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Archivos de la Sociedad Española de Oftalmología

versão impressa ISSN 0365-6691

Arch Soc Esp Oftalmol vol.79 no.4  Abr. 2004

 

ARTÍCULO ORIGINAL


EFICACIA DE BRIMONIDINA 0,2% Y DORZOLAMIDA 2% 
COMO TRATAMIENTO ADYUVANTE A UN BETA-BLOQUEANTE

EFFICIENCY OF BRIMONIDINE 0.2% AND DORZOLAMIDE 2% 
AS ADJUNCTIVE THERAPY TO BETA-BLOCKERS

CARRASCO FONT C1, ARIAS PUENTE A1, GARCÍA SÁENZ MC1, VILLAREJO DÍAZ-MAROTO I2

 

RESUMEN

Objetivo: Comparar la eficacia y tolerabilidad de brimonidina y dorzolamida dos veces al día cuando se utilizan como terapia coadyuvante con un betabloqueante en pacientes con glaucoma inadecuadamente controlados.
Material y métodos:
Realizamos un estudio prospectivo, multicéntrico, incluyendo 92 pacientes (180 ojos) diagnosticados de glaucoma o hipertensión ocular, tratados con un beta-bloqueante tópico y cuya presión intraocular (PIO) fuera igual o mayor de 18 mmHg. Se trataron de forma aleatoria con brimonidina 0,2% o dorzolamida 2% durante tres meses. Evaluamos la eficacia considerando el descenso medio de la PIO basal de un 15% al mes y a los 3 meses.
Resultados:
La PIO basal fue de 22,37 DE 2,82 mmHg en los que trataríamos con brimonidina y de 22,38 DE 2,27 en los del grupo de la dorzolamida; el descenso medio de la PIO basal al mes en el grupo de la brimonidina fue 4,39 mmHg y de 3,29 mmHg en el de la dorzolamida. A los tres meses no encontramos diferencias significativas. La respuesta clínica al mes se alcanzó en el 78,3% de los ojos a los que se había añadido brimonidina y en el 71% de los que se añadió dorzolamida (p=0,05). Los efectos adversos fueron poco frecuentes en ambos grupos, sin encontrar diferencias significativas. Cuatro pacientes del grupo de la brimonidina abandonaron el tratamiento por queratoconjuntivitis alérgica. En el grupo de la dorzolamida dos pacientes se retiraron del estudio por intolerancia local y tres pacientes por alergia ocular.
Conclusiones:
La brimonidina y la dorzolamida reducen eficazmente la PIO como tratamiento coadyuvante al beta-bloqueante cuando éste es insuficiente para conseguir una PIO adecuada en pacientes con hipertensión ocular o glaucoma primario de ángulo abierto.

Palabras clave: Glaucoma, brimonidina, dorzolamida tratamiento coadyuvante.

SUMMARY

Purpose: To evaluate the clinical efficiency and tolerability of brimonidine and dorzolamide twice daily as an adjunctive therapy for glaucoma patients with an inadequate response to beta-blockers therapy.
Methods:
This multicenter prospective analysis included 92 patients (180 eyes) with primary open-angle glaucoma or ocular hypertension on therapy beta-blockers and with intraocular pressure (IOP) greater than or equal to 18mmHg. The patients were randomly treated either with brimonidine 0.2% or dorzolamide 2% added for three months. Efficiency was determined by the reduction in 15% IOP from baseline at the first and the third month.
Results:
Mean pre-treatment IOP was 22.37 DE 2.8 mmHg in the brimonidine group and 22.38 DE 2.6 mmHg in the dorzolamide group; mean post-treatment IOP decrease was 4.39 mmHg in the brimonidine group and 3.29 mmHg in the dorzolamide group. Clinical control at the first month was achieved in 78.3% and 71% of cases respectively (p=0.05). No statistical differences existed between groups for systemic adverse events.
Four patients on brimonidine discontinued treatment due to local side effects. In the dorzolamide group, two patients left the treatment referring itching and three others left due to ocular allergy.
Conclusions:
This study found similar efficiency and safety when treating with brimonidine or dorzolamide as an adjunctive therapy for patients with hypertension or primary open-angle glaucoma (Arch Soc Esp Oftalmol 2004; 79: 163-168).

Key words: Glaucoma, brimonidine, dorzolamide, adjunctive therapy.

 

 

 


Recibido:17/1/02. Aceptado: 23/3/04.
Hospital Fundación Alcorcón Madrid.
1 Doctor en Medicina.
2 Licenciado en Medicina.
3 Doctor en Medicina. IMO. Barcelona.
4 Doctor en Medicina. Hospital de la Esperanza. Barcelona.
5 Doctor en Medicina. Hospital Ramón y Cajal. Madrid.
6 Doctor en Medicina. Hospital Príncipe de Asturias. Alcalá de Henares. Madrid.
Comunicación presentada en el LXXVII Congreso de la S.E.O. (Barcelona 2001).
El presente trabajo ha sido parcialmente financiado por los Laboratorios Allergan.

Correspondencia: 
Carmen Carrasco Font
Hospital Fundación Alcorcón
Avda. Budapest, 1
28922 Alcorcón
Madrid


 

INTRODUCCIÓN

En la mayoría de pacientes con glaucoma, el tratamiento médico es la primera elección, pero en muchos de los casos es difícil obtener una PIO estable y adecuada.

Los betabloqueantes tópicos son uno de los tratamientos más utilizados en el control de la presión intraocular (PIO), pero en más de la mitad de los pacientes, en algún momento de su seguimiento precisan añadir más de un fármaco para su control. En estas situaciones de combinaciones medicamentosas, no siempre se conoce su efectividad real ni sus efectos adversos sobreañadidos.

La brimonidina, es un agonista muy selectivo de los receptores adrenérgicos alfa 2, con un doble mecanismo de acción sobre la PIO (1-4). Han sido numerosos los ensayos clínicos que han demostrado que la monoterapia con brimonidina tiene una eficacia hipotensora ocular comparable a la del timolol, pero sin las contraindicaciones cardiorrespiratorias de éste (5,6). La dorzolamida es un inhibidor tópico de la anhidrasa carbónica ampliamente utilizado. Los estudios clínicos continuados han demostrado que estas dos medicaciones son eficaces y bien toleradas en monoterapia.

El objetivo de este estudio es comparar la seguridad y la eficacia de la brimonidina y la dorzolamida utilizadas como fármacos coadyuvantes junto con betabloqueantes tópicos.

MATERIAL Y MÉTODO

Todos los pacientes incluidos eran mayores de 21 años con glaucoma de ángulo abierto o hipertensión ocular crónica, tratados con betabloqueantes tópicos y una presión intraocular mayor o igual a 18 mm Hg y menor de 34 mm Hg. Todos los pacientes tenían una agudeza visual mayor de 0,8. Los sujetos no debían haber sido tratados previamente con dorzolamida o brimonidina y los tratados con otras medicaciones se sometieron a un período de lavado de 2 semanas.

Se excluyeron todos los pacientes que presentaban alguna enfermedad grave, alergia a algunos de los componentes, embarazo, enfermedad respiratoria o tratamiento sistémico que pudiera alterar la PIO.

Se llevó a cabo un estudio multicéntrico, prospectivo abierto en el que han participado 5 centros sanitarios (tabla I) y donde se incluyeron un total de 92 pacientes (180 ojos).

Inicialmente a los pacientes se les realizaba una visita basal que comprendía una historia médica detallada y un examen oftalmológico completo con agudeza visual, examen con lámpara de hendidura, medida de la presión intraocular entre las 8 y las 10 de la mañana, funduscopia, campimetría Octopus (programa 32 o G2) o Humphrey (programa 24-2) y un test de evaluación de calidad de vida del paciente. Tras esta evaluación basal, si se comprobaba que el paciente cumplía los criterios de inclusión, se trataba aleatoriamente con su betabloqueante más la asociación brimonidina 0,2% (Alphagan, Allergan, S.A.; Tres Cantos, Madrid), o dorzolamida 2% (Trusopt, MSD de España, S.A.; Madrid), dos veces al día al mejor criterio clínico.

Una vez iniciado el tratamiento (tabla II), se revisaba al paciente al mes y a los 3 meses. En la visita del mes se realizaba un examen oftalmológico completo con control de PIO, y se les invitaba a cumplimentar el cuestionario de calidad de vida.

Este día el paciente sólo se instilaba el betabloqueante tópico por lo menos una hora antes de la visita; a continuación en la consulta se le aplicaba la medicación del estudio. La medida de la PIO se realizaba entre los 90 a 120 minutos después de la instilación del fármaco. Cuando en esta medición de pico, la presión intraocular no fuera menor o igual de 85% de la presión intraocular basal, se suspendía la medicación inicial del estudio y se administraba al paciente la otra medicación. El paciente se aplicaba esta medicación de acuerdo con las instrucciones recibidas y regresaba al cabo de 1 mes para una nueva evaluación.

Si en la medición de pico la presión intraocular era menor o igual del 85% de la presión intraocular basal, se continuaba administrado al paciente esa medicación del estudio durante los dos meses siguientes, y se le indicaba que regresara para una nueva evaluación una vez transcurridos tres meses desde el inicio de su medicación.

En la evaluación a los tres meses, se actualizaba nuevamente la historia médica y oftálmica del paciente y se incluía el cuestionario de calidad de vida.

A lo largo de todo el estudio se procedió a un estrecho control de todos los acontecimientos adversos que pudieran registrarse en los pacientes, relacionados con las medicaciones del estudio.

Los distintos parámetros fueron recogidos en una base de datos creada y procesada con el programa comercial estadístico R-Sigma Babel (Horus SA). Se ha realizado una estadística descriptiva para cada variable obteniendo una distribución de frecuencias.

En este estudio al ser un proceso bilateral y en muchos casos asimétrico, se han considerado ambos ojos de forma aislada (casos) para la valoración de los parámetros oftalmológicos así como para el control y seguimiento; mientras que a la hora de estudiar los factores epidemiológicos sólo se consideró el número de pacientes.

En las variables numéricas se ha estudiado su ajuste a la distribución normal utilizando el test de Komogorov-Smirnov, y se han aplicado pruebas paramétricas.

La determinación de los valores medios se ha registrado con la media, desviación estándar (DS), rango y mediana. Para su comparación se utilizó el test «t» de Student.

Para el estudio de la asociación entre variables cualitativas se utilizó el test Chi cuadrado (c2). El nivel de significación utilizado fue p<0,05.

RESULTADOS

Se han incluido en el estudio un total de 92 pacientes, 180 ojos. 46 pacientes fueron asignados aleatoriamente a la combinación de dorzolamida con betabloqueante (89 ojos) y 46 a la combinación de brimonidina con betabloqueante (91 ojos).

La PIO basal fue de 22,37 DE 2,82 en los que fueron posteriormente tratados con brimonidina y de 22,38 DE 2,27 en los incluidos en el grupo de la dorzolamida (p=0,96). De los pacientes asignados a la brimonidina 37 ojos estaban diagnosticados de glaucoma frente a 53 de los tratados con dorzolamida (tabla III). Al mes la PIO fue de 17,99 DE 2,39 mmHg en el grupo de la brimonidina frente a 18,65 DE 2,72 mmHg en el de la dorzolamida, con una reducción de 4,39 DE 2,95 (–3 a 12) mmHg en los tratados con brimonidina y de 3,29 DE 2,62 (–3 a 11) mmHg en los tratados con dorzolamida; esta diferencia resultó estadísticamente significativa (p<0,05); aunque a los tres meses esta diferencia se había reducido sensiblemente no existiendo prácticamente diferencias (fig. 1).

 

 
Fig. 1. Descenso medio de la PIO, el primer mes y al tercer mes del estudio.

El análisis de eficacia incluyó finalmente 101 ojos tratados con brimonidina y 94 ojos tratados con dorzolamida, puesto que algunos pacientes por falta de respuesta o intolerancia recibieron el segundo tratamiento. En la figura 2 se presentan los porcentajes de pacientes de cada grupo que lograron una reducción de la PIO mayor de un 15% respecto a la basal. Los pacientes tratados con brimonidina presentaron una mayor probabilidad de alcanzar esta reducción: 78,3% frente a 71% (p=0,05). No se observan diferencias significativas entre los pacientes con hipertensión ocular y los casos con diagnostico de glaucoma establecido.

 
Fig. 2. Porcentaje de descenso mayor o igual al 15% de la 
PIO basal en los pacientes tratados con brimonidina 
o en los tratados con dorzolamida.

Un total de 34 pacientes abandonaron el tratamiento inicial bien por falta de respuesta clínica o por efectos secundarios al mismo, siendo transferidos al otro tratamiento coadyuvante.

De los 9 pacientes tratados con brimonidina (19,6%) en los que no se consiguió la reducción de la PIO en un 15%, 5 recibieron dorzolamida de forma correcta y en ninguno de los pacientes se consiguió el control de la PIO. Por otro lado de los 13 pacientes que no se controlaron con dorzolamida (28%), sólo 5 continuaron el estudio con brimonidina, y en todos ello se alcanzó un descenso de la PIO en un 15%.

En relación con la tolerancia, ésta fue aceptable con los dos tratamientos. No se encontraron diferencias en la presencia de acontecimientos adversos oculares o sistémicos, siendo además todos ellos leves (tabla IV).

En el grupo tratado con dorzolamida tres pacientes (6,5%) abandonaron el tratamiento por conjuntivitis alérgica y otros dos casos por picores y quemazón importantes. En un caso no toleraba el tratamiento por molestias indefinidas.

En el grupo tratado con brimonidina cuatro casos presentaron blefaroconjuntivitis alérgica (8,6%), un paciente prurito intenso y en otro caso se produjo la reactivación de un herpes simple corneal lo que obligó a la suspensión del tratamiento. Una paciente abandonó el tratamiento por astenia y mareo a las dos horas de la aplicación del tratamiento que le resultaba intolerable.

En la tabla V se muestran los resultados del test de calidad de vida, sin que se encontraran diferencias notables entre los pacientes de los dos grupos.

DISCUSIÓN

En el presente estudio se comparan los resultados de la asociación de brimonidina o dorzolamida dos veces al día junto con un betabloqueante en pacientes con glaucoma o hipertensión ocular. En este estudio no tenemos información sobre el efecto inicial del betabloqueante, dado que se continuó con el tratamiento sin analizar la respuesta al mismo.

El nivel de respuesta considerado fue un descenso del 15% de la PIO basal. Este descenso fue similar en ambos grupos. La combinación betabloqueante y brimonidina fue significativamente más eficaz (p<0,05) 78,3% frente a 71%. En el primer mes, la reducción media de PIO fue mayor en el grupo de la brimonidina 4,39 mmHg frente a 3,29 mmHg del grupo de la dorzolamida, pero después a los 3 meses no se encontraron diferencias significativas. Estos resultados son equiparables a los observados por otros autores (7-13) variando de 4 a 7 mmHg para la asociación con brimonidina y de 3 a 4 mmHg para la asociación con dorzolamida.

Aunque la muestra fue pequeña se observó que aquellos pacientes que no habían respondido a la brimonidina (no respondedores), tampoco respondieron al tratarlos con dorzolamida, mientras que todos aquellos tratados con dorzolamida que no alcanzaron el descenso de la PIO adecuado lograron controlarse con brimonidina.

No está claro si estas reducciones tienen en realidad un efecto clínicamente significativo sobre la progresión del daño del nervio óptico, sobre todo teniendo en cuenta el corto período de duración del estudio; pero como se ha señalado anteriormente, sí que aumentan las posibilidades de alcanzar la PIO objetivo y de esta forma mejoraría la evolución de la enfermedad.

Por otro lado ambos fármacos se toleran bien. Los acontecimientos adversos oculares no difirieron significativamente entre los dos grupos de tratamiento, ni las respuestas del test de calidad de vida, donde conviene recordar que estos pacientes además están tratados con betabloqueantes. En nuestro estudio el efecto secundario más frecuente fue la conjuntivitis alérgica presente en el 6,5% del grupo de la dorzolamida y en el 8,6% de la brimonidina, incidencia más baja que la publicada por otros autores (12,14) que alcanza hasta el 11%, lo que puede estar determinado por ser un estudio de tan sólo tres meses de duración.

 

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