Introducción
La enseñanza de la medicina tiene un propósito que va más allá de la adquisición de conocimientos y competencias técnicas. La mayoría de las escuelas de medicina o de ciencias de la salud declara que aspira a formar buenos médicos en el sentido integral de las palabras. En esta línea, hay cada vez más estudios centrados en la enseñanza del profesionalismo, del humanismo y de las llamadas habilidades blandas. No obstante, hasta ahora son escasos los trabajos que abordan la riqueza y el potencial impacto que tienen sobre las biografías de los estudiantes ciertas experiencias ocurridas mientras estudian medicina y en los distintos ámbitos en donde se lleva a cabo la enseñanza.
Asimismo, son ampliamente conocidas las investigaciones que ponen de manifiesto el papel del currículo oculto y del contexto como dimensiones significativas de la enseñanza de la medicina y en el cual intervienen docentes, directivos, integrantes del equipo de salud, la cultura institucional e incluso características físicas de la infraestructura en que dicho proceso ocurre [1-3]. Estos hallazgos ponen el acento en aprendizajes no planificados que se relacionan tanto con contenidos que forman parte del currículo formal como con otros aspectos de lo que implica ser médico y cómo se ejerce la profesión en cada sociedad y cultura particular.
Por otra parte, es común que los docentes de las carreras de Ciencias de la Salud sean testigos de cambios en la conducta, los intereses y el desempeño de sus estudiantes, que ocurren a veces de manera inesperada. Estos cambios se atribuyen, con frecuencia, a su proceso natural de maduración y a la adaptación a la vida universitaria. Sin embargo, hay situaciones que son disparadoras de estas transformaciones y que pasan desapercibidas si no se identifican deliberadamente. Es así como el impacto de experiencias como ver morir a un paciente, aprobar un examen o simplemente una palabra o gesto no siempre es fácilmente detectable para quienes intervienen activamente en estas situaciones. Aún más, su efecto sólo es reconocido tiempo después de su ocurrencia cuando se narran los recuerdos de las experiencias vividas durante el transcurso de la formación.
Se llama puntos de inflexión o turning points a estos eventos clave que modifican las trayectorias vitales y cuyo origen radica en diversas situaciones o acontecimientos ocurridos durante la formación. Estas modificaciones o cambios pueden variar en los estudiantes. Algunos adoptan una nueva postura ante el ejercicio de la profesión, otros se cuestionan acerca de las motivaciones profesionales e incluso otros deciden modificar el rumbo de la propia vida, en definitiva, transforman aspectos que se relacionan con la identidad personal y profesional.
¿Qué significa y cuándo podemos hablar de turning points?
La traducción del término turning points alude a dos componentes: por una parte, un cambio en la dirección (turning) y un momento (point), es decir, ocurren en un tiempo específico, tanto cronológico como vivencial. Han sido definidos en la bibliografía como: ‘eventos crucialmente importantes en la historia de vida’ [4], ‘hechos bisagra, en los que es posible determinar un antes y un después’ [5] o ‘episodios particulares de la propia historia de vida en los cuales se experimentan un cambio o una transición importantes en la comprensión de sí mismo’ [6].
Estas modificaciones en la trayectoria se expresan de modos variados; por ejemplo, tomar una decisión que se traduce en ‘torcer’ el recorrido previsto (hacer algo diferente a lo planificado) o poner en marcha procesos de reflexión acerca de sí mismo y de la forma de ver el mundo circundante (repensar y profundizar sobre lo que se quiere ser y hacer), es decir, se constituyen en oportunidades para darle un nuevo sentido a la propia existencia. Esto significa que el efecto es a largo plazo; las situaciones dejan huellas en distintos aspectos de la vida de la persona.
Si bien durante el paso por la facultad (en las prácticas, las clases, los hospitales y los centros de atención) casi cualquier situación podría convertirse en turning point, sólo para algunos estudiantes cumplirán esta función. Se puede afirmar que el ámbito educativo constituye un espacio potencial para que los turning points ocurran, pero, debido a su falta de visibilidad, no suelen identificarse como tales [7]. Qué permite a una situación convertirse en un punto de inflexión para la vida de un estudiante es una pregunta aún sin respuesta. Una conversación con un docente puede provocar que un estudiante decida abandonar la carrera o bien continuar a pesar de fracasos reiterados, pero para otro alumno esto es simplemente un evento desapercibido. Un estudiante señala que, después de atender a un paciente en el final de la vida, pudo reorientar la elección de la especialidad; en cambio, otros pasan por esta experiencia sin transformarse. Esto significa que un mismo evento puede actuar como turning point para un estudiante y no así para otro, e incluso puede tener efectos opuestos (positivo o negativo) o bien neutros.
La forma en que se reconoce que ha ocurrido un turning point también puede variar. Con frecuencia se descubren de forma retrospectiva, cuando se mira la vida hacia atrás y se toma conciencia de alguna situación que llevó a modificar o a profundizar el camino elegido. La persona reconoce también transformaciones en su forma de pensar, de sentirse y de comprender el mundo circundante [8]. Consisten en cambios diferentes a los evolutivos o normativos, ya que están originados en situaciones tanto inesperadas como cotidianas, de cualidad e intensidad diversas. Deben distinguirse de las llamadas experiencias transformadoras [9] y que se vinculan a aprendizajes que tienen un alto componente emocional, de las experiencias cumbre [10] relacionadas principalmente con sentimientos de bienestar y autorrealización, y de las epifanías [11], que aluden a cambios abruptos o súbitos en la vida de una persona que surgen ante problemas o crisis que despiertan vivencias intensas de carácter místico y/o religioso. Estos conceptos describen experiencias que adquieren características diferenciales; en cambio, los turning points tienen cualidades inespecíficas y un amplio alcance en la vida de las personas.
¿Cómo se pueden explorar los turning points?
Estudiar los turning points implica adentrarse en la subjetividad de cada persona y en las huellas que dejan algunos acontecimientos sobre la propia vida. El método más apropiado para explorarlos es el biográfico, es decir, a través de las historias o relatos que las personas cuentan acerca de su vida. Esto exige desarrollar habilidades para descubrir los eventos clave en las narraciones de las personas; es necesario escucharlas y comprenderlas para dar cabida a cómo cada uno le da sentido e interpreta lo que ha vivido. Si bien es posible acudir a la documentación para acceder a determinadas etapas o episodios de la vida, la memoria narrativa o autobiográfica es única e intransferible.
Para McAdams y MacLean, las historias que cada persona cuenta acerca de las experiencias vividas constituyen una evidencia de lo que cada uno es: ‘nosotros somos contadores de historias y somos lo que contamos en la historia’ [12]. Toda narración permite, entonces, indagar en la forma de ver el mundo y de representarse a uno mismo.
En la medicina narrativa, por ejemplo, se ha trabajado ampliamente con el análisis de las historias que los pacientes cuentan sobre sus enfermedades [13] para dar cuenta del valor que tiene la forma en que cada persona captura e interpreta lo que le está ocurriendo.
Retos o desafíos para la educación médica
Reconocer que los turning points son una realidad que de alguna manera influye en la vida de nuestros estudiantes permite estar atentos a la influencia que pudieran tener en su propio desarrollo profesional y personal. En la medida que esos puntos de inflexión puedan conocerse, identificarse y eventualmente promoverse, podríamos contribuir a lograr que cada uno de nuestros estudiantes fuera desarrollando su propia identidad profesional y transformando sus caminos de manera individual y contextual. Cabe preguntarse también acerca de la cualidad de los turning points que se quieren promover; si su impacto puede variar en los estudiantes, es necesario profundizar en la forma en que una situación se convierte en un cambio positivo o negativo.
No hay duda de que el proceso de identificación de los turning points exige un esfuerzo y un enfoque que van más allá de la investigación clásica y que requieren la colaboración interdisciplinaria enfocada prioritariamente al estudio de las historias de vida de cada estudiante y la narración que éste pudiera hacer. La idoneidad del investigador en reconocer e interpretar adecuadamente estas historias permitirá tener una concepción realista de estos puntos de inflexión. En la medida que se puedan hacer visibles, escuchar y mirar en profundidad, y entender si hay factores comunes a todos ellos, tanto en su generación o aparición como en su reconocimiento, se podrá promover su existencia para una mayor y mejor formación profesional en medicina.