INTRODUCCIÓN
Las Infecciones de Transmisión Sexual (ITS) son causadas por microorganismos como virus, hongos y bacterias y su principal forma de transmisión es la sexual. Existe una alta incidencia de ITS y es considerado uno de los problemas de salud pública más comunes a nivel mundial. En el contexto social y sanitario, representa una importante causa de morbilidad y mortalidad, a pesar de que su visibilidad aumentó recién a partir de la década de 1980 con la aparición del sida1.
La terminología ITS, que reemplaza la expresión Enfermedad de Transmisión Sexual (ETS), se está utilizando con mayor frecuencia para alertar sobre la posibilidad de que un individuo sea portador de cualquiera de estas infecciones, aunque sea asintomático2.
Los estudios muestran que de los 4.500 nuevos casos de infecciones por el Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH) en adultos en todo el mundo registrados en 2016, el 35% se dio entre jóvenes de 15 a 24 años y que cada semana, aproximadamente seis mil mujeres de entre 15 y 24 años son infectadas por el VIH3. En Brasil, el Boletín Epidemiológico del Ministerio de Salud (MS)4 registró un aumento en el número de casos de SIDA entre jóvenes de 15 a 24 años e indica que la mayoría de los casos notificados en el país fueron registrados en el grupo etario de 20 a 34 años, los datos demuestran que es necesario tomar acciones preventivas y brindarle educación para la salud a este grupo específico2.
Considerando los aspectos epidemiológicos, las ITS representan un problema importante en la salud sexual y reproductiva de los jóvenes, dado que puede desencadenar algunos problemas de salud como infertilidad, enfermedades inflamatorias pélvicas, cáncer de cuello uterino e infecciones en los recién nacidos2. Una de las principales formas de prevenir la aparición de nuevas infecciones es mediante el uso continuo de preservativo5.
Los jóvenes son considerados un grupo vulnerable para contraer ITS, dado que presentan Conductas Sexuales de Riesgo (CSR), tales como inicio temprano de la vida sexual, uso discontinuo o incorrecto del preservativo, tener múltiples parejas sexuales y consumir alcohol y/o drogas. Además, si se consideran los cambios sociales involucrados, los factores relacionados con el ingreso al ámbito universitario pueden incrementar la presencia de conductas sexuales de riesgo6.
Actualmente, se considera que la atención integral de las personas con ITS es el resultado de la combinación de diferentes servicios a través de la prevención combinada. Ésta, a su vez, está conformada por tres áreas estratégicas: prevención individual y colectiva, realización de diagnóstico y tratamiento y gestión. Por lo tanto, el acceso a la educación para la salud, el uso de preservativo, las pruebas de detección de ITS y la vacunación son algunos ejemplos de los elementos esenciales de la prevención para el manejo de las ITS2, lo que justifica esta investigación.
La mayoría de los estudios que evalúan a los estudiantes universitarios presentan una muestra compuesta por carreras del área de la salud6,7. Estudiar a los alumnos del área biomédica es adecuado, dado que, a pesar de ser estudiantes del área de la salud, el tema mejora poco durante su paso por la universidad o en su proceso laboral, lo que puede reflejarse directamente en el comportamiento sexual de los jóvenes universitarios.
Por lo tanto, el objetivo de esta investigación fue analizar las prácticas sexuales y de prevención de infecciones de transmisión sexual adoptadas por estudiantes universitarios.
MATERIAL Y MÉTODO
Es un estudio descriptivo, transversal con enfoque cuantitativo, realizado en una institución de educación superior, ubicada en la ciudad de Río de Janeiro, Brasil. El estudio es parte de la investigación Sexualidad y vulnerabilidad de los jóvenes en épocas de infecciones de transmisión sexual (Sexualidade e vulnerabilidades dos jovens em tempos de infecções sexualmente transmissíveis). Además, los autores de este estudio participaron en las etapas de recolección y almacenamiento de datos de la investigación y la coordinadora de la investigación autorizó el uso de los datos para la realización de este estudio. La investigación original se realizó en una institución pública de educación superior ubicada en la ciudad de Río de Janeiro entre 2018 y 2019.
La muestra seleccionada de la base de datos de la investigación original para este estudio es de tipo intencional no probabilístico, está compuesta por un total de 73 participantes, estudiantes de las carreras de nutrición, medicina, enfermería y ciencias biológicas, que son las que integran el centro biomédico de la universidad. Los criterios de inclusión son: estudiantes de ambos sexos, con edades comprendidas entre los 18 y 29 años, que cursan regularmente la carrera de grado en la institución donde se realizó la investigación. Los estudiantes que estuvieron ausentes por enfermedad o cancelación de la matrícula durante el período de recolección de datos, no participaron de la investigación.
La elección del conjunto muestral para esta investigación se basa en el interés de la autora por conocer las prácticas sexuales y de prevención de ITS en los estudiantes de grado del área de la salud. Además, dado que la autora principal forma parte del área de residencia de Enfermería de Salud de la Familia, luego de la recolección de datos, se realizó una actividad educativa con el grupo de estudiantes relacionada con la prevención de ITS.
Para la recolección de datos en la encuesta original, se utilizó un cuestionario autoadministrado estructurado con 60 preguntas cerradas, previamente validado por la "Encuesta de Conocimientos, Actitudes y Prácticas de la Población Brasileña" (Pesquisa de Conhecimentos, Atitudes e Práticas na População Brasileira), realizada por el Ministerio de Salud en 2008, 2011 y 2013 en forma de encuesta poblacional dirigida a personas entre 15 y 64 años8. El instrumento de recolección de datos (IRD) fue adaptado por los investigadores a las especificidades del grupo poblacional estudiado (estudiantes universitarios entre 18 y 29 años) y contenían variables socioeconómicas, conductuales y relacionadas con el conocimiento y prevención de las ITS.
Cabe mencionar que, para conferirle validez interna y confiabilidad, el IRD fue previamente probado, se realizó una prueba piloto con 10 estudiantes universitarios para verificar la objetividad, claridad y pertinencia de los objetivos propuestos. Por consiguiente, durante la evaluación que realizaron los expertos en la materia, se realizaron ajustes al cuestionario y se descartaron los instrumentos utilizados en la fase de prueba piloto. Dado que este estudio es parte de una investigación más amplia, se seleccionaron del IRD diez variables socioeconómicas, quince sobre prácticas sexuales y cinco sobre prácticas de prevención que respondían al objetivo de esta investigación.
La recolección de datos para esta investigación se realizó en dos momentos, en 2018 y 2019, durante los descansos entre las clases de los estudiantes, con el propósito de no perturbar la dinámica en las aulas. El tiempo, en promedio, para completar el IRD fue de 20 minutos. Después de la recopilación, los datos se tabularon y organizaron en el programa Excel de Microsoft Office 2013 para Windows. Las variables seleccionadas para este estudio eran mayoritariamente cualitativas y dicotómicas.
Para el tratamiento y análisis de los datos se utilizaron los recursos de estadística descriptiva con análisis univariado y bivariado. Los resultados se presentaron en frecuencia absoluta y porcentual, y se discutieron a la luz de la literatura científica (inter)nacional.
La investigación fue previamente sometida y aprobada por el Comité de Ética en Investigación de la institución donde se realizó la investigación, con el dictamen número 3.396.324. Los participantes firmaron previamente el Formulario de Consentimiento Libre e Informado (FCLI) después de haber sido informados sobre los posibles riesgos, beneficios, objetivos y propósitos de la investigación, según lo dispuesto en la Resolución 466/2012.
RESULTADOS
El estudio incluyó a 173 estudiantes de grado del área biomédica de una institución pública ubicada en la ciudad de Río de Janeiro. Las características sociales de los estudiantes muestran que 133 (76,88%) eran del sexo femenino; 146 (84,39%) tenían entre 18 y 23 años; 97 (56,07%) eran solteros y sin relaciones afectivas; 169 (97,69%) no tenían hijos; 142 (82,08%) se declararon heterosexuales; 141 (81,50%) no trabajaban; 91 (52,60%) se consideraban blancos; 118 (68,21%) se consideraban religiosos, predominantemente de religión católica (39,83%) y evangélica (38,98%); 138 (79,77%) vivían con sus padres.
A las preguntas sobre sus prácticas sexuales, 135 (78,03%) respondieron que eran sexualmente activos y 95 (70,37%) habían usado preservativo en la primera relación sexual que ocurrió entre los 15 y 18 años (71.85%), no hay diferencia entre ambos sexos. En cuanto a la pareja sexual, 73 (54,07%) informaron que nunca habían tenido más de una pareja sexual en toda su vida; 100 (74,07%) negaron haber tenido relaciones sexuales con más de una pareja en el mismo período; 112 (82,96%) negaron haber tenido relaciones sexuales con hombres y mujeres en el mismo período y 82 (60,74%) informaron no usar preservativo en todas las relaciones sexuales.
El uso del preservativo, el tipo de relación sexual y la negociación del uso de preservativo se describen en la Tabla 1.
Fuente: Base de datos de la encuesta sobre Sexualidad y Vulnerabilidad de los Jóvenes en Épocas de Infecciones de Transmisión Sexual. Nota: NI - no informó; NA - no aplica.
En cuanto al uso del preservativo en todas las relaciones sexuales, se comprobó que existe un mayor número de estudiantes universitarios casados o con pareja esTable que no usan preservativo en todas las relaciones sexuales, en comparación con los estudiantes solteros, como se describe en la Tabla 2.
Al asociar la negociación del uso de preservativo y su uso en todas las relaciones sexuales, se detectó que los estudiantes que negocian o negocian en parte no usan preservativo en todas las relaciones sexuales, como se muestra en la Tabla 3.
Fuente: Base de datos de la encuesta sobre Sexualidad y Vulnerabilidad de los Jóvenes en Épocas de Infecciones de Transmisión Sexual.
Cuando se les preguntó a las mujeres jóvenes del estudio sobre el uso del preservativo femenino, 97 (97,98%) dijeron que nunca lo habían usado durante las relaciones sexuales.
En cuanto al consumo de alcohol o drogas antes de la última relación sexual, 41 (65,08%) respondió positivamente. Cuando se les preguntó sobre la posibilidad de adquirir una ITS, 96 (55,49%) estudiantes universitarios dijeron que era poco posible y 28 (16,18%) creían que era imposible adquirir una ITS.
En lo que respecta a haber contraído ITS, 158 (91,33%) negaron haber tenido alguna infección. Entre las ITS mencionadas por los participantes se destacan candidiasis (42,86%), VPH (28,57), herpes (14,29%), sífilis (7,14%) y clamidia (7,14%).
Cuando se les preguntó sobre las pruebas para detectar el VIH, 97 (56,07%) dijeron que nunca se la habían realizado. Los estudiantes que ya se habían realizado la prueba mencionaron como motivos: donación de sangre, infidelidad, curiosidad, examen de admisión o solicitud prevista en un concurso público. Dichos exámenes se realizaron después de una relación sexual sin protección y por recomendación de un profesional de la salud.
La realización de exámenes citológicos y ginecológicos entre las mujeres que participaron en el estudio se describen en la Tabla 4.
DISCUSIÓN
Según datos del Censo de Educación Superior 2018, el 14,9% de los estudiantes universitarios están matriculados en carreras de grado en las áreas de salud y bienestar, son predominantemente del sexo femenino, blancos y la edad más frecuente es 19 años. Los hallazgos de esta investigación son similares a los del Censo9. La tendencia actual es que los jóvenes ingresen a la universidad a una edad cada vez más temprana; este se considera un momento decisivo en sus vidas, que define el contacto inicial con el mundo laboral10.
En cuanto al color de la piel, en este estudio 91 (52,60%) se consideraron blancos, lo que coincide con el Censo Demográfico de 2010 en el que el 47,7% de la población se declaró blanca y el 43,1% morena11.
El comportamiento sexual de los jóvenes, al ingresar a la universidad, se puede ver influenciado por diferentes factores, como nuevas amistades y el contacto con personas con diferentes hábitos de vida y la nueva libertad adquirida10. La falta de acceso a información segura, la ausencia de discusiones en ambientes propicios como la universidad y el inicio temprano de la vida sexual se consideran factores que aumentan la probabilidad de contraer VIH entre los jóvenes12.
Los jóvenes universitarios entran en la categoría de grupo poblacional de riesgo cuando se considera la probabilidad que tienen de desarrollar CSR, debido a que presentan escaso sentido de vulnerabilidad y reciben poca atención en virtud de su baja tasa de morbilidad y mortalidad, en comparación con otros grupos poblacionales7,13.
Las investigaciones muestran que la mayoría de los estudiantes universitarios son sexualmente activos y que la primera relación sexual se produjo entre los 12 y los 17 años7,10. Una revisión de la literatura realizada con 123 artículos reveló que la iniciación sexual de los jóvenes osciló entre 13 y 18 años, con un promedio de 15 años en la mayoría de los estudios, resultados similares a los de esta investigación14. Por ende, el inicio temprano de la actividad sexual, asociado a otros factores, hace que los jóvenes sean vulnerables a las ITS15.
El preservativo masculino es el método anticonceptivo más popular entre los jóvenes. Es un dispositivo de fácil manejo y que se distribuye gratuitamente en los servicios de salud pública, y su uso está directamente relacionado con las posibilidades de contraer una ITS; por otro lado, el preservativo femenino no se encuentra habitualmente disponible de forma gratuita en los servicios públicos y, a menudo, incluso a la venta en farmacias y comercios similares10,16. Un estudio realizado en Estados Unidos en 2017 demostró que muchos estudiantes de secundaria tienen conductas de riesgo para la salud sexual, asociadas con embarazos no planificados e infecciones de transmisión sexual, como el VIH. En cuanto a la adherencia al uso de preservativo en la última relación sexual, su uso fue mayor entre estudiantes heterosexuales (56,1%) que entre gais, lesbianas y bisexuales (39,9%). La prevalencia también fue mayor entre los estudiantes varones heterosexuales (61,8%) que entre las mujeres heterosexuales (49,6%)17.
Un estudio realizado con estudiantes universitarias revela que la mayoría de las mujeres no tuvieron relaciones sexuales con el preservativo femenino, lo que concuerda con los hallazgos de la investigación. La dificultad de acceso, disponibilidad, manejo y costo son consideradas como las principales causas para que el dispositivo tenga una menor adherencia entre las mujeres, haciendo que el preservativo masculino sea más popular18.
La edad avanzada, la edad de la pareja o el uso de algún método anticonceptivo son algunos de los factores que mencionaron para no usar preservativo en la primera relación sexual16. Entre las razones enumeradas por los jóvenes para no usar el dispositivo se encuentran la confianza en la pareja, el uso de otros métodos anticonceptivos, la elección de la pareja, cuestiones religiosas y el estigma de la disminución del placer sexual12,19.
Las investigaciones1)(10)(18)(19 señalan que el sexo sin protección es más común entre los jóvenes con relaciones esTables, lo que coincide con los hallazgos de esta investigación, que las mujeres tienen menos probabilidades de negociar su uso y que hay una reducción del uso del dispositivo con el aumento de la edad. Sin embargo, cabe destacar que tener una pareja esTable no es una forma segura de evitar las ITS y que la probabilidad de contraer ITS está directamente relacionada con el uso continuo del preservativo10.
En cuanto a la negociación del uso de preservativo, los jóvenes que negocian su uso no siempre lo hacen. Las investigaciones muestran que la negociación del uso de preservativo es más frecuente en las relaciones casuales y que las mujeres se encuentran en desventaja a la hora de negociar el uso de preservativo con sus parejas, cuando se consideran las cuestiones de género, relaciones de poder y diferencias históricas entre hombres y mujeres10,20.
Al tener en cuenta el uso de drogas (i)lícitas, se sabe que el consumo abusivo del alcohol puede afectar el juicio, la toma de decisiones y el discernimiento20. Los estudios muestran que el consumo de bebidas alcohólicas está directamente relacionado con una mayor prevalencia de CSR y que el uso de drogas ilícitas en la última relación sexual aumentó más del 100% la probabilidad de tener alguna CSR7,20.
En el grupo estudiado, a los jóvenes les resulta poco posible o imposible contraer una ITS. Un estudio realizado con estudiantes universitarios de 80 carreras de grado en Rio Grande do Sul identificó que las ITS más frecuentes entre los jóvenes eran el VPH, el herpes genital y la gonorrea7, lo que coincide con los hallazgos de este estudio. El historial previo de ITS y la primera relación sexual a temprana edad se identifican como variables significativas entre los jóvenes con ITS22.
Como forma de prevenir las ITS, el VIH y la hepatitis viral, el MS recomienda una prevención combinada que articule intervenciones biomédicas, conductuales y estructurales. Con la ampliación del término "sexo seguro", se proponen acciones combinadas entre pruebas de ITS, profilaxis previa y posterior a la exposición, uso de preservativo, diagnóstico precoz y tratamiento adecuado de las ITS, reducción de daños, tratamiento antirretroviral, inmunización y prevención de la transmisión vertical2.
La detección de ITS debe realizarse anualmente en personas menores de 30 años, mediante pruebas rápidas en individuos asintomáticos. En este estudio, hubo un número significativo de jóvenes que nunca se había realizado pruebas rápidas. Las investigaciones muestran que la mayoría de los jóvenes no se hace la prueba de detección de VIH y que, entre los motivos, se destaca el miedo a un posible diagnóstico positivo o no querer saber si se han infectado23,24.
En el grupo estudiado, se observó que, a pesar de que los jóvenes tienen entre 18 y 23 años, la mayoría de las mujeres informó que se realizó el Papanicolau. Los estudios muestran que la realización de exámenes ginecológicos en mujeres asintomáticas y no están embarazadas puede generar sobrediagnóstico, ansiedad y costos innecesarios, por lo que no se recomienda de forma rutinaria, debe evitarse el seguimiento antes de los 25 años25,26. Sin embargo, el enfermero debe alentar a la mujer a que acuda a la unidad de salud para realizar la de detección de ITS mediante pruebas rápidas y exploración ginecológica2,27.
En Brasil, el método de detección del cáncer de cuello uterino es el examen citológico, que debe realizarse anualmente en los dos primeros años; si ambos resultados son negativos, cada tres años. Se le debe realizar a mujeres de 25 a 64 años que ya hayan iniciado su vida sexual25. Se citan como estrategias para favorecer la adherencia de las mujeres a realización del Papanicolaou implementar acciones educativas, brindar información sobre la prueba antes de su realización y buena atención por parte de los profesionales de la salud capacitados10.
Dada la importancia de que existan acciones dirigidas a preservar la salud de la población joven, surge la Estrategia Salud de la Familia (ESF) implementada por el MS para reorganizar el modelo de atención en salud y sus prácticas priorizan acciones de prevención, promoción y recuperación de los usuarios desde la integralidad y longitudinalidad de la atención28. El objetivo de la promoción de la salud es colaborar para enfrentar los determinantes sociales de la salud a través de la expansión del conocimiento, el (auto)cuidado y la autonomía. Las actividades grupales, los lineamientos generales y la integración de diferentes sectores, como la articulación entre salud y educación a través del Programa de Salud Escolar (PSE), son algunas de las estrategias adoptadas por la ESF para promover la salud29.
Entre las diferentes actividades que desarrollan los equipos de la ESF, están las acciones de promoción de la salud que se basan en la realización de acciones y actividades educativas con el objetivo de fortalecer el autocuidado del individuo a través del control de los determinantes sociales de la salud30. En lo que respecta a las pruebas rápidas, el enfermero cuenta con la competencia técnica y legal para solicitar y realizar el examen, para brindar asesoramiento previo y posterior a la prueba, emitir informes, hacer derivaciones y programar citas31.
Las prácticas educativas deben realizarse mediante el diálogo y el respeto entre educador y educando. La búsqueda de la reflexión sobre la realidad en un proceso continuo y activo dentro del contexto educativo humanizador proporciona la transformación de la realidad. El proceso de aprendizaje necesita articular el conocimiento científico, el sentido común y lo individual para que la información tenga, de hecho, algún significado y sea incorporada a la vida de las personas29.
Los estudios muestran que las actividades educativas con jóvenes que desarrollan los profesionales de la ESF brindan oportunidades para el intercambio de ideas, conocimientos, experiencias y fortalecen el vínculo entre jóvenes y profesionales28.
La educación para la salud es un recurso utilizado por los profesionales de la salud para impactar positivamente en la vida de las personas. La educación sexual encuentra constantemente barreras basadas en el argumento de que promueve la promiscuidad y el inicio temprano de la vida sexual, sin embargo, su principal resultado es contribuir a reducir el riesgo de ITS y embarazos no deseados28.
La educación para la salud es fundamental para la promoción de hábitos saludables y para la prevención, sin embargo, es fundamental que el enfermero sea capaz de buscar estrategias adecuadas y asertivas durante el proceso29. Entre algunas de las estrategias utilizadas para llevar adelante la educación para la salud, están los círculos de diálogo, que facilitan el proceso, ya que ayudan a fortalecer los lazos y aumentar la adherencia a la actividad y brindan retroalimentación constante28. Otra estrategia es incluir al joven en la planificación de actividades mediante la elección de los temas que serán abordados, tornándolo activo en el desarrollo de las actividades desarrolladas por el ESF29.
Además, es fundamental que las acciones de educación para la salud sean interdisciplinarias con el equipo multiprofesional, rompiendo la lógica de la atención fragmentada, con prácticas desconectadas de las políticas públicas y enfocadas en la enfermedad29).
La salud sexual en las instituciones educativas depende de un equipo multidisciplinario para promover, proteger y restaurar la salud de los jóvenes. Los enfermeros, insertos en el ámbito escolar, pueden actuar como mediadoras, apoyando las acciones educativas y trabajando con los docentes en la articulación entre escuela, familia y comunidad30. En este caso, se considera que el enfermero de la ESF es fundamental para fortalecer la prevención combinada y para reducir el número de ITS entre los jóvenes.
CONCLUSIÓN
En este estudio fue posible evaluar las prácticas sexuales y de prevención de ITS adoptadas por los estudiantes universitarios. Los hallazgos muestran que hubo un predominio de mujeres, con edades entre 18 y 23 años, que muestran conductas sexuales de riesgo y baja adherencia al uso de preservativo en las relaciones sexuales, con parejas esTables y ocasionales. Además, si se considera el concepto de prevención combinada, hay un número significativo de jóvenes que nunca se han hecho la prueba de VIH.
Por lo tanto, es necesario que se realicen más pruebas de detección de ITS, dada la baja adherencia del grupo estudiado a la realización del examen, y una intensificación de las prácticas educativas en el ámbito universitario para favorecer la difusión de información y reducir la vulnerabilidad de los estudiantes a IST.
Se considera una limitación del estudio que la investigación se haya llevado a cabo solo con estudiantes universitarios del área biomédica, y se recomienda la replicación con jóvenes de otras áreas del conocimiento. Sin embargo, los hallazgos son similares a los resultados arrojados por otros estudios que demuestran una baja adherencia al uso de preservativo y la presencia de conductas de riesgo por parte de los jóvenes.
Este estudio puede contribuir a impulsar nuevas investigaciones relacionadas con la implementación de prácticas educativas entre los jóvenes, ya que es necesario que se reformulen las prácticas existentes. Además, la discusión sobre prevención de ITS en este grupo poblacional destaca la importancia de crear y formular políticas públicas específicas que contribuyan a reducir el número de casos de ITS en dicho grupo.