Mí respetado General:
Como lector asiduo y no esporádico colaborador de la Revista de Sanidad Militar en sus distintas denominaciones, y últimamente acomodado en la Sección Tribuna de Humanidades del Boletín Informativo de Sanidad Militar, he visto y leído con gran atención el trabajo de los amigos gallegos, Prof. Ponte Hernando et al., publicado en el nº 74,1 de Sanidad Militar Contribución a la Ciencia del general médico D. Mariano Gómez Ulla (1887-1945) que ha sido un tirarme de la pluma (de la lengua se dice en el trato verbal) poniendo en movimiento mi nunca dormido “gomezullismo” desde el ya lejano ingreso en Sanidad Militar y mantenido despierto en un que se defiende como puede retiro. Encuentro el título un tanto enfático, “contribución a la ciencia”, si exceptuamos a Don Santiago yo no sé de cuántos españoles podría predicarse; en todo caso los cirujanos somos gente de acción, personajes trágicos diría Sauerbruch, podemos crear hechos, figura, mito, que no siempre puede trasmitirse, sino que acaba en su autor, mientras la ciencia es algo abstracto que tiene vida por sí y no siempre va relacionada a un nombre. De hecho Gómez Ulla fue un ídolo para las Fuerzas Armadas durante más de dos décadas y un insigne cirujano para toda España. También es poco usual referirse a Gómez Ulla como general que ciertamente lo fue y de división, y según algún runrún biográfico, aspiraba al grado de teniente general y no alcanzarlo le causó bastante frustración. No tengo muchos ejemplos que citar, pero para hacerlo por el principio, D. Manuel Gómez Durán en su discurso de ingreso en la Real Academia, no antepone el término general al nombre, en el ritual panegírico que hace de su antecesor en la docta institución.
Vuestro artículo, amigos Ponte Hernando y cols., exhala un cierto aroma reivindicativo, no sólo al presentar a Gómez Ulla militarmente sino principalmente al aportar una considerable cantidad de publicaciones que intentan desmentir el concepto, al que no se debe dar mayor importancia, de que D. Mariano Gómez Ulla era poco dado a prodigarse en los medios escritos. El bueno de Gomez Ulla y Lea, a quien tuvimos ocasión de saludar fugazmente en el despacho de D. Manuel Gómez Durán dice en su libro biográfico que su tío “no escribió ningún libro, no dejó escrito casi nada importante, que escribía con el trabajo y el ejemplo” y amplía irónicamente este juicio a todos los cirujanos españoles a los que acusa de “agrafia y avitaminosis publicitaria”.
En nuestros anaqueles, como único escrito de D. Mariano, figura un ejemplar de su discurso de ingreso en la Academia titulado “La Cirugía en la Guerra”. Es un trabajo compilatorio del desarrollo de la Cirugía Militar y aun General en los distintos pueblos y culturas, digamos universal, pues abarca desde los días de Adán y Eva hasta los del autor, con especial atención a figuras que como Paré, Larrey o Daza Chacón están en la mente de todos, o a métodos de evacuación y tratamiento en campaña, con aportaciones personales, incluida la primera guerra mundial de 1914-1918. Junto a él guardo el discurso de Gómez Durán a la misma Institución, parecido pero distinto, “Aportación de la Cirugía de Guerra al progreso quirúrgico actual”, con una dedicatoria que me gustaría reproducir si fuera dirigida a cualquier otro compañero y no a quien escribe estas líneas, porque es una muestra de la elegancia intelectual de su autor.
Ningún otro artículo de Gómez Ulla tuve ocasión de leer, mas cuando empezó mi andadura en Sanidad Militar él ya estaba en los altares sin que algún advocatus diaboli, fuese en la figura de inocente sobrino, hubiera impedido su canonización.
Así pues, todos nosotros y muchos compañeros antes y después, y particularmente los que sentíamos la vocación quirúrgica nos hemos educado en la veneración y el respeto al insigne maestro. Mi hoja de servicios comenzaba con un bautismo africano, dos periodos en el Hospital de Melilla (ay, Manes también de Pagés, aquella placa en su memoria mutavit vitam meam) y otro más largo en el Sahara, fueron un intervalo al que siguió mi incorporación definitiva al venerable hospital de Carabanchel, ya nombrado “Gómez Ulla”, y cuya fisonomía de pabellones rojos iba a perdurar casi hasta el fin del siglo. Digo casi, pues un día se decretó someterlo a una metamorfosis complicada y la demolición sistemática de la vieja estructura coexistía con el nacimiento, ave fénix de ladrillo y cemento, de una esbelta torre llena de ventanas. Viendo aquel estropicio me asaltó un sentimiento de nostalgia hacia tanta vida de pacientes y tanto trabajo de compañeros adherido a aquellas paredes y techos y pavimentos, tantas ilusiones y alegrías y tragedias, que iban a desaparecer bajo la acción implacable de la piqueta albañilera. Y pensé que sería bueno rescatar los nombres de algunos de los compañeros más ilustres, de nuestros devanceiros, y sacarlos a vida aunque fuera la frágil y volandera de un artículo.
Y así, bajo una fotografía de los sentenciados pabellones rojos apareció este
MANES DE UN VIEJO HOSPITAL
Sunt aliquid Manes: letum non omnia finit
Propercio
Publicado en la Revista Ejercito, núm. 561, Oct. 1986, pág. 85-90
En el libro homenaje al Centenario de nuestro Hospital (l996), libro algo pesado, en sentido ponderal, y no fácil de manejar, bajo el epígrafe “Tres Cirujanos”, pág. 147, incluimos una transcripción, con ligeras modificaciones, de las Vidas Paralelas de Gómez Ulla y Bastos Ansart, que constituyen al artículo de los Manes citado, a la que añadimos un tercero en concordia: Manuel Gómez Durán. Y así como no pudimos conocer a D. Mariano por ley de vida y breve aunque emotivo nuestro encuentro inolvidable con Bastos, la relación con Gómez Durán fue más larga y en algún sentido decisiva pues ocupó la mayor parte de nuestra estancia en el Hospital para obtener el Diploma de Cirugía General y Ortopédica. De la huella dejada en nosotros por D. Manuel quiero repetir aquí, como muestra, unas líneas del artículo necrológico a él dedicado en esta Revista, a la sazón Medicina Militar:”Jamás hemos sentido por ningún cirujano español o extranjero una mayor admiración que la que despertó en nosotros D. Manuel Gómez Durán”. Siempre le he considerado como otro Gómez Ulla, un alter Gómez Ulla, un Gómez Ulla redivivo. Ambos gallegos, de buena estatura, gran capacidad de seducción, cirujanos militares eminentes, Académicos ambos… qué más puede añadirse?
Se dice a veces de algún personaje que es irrepetible y esto es bueno aplicado a dictadores tiránicos (todos), pero los benefactores de la gente por qué no han de repetirse?
Y 3.Last. En el libro del Centenario, también de nuestra pluma, hay una semblanza de sor Amparo, colaboradora que fue de Gómez Ulla y nuestra “monja del quirófano”, algo tiene que ver con lo que se trata en este escrito, pag.486
Mis felicitaciones a los autores del artículo gallego.
Villanueva de la Cañada, verano de 2018