El mantenimiento de un óptimo estado de salud es un tema de relevancia que ha llevado a científicos/as y clínicos/as a estudiar, investigar e innovar con el fin de disminuir las brechas y vacíos existentes de conocimiento. Actualmente, la epidemiología nutricional es un área de investigación que cobra cada día más importancia, cuyo objeto de estudio se centra fundamentalmente en el rol de la alimentación en el proceso salud-enfermedad.
A partir del estudio del consumo dietético y su relación con las enfermedades crónicas, se ha observado que la dieta es uno de los factores modificables que influyen directamente en la prevención de estas enfermedades1. Además, el interés en estudiar la relación de la dieta con enfermedades transmisibles ha aumentado considerablemente. Por ello, estimar la ingesta alimentaria o evaluar patrones de consumo de alimentos en diferentes poblaciones es fundamental en la práctica de la dietética.
La evaluación de la ingesta alimentaria se ha realizado tradicionalmente mediante el uso de recordatorios de 24 horas, registros de alimentos o cuestionarios de frecuencia de consumo de alimentos. El recordatorio de 24 horas estima la ingesta alimentaria reciente a través de una entrevista en la que se registra el tipo y la cantidad de todos los alimentos y bebidas consumidos durante el período anterior de 24 horas2. No obstante, la aplicación de un único recordatorio de 24 horas no refleja la ingesta habitual, por lo que se recomienda la aplicación de tres recordatorios de 24 horas durante una semana, incluyendo entre los días recogidos un día de fin de semana3. El registro de alimentos consiste en pesar y registrar el consumo de alimentos por un período de tiempo que puede ir de 3 a 14 días (incluyendo al menos un día en fin de semana). Este método es considerado uno de los más exactos; sin embargo, se ha observado que pesar y registrar la ingesta por varios días provoca que los sujetos cambien sus patrones alimentarios, generando un sub-reporte en la ingesta diaria4. Finalmente, el cuestionario de frecuencia de consumo permite, a partir de un listado de alimentos y bebidas, estimar la frecuencia de consumo de cada alimento en un periodo de tiempo determinado. Esta herramienta es la más utilizada en estudios epidemiológicos de gran tamaño muestral al tratarse de una herramienta de bajo costo, rápida y eficaz que permite clasificar a los individuos en diferentes niveles de consumo de nutrientes, alimentos, patrones alimentarios y/o calidad de la dieta por diversos índices5.
El desafío principal en la aplicación de estos métodos para la evaluación de la ingesta alimentaria es la naturaleza subjetiva de la recolección de los datos debido a que está supeditada a la memoria de los/as participantes. En este sentido, es común que los/las participantes no recuerden lo que han consumido, no registren todos los alimentos consumidos o los ingredientes específicos o tengan dificultad para estimar el tamaño de las porciones con exactitud. Es así como estos métodos han mostrado subestimar la ingesta alimentaria6,7. Esta subestimación depende de varios factores, tales como el tipo de alimento consumido, la edad, el sexo, el nivel educacional, la motivación, la composición corporal del entrevistado, la presencia o no de restricciones dietéticas, entre otros6. Ante esta situación, se recomienda entrenamiento y práctica de la persona responsable de la entrevista, proporcionar un ambiente relajado para el sujeto entrevistado y preguntar sobre las actividades del día anterior para refrescar la memoria del sujeto. Por otra parte, generalmente estos cuestionarios no recogen las técnicas dietéticas aplicadas a los alimentos, que impactan finalmente en la calidad de la dieta.
Ahora bien, a pesar del potencial sesgo de memoria, el cuestionario de frecuencia de consumo continúa siendo una buena opción para estudiar los patrones alimentarios en estudios epidemiológicos. No obstante, es importante que estos cuestionarios estén adaptados culturalmente y validados en la población donde van a ser utilizados. Sin duda alguna, los datos obtenidos a partir de las metodologías convencionales han sido de gran utilidad para generar recomendaciones clínicas, desarrollar políticas públicas y establecer factores modificables para las enfermedades crónicas; sin embargo, es necesario profundizar en nuevas metodologías para la evaluación de la dieta en la población que sean más exactas. Adicionalmente, se debe considerar la situación sanitaria que atraviesa la población mundial en la actualidad. La pandemia por COVID-19 nos ha obligado a utilizar con mayor frecuencia los medios digitales para recopilar información relacionada con la dieta. En este sentido, a partir de la aplicación de encuestas digitalizadas anónimas y masivas, se han publicado diversos estudios en los que se evalúa el impacto del confinamiento sobre el consumo de alimentos o los cambios en los patrones alimentarios8.
Nuevos métodos y herramientas tecnológicas se han desarrollado para intentar solventar las posibles limitaciones de estos métodos. Se han descrito tres métodos alternativos9: i) los dispositivos para controlar la ingesta alimentaria a través de sensores, ii) los métodos fotográficos basados en teléfonos inteligentes vinculados a bases de datos de alimentos y, iii) una ecuación predictiva basada en mediciones frecuentes de la masa corporal por un periodo prolongado de tiempo. Si bien estudios preliminares muestran que, en comparación con los métodos tradicionales, estas nuevas tecnologías son capaces de estimar de manera más exacta la ingesta alimentaria10, recomendamos que sean utilizados con precaución ya que aún son necesarios estudios sólidos de validación que avalen su aplicación.
El equipo editorial de la Revista Española de Nutrición Humana y Dietética, invita a sus lectores/as a reflexionar, innovar y contribuir con la creación de herramientas más exactas para obtener información para la evaluación de la ingesta alimentaria en diferentes poblaciones. Mientras que esto llega, siendo conscientes de las limitaciones que cada herramienta y método de evaluación conlleva, motivamos a que se sigan realizando estudios epidemiológicos con diseños longitudinales, cálculos de tamaños muestrales adecuados y cuestionarios de frecuencia de consumo de alimentos previamente validados en las poblaciones objetivo.