparte sería el trabajo Viney y Caputi (2012) que es presentado como un conjunto de escalas para valorar el contenido de la autocaracterización. Estas escalas: origen, empeño, afecto, gregarismo, madurez psicosocial y ansiedad valoran el grado de éxito, fracaso, sentimientos positivos, las relaciones sociales, fases del desarrollo a lo largo de la vida y el concepto de ansiedad propuesto por Kelly, respectivamente. Los trabajos de Jackson (1988), Hardison y R. A. Neimeyer (2007), Procaccia et al. (2014) y Vall y Botella (2014) (Tabla 1) han presentado protocolos de corrección diferentes de aquellas fórmulas que analizan el contenido temático de los constructos. Algunas de estas propuestas se acercan bastante al procedimiento clásico (R. A. Neimeyer et al., 2003), mientras que otras están más fundamentadas en otros enfoques teóricos, más propios de terapias narrativas (Vall y Botella, 2014).
Autor | Etapas/Medidas | Descripción |
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Jackson (1988) | Autoestima Declaraciones no psicológicas |
Frecuencia de declaraciones sobre competencia específica. Actividades o descripciones físicas. |
Declaraciones psicológicas | Actividades o descripciones psicológicas. | |
Historia personal y futura | Frecuencia de referencias al pasado y futuro. | |
Conflicto | Frecuencia de temas pares o contradictorios. | |
Insight | Frecuencia de veces que la persona toma conciencia de sus propios defectos y sus problemas. | |
Visión de los otros | Veces que la persona se refiere a sí misma a través de la visión de los demás. | |
Causa-efecto psicológico | Afirmación causa-efecto. | |
Hardison y Neimeyer (2007) | Complejidad cognitiva Autoestima Contenido Temático |
Identificación del número total de constructos. Ratio de constructos positivos y negativos. SCCP. |
Neimeyer et al. (2003) | Acercamiento crédulo Observación de secuencia y transición |
¿Qué mundo se ve a través de los ojos de la persona? Interpretación holística del texto, identificación de contrastes de contenido. |
Observación de organización | Identificación de primera sentencia de cada párrafo. | |
Comparación de sentencias entre sí | ¿Los términos clave presentan un significado diferente si se emplazan en otras partes del texto? | |
Términos repetidos o conceptos similares | Identificación de constructo relevante, que aún no está elaborado. | |
Cambios de énfasis | Lecturas alternativas de significados. | |
Reelaboración de los temas del texto | Redactar el texto con las palabras del terapeuta. | |
Temas tratados | Identificación de áreas de interés y con una estructura significativa | |
Estilo atribucional | ¿Qué constructos causa-efecto emplea? | |
Dimensiones | ¿Qué constructos aparecen en el texto? | |
Autocategorización del cliente | ¿Cuáles son sus polos implícitos? ¿Los constructos permiten cambiar al cliente? | |
Significados idiosincráticos de los constructos | Exploración de la genuinidad del sistema de construcción. | |
Validación del contexto social | ¿Qué personas validan o invalidad al cliente? | |
Localización cambio | ¿Qué constructos parecen ser propensos al cambio? | |
Procaccia et al. (2014) | Proceso | Secuencias y transición: Análisis del primer tema (Yo-Otros). Valencia emocional del primer tema (Positiva-Negativa-Neutral). Análisis del último tema (Yo-Otros). Valencia emocional del último tema (Positiva-Negativa-Neutral). Tipo de elaboración (identificación de secuencias de continuidad o discontinuidad entre sentencias). Modo narrativo (Generalización o especificación). Análisis del núcleo del tema: Grado de generalización (identificación de constructos supraordenados o subordinados). Consistencia (emplazamientos de contradicción). Longitud de texto (número de palabras). |
Contexto | Representación de otros: Identificación de las otras personas (referencias a madre, padre, hermanos…). Tipo de referencias (apariencia personal/habilidades/actividades/rasgos de personalidad). Valencia afectiva de las referencias (positivas-negativas). Dificultades de relación (frases sin finalizar). Representación del yo: Tipo de referencias (apariencia personal/habilidades/actividades/rasgos de personalidad). Valencia afectiva de las referencias (positivas-negativas). Aspectos emocionales (referencias a diversión, tristeza, felicidad, miedo, ira, culpa, vergüenza). |
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Temática | Relaciones causa-efecto: Análisis del locus de control. Tipo de causas externas (eventos o personas). |
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Dimensión | Temporalidad: Pasado, presente o futuro. Valencia afectiva (positiva-negativa). Nivel de abstracción (acción o pensamiento): Referencias a acciones. Reflejo de habilidades. Tipo de constructo: Referencia a la similaridad. Referencias al contraste. |
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Vall y Botella (2014) | Estructura y coherencia narrativa | Orientación general (quién aparece en el relato, cuándo sucede y dónde tiene lugar). Secuencia estructural (qué se narra). Evaluación del cometido (porqué se narra). Integración (grado en que el argumento está interconectado). |
Contenido narrativo y pluralidad | Variedad temática. Variedad de eventos. Variedad de escenarios. Variedad de personajes. |
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Proceso y complejidad narrativa | Objetivación (detalles sensoriales). Subjetivación emocional (cantidad de detalles emocionales asociados a eventos). Subjetivación cognitiva (diferentes términos internos para describir pensamientos). Uso de metáforas. |
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Inteligibilidad narrativa | Grado de claridad de la meta narrativa. Conflicto entre las diferentes metas. Plausibilidad de la última meta. Eventos relevantes para conseguir la meta. Eventos implicados en una secuencia. Estabilidad de los personajes. Vínculos causales. |
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Otras dimensiones relevantes | Secuencia de contaminación (Comienzo progresivo, final regresivo). Secuencia de redención (comienzo regresivo, final progresivo). |
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Posición narrativa del yo | Protagonista indefenso. Protagonista sujeto a las circunstancias. Protagonista con control intermedio de sus acciones. Protagonista proactivo. Protagonista luchador. |
De los dos trabajos que exponen estrategias clásicas y alternativas, el trabajo de Crittenden y Ashkar (2012), que ahonda más en la metodología alternativa, describe un procedimiento fundamentado en la teoría de los múltiples yoes de Mair (1977). El análisis consiste en elaborar diferentes autocaracterizaciones asociadas a los distintos roles, extraer las polaridades de constructos y utilizar los roles a modo de elementos para confeccionar una rejilla. Esta metodología tendría ciertas similitudes con la rejilla textual propuesta por Feixas y Villegas (1991).
En resumen, se puede argumentar que las instrucciones pueden ser alteradas en función del objetivo que se tenga. El acercamiento crédulo, el uso de tercera persona y la intimidad del texto son aspectos fundamentales que parecen estar presentes en aquellos trabajos que especifican las instrucciones dadas. En cuanto a las diferentes estrategias de corrección, hay un cierto interés por tratar de extraer datos concretos que sean útiles para la labor terapéutica e investigadora. También se observa que, pese a ser una técnica creada al margen de procedimientos psicométricos, se han dado algunos pasos en este aspecto, siendo el trabajo de Jackson (1988) un ejemplo representativo en este sentido. Pese a la aparente divergencia de intereses y metodologías empleadas hay ciertos aspectos del análisis de la autocaracterización que se han repetido, ya sea por la influencia del procedimiento original o por la utilidad del dato que se obtiene de su corrección.
Áreas de análisis que han despertado más interés
Cuando se atiende al procedimiento de análisis de una autocaracterización hay ciertos aspectos que tienen que ver con la actitud que el analista debe sostener respecto al texto. Estas actitudes se recopilan en las etapas: “Primera reacción hacia el texto”, “Cambio de énfasis y Actualización de argumento” y “Subsumir los constructos personales del especialista a los del cliente”. En su conjunto permiten diferenciar esta técnica hermenéutica constructivista de otras. Aunque no son descritas frecuentemente, quizás dicha ausencia sea debida a una presuposición sobre dichas actitudes, ya que al ser trabajos fundamentalmente enmarcados en una postura epistemológica constructivista puede darse por supuesto este hecho. Desde otro punto de vista, el hecho de que dichas etapas no ofrezcan resultados concretos puede ser otro motivo.
Otras áreas como la exploración de la primera sentencia del texto, la búsqueda de sentencias causa-efecto, discontinuidades temáticas, términos repetidos o la identificación de los temas que aparecen, son aspectos que sí han capturado interés de lo que se desprende de las diferentes estrategias de análisis. Esto puede verse debido a que dichas áreas capturan lo que interesa al autor del texto y ofrece un alto valor de sistematicidad en la obtención de datos. De tal manera que, mediante unos pocos procedimientos en el análisis de texto, se pueden encontrar qué términos son los que más se repiten o dónde hay una ruptura en el discurso narrativo del autor del texto, etc. Estos datos, en esencia, capturan el proceso psicológico de la persona (G. J. Neimeyer, 1996). Los contenidos de estas etapas facilitan la interpretación del texto en torno a unos valores concretos, ya que permite identificar el proceso de diferenciación y subjetivación entre un individuo y otro.
Teniendo en cuenta esto, junto con el desarrollo de la propia TCP muy vinculada al estudio de la técnica de rejilla, se comprende que el área que más interés ha despertado es la exploración del constructo personal, esto es “Análisis Dimensional”. La amplia mayoría de los trabajos destacados han centrados sus esfuerzos en la identificación y clasificación temática de los constructos personales. Los trabajos llevados a cabo por Veronese et al. (2012) en grupos clínicos dan constancia de ello. Uno de los principales motivos por los que genera tanto interés es la posibilidad de llevar a cabo clasificaciones, ya que su estudio facilita la identificación de la estructura de sistema de construcción personal y posibilita la comparación con otras técnicas de evaluación constructivista. Permite la agrupación de individuos y su posterior comparación.
En conclusión, se observa que pese a proponer diversas estrategias de análisis de autocaracterización, ciertos aspectos de la exploración clásica se han mantenido vigentes.
Conclusiones
La presente revisión ha servido para recopilar y exponer las áreas de interés y los resultados obtenidos atendiendo a la naturaleza y a la metodología de los estudios. En este sentido, varios aspectos han sido destacados a lo largo de la revisión. Los trabajos más recientes, aquellos publicados en la última década, están asociados a una tipología empírica y metodología cualitativa. Concretamente, los autores se han interesado más por diseños que tienen en cuenta muestras mayores de n = 1. Los estudios cualitativos han recopilado los ámbitos de aplicación de la técnica, definidos por la intervención clínica (e.g., rol fijo, estudio del cambio asociado al proceso de tratamiento, exploración de emociones), la descripción de construcciones subjetivas asociadas a entidades psicopatológicas, la relación entre variables psicológicas o la categorización temática de las construcciones de los textos. Los estudios cuantitativos han reflejado la preocupación por la extracción de datos a través de escalas y la comparación de resultados con otras técnicas. Los estudios mixtos han recogido trabajos centrados en la exploración de constructos propios de psicopatologías concretas, la comparación de resultados entre técnicas enmarcadas dentro de la TCP o la exploración de roles.
Otro de los objetivos era estudiar tanto las tipologías de instrucción y de procedimiento de análisis y las etapas del mismo que más interés han despertado. En las investigaciones recopiladas, aquellas donde se especificaban instrucciones se hacía alusión a dos aspectos: el acercamiento crédulo y la flexibilidad de las instrucciones. El énfasis del acercamiento crédulo tiene que ver con las actitudes que se deben seguir a la hora de corregir una autocaracterización y con el concepto de verdad narrativa propuesto por Spence (1982), basado en la idea de versosimilitud, citado por Botella y Feixas (1998), que indica que una historia es buena o válida en la medida en que la narración es conveniente y coherente. La autocaracterización parece deber su utilidad clínica a la flexibilidad y a la amplitud de las instrucciones dadas. Otras técnicas narrativas, como las historias de vida (McAdams, 1993), precisan de una formulación específica de instrucciones para la descripción concreta de sucesos, de un marco que haga de contexto para la definición personaje, que contemple diferentes momentos temporales (Chan, Ng, Tien, Man y Thayala, 2013; Dunn, 2017). La autocaracterización no precisa de ese contexto, propone la definición de un personaje desde la visión de otra persona. Así se otorga al autor la libertad de proponer desde una simple descripción hasta una sucesión de hechos que sirven como marco para explicar quién es esa persona. La flexibilidad de las instrucciones tendría que ver con el tipo de dato concreto que quiere obtener el investigador. Respecto a las estrategias de corrección, algunos estudios han optado por explorar versiones alternativas del protocolo de corrección clásico. En este sentido, pese a los esfuerzos llevados a cabo por los distintos autores, ninguna de las propuestas ha tenido mayor repercusión a nivel empírico que las investigaciones realizadas por los autores que han diseñado la propuesta alternativa. Es decir, la generación de nuevas propuestas, no han servido para generar un cuerpo teórico y empírico mucho más rico alrededor de esta técnica. Sin embargo, un aspecto central que se repite en todos los trabajos, y que tiene que ver con el objetivo de explorar cuál es el apartado que más atención ha captado, es la exploración de los constructos personales. Este aspecto se ha visto como el principal elemento a estudiar, con independencia de lo que el investigador solicite y lo que el autor decida narrar. Y es que, el estudio de los constructos personales, cómo la persona a través de su discurso expone la manera en la que captura la esencia de las cosas, no deja de ser uno de los aspectos clave de la TCP. No obstante, a diferencia de otros autores interesados en las narrativas personales (e.g., Bruner 1997, 2003; Dunn, 2017; Gergen, 1996), la autocaracterización se focaliza en el estudio de la elección que hace la persona, del constructo que elige para sí y no tanto en la historia que cuenta, la historia en la que se crea el personaje, o la capacidad que tiene parar narrar la historia.
Se han identificado ciertos problemas que tienen que ver con la deseabilidad social de la técnica, la homogenización de los datos atendiendo al procedimiento de análisis. Tal y como fueron formuladas las instrucciones, la deseabilidad social existirá en la medida que se respeten las instrucciones. Esto es debido a que se pretende una visión positiva de la persona alejada de sesgos negativos sobre la identidad que puedan relacionarse con distintas psicopatologías. Por otro lado, la ausencia de un procedimiento unificador en el análisis de la autocaracterización más allá del que propuso Kelly, deja un vacío en torno a la homogenización de los datos. Y es que en el ámbito psicoterapéutico hay un interés en generar sistemas de codificación de narrativas personales que permitan detectar cambios y estructuras discursivas subyacentes (Di Fabio y Bernaud, 2018). Por tanto, puede que la ausencia de un sistema homogéneo esté lastrando su mayor difusión respecto a otras técnicas como la rejilla o las historias de vida. Si no existe la posibilidad de comparar datos y replicarlos entre estudios, ¿cómo pueden ser de robustas las conclusiones obtenidas?
Futuras áreas de investigación, la necesidad de un procedimiento sistematizado para la obtención de los datos. Atendiendo a esta problemática y contemplando aquellas etapas que más utilidad empírica han manifestado, se podría vislumbrar la utilidad de un procedimiento de análisis que sea representativo del modelo clásico e integre otras metodologías. La difusión de la autocaracterización tiene que ver con cómo es de adaptable a diferentes escenarios tanto terapéuticos como científicos. Por ello, un modelo de análisis que fuese útil debería aunar aquellas etapas esenciales que caracterizan a la técnica. A modo de ejemplo, dicho sistema de análisis debería contemplar el estudio de los constructos personales, la exploración del contexto del texto a través de la identificación de los distintos temas, el estudio del proceso del discurso narrativo de la persona a través de la identificación y clasificación de las sentencias causa-efecto, la exploración de las discontinuidades entre los distintos temas del texto y el estudio del estilo atribucional. De la misma forma, la exploración de los distintos roles y personajes que aparecen en el texto serían un aspecto muy relevante para su análisis. La sistematización del análisis de la autocaracterización puede subsanar todas las deficiencias metodológicas encontradas en los diferentes trabajos, facilitando adquirir un estatus de técnica relevante dentro del marco psicoterapéutico más allá del marco conceptual y epistemológico donde ha sido concebida.
Por otro lado, la sistematización del análisis permitiría la posibilidad de aplicar software al estudio de la autocaracterización. En algunos trabajos, se ha contemplado el uso de diferentes paquetes informáticos para el análisis, ya sea el VOSPEC, CASPM o Atlas TI. Sin embargo, su uso no ha sido más extendido presumiblemente por la dificultad que entraña establecer un análisis más cercano a la cuantificación cuando se trata de textos narrativos o por la escasa sistematización del protocolo de análisis.
Limitaciones de la investigación
El presente estudio adolece de las limitaciones propias de una investigación de revisión narrativa. Sin embargo, se destaca la imposibilidad de comparar las conclusiones obtenidas, debido a que no han sido hallados estudios que hayan llevado a cabo una revisión del estado actual de la autocaracterización.
Utilidad de la técnica como herramienta de análisis
En resumen, el hecho de que no se haya visto al mismo nivel que la rejilla u otras técnicas narrativas y que haya sido tratada tradicionalmente como una herramienta complementaria, puede tener que ver con el objeto de análisis de la autocaracterización. Si no se unifica qué se desea medir, identificar o cuantificar es complicado generalizar su uso. Ya se ha comentado que la autocaracterización como técnica permite monitorizar el cambio terapéutico, permite la identificación de la estructura, rasgos y características del sistema de construcción personal, puede ser adaptada a diferentes grupos poblacionales en función del interés del clínico, fomenta la alianza terapéutica, puede ser aplicada grupalmente, facilita la exploración de los diferentes roles individuales, etc. La potencialidad de la autocaraterización es muy amplia y un protocolo de análisis que sistematice la obtención de datos y la significación de estos puede permitir que la autocaracterización se erija como una técnica con suficiente identidad para ser aplicada a diversos contextos clínicos y donde se sostengan diferentes posturas epistemológicas.