Lo importante no es lo que se tiene, sino lo que se da; no es lo que se sabe sino lo que se enseña; no es lo que se puede hacer, sino lo que se hace.
Mariano Gómez Ulla
DATOS BIOGRÁFICOS
Nacimiento
Mariano Gómez Ulla, cuarto hijo de Ramón Gómez Fernández, médico, y Dolores Ulla y Fociñas, (Gómez Ulla y Lea) joven de la buena sociedad compostelana, como se decía entonces; nació en Santiago de Compostela, el 6 de noviembre de 1877, en el número 12 de la Travesía de San Pedro, imponiéndosele en la pila bautismal de la colindante Iglesia de San Pedro, los nombres de Mariano Severo de Jesús5.
Es un hecho singular que quién llegaría a ser cirujano de la Casa Real y Gentilhombre de Cámara de S.M. Alfonso XIII, naciese apenas a unos centenares de metros, de donde lo hicieron sus compañeros en la misma: el Coronel Médico de la Armada D. Ricardo Varela y Varela, decano de los médicos de Cámara en 1931, y el Dr. D. Jacobo López Elizagaray, también médico de Cámara, vinculado brevemente a la Armada, y maestro de numerosas generaciones de médicos en el prestigioso Hospital Provincial de la Beneficencia madrileña. (Ponte et al 21 y 22).
Bachillerato
Cursó el bachillerato6 en el Instituto de Santiago, dirigido en aquellos años por su abuelo materno, D. Manuel Ulla Ibarzábal7, que luego sería catedrático de matemáticas de la Universidad compostelana.
Medicina
Mariano cursó su carrera en la Facultad de Medicina de la ciudad del Apóstol, con destacadas calificaciones8. El ejemplo de sus maestros, los médicos de Rosalía de Castro, Maximino Teijeiro y, sobre todo Timoteo Sánchez Freire, eximio cirujano, de quién fue alumno interno, le inclinó decididamente hacia la cirugía. Él mismo reconoció en su discurso de ingreso en la Real Academia Nacional de Medicina que:
Desde los primeros años de la carrera sentimos afición por esta disciplina que nos cautivó al terminarla, por haber tenido la suerte de ser ayudante de un inolvidable maestro y gran cirujano de aquella época, el doctor Sánchez Freire.
Como muestra de la precocidad de lo anterior, cabe destacar que el 21 de junio de 1899, recibió la calificación de Sobresaliente y Premio (hoy Matrícula de Honor) en Clínica Quirúrgica II, al desarrollar el tema: «Patogenia, diagnóstico y tratamiento quirúrgicos de los quistes de hígado». Defendió su trabajo, ante el Tribunal compuesto por los profesores: Sánchez Freire, Piñeiro Pérez y Romero Molezún9.
Sanidad Militar
Ingresó en el Cuerpo de Sanidad Militar con el número uno de su promoción, de doce miembros, en 1899, seguido de D. Rafael Fernández y Fernández, de La Coruña, compañero suyo de promoción en la facultad compostelana.
Este hecho se publicó, siendo muy elogiado por ello, en el «Boletín de Medicina y Cirugía, órgano de los alumnos internos», de la Facultad de Medicina de Santiago, el 15 de octubre de 189910.
El Dr. Dimas Romero Vázquez, también médico militar, afirma que hubo empate entre ambos y que fue resuelto a favor de Gómez Ulla, por aplicación del reglamento de la convocatoria al primar la antigüedad en la edad, por ser unos dos años mayor.
Prestigio profesional
Gómez Ulla destacó tanto desde el punto de vista organizativo como del científico-asistencial. Todo ello le condujo, desde muy pronto, a ser un distinguido cirujano tanto militar como civil, reconocido unánimemente por la Sociedad española.
Algunas contribuciones y hechos que confirman su indiscutible talla son:
El hecho de ser el cirujano de la familia Real de Alfonso XIII y su gentilhombre de Cámara. Operó a la propia Infanta Cristina en las últimas semanas del reinado de Alfonso XIII11.
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Que destacadas personalidades de la aristocracia, de la sociedad civil y de la ciencia como Roberto Nóvoa Santos, catedrático de patología general de la Facultad de Medicina de la Universidad Central en ese momento, lo eligiesen como cirujano en trances graves de su vida. Nóvoa Santos, que estaba en la cima de su carrera profesional, brillando a la par que personalidades como Gregorio Marañón, que escribió bellas páginas sobre él, sospechando que tenía un cáncer gástrico, se puso en sus manos, rogándole hiciese una resección amplia, aunque tuviese el riesgo de dejar su vida en el quirófano. Lamentablemente, Gómez Ulla y sus ayudantes, encontraron un tumor pilórico, ampliamente metastatizado, y poco pudieron hacer por la vida del sabio catedrático, clínico e intelectual gallego, que falleció a los pocos meses.
Nóvoa, poseedor de una gran fortuna personal, gracias a su consulta y a sus numerosas publicaciones, en especial a su «Manual de patología general» que fue libro de texto durante años de casi todas las Facultades de Medicina de España e Iberoamérica, bien podía haberse permitido operarse con cualquiera de los grandes cirujanos europeos, y se confió, en Madrid, sin vacilar, a su paisano santiagués.
En la misma línea, el 8 de marzo de 1931, semanas antes de la caída de la monarquía intervino quirúrgicamente a la joven infanta Cristina de Borbón de apendicitis, de la que había sido diagnosticada por el Dr. Varela y Varela. Mientras este comunicaba el éxito de la operación a los Reyes y a la prensa, D. Mariano, hombre parco en palabras, emitió el parte médico más breve de la historia: «Su Alteza la Infanta Cristina ha sido operada del apéndice. Todo va bien».
En agradecimiento recibió de la Infanta la pitillera de plata que vemos en la foto nº3.
Que le fuese concedida, por el Presidente de la II República, la Gran Cruz al Mérito Militar, reservada a Generales, cuando aún era Teniente Coronel. Esta condecoración fue sufragada, como es sabido, en su versión con brillantes, por suscripción de 180.000 militares españoles de todas las graduaciones, como agradecimiento a su destacadísima labor, salvando miles de vidas en la guerra de África. El mucho dinero sobrante se donó a obras de Caridad.
Que se le convocase para participar en trabajos como el libro-homenaje al gran cirujano monfortino, no formado en Santiago sino en Madrid, José Goyanes Capdevila, primer director del Instituto del Cáncer, con motivo de la investidura de este como Doctor Honoris Causa por la Universidad de Burdeos. En él figura la firma de Gómez Ulla, al lado de la de sabios de primer nivel como Santiago Ramón y Cajal, Gregorio Marañón o los profesores Pasteur Vallery-Radot, Del Río Hortega, Jiménez Díaz o los hermanos Mayo, los famosos cirujanos propietarios de la Clínica Mayo de Rochester (Minnesota), fundada por su padre, entre muchos otros.
Su pertenencia desde el 9 de noviembre de 190312 en que gana la dura oposición de acceso al Cuerpo Médico de la Beneficencia Municipal de Madrid, compartiendo esta dignidad con muchas de las grandes figuras de la época como los Dres. Marañón, Madinaveitia, López Elizagaray, Espina y Capó, y tantos otros.
También fue Jefe de Cirugía del Sanatorio Hispano Americano, Hospital de Montaña en Guadarrama, fundamentalmente antituberculoso, y creador y director del Equipo Quirúrgico del Ayuntamiento de Madrid.
Alcanzó el máximo rango de la Sanidad Militar, el de Inspector General de Sanidad del Ejército.
Fue Académico numerario de la Real Academia Nacional de Medicina (RANM).
Presidente del Consejo General de Colegios de Médicos de España.
Vicepresidente de la Asociación Española de Cirujanos.
Actividades médicas y militares
Algunas de sus realizaciones son conocidas, otras no tanto y algunas ignoradas casi por completo por la clase médica. En este apartado nos proponemos hacer una breve revisión de todas ellas, con el doble objetivo de recordar su memoria y hacerlo llegar a las jóvenes generaciones de médicos y sanitarios, civiles y militares.
Aunque ya hizo una primera visita oficial a diversas naciones en 1912, para conocer la organización sanitaria militar de las mismas, fue nombrado, por el gobierno español, observador con rango diplomático de agregado militar, en la I Guerra mundial. Visitó el frente alemán y, con más intensidad el francés, donde tuvo ocasión de conocer y operar con celebérrimas personalidades de la cirugía francesa como, Duval, Pauchet y Gosset, profesor agregado de la Facultad de Medicina de París, cirujano de la Sâlpetrière, y también con Enrique Finocchietto, el gran cirujano argentino, formado en Europa. No nos consta, por los datos que obran en nuestro poder, que coincidiese con el Dr. René Leriche, también movilizado en la guerra, con el que sí estuvo en las Jornadas médicas de Bruselas en 1927.
A este respecto debemos decir que, parece que el único representante español en dichas jornadas, plagadas de sabios, fue Gómez Ulla, como podemos leer en la Revista La Pédiatrie Pratique de 25 de mayo de 1927 página 141, donde se nos comenta la asistencia de personalidades como Leriche, el gran veterinario Arloing, el diabetólogo Lepine, Besredka del Instituto Pasteur y otros notables14.
Guerra de África15
Posteriormente, tras realizar un exhaustivo informe sobre lo aprendido en la I GM, diseñó el «hospital quirúrgico de montaña a lomo de mulos» que describiremos a más adelante.
En la guerra de África, por este logro, que consiguió reducir drásticamente los tiempos asistenciales y quirúrgicos, se convirtió en una auténtica celebridad nacional y salvó miles de vidas. Aquí creemos, está el quid de la cuestión. A bordo, puede bastar con ser un buen cirujano pero, en tierra, el oficial médico tiene mando de tropas, no escasas, por cierto, que le exigen además de ser un buen cirujano, ser un excelente organizador y jefe. De la complejidad de reunir todas estas cualidades, nace la fama que gozó Gómez Ulla en vida y que continúa en nuestros días.
También tuvo un papel crucial en la coordinación sanitaria del desembarco de Alhucemas. Los escasos ratos de descanso, que le permitía su actividad asistencial, no dudaba en dedicarlos a la atención personal de sus subordinados, sometidos a grandes fatigas. A este respecto cuenta el Dr. Slocker16 la siguiente anécdota:
En la plaza de Alhucemas actuaban intensamente varios equipos, y al frente de uno de ellos, su leal amigo y colaborador el doctor Herrer. Mal aprovisionados de material, de alimentos, de todo, se debatían en la escasez y en la fatiga, y un buen día se empezó a oír el lejano «run run» de un «hidro» que rápido se fue acercando, y al descender pudieron ver con alegría que llegaba Mariano Gómez Ulla, quién después de los efusivos abrazos fraternos empezó a descargar de la carlinga material y multitud de cajas con latas de conservas, pan y diversos comestibles, espléndido obsequio que de su peculio obsequiaba a los que tan arduo trabajo estaban desarrollando y que personalmente quiso llevar utilizando un claro en su labor....
Con ello cumplía con creces las dos grandes cualidades que debe cultivar el médico militar que, en palabras de José Díaz Benito y Angulo, extraídas de su tesis doctoral de 1857, eran: dominar la Higiene Militar y la Medicina operatoria.17
Rechazó la Dirección General de Sanidad (civil) que le ofreció D. Miguel Primo de Rivera, Presidente del Directorio Militar, por considerar no encontrarse cualificado para ello. En 1929, y por expreso deseo del rey Alfonso XIII, emprende viaje por Estados Unidos, Canadá y Cuba. Lo hace con D. Florestán Aguilar, Vizconde de Casa Aguilar, padre de la odontología científica española, y presidente del patronato de la Ciudad Universitaria de Madrid, y el arquitecto Bergamín, para visitar los centros más punteros de estos países: Clínica Mayo, Mount Sinaí y los grandes hospitales de Toronto, Montreal y La Habana, así como las Fundaciones Del Amo y Rockefeller, para conocer los últimos avances en todos los aspectos clínicos y universitarios, con ánimo de trasladarlos al nuevo proyecto de la capital de España. (Gómez Ulla y Lea).
No perdía contacto con su tierra natal pues, en este mismo año de 1929 formó parte de la Comisión Patrocinadora de las I Jornadas Médicas Gallegas18- reunión de relieve por acudir numerosas figuras nacionales e internacionales presididas por López Elizagaray, con Roberto Nóvoa Santos, José Goyanes Capdevila, Manuel Varela Radío y Ricardo Varela y Varela, que acompañaba al Infante D. Jaime, presidente de honor de las mismas, en nombre de S.M. el Rey. En la segunda edición de estas mismas Jornadas, en 1931, ya instaurada la II República, estos tres médicos de Alfonso XIII, siguieron formando parte del Comité de las mismas.
Guerra Civil
La guerra civil española le sorprende en Madrid donde opera en el Hospital Militar de Carabanchel, y, cuando el frente de batalla se acerca a esta zona, Gómez Ulla traslada el quirófano y lo instala bajo el lucernario del Hotel Palace, pues las faltas de luz eléctrica eran frecuentes.
Fiel monárquico, desencantado de lo que veía en el Madrid revolucionario más que republicano, trató de pasarse a la zona nacional19. Siendo descubierto fue detenido y encarcelado, estuvo a punto de morir fusilado20. La negociación diplomática, de Cruz Roja Internacional, por medio de dos mujeres Miss Fernanda Jacobsen y Dª Dolores Quintana de Angones21 y, sobre todo la presión internacional en su favor, de la que no se suele hablar, en particular de las sociedades científicas francesas, consiguió que, casi al final de la guerra, en noviembre de 1938, fuera canjeado, en la frontera gala, por el Dr. Bago22, médico y destacado político socialista. Otra ayuda notable fue la de los hermanos uruguayo-gallegos Dres. Julio y Eduardo López Lacarrere, que consiguieron la intercesión, en favor de Gómez Ulla, de diversos sabios internacionales, entre los que destacó el prestigioso catedrático y fisiólogo argentino Bernardo Alberto Houssay, que sería Premio Nobel de Fisiología y Medicina en 194723. Este hecho puede estar en conexión con la probable intervención de Marañón en su favor, pues, ya en 1924, Marañón fundó la Revista «Archivos de Endocrinología y Nutrición», en codirección con Houssay, Nóvoa Santos y Augusto Pi Suñer.24
Ayuda Francesa: La Academia de Bellas Artes
La Academia Francesa de Bellas Artes, en su sesión de 6 de octubre de 193825, da cuenta de haberse recibido un despacho de la Academia de Medicina española dirigido al Instituto de Francia26, para intervenir en favor de Gómez Ulla y sus compañeros, ante el hecho de la condena a muerte «del sabio español M. Gómez Ulla». En ausencia, quizá por las fechas, de otras Academias del Instituto de Francia; acuerda, vista la urgencia de esta situación, escribir al Ministro de Asuntos Exteriores francés para que intervenga en el asunto.
En su sesión de 17 de diciembre, la Academia acusa recibo de una carta del Ministro en la que se dice que, siguiendo la petición de esa docta Casa, se ha indicado al Embajador Francés en Barcelona que se interese por la situación del Dr. Gómez Ulla y sus compañeros, e intervenga en su favor de nuevo, si es necesario. La Academia da las gracias al ministro27.
El diario francés Le Temps recoge que el día anterior, ha pasado la frontera de Le Perthus el doctor Gómez Ulla, acompañado del delegado de la Cruz Roja en Barcelona, a la vez que, por Hendaya, pasaba el doctor José Bago, acompañado por el delegado de la Cruz Roja en San Sebastián.
A este respecto D. Mariano solía comentar, con gracia, que «a mí me cambiaron por Bago».
Posguerra
Tras el canje, Gómez Ulla sufrió el preceptivo y breve expediente de depuración en Burgos del que salió absuelto28. Es de reseñar que el diario «La Prensa» señalaba que el 29 de noviembre, al llegar a Burgos, procedente de San Sebastián, fue recibido por el Jefe del Estado, Generalísimo Franco, viejos camaradas de la guerra de África, y el vicepresidente del gobierno y ministro de Asuntos Exteriores, general Gómez Jordana29. A continuación continuó viaje a su ciudad natal, para visitar el sepulcro del Apóstol y reposar. Allí mientras yacía exhausto por las fatigas del cautiverio, recibió la visita de su amigo y paciente el general Millán Astray, que estaba en viaje de promoción del Movimiento Nacional, y que llenó la calle de una multitud que aclamaba a Gómez Ulla, viéndose este obligado a salir de la cama a saludar a la multitud desde el balcón. (Gómez Ulla y Lea).
Fue ascendido, a coronel por orden de 8 de marzo de 193931, habilitado de general subinspector el 15 del mismo mes32, ascendido efectivamente a este empleo por decreto de 11 de julio de 194133 y, en 1943, a Inspector médico de primera clase34, asimilado a general de división. Veinte días más tarde, por decreto de 27 de enero de 1943, se le confirma como Jefe de los Servicios de Sanidad Militar del Ejército y, enseguida, asume la presidencia del Consejo General del Colegio de Médicos de España. Durante estos años también dirigió la «Revista Española de Medicina y Cirugía de Guerra», cuyo redactor-jefe era su subordinado y amigo el teniente coronel Sebastián Montserrat.
Uno de sus logros fue sostener el Colegio para huérfanos de médicos, asunto que le dio una gran satisfacción y que cuidó con verdadero mimo. Fue nombrado académico numerario de la Real Academia Nacional de Medicina en 1942 en la que ingresó con un interesante discurso histórico titulado: «La Cirugía en la Guerra» en el que habla de este tema a través de los tiempos; fue contestado por el Dr. Enrique Slocker de la Rosa.
En la II Guerra Mundial fue enviado por el Jefe del Estado al frente ruso, a solucionar los problemas de coordinación sanitaria de la 250 División Española de Voluntarios, más conocida como la «División Azul», lo que consiguió en breves días, manteniendo al mando a sus responsables.
Casado con Dª Elisa Salinas y Galino, de la que enviudó pronto, mientras estaba en Francia, se casó en segundas nupcias con Dª Lucila Barberán Bellido; no tuvo descendencia de ninguno de los dos matrimonios. Murió el 24 de noviembre de 1945 de un fallo renal como consecuencia de la grave enfermedad que arrastraba desde su duro cautiverio durante la guerra civil.
LOGROS Y ACTIVIDADES CIENTÍFICAS MÁS DESTACADAS DE GÓMEZ ULLA
Entre los principales logros de su actividad médica debemos destacar los siguientes:
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Estuvo convencido de la necesidad de acercar el quirófano al herido en la guerra en movimiento. Esta circunstancia le llevó a crear el «Hospital Quirúrgico de Montaña Transportable a lomo de mulos». Probablemente fue el dispositivo táctico quirúrgico, de guerra, más importante de ese último siglo, desde que Larrey acercase la asistencia al soldado herido con sus famosas ambulancias, en las campañas napoleónicas (vid. Rojo). El Hospital constaba de:
Grupo operatorio,
Alojamiento hecho con madera de persiana enrollable,
5 tiendas de hospitalización con capacidad para unas 100 camas,
2 tiendas cuadrilongas 6x6 m; un módulo de esterilización y 2 tiendas para limpieza de heridos, más otras dos para clasificación y farmacia.
Todo transportable en módulos desmontables en 55 a 60 mulos. Es conocido el éxito extraordinario que tuvo este diseño en el salvamento de vidas en las escarpadas montañas magrebíes durante la Guerra de África, que le valieron a Gómez Ulla el reconocimiento general del Ejército y de toda España.
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Propone como Unidad el «Grupo Quirúrgico de Campaña» con estas características:
Transporte en automóvil de gran movilidad
Fácil manejo
Equipo Quirúrgico y rayos X.
Medios propios Iluminación, esterilización y calefacción.
Personal: 25 hombres incluyendo mecánicos conductores y sanitarios.
2 radiólogos y 2 auxiliares.
2 equipos quirúrgicos con cirujano, 2 ayudantes, anestesista, practicante y 2 enfermeras.
Farmacéutico y practicante de farmacia.
Dada su condición de hospital «a lomo» se echa en falta la adscripción al equipo de algún veterinario militar que velase por la buena salud y perfecta operatividad de los imprescindibles semovientes. Probablemente estos oficiales iban integrados en las unidades militares acompañantes, de Caballería, Artillería y otras, en labores de cuidado y sostén de los équidos y sus híbridos. A todos ellos se les asignaba misiones de apoyo y de medicina preventiva veterinaria, pues el Muermo (enfermedad infecto contagiosa de los solípedos afectaba también al hombre) debía ser detectado y diagnosticado con prontitud; los análisis se efectuaban en el Instituto de Higiene Militar de las muestras tomadas y remitidas por los veterinarios militares.
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Diseña y establece las «Instrucciones de manejo de la primera tarjeta de Diagnóstico, Clasificación y Evacuación» de que tenemos noticia en España35.
En su trabajo titulado Servicios Sanitarios en el Ejército Francés, nos habla de un «sobre o bolsita ficha de evacuación» cuyo uso es reglamentario en el ejército galo, desde julio de 1916. Probablemente la tarjeta diseñada por Gómez Ulla, es de inspiración francesa, y sea una variante de parte del contenido de esta bolsa. Refiere36 que dicha bolsa tiene por objeto contener todos los documentos médicos que han sido establecidos en las distintas formaciones recorridas por el herido, como fichas de diagnóstico, billetes de hospital, hojas de observación, gráficos de temperatura, calcos radiológicos o radiografías, indicaciones especiales del médico tratante, así como tarjetas postales preparadas por él, solicitando noticias del herido. En resumidas cuentas, una historia clínica completa.
La primera referencia de esta tarjeta la tenemos en la «Revista de Sanidad Militar37» en la que se describen las Instrucciones referentes al modo de emplear la tarjeta de diagnóstico que, por indicación del comandante D. Mariano Gómez Ulla, va a ser empleada por las tropas de África.
En este sentido se indica lo siguiente:
Llenar todas las indicaciones que se piden. En caso de herida leve, separar la banda roja que indica la gravedad. De los cuatro semicírculos rojos, que sirven para marcar el asiento de la lesión, solamente se dejará unido el que corresponda a la parte del cuerpo herida; y en caso de que fuesen varias las lesiones, se dejarán todos los correspondientes a aquellas. Para los enfermos se puede emplear la tarjeta, separando los cuatro semicírculos rojos y dejando o no la banda roja, indicadora del pronóstico.
Aclaraciones: Los heridos de guerra no se deben clasificar en el campo de batalla más que en graves y leves; por lo tanto, basta con una sola banda para indicarlo. Los cuatro semicírculos rojos referentes a las cuatro partes principales del cuerpo, se nos ocurre pueden ser útiles en los casos de gran aglomeración de heridos, permitiendo darse cuenta rápidamente de la clase de lesiones que predominan; servirán también para indicar la existencia de lesiones múltiples que no pueden consignarse por escrito por falta de espacio; será una indicación cuando el diagnóstico no sea legible, por mal escrito o porque se haya borrado y, por último, en los casos de apuro en que el médico no tenga tiempo o no lo haya, los mismo Practicantes pueden llenar la tarjeta, enviando los heridos a retaguardia con un dato de cierto interés.
Esto fue modificado parcialmente en las «Instrucciones generales para el Servicio de Cirugía» que redactó Gómez Ulla, actuando como secretario su colaborador el Dr. D. Leandro Martín Santos38.
Fueron publicadas en la Revista de Sanidad Militar de 15 de Enero de 1922.
En ellas se insiste en la cobertura de la tarjeta señalando que:
Sólo circunstancias extraordinariamente excepcionales podrán disculpar que no sea empleada. Deben llenarse todas las indicaciones que se piden para los heridos, referentes al uso o no de suero antitetánico. Y los semicírculos han sido sustituidos por triángulos rojos, dejándose sólo el correspondiente a la parte del cuerpo herido y, si las lesiones fueran múltiples, todas las correspondientes a dichas partes. La banda roja se quitará para los leves y se dejará para los graves. Para enfermos se quitarán los cuatro triángulos rojos y se dejará sólo la banda roja según sea grave o no. La tarjeta se fijará en un botón u ojal de las prendas de vestir del uniforme del herido o enfermo o sobre el propio apósito a fin de que sea fácilmente visible.
La que pudiera ser primera tarjeta de clasificación en campaña de la historia de España la mostramos en la figura 11.
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Es uno de los precursores de la raquianestesia en España, según diversos autores, como Franco Grande y cols. y Victoria Gonzalo et al., que han estudiado profusamente el tema. Sus discípulos habían publicado grandes series de intervenciones practicadas por Gómez Ulla, ya desde 1913, en las que realizó modificaciones sobre el anestésico a utilizar, explicando los pros y los contras de técnicas y sustancias (Herrer 1919), logrando al final la que llamaron «ampollas Raqui» con estovaína y sulfato de estricnina en vehículo acuoso hipertónico. Herrer lo llama «Fórmula Gómez Ulla-Cambronero».
En 1919 había descrito ya 1200 casos de anestesia raquídea, sin mayores contratiempos, en todo género de intervenciones infradiafragmáticas, con sus ayudantes, los Dres. Herrer39 e Iñigo, y el farmacéutico militar Cambronero.
En este sentido es clave su trabajo «Inconvenientes reales y contraindicaciones de la anestesia medular» en el que, sin concesiones a la galería, expone todos los problemas y sinsabores que se encuentran con esta técnica tanto él como otros equipos nacionales y extranjeros, pero que, convencido de que es un defecto de técnica que se solventará con la experiencia, termina con estas proféticas palabras:
Ahora bien. Por esto mismo, que no dudamos en manifestar, sin la menor atenuación, y teniendo en cuenta los enormes beneficios y ventajas que puede reportar, lejos de considerarlo como un motivo para abandonarla, creemos debe constituir un estímulo para todos, a fin de poder aclarar esos puntos obscuros y convertir la anestesia medular, aún incierta, en el método de elección, relegando la narcosis a aquellos casos excepcionales que escapen a la acción de las anestesias conscientes. PARA NOSOTROS NO HAY DUDA ALGUNA, LA ANESTESIA MEDULAR ES LA ANESTESIA DEL PORVENIR.40
Todo ello fue escrito con dos años de anterioridad a que su colega y amigo Fidel Pagés publicase su trabajo de 1921 «Anestesia Metamérica», base de la instauración mundial de la anestesia epidural. Pagés, que ya tenía gran experiencia en raquianestesia, logró esta técnica no penetrando el espacio subdural, salvando así algunos obstáculos de los que pudo tener conocimiento inmediato por sí mismo y por los trabajos de Gómez Ulla y sus colaboradores. Como siempre las grandes ideas, nacen en un entorno adecuado, no ex novo. De lo dicho se infiere hasta qué punto, la labor de Gómez Ulla y colaboradores tuvo influencia en Pagés. Que D. Mariano, su equipo y sus trabajos eran ese «entorno adecuado», es indudable. Además consta que Pagés y Gómez Ulla, nueve años mayor que él, con quién se trataba, al menos, desde 1916, trabaron una gran amistad, especialmente en el Hospital Militar de Melilla en 1921 (Velázquez Rivera). Es evidente que comentarían y practicarían cuestiones quirúrgicas y de anestesia, con harta frecuencia, en este período.
Preconiza, desde su experiencia propia, la movilización no sólo precoz sino «Activa inmediata», según el método de Willems de las lesiones articulares traumáticas y de las artritis supuradas. Esto, en 1919, fue algo muy novedoso, en una época en que los cirujanos ortopédicos eran proclives a largas inmovilizaciones.
Sienta indicaciones para el tratamiento cruento de las fracturas cerradas explicando las ventajas de esto para el manejo postoperatorio. Manifiesta que, en fracturas articulares, la buena estática y dinámica articular reclaman una reducción lo más correcta posible.
Diseña una placa para las fracturas transversas diafisarias sobre la cual ciñe una cinta de Putti-Parrham.
Estudió el tema problemático de la higiene del agua de bebida en campaña y propuso para ello la botella potabilizadora alemana.
Con su presencia activa en los frentes de África, (donde fue condecorado por los Franceses) I y II Guerras Mundiales, mantuvo contacto con los más prestigiosos cirujanos civiles y militares de toda Europa. Entre ellos, como se ha dicho, Antonin Gosset y el prestigioso cirujano argentino Enrique Finochietto.
Convencido de que los avances científicos así lo exigían, creó en el Hospital Militar de Carabanchel, la Escuela de Especialidades Médicas y Quirúrgicas del Ejército.
GÓMEZ ULLA SEGÚN OTROS AUTORES
D. José María Gómez-Ulla y Lea (1913-2009), coronel médico, que se crió como un hijo con su tío Mariano, escribió una obra interesante: Mariano Gómez Ulla: Un Hombre, un Cirujano, un Militar41. Libro rico en datos que se debe leer con cautela, dado el apasionamiento del autor por la figura de su tío y mentor, y su avanzada edad y distancia de los hechos cuando lo escribió.
Alejandro Beláustegui es un meritorio y prolífico escritor sobre sanidad militar pero de formación autodidacta. Sus trabajos cubren un amplio espectro rescatando del olvido personajes que, aun cuando sean heroicos, por su entrega en el frente, no poseen una obra científica. Por esta circunstancia de rescate y difusión le fue reconocida su labor en pro de la sanidad militar nombrándole «Sanitario de Honor». Pero, con ser meritoria esta actividad, debemos matizar que con respecto al tratamiento dado a Gómez Ulla discrepamos de la valoración ideológica que hace, pues la consideramos sesgada y errónea, según los datos que hemos aportado en este trabajo, y con respecto a la obra científica, organizativa y docente también hemos aportado suficientes datos para considerarle un científico del que puede enorgullecerse el Cuerpo Militar de Sanidad.
En todo caso queda claro que ambos autores califican de escasísima la producción científica de D. Mariano.
Sobre este asunto nosotros opinamos que no han considerado apropiadamente al autor en su contexto. Tampoco han recogido o encontrado suficientes datos de su obra, ya que podemos acreditar no menos de 27 publicaciones de Gómez Ulla entre capítulos de libros, artículos, conferencias, prólogos y una tesis doctoral dirigida por él, en el año 1944 bajo el título «Tensión arterial como cualidad de reacción» del doctorando Eduardo González Menéndez. Se puede encontrar en el apartado de Tesis Inéditas de la Universidad Complutense de Madrid. También en otros libros como el «Manual de Cirugía de Guerra», de L. Martín Santos, que prologa Gómez Ulla, es obvia la huella del maestro en toda la obra.
¿Idiosincrasia antipublicista?
Mariano Gómez Ulla fue un genuino representante de la Escuela Médica Compostelana. Esta se caracterizaba porque sus miembros eran clínicos notables, algunos eminentes, pasados por el crisol de siglos. Recibieron experiencias médicas de todo el orbe debido al contacto con todos los viajeros, tanto médicos (ya que algunos famosos médicos de Salerno y Montpellier fueron traídos en la Edad Media por diversos Arzobispos como Diego Gelmírez), como enfermos, llegados al Hospital Real por el Camino de Santiago. No obstante eran poco dados a escribir sus experiencias (Baltar). De hecho fenómenos como el uso del éter en 1847 y del cloroformo se realizaron en Santiago a las pocas semanas de haberse publicado los primeros trabajos mundiales de estos temas, a la par, o antes, que el Dr. Argumosa en Madrid. Estos datos fueron publicados en revistas de la época como el «Boletín de Medicina, Cirugía y Farmacia» y recogido en la tesis doctoral del Dr. Balboa42 que contradice las afirmaciones del, habitualmente, ligero e impreciso incursionista por la Historia de la Medicina, Dr. Álvarez Sierra43, mucho mejor tisiólogo que historiador médico.
A tal punto es esto cierto que D. Juan Barcia Caballero (1852-1926), abuelo del Profesor Barcia Goyanes y profesor de Gómez Ulla, que junto con Miguel Gil Casares y Roberto Nóvoa Santos, fue uno de los pocos que incumplió esta norma, denominaba, con profundo desconsuelo, a esta tendencia: «La idiosincrasia antipublicista de mis compañeros de claustro». En especial refiriéndose a su maestro, compartido con Gómez Ulla, Timoteo Sánchez Freire. Le desesperaba el que D. Timoteo no diese a conocer, por escrito, su mucha sabiduría clínica. También se quejó de ello en la propia necrológica del Prof. Maximino Teijeiro. (Véase nuestra biografía de Sánchez Freire).
Este hecho es extensivo a otros maestros de esta Escuela trasladados a Madrid, como López Elizagaray y Varela Radío. Este último fue uno de los catedráticos de tocoginecología más importantes de la primera mitad del siglo XX, que creó una Escuela obstétrico-ginecológica más que notable, con discípulos catedráticos como Alejandro Otero, en Granada, y Morillo Uña en Santiago, entre otros. Sin embargo, casi no publicó nada. (Olagüe). No obstante, en la bibliografía aportamos pruebas de que Gómez Ulla, aunque no fue, efectivamente, un gran publicista médico, influido, sin duda, por lo explicado antes, tiene una obra a considerar que, en parte, no ha sido descrita hasta ahora. Pudiera ser, también, que omitamos alguna publicación que no hayamos localizado por el momento.
CONCLUSIONES
Gómez Ulla es el arquetipo del Médico Militar, por haber conseguido, de modo destacadísimo, aunar las facetas de jefe organizador y de cirujano eminente. Fue, por ello, homenajeado por el pueblo y el Ejército y condecorado por la Monarquía, la Dictadura de Primo de Rivera, la II República y el Régimen de Franco.
Se Mantuvo al día en todos los aspectos científicos de su incumbencia referidos a: Planificación, Logística, Cirugía, Anestesia, Rehabilitación y Medicina Preventiva, con aportaciones valiosas y vanguardistas. Ciertamente más prácticas que teóricas o librescas.
En la vida civil alcanzó las metas citadas, destacando especialmente su condición de Académico de Número de Medicina, Presidente del Consejo General del Colegio de Médicos de España y Vicepresidente, con Goyanes Capdevila, de la Asociación Española de Cirujanos entre otras.
Cuando aún vivían médicos militares de generaciones anteriores, que habían alcanzado cotas de elevado prestigio, cátedras y sillones de Academias, Gómez Ulla destacó por encima de todos ellos, dejando, como auténtico maestro, una Escuela quirúrgica de discípulos formados a su imagen y semejanza, los Dres: Iñigo, Gómez Durán, Herrer Menguijón, Martín Santos etc. que continuaron con su legado.
Si tuviéramos que hacer al lector una relación de los clásicos más esclarecidos de la cirugía de guerra de todas las épocas, no dudaríamos en incluir y comparar a Gómez Ulla con Paré, Larrey, Pirogoff, von Bergmann, y, entre los españoles, a la altura de cualquiera de ellos a Daza Chacón, Cristóbal Pérez de Herrera44, Pedro Virgili, y Antonio Gimbernat, por encima de otros grandes cirujanos que no compartieron su fundamental y excelente capacidad organizativa y de mando.
BIBLIOGRAFÍA
Fuentes Primarias
3.-Publicaciones de D. Mariano Gómez Ulla
Fuentes Secundarias