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RCOE

versión impresa ISSN 1138-123X

RCOE vol.8 no.2  mar./abr. 2003

 

Prevalencia y etiología de los traumatismos
dentales. Una revisión

Prevalence and etiology of dental trauma. A review

García-Ballesta, Carlos*
Pérez-Lajarín, Leonor*
Castejón-Navas, Isabel**

*Profesor Titular.
**
Profesor Asociado.
Facultad de Medicina y Odontología. Universidad de Murcia.

 

Correspondencia
Carlos García Ballesta
Facultad de Odontología.
Hospital Morales Meseguer 2ª planta
Avda. Marqués de los Vélez s/n
30008 Murcia

 

Resumen: En el mundo occidental los traumatismos dentales están adquiriendo una relevancia importante dentro de la profesión dental. El objetivo del presente artículo ha sido realizar una revisión bibliográfica sobre los estudios de prevalencia y etiología de los traumatismos dentales, desde 1995 hasta la actualidad. Método: analizar los estudios publicados en la bibliografía médica, utilizando el buscador Medline. Resultados y conclusiones: se constata que la prevalencia es elevada, y entre las causas que los provocan, las actividades deportivas, el estado emocional y la violencia ocupan un papel preponderante.

Palabras clave: Traumatismo dental, Prevalencia, Etiología.

Abstract: Dental trauma are acquiring increased importance in the dental profession in the western world. The aim of the present study was to offer a bibliographic review of the prevalence and etiology of dental trauma from 1995 to the present time. Method: An analysis of the studies published in medical literature has been made, using the Medline searching device. Results and conclusion: The prevalence is seen to be high, and the predominant underlying causes involve sports activities, emotional states and assault.

Key words: Dental trauma, Prevalence, Etiology.


        Fecha recepción: 02-12-02        Fecha última revisión: 16-12-02        Fecha aceptación: 17-03-03


BIBLID [1138-123X (2003)8:2; marzo-abril 113-244]

García-Ballesta C, Pérez-Lajarín L, Castejón-Navas I. Prevalencia y etiología de los traumatismos dentales. Una revisión. RCOE 2003;8(2):131-141.

 

Introducción

Aunque hoy en día los traumatismos dentales son la segunda causa de atención odontopediátrica tras la caries, en un futuro muy cercano, la incidencia de las lesiones traumatismos constituirán la principal demanda de atención. Los traumatismos dentales se caracterizan porque no se rigen por un sólo mecanismo etiopatogénico, ni siguen un patrón predecible en cuanto a la intensidad o extensión. Para obtener buenos resultados terapéuticos se necesita un enfoque multidisciplinario, con la participación de todas las especialidades de la odontología. Igualmente dentro de un programa dinámico de la actividad deportiva y la agudización notable de la violencia en los medios urbanos, el tratamiento de los traumatismos en la región orofacial constituye un asunto de enorme actualidad para el profesional de la odontología. Hasta 19941** ha sido posible constatar que la prevalencia de los traumatismos dentales era alta, siendo las causas fundamentales los accidentes escolares y las actividades deportivas convencionales. Bajo la hipótesis de que en una sociedad tan cambiante como la actual, donde los patrones de vida y actitudes sociales en niños y adolescentes han sufrido un cambio radical, pensamos que la prevalencia tendería a subir y los factores etiológicos a modificarse.

El objetivo de esta revisión es analizar, a partir de estudios publicados en la literatura médica, la prevalencia y etiología de los traumatismos dentales en estos últimos años. Para ello el método seguido ha sido realizar una búsqueda bibliográfica utilizando Medline y todas aquellas publicaciones nacionales y extranjeras en las que apareciesen como palabra clave, traumatismo dental, prevalencia y etiología, acotando la búsqueda desde 1995 hasta 2002, así como las monografías publicadas.

Los apartados que se analizaron fueron los siguientes: prevalencia e incidencia, etiología y factores de riesgo para sufrir un traumatismo dental.

Prevalencia e incidencia

1. Prevalencia

En los estudios realizados hasta 19941** la prevalencia oscilaba entre el 4,2%-36%. La diferencia de cifras tan considerable se debe a múltiples factores, como la denominación de las lesiones, lugar del estudio, población analizada, edades y país. Desde ese año, los estudios de prevalencia han oscilado en los mismos valores (tabla 1)2**.

Los picos de máxima frecuencia de traumatismos en la dentición permanente, en niños escolarizados, se encontraba entre los nueve y los diez años.

La prevalencia en la dentición temporal, de acuerdo con los estudios prospectivos y retrospectivos, variaba desde el 4% al 33%, con un pico máximo entre los diez y los veinticuatro meses.

2. Distribución por genero

En la dentición permanente los varones sufren, estadísticamente, más lesiones que las mujeres. La relación niño:niña varía entre 1,3-2,3:1. La diferencia por genero en la dentición temporal no es tan evidente, variando la relación niño:niña de 0,9-1,3:1, e incluso algo más altas2**.

3. Localización

En la totalidad de los análisis epidemiológicos, el diente más afectado fue el incisivo central superior, seguido por el lateral superior e incisivo central inferior. El ángulo me-sioincisal es el que se fractura con más frecuencia.

4. Tipo de lesión

Para la dentición permanente la mayoría de los estudios señalan que la lesión más frecuente es la fractura de la corona no complicada, mientras que en la dentición temporal son las luxaciones (tabla 2). En el niño preescolar, el proceso alveolar tiene espacios medulares grandes y es relativamente flexible. Además, el ligamento periodontal -que actúa como una «hamaca fisiológica»- es muy elástico, permitiendo que ante un ligero traumatismo, los dientes, al no estar firmemente sujetos, se desplacen en vez de fracturarse. En contraste, la dentición permanente sufre más fracturas que luxaciones, debido fundamentalmente a la menor proporción corona/raíz y a que el hueso alveolar es más denso.

 

5. Número de lesiones

El número de dientes lesionados por paciente oscila entre 1,1 y 2, dependiendo de varios factores: la clasificación usada, el tipo de análisis (prospectivo o retrospectivo), la muestra y el lugar donde se practica el examen. Muy pocos trabajos se centran en valorar la existencia de varias lesiones isocronas. Predomina la afectación de un sólo diente, cuando el estudio se realiza en la escuela o en la clínica dental. Los estudios realizados en el hospital, o bien encuentran similar proporción en uno o dos dientes, o en más de dos dientes2**.

Etiología

1. Caídas

Una gran parte de las lesiones en los dientes temporales acontecen entre el primer y el segundo año de vida, la etapa preescolar. Cuando el niño comienza a andar, a veces, cae hacia delante, tropezando sobre sus manos y rodillas. La falta de coordinación les impide protegerse de los golpes contra muebles y objetos. La causa más frecuente es el choque contra las mesas bajas; por lo que es aconsejable que los padres las retiren hasta que el niño camine con más seguridad. Las caídas desde las «tronas altas», son también motivos habituales de lesiones dentales. Entre los tres y cuatro años la causa más frecuente se produce jugando en la guardería o en los parques, y el choque entre niños (tabla 2).

 2. El niño maltratado

El problema del maltrato infantil es un tema de frecuente noticia en los medios de comunicación, siendo el ejemplo por excelencia de la importancia del niño para construir su propio mundo. El maltrato es un problema mundial, considerándose en algunos países una verdadera epidemia, y en otros una pandemia. Afecta a personas de todas las edades, generalmente niños y mujeres3, sin distinguir raza, religión y posición social4*. En España, al no existir un registro oficial, no hay datos seguros, aunque en el año 2001 se evidenció que 1 de cada 1.000 niños sufren maltrato físico5.

En lo que respecta a las agresiones físicas, a pesar de que sigue siendo aceptada la denominación de «síndrome del niño maltratado», algunos autores prefieren denominar a las lesiones que acompañan al cuadro, como «lesiones no accidentales»1**.

El adulto agresor, que por lo general también ha sido víctima del maltrato, tiene poca capacidad de enfrentarse a las situaciones de la vida (nerviosismo, cólera, frustraciones), y a menudo no tiene conciencia verdadera de su actitud violenta. El maltrato suele ser producido por los padres -en particular la madre-, los tutores, o cuidadores de los niños6. Respecto a las características del niño maltratado, los índices más altos (74,8%) se dan cerca de los tres años, y afectan a los que necesitan más atenciones (en particular los discapacitados), los hijos adoptivos, hijastros y otros niños que integran el núcleo familiar. Con relación al genero, los niños sufren más maltrato a los tres años y entre los ocho y los once; mientras que en el genero femenino es más frecuente a los tres y nueve años7.

2.1. Manifestaciones clínicas

El odontólogo quizá sea el profesional sanitario que con más frecuencia pueda observar las lesiones por maltrato, pues entre el 50 y el 70% de los casos presentan lesiones en la cara y la boca, pero escasos dentistas tienen información de dicha entidad, por lo que en la mayoría de las ocasiones pasa desapercibida8. Y esto es importante por dos motivos: 1) estos pacientes pueden acudir a las consultas dentales en busca de tratamiento para estas lesiones al ser menos graves o bien por otras razones, como evitar la sanidad pública donde se «hacen más preguntas» y 2) los padres que maltratan a sus hijos llevan raramente al niño al mismo médico; sin embargo no son tan cautos o precavidos acerca de los dentistas. De ahí la importancia que ante un traumatismo dentofacial el odontoestomatólogo conozca y explore una serie de datos que le puedan hacer sospechar la evidencia de maltrato. Así, es de gran valor la consideración cuidadosa de las siguientes circunstancias:

2.2. Signos de sospecha

1) El aspecto físico (ropa, higiene externa, pelo) suele ser lo que denominaríamos «niño sucio», lo que podría demostrar una carencia de cuidados afectivos en su bienestar.

2) Casi siempre van a solicitar tratamiento con muchas horas, a veces días, después de ser golpeados.

3) Los padres alegan en un porcentaje alto lesiones accidentales. Curiosamente no suelen relatar que las lesiones se deban a peleas con compañeros, en el colegio o la guardería.

4) Existe una discrepancia marcada entre los datos referidos por los padres y los que se obtienen por la inspección y la exploración.

5) La actitud del niño suele ser de indiferencia. A menudo su cara es triste y temerosa. Puede esbozar gestos de defensa al intentar aproximarnos a él. Durante la exploración lo encontramos apático, no habla aunque se le escape alguna lágrima. Parece cansado y de mayor edad de la que tiene. Durante el tratamiento tiene un llanto débil, similar al del niño cooperador tenso.

6) Es frecuente encontrar un retraso psicomotor para su edad, debido a su escasa estimulación psicológica y afectiva por parte de la madre.

2.3. Lesiones características

No todas las lesiones se van a localizar en la boca, ni todas van a corresponder al niño maltratado, pero el dentista informado debería de sospecharlo al cotejar un conjunto de signos. Los más destacados son:

2.3.1. Lesiones cutáneas

Son una de las expresiones clínicas más concretas y frecuentes ya que es en la piel donde el niño recibe gran cantidad de golpes. Las peculiaridades de las lesiones delatan su carácter no accidental. Así se observan contusiones, hematomas, arañazos y equimosis en zonas no prominentes (orejas, mejillas), o en la parte distal de las extremidades (tobillos, muñecas), cosa que no suele ocurrir con las contusiones habituales que aparecen en las caídas o jugando, que se localizan en las rodillas, codos, o espinillas. La caída del tobogán suele ser la justificación de los hematomas periorbitarios (imagen del antifaz) (fig. 1) de tipo intencionado, aunque la unilateralidad no descarta una acción deliberada.

 

En resumen, son lesiones múltiples, localizadas en diversos lugares y asociadas con otras manifestaciones. El tiempo de curación de una lesión depende de la fuerza con que se produce, y según la coloración que adopte es posible saber, con cierta exactitud, cuando ocurrió. El contorno de una contusión, que se aprecia con mayor claridad con el paso de tiempo, indica la forma del objeto que golpeó (mano, cuerda, cinturón), ya que queda impreso en la piel (imagen en espejo). La alopecia traumática occipital aparece con frecuencia. A veces la capacidad de agredir puede llegar incluso al intento de asesinato, observándose señales de estrangulamiento.

2.3.2. Quemaduras

Suponen hasta un 10% de las lesiones físicas por maltrato. Las de la zona orofacial pueden estar originadas por la toma forzada de alimentos demasiado calientes o sustancias cáusticas4*.

Las quemaduras intencionadas con cigarrillos -que suelen localizarse en la cara, la frente y las manos- (fig. 2) van a producir lesiones uniformes y circulares «en sacabocados», con una escara central negra que al curar deja una cicatriz en cráter. En las manos, se diferencian de las quemaduras accidentales porque en éstas, los contornos son imprecisos y dentro de la misma lesión hay diferentes grados de quemadura.

 

2.3.3. Mordeduras

Si es producida por un humano, muestra un patrón elíptico u ovoide en la piel, a diferencia de las mordeduras animales, que dejan un patrón de arcada más triangular4*. Las mordeduras que no producen herida son visibles sobre las veinticuatro horas, mientras que en las que sí hay, la huella permanece varios días en función del espesor del tejido; en tejidos delgados duran más tiempo4*.

2.3.4. Otras lesiones

Pueden aparecer lesiones en distintas localizaciones (huesos, ojos, sistema nervioso central, genitales, etc.), que escapan al contenido de este artículo, y que por su gravedad son atendidas en los servicios hospitalarios.

2.3.5. Lesiones intrabucales

Aunque como hemos referido, la mayoría de las lesiones se van a centrar en la cara, fundamentalmente contusiones, la cavidad bucal también puede ser lesionada, bien en forma de abrasiones o laceraciones mucosas, luxaciones o fracturas dentarias. La prevalencia varía entre el 3 y el 6%.

Con mucha frecuencia, el mecanismo patogénico de la lesión intrabucal consiste en la introducción forzada por parte de los cuidadores, y de forma violenta, de objetos como chupetes, tenedores o cucharas; siendo típica la lesión consistente en laceraciones en la mucosa labial, y luxaciones dentales laterales. La rotura del frenillo superior causada por estos motivos, o por taparle la boca bruscamente al niño cuando está llorando (iría acompañada de un hematoma peribucal) es un signo casi patognomónico4*.

Si se golpea la boca de forma directa, es posible encontrar fracturas o luxaciones de los incisivos superiores, con la marca de los mismos en la parte interna de los labios.

La cavidad bucal puede presentar lesiones por abuso sexual. La rotura del frenillo lingual o el hallazgo de un eritema o petequias, sin causa, en la línea de unión entre el paladar blando y duro puede indicar una felación.

El examen radiográfico también nos puede ser de mucha utilidad, pues casi el 50% de los pacientes suelen ser maltratados repetidamente. Así, en la exploración radiográfica podemos encontrar evidencia de lesiones previas, como fracturas de raíz mal consolidadas, rarefacción periapical, obliteración pulpar y alteración de los gérmenes dentarios en desarrollo.

3. Actividades deportivas

Las lesiones traumáticas son casi endémicas en el deporte, sobre todo en la adolescencia. Hoy día, al hacerse extensiva la práctica deportiva entre los niños, e incluso entre los adultos, una gran parte de la población está expuesta. No sólo hay muchos niños que practican deporte, sino que también empiezan a hacerlo a edades más tempranas y en unos niveles superiores de intensidad y competición.

La prevalencia de las lesiones dentales durante la práctica deportiva llega a ser hasta de un 45%, siendo las más frecuentes las luxaciones y fracturas dentoalveolares1**.

Las lesiones se producen habitualmente durante los partidos y no durante los entrenamientos, excepto en la gimnasia. También lo son en los deportes no organizados, y en niños que practican más de un deporte9. De igual forma ocurre en los deportes de equipo -baloncesto, waterpolo, balonmano, béisbol, rugby- debido al mayor número de contactos, pero las lesiones son menos graves que las que aparecen cuando se practican de manera individual, como el ski10. En Estados Unidos, de los deportes en equipo, las tasas más altas de lesiones orales se dan en el baloncesto y el béisbol. En el rugby americano, por el uso obligatorio del casco y el protector bucal, la incidencia es baja, a diferencia del rugby europeo, en que las tasas son altas11.

Aunque para algunos autores12 la variable más importante relacionada con la posibilidad de sufrir un traumatismo es haber sufrido una lesión previa, se mencionan otras, como el sexo y los factores antropométricos.

3.1. Sexo

Los chicos son más propensos a sufrir un traumatismo dental que las chicas, variando el índice de lesión entre ambos sexos de 1,2 a 3. Pero entre ellas, y cuando se valoran los deportes en equipo, no hay disciplina que produzca más lesiones13.

3.2. Factores antropométricos

El crecimiento es una variable inherente de peligro, puesto que el niño tiene que acoplar sus habilidades deportivas a las proporciones de su cuerpo, en continuo cambio. Cuando el niño se encuentra en un «pico» de crecimiento -se expresa primero en los huesos largos y después en la musculatura- hay una pérdida notable de flexibilidad, lo que explicaría en cierto modo, que la práctica deportiva sea una de las causas más frecuentes de lesiones dentales en los adolescentes. Los niños con tendencia a la obesidad, quizás por la dificultad de movimientos, tienden a sufrir más lesiones.

Las proporciones corporales, a menudo, contribuyen a que un niño decida participar en un deporte determinado (baloncesto, balonmano, rugby, artes marciales), que en sí mismo es un factor de riesgo.

Por último, se señalan algunos factores que son cuestionables. Así, parecen que son más propensos a lesionarse los adolescentes que son zurdos y los que portan aparatología de ortodoncia fija2**.

4. Accidentes de tráfico

En una serie14 llega a suponer el 24,1% de los traumatismos incisales. Se observan con más frecuencia en los adolescentes y los adultos jóvenes, entre quince y veinte años, que circulan en motocicleta sin casco. Las lesiones afectan a la cara, la boca y los dientes.

Los niños situados en el asiento delantero de un coche –de pie o sentados- están en una postura muy comprometida, ya que tras un frenazo violento, pueden golpearse la cara contra el salpicadero. Este tipo de accidente se caracteriza tanto por lesiones óseas, como de tejidos blandos (labio inferior y mentón). La obligatoriedad del casco en la conducción de motocicletas, el cinturón de seguridad y el «air bag» en los automóviles, ha minimizado mucho las lesiones bucales.

Dentro de los accidentes de tráfico podemos considerar las caídas de la bicicletas, que en varios trabajos son una de las causas más frecuentes de traumatismo15-17, afectando a un 40% de los niños que practican el ciclismo. Las lesiones más frecuentes son la abrasión facial, las contusiones bucales y las fracturas dentoalveolares. Se ha evidenciado que las bicicletas de montaña, producen más lesiones que las convencionales17.

5. Peleas, violencia

En alguna investigación18 realizada en niños de nueve a doce años es la causa más frecuente de lesiones dentales, suponiendo el 42,5% de todos los traumatismos, lo que constituye un serio problema de salud pública dental. Las lesiones se caracterizan por afectar fundamentalmente al ligamento periodontal (luxaciones laterales, avulsión); aunque también son frecuentes las fracturas de la raíz o del proceso alveolar (fig. 3).

 

6. Otras causas

6.1. Traumatismos de origen patológico

Existen otras circunstancias que podemos englobar como de etiología patológica, en las que se incluyen aquéllas que debilitan al diente o sus estructuras de soporte y también situaciones yatrogénicas, cómo las maniobras de intubación durante la anestesia general.

6.2. Epilepsia

Los pacientes epilépticos pueden presentar riesgos especiales con relación a las lesiones dentales, al caerse durante una crisis convulsiva. Un estudio reciente19 refiere que gracias al control más efectivo de esta enfermedad mediante fármacos, la posibilidad de sufrir un traumatismo oral es similar al de la población general.

6.3. Amelogénesis imperfecta

Es un trastorno hereditario del esmalte que se presenta bajo tres formas (hipoplásica, hipocalcificada o hipomadura). En la forma hipoplásica –no se forma esmalte- o en la hipocalcificada –el diente erupciona con todo el esmalte, pero al estar pobremente mineralizado se desprende con facilidad- son frecuentes las fracturas complicadas de corona.

6.4. Dentinogénesis imperfecta

Es una alteración de la dentina que puede presentarse aisladamente o asociada a osteogénesis imperfecta. La lesión típica es la fractura espontánea de la raíz, atribuible a la disminución de la dureza de la dentina, que ante el más pequeño traumatismo (accidental u oclusal), hace que la raíz se fracture. Lo mismo ocurre en la displasia dentinaria (en concreto la de tipo II), en que la fractura espontánea de la raíz es atribuible al extremo adelgazamiento de la misma.

6.5. Anestesia general

Las maniobras de intubación pueden, al introducir en la boca instrumentos rígidos y apoyarse sobre los dientes, fracturarlos. También se pueden dañar los dientes en desarrollo durante los actos anestésicos en el período neonatal. La prevalencia se estima en un traumatismo dentario cada 1.000 intubaciones. No obstante, con la información que los anestesistas tienen sobre la posibilidad de poder lesionar un diente, la posibilidad es más remota. Igualmente, la utilización de endoscopios rígidos puede provocar alteraciones, tanto en los dientes como en la mucosa oral.

6.6. Traumatismos asociados con autoagresión

Un determinado número de procesos patológicos se asocia a lesiones orales por mordida autoprovocada debido a trastornos neuromusculares. El síndrome de Lesch-Nyhan es una alteración hereditaria del metabolismo de las purinas, cuyo síntoma más sorprendente es el comportamiento autodestructivo compulsivo que presentan. Los niños mayores se muerden los dedos, los labios y la mucosa oral, lo que produce automutilación. Aunque sienten dolor, sufren una urgencia compulsiva tan irresistible que se hace necesario sujetar a los pacientes.

Factores de riesgo

Los traumatismos se asocian a una serie de factores predisponentes bien estudiados. Entre ellos destacaríamos los siguientes:

1. Resalte acentuado e incompetencia labial

Un importante factor de riesgo es la existencia de un resalte acentuado y el incompleto cierre labial (fig. 4). Las necesidades de tratamiento ortodóncico tienen gran importancia. Una clase II de Angle con resalte superior a 4 mm, un labio superior corto incompetente, o la respiración bucal, aumentan, todos ellos, el riesgo de fractura. La mayoría de los estudios afirman que la prevalencia de las lesiones dentales aumenta de forma paralela a la protrusión de los incisivos. Nguyen y cols20 en 1999, realizaron un metaanálisis de las publicaciones relacionadas durante 30 años. Concluyeron que la probabilidad era mayor cuando la protrusión excedía los 4 mm. La frecuencia de estas lesiones se duplica entre los 2 y 4 mm.

 

Respecto a la dentición temporal, los autores, con excepciones, en- cuentran una gran relación entre protrusión y fractura. Sólo un trabajo asocia la mayor tasa de traumatismos en niños con sobremordida y mordida cruzada, frente a los que presentaban mordida abierta. Similar tendencia se ha observado en niños con un incremento de la altura facial inferior.

La competencia del cierre labial es otro importante factor de predicción. Los niños que muestran un labio superior corto -definido como un labio que cubre menos de un tercio de la corona- tienen mayor probabilidad de fracturarse los dientes. Se ha comprobado que las lesiones son más frecuentes en los jóvenes que tocan instrumentos de viento.

2. Estado emocional

Los pacientes que presentan situaciones de ansiedad tienen más riesgo de sufrir un traumatismo dental21*. Se investigaron los niveles de catecolaminas urinarias en niños con historia previa de traumatismos dentales, observando que los que habían tenido una experiencia traumática, presentaban unos niveles significativamente altos de epinefrina, con relación a los que no habían sufrido traumatismo. Para confirmar la hipótesis los mismos autores realizaron estudios prospectivos con los mismos pacientes durante dos años, confirmando que cerca del 46% volvían a tener una lesión, y que los niveles de catecolaminas urinarias se mantenían altos. Estos datos avalan que el estado emocional es un prominente factor de riesgo en las lesiones dentofaciales22*.

3. Factores personales y sociales

El elevado consumo de alcohol en adolescentes y la historia de lesiones previas se han asociado con una alta tasa de fracturas21*. Respecto al estatus socioeconómico, los estudios no son concordantes, pues hay autores que encuentran mayor prevalencia en niños de niveles socioeconómicos bajos23, niveles altos24, o no encuentran diferencias25.

Se ha apreciado que los hijos únicos o los de parejas divorciadas son más proclives a fracturarse algún elemento de la cavidad bucal26. En cuanto a la etnia, los estudios ofrecen cifras dispares. Así en 1996, en una investigación realizada en Estados Unidos27 se observó que la prevalencia era superior en los niños no caucasianos. En el año 2001, no se encontraron diferencias significativas entre blancos, afroamericanos e hispanos28.

4. Variaciones estacionales

Parece existir una relación entre el clima, la época del año, las vacaciones e incluso el día de la semana y la frecuencia de las lesiones. Las escasas observaciones indican que son más frecuentes en invierno y verano, y en los fines de semana29.

Conclusión

Parece demostrado que la prevalencia de los traumatismos dentales en estos últimos años permanece alta, y entre las causas que los provocan, las actividades deportivas violentas, el grado de actividad emocional y la violencia están adquiriendo un papel preponderante.

Bibliografía recomendada

Para profundizar en la lectura de este tema, el/los autor/es considera/an interesantes los artículos que aparecen señalados del siguiente modo: *de interés **de especial interés.

1**. Andreasen JO, Andreasen FM. Textbook and color atlas of traumatic injuries to the teeth. 3 ed. Chicago:Mosby,1994:198-219.         [ Links ]
Compendio en el que se estudian con profundidad, tanto la etiología y la patogenia como el tratamiento de las lesiones traumáticas de los dientes. La última edición data de 1994.

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Es un libro de texto enfocado al estudiante de postgrado y al clínico interesado, en donde se analizan con profundidad y con una revisión bibliográfica extensa, el problema de la prevalencia y etiología de los traumatismos dentales.

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En este trabajo se detallan profusamente los signos y síntomas a nivel bucofacial del maltrato en la infancia.

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Aunque se daba por sentado que el nivel emocional influía en la tendencia a sufrir un traumatismo dental, estos autores lo demuestran por primera vez, con un carácter científico.

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