La crisis de la pandemia de la COVID-19 ha inducido cambios sustanciales en los procesos de enseñanza, de aprendizaje y de evaluación en la educación superior. En este contexto, parece oportuno considerar cómo las prácticas de evaluación tradicionales pueden/deben reformularse para potenciar el aprendizaje, aumentar la participación de los estudiantes y ofrecerles a todos las mismas oportunidades de éxito.
Los recientes next step insights sobre evaluación desarrollados por el National Forum for The Enhancement of Teaching and Learning [1] de la República de Irlanda enumeran 10 lecciones aprendidas de estos tiempos difíciles. Es importante considerar seriamente nuevos formatos alternativos de evaluación, más allá de las pruebas supervisadas internas; abordar los problemas de equidad y ofrecer a todos los estudiantes las mismas oportunidades para tener éxito mediante la implementación de métodos de evaluación innovadores y diversos; reconsiderar el uso de las evaluaciones periódicas de aprendizaje que comportan decisiones de alta importancia, en favor de una ‘combinación’ de otras posibilidades; trabajar en colaboración con los estudiantes en el diseño de políticas de evaluación para mejorar la competencia y el sentido de propiedad de la evaluación de los estudiantes; desarrollar estructuras institucionales que apoyen a los docentes en el rediseño de las evaluaciones; promover y debatir la integridad académica en las prácticas de evaluación; debatir el papel de la supervisión remota en la evaluación; fortalecer la confianza en la evaluación por parte de todos los involucrados; implementar evaluaciones que respeten la evidencia recolectada antes de la pandemia; y, finalmente, aprovechar las ‘estrategias colaborativas, programáticas e institucionales’ [2] para abordar las vulnerabilidades de los sistemas de evaluación. Estas recomendaciones llaman a la acción a las comunidades educativas, tanto a nivel institucional y departamental como individual. ¿Qué es lo que está al alcance de cada docente?
La evaluación debe alinearse con los objetivos de aprendizaje, estar integrada en el currículo y en los enfoques de enseñanza y aprendizaje. Alinear los programas de evaluación con currículos bien diseñados y con enfoques metodológicos docentes apropiados es crucial para asegurar el éxito de los estudiantes. Los docentes deberían reexaminar sus enfoques y creencias acerca de la mejor manera de lograr tal alineación en sus contextos específicos de enseñanza. Los programas de evaluación deben basarse en la investigación, así, los docentes deben desarrollar su alfabetización sobre la evaluación del aprendizaje de los estudiantes. Por desgracia, las instituciones tienen creencias no escritas y perspectivas no intencionales sobre el currículo y la evaluación (sería el equivalente al ‘currículo oculto’ a nivel de la evaluación) que los docentes asimilan y practican involuntariamente y sin ser cuestionados por los estudiantes. Por ejemplo, existe un acuerdo en que los exámenes finales de alto nivel de los que se derivan decisiones importantes (pasa/no pasa), a menudo sin más retroalimentación para los estudiantes que una calificación numérica, son la forma más adecuada de evaluación en la educación. Esto no es lo que ha demostrado la investigación educativa. La bibliografía también ofrece modelos útiles basados en la investigación para abordar desafíos contemporáneos, como la equidad, la capacidad de los estudiantes y la transparencia en las evaluaciones; un ejemplo es el EAT Framework [3]. La mejora de la comprensión de los principios fundamentales de la evaluación tal vez nunca haya sido tan urgente como ahora, frente al reconocimiento de las vulnerabilidades en la evaluación.
Un comienzo simple es utilizar la heurística ‘evaluación de/para/como aprendizaje’. La evaluación ‘del’ aprendizaje asume que la evaluación es un medio para ‘medir’ una determinada ‘cantidad’ de aprendizaje de los estudiantes. Las pruebas y las calificaciones son los elementos principales y la evaluación del aprendizaje es dominante en los enfoques tradicionales. La evaluación ‘para’ el aprendizaje enfatiza la importancia de las evaluaciones para generar información que los estudiantes puedan usar para su proceso de aprendizaje. La retroalimentación frecuente a los estudiantes es crucial y la integración de tecnologías digitales tiene un gran potencial aquí, proporcionando retroalimentación instantánea y personalizada. La evaluación ‘como’ aprendizaje considera que hacer que los estudiantes desempeñen papeles de evaluador es una experiencia de aprendizaje crucial. Por ejemplo, los estudiantes pueden participar ‘como autoevaluadores o pares, como cocreadores de actividades de evaluación y criterios de calificación’ [4]. La heurística de la evaluación ‘para’ el aprendizaje o ‘como’ aprendizaje debe adoptarse y dominarse para mejorar los programas de evaluación.