INTRODUCCIÓN
El 31 de diciembre de 2019 en Whan, China 1 inicia lo que hoy en día se conoce como una situación alarmante en salud pública causada por el brote de una cepa viral de tipo SARS-CoV-2 al que se lo denominó COVID-19 2,3. Una de sus principales características es su facilidad de infección por lo que su propagación no tardó en cruzar fronteras y ser causa de enfermedad, discapacidad y muerte a nivel mundial, siendo Estados Unidos, uno de los países con mayor registro de casos y defunciones de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, a nivel mundial los casos confirmados y muertes continúan en ascenso 4,5.
En México, el primer caso de COVID-19 fue detectado en febrero del 2020, el número de casos confirmados aumentó exponencialmente (2.348.873 casos), con ello muertes por esta causa (200.000) cifras que ubican al país en tercer puesto detrás de la problemática experimentada en Estados Unidos, aunado a esto se apreciaron consecuencias como exceso de hospitalizaciones o una alta demanda de servicios de atención, costos elevados, riesgos para el acceso, cobertura y la capacidad de respuesta del sistema sanitario 6)(7)(8.
La COVID-19 ha causado efectos negativos a nivel biopsicosocial, uno de estos es el miedo a enfermar de esta condición. La pandemia de la COVID-19 ha cambiado la forma de vivir a nivel poblacional, por ejemplo, sus costumbres diarias 9, la dinámica y reorganización familiar para cubrir necesidades de los roles de los integrantes de la familia, ausencia escolar, cierres de empresas y lugares públicos, cambios en las rutinas laborales, aislamiento social generando como consecuencia sentimientos de impotencia y abandono 10.
Al respecto existen factores que podrían suponer un rol importante en el fenómeno del miedo experimentado ante la COVID-19, cada vez son más los casos cercanos; es decir, familiares, amigos, incluso el personal sanitario que presentan esta condición. Otro factor implicado consiste en ver y escuchar noticias que difunden y magnifican la situación de salud-enfermedad, acompañadas de imágenes perturbadoras que generan niveles altos de miedo lo que aumenta la posibilidad de agravar los trastornos de salud mental 9.
Por otra parte, las personas que experimentan miedo para enfermar de la COVID-19, violan las recomendaciones entre las que destacan como el confinamiento, el distanciamiento social, el lavado de manos de forma correcta, así como el uso de mascarillas, por ello las cifras aumentan cada vez más (11). A pesar de que la OMS en el 2020 publicó recomendaciones para apoyar el bienestar mental y social 12 es necesario esTablecer acciones conjuntas con el sistema social y de salud para reducir el impacto a nivel mental 13.
En México se han establecido redes de servicios de apoyo emocional por COVID-19 dirigidos a la población para mitigar los daños que afectan a la salud social y mental14, sin embargo, sigue siendo un panorama incierto, por lo que es necesario reforzar las medidas de prevención; en este sentido, las personas que siguen las recomendaciones posiblemente experimenten niveles menores de miedo y ejecuten de una manera eficaz las medidas para mantener su nivel de salud, incluso personas que siguen las recomendaciones se convierten en promotores de salud rompiendo el ciclo de la infección.
En Nuevo León y Veracruz (Norte y Sur de México), el panorama desalentador no es la excepción ya que las cifras de casos nuevos detectados y de muertes por la COVID-19 son preocupantes, ambos estados se encuentran entre los primeros diez lugares de morbimortalidad por esta causa en el país 8, a pesar de ser regiones distantes, existe la posibilidad de que los habitantes de ambos estados experimenten la sensación del miedo y, por tanto, utilicen este recurso a favor o en contra, es decir como un factor protector que favorece las medidas de prevención; o bien personas con niveles altos de miedo tengan dificultades para tomar decisiones como usar correctamente la mascarilla, así mismo niveles bajo de miedo podrían asociarse a una omisión de asumir recomendaciones para romper el ciclo de infección.
Sin embargo, hasta este momento no existe evidencia que ponga de manifiesto lo anterior. Por lo que el propósito del estudio fue conocer la asociación entre el miedo a la COVID-19 y características sociodemográficas como edad, sexo, escolaridad, estado de vulnerabilidad y lugar de residencia.
METODOS
Se realizó un diseño de estudio descriptivo, transversal y correlacional. La población diana estuvo formada por 380 personas adultas a partir de 18 años pertenecientes a centros de atención comunitaria de Monterrey (Nuevo León) y Minatitlán (Veracruz); entre febrero y junio de 2021 finalmente se registró una muestra de 197 personas, de estas 100 de Nuevo León y 97 de Veracruz. Para la selección de cada participante se verificaba la edad, y posteriormente se contactaba de forma telefónica. Se incluyeron a todos los usuarios que tras recibir una llamada telefónica aceptaron participar en el estudio, este procedimiento se realizó en tres ocasiones, de no encontrarse se contactaba a otra persona del registro. Participaron sólo los que tras recibir la explicación del estudio aceptaron participar de manera voluntaria y mostraban disponibilidad de aproximadamente diez minutos para contestar las preguntas. Se determinó un 95% de nivel de confianza y precisión del 3% en una proporción del 5%. El tipo de muestreo fue intencional, en un marco muestral proporcionado por los directivos de los centros comunitarios. Una vez recibida la comunicación con informe favorable del comité de investigación de ambos centros de atención primaria, se proporcionó a los participantes un documento de información y consentimiento informado asegurando el anonimato.
El instrumento utilizado fue la Escala FCV-19S validada de Miedo a la COVID-19 la cual consta de 7 ítems con buenas propiedades psicométricas que se utiliza para evaluar el miedo de las personas ante la COVID-19, esta consta de 7 ítems 15, las preguntas presentan una escala tipo Likert va de totalmente en desacuerdo hasta totalmente de acuerdo, es decir con un valor de 1 hasta 5 puntos, lo que indica un valor mínimo de 7 y máximo de 35; a mayor puntaje mayor miedo a la COVID-19 16. Este cuestionario ha demostrado una alfa de Cronbach de 0.83 a 0.94 en población peruana y argentina, respectivamente 17.
Las variables sociodemográficas registradas fueron la edad, sexo (femenino o masculino), escolaridad, situación laboral (Trabaja/Hogar/desempleado), lugar de residencia (Nuevo León y Veracruz), además se analizó el estado de vulnerabilidad para enfermar de la COVID-19 evaluada de 0 a 10, lo que indicaba el cumplimiento de las medidas preventivas para no enfermar de esta condición para esto se asignaban puntos que van del 0 al 10, lo que equivale a las prácticas nulas y buenas prácticas (uso de mascarillas, lavados de manos, mantener la sana distancia y confinamiento social). Estos factores pueden ser variables de interés debido a su influencia en el estado emocional y psicológico durante la pandemia. Cabe mencionar que las medidas sanitarias para el control de la COVID-19 y la propia enfermedad tienen un efecto potencial psicológico como el miedo a la COVID-19.
El presente estudio se apegó a las disposiciones generales de la Ley General de Salud en materia de investigación en los capítulos I de las Disposiciones Comunes, en los Artículos 13, 16, 17, 20, y 21; además en el Capítulo II de la Investigación en Comunidades los artículos 28, 29 y 33.
Los datos obtenidos se analizaron mediante el uso del paquete estadístico Statistical Package for the Social Sciences (SPSS) versión 22 para Windows. Se utilizó estadística descriptiva e inferencial.
RESULTADOS
La media de edad fue de 36.3 años (DE= 11.216), la mayoría fueron mujeres (78.2%), la media de años de estudio fue de 14.37 años (DE = 4.414). El 50.8% eran residentes de Nuevo León (Tabla 1).
La Tabla 2 presenta los resultados obtenidos en cuanto al miedo a la COVID-19 y las características sociodemográficas y estado de vulnerabilidad mediante la prueba exacta de Fisher y la prueba Chi-cuadrada de Pearson. Con respecto a la muestra total el 62.4% tenían miedo, En Veracruz la prevalencia de miedo fue más alta (64.9% vs 60%; respectivamente). No se encontraron diferencias significativas entre el miedo y la residencia (p = .285), escolaridad (X 2 = 6.659, p = .857) y estado de vulnerabilidad (.658). Se encontraron diferencias significativas entre el miedo y el sexo (p = .029) el sexo femenino presentó una mayor prevalencia que el sexo masculino (66.2 vs 48.8%).
La media de edad para los participantes sin miedo fue de 34.5 años (Mdn = 33, DE = 10.911, n = 74), escolaridad de 14.1 (Mdn = 15, DE = 5.035, n = 74). En cuanto a los participantes que reportaron puntajes altos de miedo, la media de edad fue de 37.3 años (Mdn = 36, DE = 11.312, n = 123), escolaridad de 14.5 (Mdn = 14, DE = 4.008), n = 123). Respecto a la edad, no se encontró relación con el miedo (r s = .037; p = .601).
DISCUSIÓN
En el presente estudio la mayoría de la población tuvo nivel medio a la COVID-19 (74.6%), resultados que coinciden con lo reportado en un estudio realizado en Estados Unidos; se encontraron diferencias estadísticamente significativas en los niveles de miedo de COVID-19 entre las principales regiones donde el miedo parece estar concentrado en las regiones con los casos más altos de COVID-19 reportados (p<0,01)18; así como en estudio realizado en población española donde la presencia del miedo fue en un 75.5%; y en población de Andalucía donde el miedo a la COVID-19 fue en el 50.8% 9,19; otro estudio realizado en población griega se reportó alto nivel de miedo en un 35.7% 20. Sin embargo, difiere con lo reportado en un estudio realizado en población de Bosnia y Herzegovina donde fue en un 18.06% 21; en otro estudio realizado en la India en población general, donde la puntuación media de miedo fue de 17,87 ± 4,48 22 y en estudio realizado en población argentina donde el puntaje medio fue de 16,97 (DE=5,70) 23.
Es importante destacar que no se percibió la presencia de mucho miedo a la COVID-19, lo que puede indicar que la percepción del miedo se está convirtiendo en algo natural, se subestime donde la conducta sea reincidente y con ello se convierta en población de riesgo con la posibilidad de presentar la infección de la COVID-19, donde esta sensación sea aceptada para no para cuidarse y abandone las medidas preventivas esTablecidas por el sistema de salud ejerciendo estilos de vida y los hábitos que suele hacerse en la cotidianidad, como es la convivencia social, no lavarse las manos, acudir a eventos públicos, relajar las medidas preventivas; mientras que para otras personas la sensación del miedo le conduzcan a realizar las prácticas de salud positivas que le alienten a continuar la protección ante la COVID-19 en su vida cotidiana, de tal forma que le permita disminuir el nivel de miedo.
Por otro lado, en este estudio no se encontró relación entre la edad y el miedo a la COVID-19, dato que difiere que reporta la investigación de Bosnia 2020, donde ser mayor de edad es otro predictor independiente para desarrollar miedo 22.
En el presente estudio existió una asociación entre el miedo a la COVID-19 y el sexo, las mujeres reportaron percibir un aumento del miedo en comparación con el sexo masculino, estos resultados coinciden con la mayoría de los estudios antes mencionados; es decir las mujeres parecen particularmente más vulnerables al impacto psicológico negativo de la pandemia 23. A lo anterior, Oliver, Baber, Roomp y Roomp reportaron que las mujeres se mostraron en general más vulnerables para presentar miedo y la aparición de síntomas derivado de esta sensación 24.
Si bien en este estudio no se encontró asociación entre miedo a la COVID-19 y el estado de vulnerabilidad, Mamzer advierte que el COVID-19 y las medidas para prevenirlo se presentan como una interrupción brusca del sentido de seguridad ontológica, que permite a las personas organizar su cotidianidad hasta ese momento, generando sentimientos negativos como el miedo, que pueden agravarse según la persistencia y el desarrollo del virus 25.
Por otra parte, el miedo enfoca a posibles fuentes de amenaza o daño. Las personas que se involucran más en actividades preventivas asumen comportamientos cuando perciben la amenaza como grave. Además, el miedo puede desencadenar comportamientos de seguridad lo que posiblemente motive a las personas a seguir medidas precautorias como realizar lavado de manos con agua y jabón con el fin de mitigar amenazas, en este caso la trasmisión, pero paradójicamente también podría aumentar el miedo y la ansiedad por mantener la salud debido al miedo a enfermar.
Así mismo el miedo dependerá de la zona sociodemográfica debido a que la cultura juega un papel importante a la hora de enfrentar situaciones de peligro como el COVID-19 como lo manifestó este estudio y el realizado por Tzur Bitan et al. 26
En lo que refiere a la asociación entre el miedo a la COVID-19 y la situación laboral, las emociones ocupan un eje central debido al impacto que estas tienen sobre la misma y es que las emociones no se pueden separar de los trabajadores. Sin embargo, ciertas emociones logran ser disfuncionales para la situación laboral al afectar el desempeño de los individuos, como es el caso del miedo. Estudios realizados han logrado evidenciar que el miedo afecta a los trabajadores, incluso el miedo a enfermarse por COVID-19 o a perder su trabajo, por esta situación se encuentra latente en los trabajadores, porque el desplazamiento hacia sus lugares de trabajo implica un riesgo de enfermar, así como permanecer en ellos. Sin embargo, las personas que se encuentran desempleadas no experimentan el mismo miedo, debido a que no se encuentran expuestos, pero sí presentan ansiedad por la incertidumbre de no contar con un ingreso económico que satisfaga sus necesidades básicas 27.
Niveles altos o bajos de miedo podrían ser agentes protectores o de riesgo, esto depende de la capacidad de las personas para asimilar la situación y afrontar la amenaza de manera efectiva 20.
En una pandemia las medidas de seguridad para la salud se plantean y promueven para lograr efectos como prevenir la propagación de infecciones; sin embargo, cuando son demasiado prolongadas o estrictas como es el caso actual, pueden tener consecuencias negativas como el miedo 10. Por lo tanto, este fenómeno valioso para indagar con otras variables como la ansiedad, el apoyo social, entre otras.