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Actas Urológicas Españolas

versión impresa ISSN 0210-4806

Actas Urol Esp vol.31 no.2  feb. 2007

 

ORIGINAL

Urología antigua en el Reino de Valencia. Orígenes

Ancient urology in the Kingdom of Valencia. Origins

 

 

López Alcina E.*, Pérez Albacete M.**, Canovas Ivorra J.A.***

*Hospital General Universitario de Valencia. Secretario de la (AUCV).
** Coordinador de la Oficina de Historia de la Asociación Española de Urología (AEU).
*** Hospital Virgen de los Lirios. Alcoy (Alicante).

Dirección para correspondencia

 

 


RESUMEN

Al hablar de Urología antigua intentamos repasar las formas de diagnosticar y tratar en épocas pasadas las enfermedades genitourinarias, padecimientos que son reconocibles por nosotros en sus descripciones clásicas. Pretendemos situar el saber urológico en tierras valencianas, en la corriente histórica general, relacionándola con la estructura social, política y económica en cada momento.
Se destacan las innovadoras legislaciones que regularon el quehacer médico, la influencia de las corrientes europeas en el desarrollo de la medicina y cirugía valencianas hasta el renacimiento, la creación de la Escuela de Cirugía en 1462, la obtención del privilegio real en 1478 para disecar cadáveres humanos, la fundación de la Universidad de Valencia en 1502, por bula del papa valenciano Alejandro VI, y licencia del rey Fernando el Católico y la unificación del conjunto de centros hospitalarios de la ciudad de Valencia en 1512, constituyendo el Hospital General.
En este periodo son de especial relevancia para nosotros Arnau de Vilanova quien escribió el opúsculo “Tractatus contra calculum” primer texto relacionado con la patología urológica, escrito con carácter monográfico, en la literatura médica europea, Gaspar Torrella quien en 1497 realizó el primer estudio clínico y terapéutico de la época sobre la sífilis, considerada como la más valiosa descripción original de la nueva enfermedad y Pedro Jimeno y Luis Collado como cabezas visibles de la floreciente escuela anatómica valenciana a quien Francisco Díaz, autor en 1588 del primer tratado de Urología en la Historia de la medicina, reconoce como sus maestros durante su estancia en Valencia.

Palabras clave: Historia de la medicina. Historia de la urología. Historia de Valencia. Urología antigua.


ABSTRACT

When we speak about ancient Urology we try to revise the ways of diagnosing and treating during the last epochs the genitourinary diseases, sufferings that are recognizable for us in the classic descriptions. We try to place the urology knowledge in Valencian lands, in the historical general current, relating it to the social, political and economic structure in every moment.
Are outlined the innovative legislations that regulated the medical occupation, the influence of the European currents in the development of the medicine and surgery at Valencia up to the renaissance, the creation of the School of Surgery in 1462, the obtaining of the royal privilege in 1478 to dissect human corpses, the foundation of the University of Valencia in 1502, by the Valencian pope Alejandro VI, and license of the king Fernando Catholic and the unification of the set of hospital centres of the city of Valencia in 1512, constituting the General Hospital.
In this period they are of special relevancy for us Arnau de Vilanova who wrote the “ Tractatus against calculum “ the first text related to the urologic pathology , written with monographic character, in the medical European literature, Gaspar Torrella who in 1497 realized the first clinical and therapeutic study of the epoch on the syphilis, considered like the most valuable original description of the new disease and Pedro Jimeno and Luis Collado as visible heads of the flourishing anatomical Valencian school whom Francisco Díaz, author in 1588 of first Urology Tractatus in the History of the medicine, recognizes as his teachers during his staying in Valencia.

Key words: History of medicine. History of urology. History of Valencia. Ancient urology.


 

La urología como especialidad medico-quirúrgica diferenciada se constituye a finales del siglo XIX y primeros del siglo XX. Hablar de Urología antigua y remontarnos a sus orígenes es, a nuestro entender, oportuno si lo que se pretende es reflexionar sobre las formas de enfermar y de tratar en épocas pasadas las enfermedades genitourinarias, reconocer los padecimientos tal y como los describen los clásicos y compararlos con los actuales, y siempre teniendo presente que la visión centrada en una especialidad puede suponer una limitación no deseada en la metodología científica que se ha de emplear al analizar aspectos concretos de la historia de la Medicina.

Nos acercamos a la historia de la Urología desde la perspectiva del urólogo asistencial, curioso por conocer los antecedentes de su quehacer diario, con el ánimo de contribuir al conocimiento de nuestras raíces científicas, en un ámbito geográfico e histórico propio, a veces desconocido, e injustamente olvidado en muchos casos. Es pues un intento de situar el saber urológico en tierras valencianas, en la corriente histórica general, relacionándola con la estructura social, política y económica en cada momento, y procurando evitar la farragosidad de trabajos eruditos más especializados.

Este afán no es nuevo, sobre todo si consideramos que la historia de la medicina como profesión es de aparición reciente. Han sido los médicos prácticos quienes a lo largo de los tiempos han contribuido a sentar las bases de la historia de las ciencias médicas. En este sentido y en el contexto valenciano, cabe destacar la obra del psiquiatra Juan Bautista Peset y Vidal quien publico en 1836 “Bosquejo de la Historia de la Medicina Valenciana” considerada por el catedrático de Historia de la Medicina Dr. López Piñero como “la mejor de las historias médicas regionales publicadas en España”.

El antiguo Reino de Valencia consiguió ya en el primer tercio del siglo XIV fama de lugar prestigioso por sus médicos y por reunir en ella un interesante mercado de materias primas y especias para la confección de medicamentos. Este prestigio, firmemente arraigado también en la corona de Castilla se vincula al de dos centros tópicos de reconocida fama en el campo médico: Montpellier -por el lado cristiano y Alejandría por el musulmán, centro del comercio mediterráneo de material médico y especias. En efecto, el Arcipreste de Hita en el Libro de Buen Amor 1330-1343, tras enumerar una amplia gama de productos medicinales empleados en la terapéutica medieval nombra estas tres ciudades como lugares famosos por su variedad de especies y electuarios jarabes, medicamentos: “Monpesler, Alixandria e la nombrada Valencia non tienen de letuarios tantos ni tanta especia”.

La profesión específicamente quirúrgica experimenta por contra, tras la considerable contribución de la medicina árabe al desarrollo de la cirugía, una clara decadencia en la baja edad media. Los cirujanos y barberos eran considerados, también por la iglesia, de forma muy inferior a los médicos.

 

Saber Urológico durante El Medievo en el Reino de Valencia

Dentro de los territorios de la antigua Corona de Aragón, la constitución de la profesión médica tuvo una trayectoria peculiar en Valencia. La primera legislación reguladora del ejercicio profesional médico específica para el Reino de Valencia esta contenida en els Furs otorgados por Alfonso I el Benigno en las Cortes de Valencia en 1329. En la rúbrica De Metges (Fig. 1) de dichos fueros, se instaura una organización, vanguardista para su época, de la profesión y el ejercicio médicos. Además introdujo por primera vez en los reinos hispánicos, el título obtenido en una facultad universitaria como requisito indispensable para el ejercicio de la medicina.

Constituye una minuciosa y elaborada legislación reguladora del quehacer de médicos, cirujanos, barberos y boticarios, y otorga protagonismo al gobierno municipal y al grupo social que lo dominaba: la burguesía cristiana mercantil y artesanal. Este aspecto junto con el reconocimiento expreso de la función social del médico, permitió el despegue de la medicina científica escolástica y la extensión de su beneficio a toda la población y no sólo a unos pocos privilegiados en torno a la corte real.

Conceptuada como un trabajo manual, la cirugía era un oficio más. En este contexto se funda en Valencia en 1310 el gremio de cirujanos, primero en la Corona de Aragón, y embrión del Colegio de Cirujanos de Valencia, fundado en 1443, que persiguió que los estudios de cirugía tuvieran rango de universitarios.

En esta línea decidida de formación reglada, más desde un punto de vista técnico y profesional que propiamente universitario, se encuadra la creación en Valencia de la Escuela de Cirugía en 1462. Esta institución en cuya fundación intervinieron Joan de Bosnia, Ferrer Torrella, Lluis Dalmau y el joven Lluis Alcanyis, fue adaptando de modo paulatino, las formas propias de un “Estudio General”, con la inclusión de audaces y novedosas medidas metodológicas que manifiestan una nueva actitud, incluso de ruptura con el modelo escolástico de los siglos XIII y XIV y que culminaran, como más adelante veremos, con la constitución de la Cátedra Universitaria de Cirugía, de la que pocas Universidades en el mundo disponían en ese momento.

Esta nueva orientación se manifestó en primer lugar por la vinculación al collegium, o asociación profesional de cirujanos de Valencia. En segundo lugar, y a partir de 1478 (Fig. 2), por la obtención del privilegio real para disecar cadáveres humanos situando la posición de vanguardia que esto supuso, baste recordar que la Universidad de Salamanca no obtuvo este privilegio hasta 1556, ya durante el reinado de Carlos V.

En tercer lugar -y por primera vez en la historia de la ciencia valenciana- por la apelación al contacto con la realidad, mediante los sentidos, como fuente de conocimientos médicos, dejando de lado la primacía del conocimiento derivado sólo de la lectura y el comentario de libros: “Poder veure, saber tractar e provehir per los propis ulls aquelles coses ocultes e amagades dins los cossos.. . les parts de dins com stant organisats ... no´s pot haver vera noticia per la lectura ... tant quant farien els ulls corporals

En cuarto lugar la creación de un claustro fijo de profesores 1480 pagado por “els jurats” de la ciudad y en quinto lugar reguló el ejercicio de la profesión en el territorio valenciano, pues era necesario haber cursado cinco años en la escuela, bajo tutoría de un maestro cirujano, para conceder licencias profesionales:“cinch anys continus e sens entrevall”.

Como vemos, un esquema docente en todo similar a la enseñanza en las facultades de medicina. Podemos pues considerar a la Escuela de Cirugía como el punto de partida de los estudios universitarios de cirugía en Valencia y del posterior florecimiento de la reconocida escuela anatómica valenciana.

La Corona de Aragón en la alta edad media, por su expansión mediterránea, tuvo una especial relación con la Universidad de Montpellier la más importante del siglo XIV, donde estudiaron médicos valencianos de la talla de Arnau de Vilanova, Berenguer Eymerich y Pere Figuerola, la de Bolonia y la escuela de Medicina de Salerno, y por tanto con las principales corrientes de medicina que hubo en la Europa de aquella época.

La iglesia ejerció una gran influencia en todos los aspectos de la vida medieval. Negativa en algunos aspectos, pues supuso un asedio constante a musulmanes y judíos y la perdida con ello de la importante tradición científica y médica de estos colectivos. Por otro lado, Obispos, Cardenales y Papas observaron y en muchas ocasiones impulsaron a eruditos y científicos escolásticos. Dos de sus máximos exponentes Arnau de Vilanova y Teodorico Borgognoni escribieron algunas de sus obras a instancias del papa Bonifacio VIII y del rey aragonés Jaime II el primero y del obispo valenciano Andreu Albalat el segundo.

Mención especial merece este obispo, formado en el colegio de predicadores de Valencia. Fue el tercer obispo de la ciudad entre 1248 y 1279, confesor del rey Jaime I y Prior de los Dominicos. Asistió en 1274 al II Concilio Ecuménico que se celebró en Lyon. Por su episcopado mantuvo relaciones en Italia que fueron decisivas para la medicina en el Reino de Valencia y en toda la Corona de Aragón. Durante su estancia en Roma trabó amistad con el dominico Teodorico Borgognoni al que animó para que escribiera un libro de cirugía. El obispo se trajo a Valencia la primera redacción de su obra y posteriormente Borgognoni le envió otra dedicada en 1275, que ya fue definitiva. El libro titulado “Cyrurgia” es uno de los textos más revolucionarios de toda Europa en su época y empezó a difundirse simultáneamente desde la Universidad de Bolonia y desde Valencia. En él encontramos notas sobre patología urogenital al referirse a las fístulas del pene, hernia de escroto, apostemas de los testículos y cálculos de vejiga y riñón. Podemos decir que el Obispo Albalat estimuló la redacción y difusión del tratado de cirugía más ambicioso de la época.

El sucesor de Albalat en la sede episcopal valenciana, Jaspert de Botonac, mantuvo igualmente una postura favorable a la ciencia como indica el hecho de que Arnau de Vilanova le dedicará una de sus obras. Otro médico valenciano, Pere Figuerola 1370-1397, “mestre en arts i en medicina” del que además se conserva un pequeño escrito médico, comentó otra de las obras cumbres de la época, el Tratado Quirúrgico de Guy de Chauliac 1343.

De crucial importancia en la segunda mitad del siglo XV, fue la invención por Gutenberg 1397-1468 de la imprenta. Su expansión por Europa fue muy rápida, llegando a Valencia en 1473 de la mano del editor alemán Jacobo Vitzlant. En las imprentas valencianas se editaron más libros que en cualquier otra ciudad española, lo que favoreció sin duda la producción científica y de obras médicas.

Entre los médicos valencianos de esta época cuya obra esta relacionada con las ciencias urológicas destaca Arnau de Vilanova (Fig. 3). Nacido en Valencia probablemente los primeros años tras su conquista en 1238, fue alumno y posteriormente profesor de la Universidad de Montpellier. Médico de los reyes de Aragón Pedro el Grande, Alfonso III y Jaime II y de los papas Clemente V y Bonifacio VIII. Murió el 6 de septiembre de 1311 dejando una obra escrita “que parece imposible que la haya hecho un solo hombre...”. Esta escrita en latín salvo el “Regiment de Sanitat” escrito en valenciano medieval. Aunque su obra es extensísima es de especial relevancia para nosotros su “Tractatus contra calculum” al ser considerado el primer texto relacionado con la patología urológica, escrito con carácter monográfico, en la literatura médica europea y refleja el saber médico referido a esta afección en los comienzos del siglo XIV. Se trata de un texto en latín, breve catalogado como un Cosilium o Consell según la clasificación de la obra de Arnau de Vilanova realizada por M. Batllori dedicado al papa Bonifacio VIII. Esta dividido en 7 capítulos, siendo los cuatros últimos referidos a la urolitiasis. En el podemos ver el enfoque de la enfermedad litiásica en el siglo XIV. Define a la enfermedad litiásica como a la: “disposición de los riñones que de modo sensible e inmediato daña su función produciendo dolorosos paroxismos”.

Divide los tipos de cálculos en renales “pequeños y rojizos” y los vesicales “grandes, duros y blanquecinos”. En cuanto a la sintomatología menciona que cursa con un: “dolor agudísimo que desciende y cesa cuando la piedra alcanza vejiga y se suele acompañar de nauseas, vómitos, desgana, quebranto, sequedad de boca y fiebre efímera”.

También hace referencias sobre su tratamiento y recomendaciones dietéticas para evitar la repetición de los cólicos. Si esta terapéutica fracasara, habría que procurar deshacer los cálculos formados y mitigar el dolor de los cólicos; a veces será preciso ir a la movilización de las piedras enclavadas en el uréter “mediante movimientos forzados y masajes”, o a la trituración de las que se queden en la uretra con unas pinzas especiales.

El papa satisfecho por haberle curado de sus cólicos renales, le dedicó muchas alabanzas a pesar de lo grandes enemigos que tenia en el ámbito de la iglesia.

También es de destacar la aportación de Gaspar Torrella quien realizó un estudio sobre la sífilis en 1497 (Fig. 4) “Tratado con historias clínicas contra la pudendraga o morbo gálico” Tractatus cum consiliis contra pudendagram seu morbum gallicum. De los tres primeros descriptores de la sífilis, el alemán Joseph Grünpeck se limito a exponer interpretaciones astrológicas y el italiano Niccolo Leoniceno escribió poco más que un discurso erudito. Por tanto, el trabajo de Torrella constituye el primer estudio clínico y terapéutico de la época sobre el morbo gálico, y esta considerada como la primera y más valiosa descripción original de la nueva enfermedad.

El Saber Urológico en el Renacimiento Valenciano

Cuando se fundó la Universidad en 1502, por bula del papa valenciano Alejandro VI, concediéndole el rey Fernando el Católico todos los privilegios y gracias de que gozaba la de Salamanca, además de la Cátedra de Medicina se crea la de Cirugía, que precedió en un siglo a la mencionada de Salamanca y en dos a la de Oxford.

Ya desde su planificación en 1499 se decidió que la nueva Universidad debía recoger la tradición de la Escuela de Cirugía fundada en Valencia en 1462. El propio Lluis Alcanyis fue nombrado profesor de la, quizá, primera Cátedra de Cirugía en Europa y cuando las disecciones anatómicas requirieron un lugar adecuado para su docencia se construyó un anfiteatro anatómico. La fecha exacta se desconoce, pero en 1611 consta ya una reforma del mismo, en tanto el primer anfiteatro en Francia es de 1694 en el colegio de cirujanos de San Cosme.

Como anécdota comentar que en la calle Requena de Valencia, junto a los terrenos del viejo Hospital General, aun se puede leer hoy día en la fachada de uno de sus edificios: “Rl. Academia de Zirvgía del Hospital de Valencia”.

La Cátedra de Medicina centraba sus estudios en la enseñanza de la Anatomía, en la primera mitad del curso, y a los medicamentos simples o “herbes”, en la segunda.

La escuela anatómica valenciana, cuyo germen encontramos en el privilegio real que obtuvo la escuela de Cirugía en 1478 para disecar cadáveres humanos, y la especial relación e influencia de las Universidades italianas, situaba a la Corona de Aragón en una situación radicalmente distinta a la de Castilla en la enseñanza de la Anatomía y la Morfología moderna. Las figuras principales de esta escuela anatomista fueron Pedro Jimeno y Luis Collado.

Pedro Jimeno nació en Valencia en 1515 donde estudio artes y medicina. Entre 1540 y 1543 asistió en Padua a las lecciones anatómicas de Andrés Vesalio y se convirtió en uno de sus más tempranos y fieles seguidores. A su vuelta a Valencia ocupó en 1547 la cátedra de anatomía y simples, donde incorporó aspectos propios de la reforma didáctica vesaliana, como la exposición y disección anatómica preeminentemente prácticas, así como la utilización en sus lecciones de un esqueleto montado y no solamente de huesos aislados, como era práctica habitual. Autor de la obra “Dialogus de re medica, compendiaria ratione, praeter quaedam alia, universiam anatomem humani corporis prerstringens” impresa en Valencia en 1549; se trata formalmente de un diálogo de género renacentista, donde las cuestiones planteadas por “Gaspar un ciudadano” son contestadas por “Andrés un médico”, obvio reconocimiento a su maestro. En su diserción anatómica, describe sucesivamente huesos, músculos, corazón y vasos, pulmones, órganos de la cavidad abdominal, el cerebro y los órganos de los sentidos. Jimeno se trasladó posteriormente a la recién creada cátedra de anatomía de Alcalá donde influyó decisivamente en la orientación de dos figuras centrales de la medicina castellana de la época, Francisco Valles y Francisco Díaz. Cuando Jimeno abandonó Valencia en el verano de 1550, se nombró para sustituirle en su puesto universitario a Luis Collado, quien se convertiría en el principal responsable de la consolidación de la escuela anatómica valenciana y de su firme adhesión al movimiento vesaliano. Su aportación, más prolongada en el tiempo, fue equiparable o superior a la de Jimeno. En la Corona de Aragón, la escuela anatómica valenciana inspiró la organización de su enseñanza en las Universidades de Zaragoza y Barcelona, cuyas cátedras de anatomía no llegaron a tener una verdadera actividad práctica hasta la centuria siguiente. En Castilla ya hemos comentado que Jimeno fue el primer catedrático de Alcalá y tras su temprana muerte le sucedió Pedro Marcos de Ayala, valenciano como casi todos los que ocuparon la cátedra complutense durante el último tercio del XVI y los primeros años del XVII. En Salamanca, la cátedra de anatomía se creó en 1551 y fue ocupada por el discípulo de Jimeno, Cosme de Medina quien reglamentó una docencia morfológica, directamente inspirada en la valenciana que cabe concluir, fue la más minuciosa y exigente promulgada en la Europa del siglo XVI.

Un texto del castellano Eugenio Salazar, quizá el mejor autor de cartas satíricas en la España del XVI, refleja lo conocidos que llegaron a ser en todos los reinos peninsulares los anatomistas de la escuela valenciana: “Cogen entre las manos los pobres huesos – dice al describir a unos marinos hambrientos – y así los van desforneciendo de sus nervios y cuerdas como si toda su vida hubiesen andado a la practica de la anatomía en Guadalupe o en Valencia”.

La edad media concluirá con un proyecto transcendental en la historia de la medicina valenciana que culminará en pleno renacimiento como es, la unificación del conjunto de centros hospitalarios de la ciudad de Valencia en 1512, constituyendo el Hospital General (Fig. 5), según bula papal de León X y la sentencia arbitral del Rey Fernando el católico.

Este hecho, en consonancia con lo acontecido en otras ciudades españolas y europeas, se explica por diversos motivos. El primero se relaciona con el carácter civil y laico del conjunto de instituciones hospitalarias existentes en la Valencia del siglo XV y en segundo lugar, a la toma de conciencia por parte de la sociedad en general y del gobierno municipal en particular, de que la sanidad cumplía una función social. Todo ello facilitaba por parte de los poderes públicos, la unificación de los centros específicamente asistenciales. Esta nueva aspiración de las autoridades civiles a que el Hospital responda a estas nuevas necesidades puede verse en el texto del ilustre pensador valenciano Luis Vives, quien afirmaba en De Subventione Pauperum Brujas 1526: “Doy el nombre de hospitales a aquellas instituciones donde los enfermos son mantenidos y curados; donde se sustenta un cierto número de necesitados; donde se educan los niños y niñas; donde se crían los hijos de nadie; donde se encierran los locos y donde los ciegos pasan la vida. Sepan los regidores de la ciudad que todos estos cuidados son de su incumbencia”.

Las instalaciones del centro se alzaron a comienzos del siglo XVI, en unos terrenos adquiridos junto al Hospital de Inoçents primer centro para enfermos mentales construido en 1409. Aún hoy, en los jardines del antiguo hospital se alza una estatua de su fundador, el padre Jofre.

Formaban el recinto hospitalario las salas de fiebres febres, heridos nafrats, locos dements o niños expósitos borts, existiendo una específica para los enfermos de morbo gálico o sífilis mal de siment.

La hospitalización de los enfermos con mal de siment se llevo acabo en la ciudad de Valencia desde muy temprano tras la aparición de la nueva enfermedad y los datos más antiguos proceden del Hospital de Pobres Sacerdotes y del Hospital de la Reina. Cuando fue fundado el Hospital General los enfermos fueron trasladados en procesión al nuevo centro. En el existían dos secciones, una para hombres y otra para mujeres y un enfermo por cama, algo inusual en la mayoría de centros medievales. En las goletas se administraban las unciones mercuriales, remedio por excelencia en la época, además de hacerlos sudar copiosamente como parte del tratamiento. Juan Calvo, al que más adelante nos referimos, comenta en su tratado quirúrgico:“aunque sea común esta enfermedad, no mata a muchos, antes bien ahora en nuestros tiempos, principalmente es en este ciudad de Valencia donde se cura bien” (Fig. 6).

Esta fama hizo que en el último tercio del siglo XVI se desplazaran enfermos de las más variadas procedencias, pero especialmente de Aragón y Castilla, a ser tratados y curados en el Hospital General de Valencia, hecho que obligó, junto a la facilidad para su contagio, a la ampliación de estas salas que fueron sufragadas con limosnas extraordinarias.

La nueva enfermedad adquirió gran dimensión y llegó a ser un problema de salud pública como lo demuestra el hecho de que se encargará al Cirujano del Hospital que examinara a las mujeres de burdel todas las semanas, teniendo que enviar obligatoriamente a la sala de mal de siment a las enfermas. Todas aquellas que incumplieran esta norma o volvieran a trabajar sin estar curadas, eran condenadas al destierro.

Durante esta época se desarrollan técnicas urológicas basadas en el cateterismo, el tratamiento de las estrecheces uretrales y la aparición de la litotomía. Francisco Díaz publicó en 1588 el que esta considerado como primer tratado de Urología en la Historia de la medicina: “Tratado nuevamente impreso de todas las enfermedades de los riñones, vejiga y carnosidades de la verga y orina”. Actualmente es considerado figura capital de la urología española. Es de relieve mencionar que la Universidad de Valencia se encontraba, ya en aquellos años, en la vanguardia de las enseñanzas anatómicas y quirúrgicas, razón por la cual antes de finalizar sus estudios de medicina en la Universidad de Alcalá, Francisco Díaz se desplazó a Valencia para perfeccionar sus conocimientos anatómicos y la disección junto a Pedro Jimeno y Luis Collado, los más célebres anatomistas del s. XVI (Fig. 7); viaje del que posteriormente se jactará en sus escritos y que revelan el gran interés que durante su estancia despertó la práctica de la necropsia, la disección anatómica y el gusto por la cirugía. Así Díaz se refiere en su famoso tratado a: “Ximeno, doctisimo valenciano, y el primero que con elegancia y gran destreça començó a poner la execución de cortar y hacer anatomía en la ciudad de Valencia, donde tanto resplandece la medicina y la anatomía al presente, y no menos la historia [descripción] de las yerbas y otras curiosidades tocantes a esta facultad. Y no tengo yo poca jactancia de haber gastado en esta ciudad algún tiempo, y tener por maestro al peritísimo doctor Collado y al doctor Ximeno”.

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Dirección para correspondencia:
Dr. E. López Alcina
Servicio de Urología.
Hospital General Universitario de Valencia.
Avda. Tres Cruces, s/n. 46014 Valencia.
Tel.: 961 972 000
E-mail autor: eloalc@yahoo.es

Recibido: octubre 2006
Aceptado: diciembre 2006

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