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Actas Urológicas Españolas

Print version ISSN 0210-4806

Actas Urol Esp vol.34 n.3  Mar. 2010

 

ORIGINAL - TRASPLANTE

 

Complicaciones quirúrgicas en el trasplante renal y su influencia en la supervivencia del injerto

Surgical complications in kidney transplantation and their influence on graft survival

 

 

J. Barba Abad, A. Rincón Mayans, E. Tolosa Eizaguirre, L. Romero Vargas, D. Rosell Costa, J.E. Robles García, J.J. Zudaire Bergera, J.M. Berián Polo y I. Pascual Piédrola

Departamento de Urología, Clínica Universidad de Navarra, Navarra, España

Dirección para correspondencia

 

 


RESUMEN

Objetivo: Nuestro objetivo es analizar las complicaciones quirúrgicas en el trasplante renal y su influencia en la supervivencia del injerto.
Material y métodos: Analizamos retrospectivamente 216 trasplantes renales realizados entre el 1 de enero de 2000 y el 31 de diciembre de 2008, analizando las complicaciones quirúrgicas y valorando su influencia sobre la supervivencia del injerto renal.
Resultados De los 216 trasplantes, 82 (38%) tuvieron algún tipo de complicación quirúrgica y 68 (31%) requirieron algún tipo de reintervención (23 en postoperatorio inmediato y 45 más allá de los 3 meses). Media de seguimiento de 48 meses (+/-33,4 desviación estándar) y mediana de seguimiento de 48 meses (rango de 0 a 166).
No se han objetivado en receptor o donante factores que predispongan a la incidencia de complicaciones.
La supervivencia del injerto es significativamente menor en los pacientes con complicaciones quirúrgicas (supervivencia a los 3 y a los 5 años del 86% [intervalo de confianza {IC} 95%: 83-89] y del 78%% [IC 95%: 73-82] vs. el 92% [IC 95%: 90-94] y el 88%% [IC 95%: 85-91]; p=0,004). La reintervención precoz, la trombosis venosa y la infección de herida son las complicaciones que tienen influencia independiente en la supervivencia.
El estudio multivariado de la supervivencia del injerto de todo el grupo pone de manifiesto que la reintervención precoz es un factor de influencia independiente (odds ratio: 4,7; IC 95%: 2,2-10; p<0,0001). La función diferida y la edad del donante mayor de 60 años son los otros factores influyentes.
Conclusiones: Las complicaciones quirúrgicas influyen en la supervivencia del injerto. La necesidad de cirugía precoz es una variable con valor pronóstico independiente sobre supervivencia del injerto junto con la función diferida y la edad del donante.

Palabras clave: Trasplante renal. Complicaciones quirúrgicas. Supervivencia del injerto.


ABSTRACT

Objectives: To analyze surgical complications in kidney transplantation and their influence on graft survival.
Materials and methods: A retrospective analysis was made of the early and late surgical complications occurring in 216 consecutive kidney transplants performed at our institution and their influence on graft survival.
Results: At least one surgical complication occurred in 82 (38%) of the 216 transplantations, and 68 (31%) required some type of repeat surgery, 23 in the early postoperative period and 45 more than 3 months after surgery. Mean follow-up was 48 months (SD +/-33.4), and median follow-up 48 months (range, 0-166 months).
No recipient or donor factors predisposing to surgical complications were found.
Graft survival was significantly shorter in patients with surgical complications [3- and 5-year survival rates of 86% (95% CI 83%-89%) and 78% (95% CI 73%-82%) as compared to 92% (95% CI 90%-94%) and 88% (95% CI 85%-91%), p:0.004]. Early repeat surgery, venous thrombosis, and wound infection were among the complications having an independent influence on graft survival.
A multivariate analysis of graft survival in the whole group showed early repeat surgery to be a factor with an independent prognostic value (OR: 4.7; 95% CI 2.2-10, p<0.0001). Delayed function and donor age older than 60 years were the other independent influential factors.
Conclusion: Surgical complications have an influence on graft survival. The need for early repeat surgery, delayed function, and donor age older than 60 years are independent predictors of graft survival.

Key words: Kidney transplantation. Surgical complications. Graft survival.


 

Introducción

Las complicaciones quirúrgicas constituyen una entidad peligrosa después del trasplante renal y pueden desembocar en la pérdida del injerto. Éstas afectan a un paciente monorreno debilitado por una insuficiencia renal crónica y por la inmunosupresión. Por esto es importante diagnosticarlas pronto y tratarlas.

La incidencia de complicaciones quirúrgicas después del trasplante renal oscila según las series entre el 1 y el 25%, dependiendo en gran medida de los tipos de complicaciones quirúrgicas recogidas en los estudios1.

Las mejoras en la técnica quirúrgica y el diagnóstico precoz por imagen han reducido su incidencia. Aunque la mayoría de las complicaciones quirúrgicas provienen principalmente de errores técnicos, las características de los receptores y del donante también tienen una influencia decisiva. Las complicaciones se pueden originar durante la cirugía de banco, el tiempo de la anastomosis vascular o durante el reimplante ureteral. Algunos autores hablan hasta de un 5,1% de complicaciones quirúrgicas en pacientes trasplantados originadas por la cirugía de banco2.

El desarrollo de complicaciones quirúrgicas parece disminuir la supervivencia del injerto3, aunque algunos estudios indican que la supervivencia del injerto a largo plazo no se afecta4.

Nuestro objetivo es valorar la influencia de las complicaciones quirúrgicas sobre la supervivencia del injerto y determinar qué tipo de complicaciones son las decisivas en una serie de 216 trasplantes consecutivos (nuestra serie).

 

Material y métodos

Entre enero de 2000 y diciembre de 2008 se realizaron 216 trasplantes renales en nuestro centro (211 de donante cadáver y 5 de donante vivo) por el mismo grupo de cirujanos. Realizamos un estudio analítico, observacional y retrospectivo de las complicaciones quirúrgicas acontecidas en su postoperatorio y estudiamos su influencia sobre la supervivencia del injerto.

En todos los trasplantes, la arteria y la vena renal del donante fueron anastomosadas con monofilamento de 6-0 con sutura terminolateral a la arteria y a la vena ilíaca externas del receptor, respectivamente. Para el reimplante ureteral se realizó la técnica de Campos-Freire con posterior cateterización ureteral de manera sistemática. La anastomosis ureterovesical fue completada usando una sutura trenzada reabsorbible polidioxanona (PDS) de 6/0, y la vejiga se cerró en una capa. Se dejó en todos los casos un drenaje con aspiración colocado en el retroperitoneo. Una sonda vesical de Foley se dejó durante 5 días. La profilaxis antibiótica se realizó con cefonicid (1g i.v.), una dosis pretrasplante y otra en las 24h postrasplante. En caso de alergia a penicilinas o a cefalosporinas se utilizó gentamicina (1mg/kg i.v.) en dosis única pretrasplante.

La función renal fue supervisada diariamente mediante los niveles de creatinina en plasma y se realizaron ecografías Doppler del injerto y gammagrafia 99mTc-Diethylene triamine pentaacetic acid (DTPA) en las 24 primeras horas postrasplante.

Las complicaciones quirúrgicas analizadas fueron las siguientes: hematoma perirrenal con repercusión funcional, eventración de la herida quirúrgica, hemorragia con repercusión hemodinámica, hidronefrosis con deterioro de la función renal, infección de la herida, linfocele, trombosis venosa, fístula urinaria, estenosis ureterovesical, necesidad de reanastomosis vascular, fístula arteriovenosa posbiopsia y estenosis de la arteria renal. Las complicaciones fueron divididas en tempranas (30 días postrasplante) y en tardías (más de 30 días desde el trasplante).

Para el estudio de la supervivencia actuarial del injerto se ha utilizado el método de Kaplan Meyer. Para comparación de curvas de supervivencia el test de log-rank. Para el estudio de los factores influyentes en la supervivencia hemos utilizado los modelos de regresión de Cox en forma de estudio uni y multivariado.

 

Resultados

La edad media del donante fue de 48 años (+/-17,47 desviación estándar [DE]) y la del receptor de 49 años (+/-13,39 DE). La media de seguimiento fue de 48 meses (+/-33,4 DE) y la mediana de 48 meses (rango de 0 a 166). El resto de las variables descriptivas se incluyen en la tabla 1.

 

De los 216 trasplantes, 82 presentaron complicaciones quirúrgicas (38%). En la tabla 2 describimos la incidencia de complicaciones quirúrgicas halladas en nuestra serie (tabla 2).

 

Factores influyentes en donante y receptor en la aparición de complicaciones quirúrgicas

Analizando las variables clinicopatológicas del donante y el receptor, no se objetivaron características del receptor o del donante que tuvieran una influencia significativa con la presencia de complicaciones quirúrgicas (tabla 3).

De los 82 trasplantes que cursaron con complicaciones quirúrgicas, 22 (27%) perdieron el injerto. De los 134 pacientes sin complicaciones quirúrgicas, 15 (11%) perdieron el injerto.

De los 216 trasplantes y a lo largo de todo el seguimiento, 68 requirieron algún tipo de intervención quirúrgica o endorradiológica. De éstos, 23 (10,6%) requirieron reintervenciones quirúrgicas en el postoperatorio inmediato. En este grupo se perdieron 13 riñones (56,5%). Las principales causas de reintervención en el postoperatorio temprano fueron hemorragia con repercusión hemodinámica, complicaciones vasculares, fístulas, obstrucción intestinal secundaria a bridas, hematoma perirrenal con repercusión hemodinámica y estenosis de la arteria renal.

Otros 45 pacientes (20,8%) requirieron correcciones quirúrgicas o endorradiológicas en el postoperatorio tardío. Se perdieron 6 injertos en este grupo (13,2%). Las principales razones de estas intervenciones fueron eventraciones, linfoceles sintomáticos e hidronefrosis con alteración de la función del injerto.

De los 148 que no requirieron intervención alguna, 18 (12%) perdieron el injerto a lo largo del seguimiento.

Estudio de la supervivencia del injerto

La supervivencia del injerto es para todo el grupo del 90% (intervalo de confianza [IC] 95%: 88-92) y del 85% (IC 95%: 83-87) en 3 y 5 años (mediana de seguimiento: 48 meses).

La presencia de complicaciones quirúrgicas influye negativamente en la supervivencia del injerto. El grupo de pacientes con algún tipo de complicación quirúrgica tuvo un tiempo de supervivencia del injerto significativamente menor (el 86% a los 3 años [IC 95%: 83-89] y el 78% a los 5 años [IC 95%: 73-83]) que el grupo que no tuvo ninguna (el 92% [IC 95%: 93-97] y el 88% [IC 95%: 85-91], respectivamente) (p=0,004).

Las complicaciones tempranas tienen una significativa disminución de la supervivencia comparada con la del grupo con complicaciones tardías (el 95% a los 3 años [IC 95%: 93-97] y el 92% a los 5 años [IC 95%: 88-96] frente al 73% [IC 95%: 66-80] y el 58% [IC 95%: 49-67], respectivamente) (p=0,001).

Complicaciones quirúrgicas influyentes

Del análisis de las complicaciones quirúrgicas, la necesidad de cirugía inmediata, la trombosis venosa, la infección de herida y que sea una complicación temprana tienen influencia significativa en la supervivencia del injerto en el estudio univariado. En el estudio multivariado son variables de influencia independiente la cirugía inmediata, la trombosis y la infección de la herida.

La supervivencia de los pacientes con reintervención quirúrgica en el postoperatorio inmediato es del 69% a los 3 años (IC 95%: 60-78) y del 48% a los 5 años (IC 95%: 36-60) frente al 92% (IC 95%: 90-94) y al 88% (IC 95%: 85-91) de los que no requirieron intervención inmediata (p<0,0001).

Los pacientes con cirugía tardía tienen una supervivencia similar a la de aquellos que no fueron intervenidos o no tuvieron complicaciones quirúrgicas.

Los pacientes con trombosis venosa tienen una supervivencia del injerto del 54% a los 3 años (IC 95%: 39-69) y del 36% a los 5 años (IC 95%: 19-53) frente al 92% (IC 95%: 90-94) y el 87% (IC 95%: 85-89) de los que no la tuvieron (p<0,0001).

La supervivencia del injerto en pacientes con infección de herida es del 75% a los 5 años (IC 95%: 63-87) frente al 86% (IC 95%: 84-88) de los que no la tienen (p=0,01) (tabla 4).

El estudio multivariado de la supervivencia del injerto de todo el grupo pone de manifiesto que la reintervención precoz es una variable con valor pronóstico independiente. La función diferida y la edad del donante mayor de 60 años son las otras variables con valor pronóstico independiente sobre la supervivencia del injerto (tabla 5).

 

Discusión

Ha sido el objetivo del trabajo analizar las complicaciones quirúrgicas de una serie de 216 trasplantes renales consecutivos y valorar si las complicaciones pueden tener influencia sobre la supervivencia del injerto y si fuera así, cuáles de ellas son las más influyentes.

La incidencia de complicaciones quirúrgicas publicada oscila entre el 1 y el 25%1,5,6. Tal variabilidad se debe a la falta de un consenso en la clasificación de estas complicaciones, lo que provoca en ocasiones una infra o una sobrestimación de éstas. En nuestro caso, numéricamente las complicaciones están muy por encima de lo publicado (38%), pero se explica por una doble razón: la recogida de datos exhaustiva, incluyendo complicaciones menores no recogidas habitualmente en muchas series y que requieren sólo en el 10,3% algún tipo de intervención quirúrgica, y la inclusión en este estudio no sólo de complicaciones específicas del trasplante (trombosis de la vena renal, fístulas urinarias, estenosis de la unión ureterovesical, estenosis de la arteria renal, etc.), sino también aquellas que son comunes a cualquier tipo de intervención quirúrgica, como la eventración de la herida quirúrgica, la infección de la herida, la necesidad de reintervención o los sangrados postoperatorios. Cuando esto se analiza, las cifras son equiparables7.

La realidad es que los resultados en cuanto a la incidencia de complicaciones divididas en categorías (vasculares, urológicas, colecciones líquidas, peritoneales y otras) no difieren de los de las otras grandes series publicadas.

Las complicaciones vasculares que en nuestro caso afectan al 6,5% tienen una incidencia en la literatura médica del 6-30%. Las complicaciones arteriales son más frecuentes que las venosas2,8,9. La más común es la estenosis de la arteria renal con una incidencia del 1-23%10-13. Debido a múltiples causas, el diagnóstico se basa en un deterioro inicial de la función renal con aparición de hipertensión arterial refractaria. Se confirma con pruebas de imagen; aunque se puede utilizar la ecografía Doppler, la angio-TC o la angio-RM, el gold-standard sigue siendo la arteriografía. La terapia indicada es la angioplastia percutánea intraluminal con buenos resultados en el 70% de los casos. La cirugía se reserva a casos de fracaso o a imposibilidad de técnica percutánea con una morbilidad y un riesgo de pérdida de injerto mayores14. En nuestro caso la estenosis de la arteria renal es anecdótica (0,5%).

En cambio, la trombosis de la vena renal del injerto con una incidencia del 5,1% es similar a lo publicado (incidencia del 4-6%)15. Es más frecuente en los trasplantes con injertos derechos por una longitud menor de la vena que favorecería su colapso por causa mecánica16,17. La ecografía Doppler en este caso nos informa de un injerto aumentado de tamaño y una ausencia de flujo venoso con una inversión de éste en la diástole. Su aparición ensombrece la supervivencia del injerto y en la mayor parte de los casos finaliza en trasplantectomía. En nuestro caso es factor de influencia independiente en la supervivencia del injerto.

La trombosis de la arteria renal es la complicación vascular menos frecuente, y su incidencia varía del 0,9 al 3,5%17. En nuestra serie no tuvimos ningún caso.

Las fístulas arteriovenosas posbiopsia tienen una incidencia de entre el 7,3 y el 17%. Su forma de aparición es la hematuria y el 75% de éstas desaparece por sí solas a las 4 semanas de su aparición. El tratamiento mediante embolización percutánea se reserva para los casos con hematuria macroscópica y tamaños mayores de 15mm18. En nuestros casos no se requirió tratamiento y la evolución fue excelente.

La hemorragia postoperatoria es otra complicación que no debe pasar desapercibida. Sucede habitualmente en el postoperatorio inmediato y normalmente se debe a defectos en la hemostasia y a factores favorecedores del sangrado típicos del paciente con insuficiencia renal, como son los niveles altos de urea, la antiagregación y la anticoagulación a la que muchos están sometidos15. Normalmente los sangrados proceden del hilio renal o de las zonas en las que se realizaron biopsias (el 2,5% de los casos)5. Rara vez proceden de la anastomosis vascular. Las incidencias publicadas de hemorragias postoperatorias en trasplantes renales llegan hasta el 12%4. En nuestro caso la incidencia es del 6%. No hemos objetivado influencia en la supervivencia del injerto.

Las complicaciones urológicas también han sido estudiadas de forma reiterada, sobre todo en la parte que corresponde a su manejo y abordaje. La incidencia de complicaciones urológicas publicadas en otras series oscila ente el 2,5 y el 27%2,5,9. Las principales complicaciones urológicas son las estenosis de la unión vesicoureteral, las fístulas urinarias, la hidronefrosis, la litiasis y el reflujo vesicoureteral. En nuestra serie no hemos registrado casos de litiasis ni de reflujo. No hemos objetivado influencia en la supervivencia del injerto.

La mayoría de estas complicaciones suceden al nivel de la unión ureterovesical (el 80% de los casos) de diagnóstico tardío, y en su mayor parte consisten en la estenosis de ésta. Las causas son de dos tipos: intrínsecas y secundarias a obstrucción extrínseca. Las intrínsecas son especulativas y serían consecuencia de un exceso de disección del uréter y de la vascularización perihiliar19 y el rechazo renal4. La técnica de ureteroneocistostomía se ha propuesto como factor importante en el desarrollo de estas complicaciones. En este sentido hay diferentes técnicas extra e intravesicales, pero ninguna ha demostrado ser claramente superior a las demás20,21. La única diferencia encontrada ha sido una mayor incidencia de hematuria con las intravesicales22. Algunos autores proponen el cateterismo de manera sistemática para prevenir fístulas e hidronefrosis tempranas, aunque este punto es controvertido y no se han encontrado diferencias significativas frente a la no colocación de un catéter5,15,23. En la serie aportada utilizamos una técnica extravesical (técnica de Campos-Freire) y realizamos cateterismo sistemático de los injertos trasplantados. En la mayoría de los casos (60%) un cateterismo ureteral soluciona la disfunción24.

La incidencia de fístulas ureterales se aproxima al 2-5%25. Las fístulas se producen en un 82% de los casos a nivel de la unión ureterovesical. Cuando aparecen precozmente se producen por errores en la técnica de reanastomosis, mientras que su aparición más tardía es de origen isquémico o asociado a rechazo del injerto. Para evitar la isquemia ureteral, es importante respetar la grasa del hilio del polo inferior renal y evitar la disección de la grasa periureteral26.

La incidencia de hematomas perirrenales en la literatura médica no está claramente descrita pues muchas veces el diagnóstico de hematoma es ecográfico sin haber provocado previamente clínica o deterioro de la función del injerto. Por otra parte, el tratamiento de elección es conservador reservándose el drenaje quirúrgico para casos severos. Entre las principales causas encontramos deficiente hemostasia durante el acto quirúrgico y la alteración de la hemostasia secundaria a la anticoagulación postoperatoria o a la coagulopatía de la insuficiencia renal crónica8.

La incidencia media de linfoceles publicada oscila ente el 0,5 y el 20%27. La causa del linfocele se encuentra en un exceso de disección de los vasos ilíacos, lesionando los vasos linfáticos circundantes o a un sellado deficiente de los linfáticos del hilio renal durante la cirugía de banco. La actitud suele ser conservadora en la mayoría de los casos, salvo en casos de obstrucción de la vía urinaria o repercusión clínica, en los que la intervención endorradiológica es el primer paso dejando la marsupialización quirúrgica para los fracasos de la técnica anterior o los linfoceles de gran tamaño28,29. Como vemos, las medidas endorradiológicas suponen el primer paso en el abordaje de las complicaciones postrasplante, reservando el tratamiento quirúrgico para casos complejos o refractarios a ellas30,31.

Dentro de las complicaciones parietales, la primera en frecuencia es la infección de la herida quirúrgica. Su incidencia está en torno al 5-12%4. Se clasifican en superficiales y profundas, y en función de su afectación general requerirán tratamiento agresivo con antibioterapia32. En nuestro caso, la incidencia es del 5,6% y tienen influencia en la supervivencia del injerto.

La eventración de la herida quirúrgica se produce en un 3-5% de los casos. La diabetes, la obesidad, las infecciones de la herida, el rechazo y la inmunosupresión son factores favorecedores. Para algunos, el factor decisivo es la obesidad del paciente y el rechazo crónico33,34.

A diferencia de otros autores7, no hemos objetivado factores en donante o receptor que se relacionen con una predisposición a padecer complicaciones quirúrgicas. Hemos objetivado que la función diferida se relaciona, pero nos parece una consecuencia de las complicaciones, no una causa.

Influencia en la supervivencia del injerto

Las complicaciones quirúrgicas tienen interés en tanto en cuanto influyen en la supervivencia del paciente o del injerto. Ése ha sido el objetivo fundamental de nuestro trabajo.

Hemos evidenciado que las complicaciones quirúrgicas globalmente consideradas tienen influencia en la supervivencia del injerto y que la necesidad de una intervención precoz tiene una influencia independiente junto con la función diferida y la edad del donante.

No hay muchos estudios que valoren la influencia de las complicaciones en la supervivencia del injerto. Es muy frecuente el estudio de complicaciones urológicas exclusivamente. Así, un estudio holandés que analiza las complicaciones urinarias de 695 trasplantes no es capaz de demostrar que influyan en la supervivencia del injerto ni en la del paciente4. Concluye que en un paciente trasplantado cuando aparecen complicaciones urológicas la función renal a largo plazo no se afecta, incluso aunque requieran ser intervenidos endorradiológicamente. Es un estudio incompleto. En nuestra serie las complicaciones urológicas no parecen afectar tampoco a la supervivencia del injerto. Esto se debe a que en su mayor parte estas complicaciones una vez detectadas tienen un alto porcentaje de resolución con tratamientos endorradiológicos poco agresivos.

Cuando se valora la influencia de todas las complicaciones quirúrgicas, los resultados son diferentes. Burgos et al analizaron 1.513 trasplantes renales llegando a la conclusión de que las complicaciones quirúrgicas disminuían la supervivencia del injerto (odds ratio: 4.024; p<0,0001). Además, describen que la edad del donante, la función diferida del injerto, el sobrepeso y el uso del sirolimus son factores de riesgo para desarrollar estas complicaciones quirúrgicas después del trasplante renal3.

De las complicaciones estudiadas, sólo la necesidad de reintervención inmediata, la trombosis venosa, la infección de herida y las complicaciones precoces son las relacionadas con la supervivencia del injerto. Las complicaciones vasculares debido a su gravedad requieren de un diagnóstico precoz y muchas veces terminan con una reintervención quirúrgica de urgencia. Por tanto, es de sentido común que tanto las complicaciones vasculares como una reintervención temprana en el postoperatorio ensombrezcan los resultados funcionales y la supervivencia del injerto.

Como la mayoría de los autores, hacemos distinción entre complicaciones tempranas (en los tres primeros meses postrasplante) y tardías (tres meses después de éste). Las complicaciones precoces serían la hemorragia, la trombosis de la vena o la arteria renal y las fístulas urinarias. Entre las tardías se encuentran las estenosis ureterales, los cálculos, el reflujo vesicoureteral, la estenosis de la arteria renal, las fístulas arteriovenosas, las obstrucciones de la vía urinaria y los linfoceles.

Es una clasificación útil porque la significación sobre la supervivencia del injerto es diferente (las complicaciones tardías no influyen en la supervivencia del injerto y las precoces sí lo hacen). Sin embargo, es más útil desde el punto de vista pronóstico clasificar las complicaciones en aquellas que requieren tratamiento quirúrgico precoz y el resto, porque en el estudio multivariado la necesidad de cirugía precoz es lo que se relaciona con la supervivencia del injerto y no la clasificación en tempranas y tardías.

 

Conclusiones

Existe una gran variabilidad en los datos de incidencia de complicaciones quirúrgicas publicados en la literatura médica. Es importante definir con claridad estas complicaciones para poder realizar estudios y comparaciones.

No hay datos en las características del donante o el receptor que puedan prever la aparición de complicaciones quirúrgicas.

Globalmente, las complicaciones quirúrgicas influyen en la supervivencia del injerto, y entre las complicaciones la necesidad de cirugía precoz es una variable con valor pronóstico independiente. El análisis multivariado revela que la función diferida y la edad del donante son el resto de las variables con valor pronóstico independiente sobre la supervivencia del injerto.

 

Conflicto de intereses

Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.

 

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Dirección para correspondencia:
javiferbar@hotmail.com
(J. Barba Abad)

Recibido 6 Noviembre 2009
Aceptado 12 Diciembre 2009

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