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Revista de la Asociación Española de Neuropsiquiatría

versión On-line ISSN 2340-2733versión impresa ISSN 0211-5735

Rev. Asoc. Esp. Neuropsiq. vol.33 no.118 Madrid abr./jun. 2013

https://dx.doi.org/10.4321/S0211-57352013000200011 

CARTAS AL EDITOR

 

Pinel, el Hospital de Zaragoza y la terapia ocupacional

Pinel, Zaragoza´s Hospital and occupational therapy

 

 

En relación con el artículo de Gabriel Sanjurjo Castelao y Saray de Paz Ranz "Acerca de Pinel, el Hospital de Zaragoza y la Terapia Ocupacional" (Rev. Asoc. Esp. Neuropsiq., 2013;33(117): 81-94).

Quizás el acudir a dos autores no mencionados pueda ayudar a fijar mejor como pudieron suceder las cosas y digo pudieron porque hay que estar siempre abiertos a los cambios que nuevos hallazgos puedan provocar. Durante el Terror de la Revolución Francesa (dice el periodista Patrick Coupechoux en la página web TopiA) sucede un hecho fundacional, la liberación de los insensatos de Bicétre de sus cadenas por Philippe Pinel. Este hecho abre simbólicamente un nuevo periodo en el que la locura se transforma en una enfermedad que ha de ser confiada a los médicos. Pinel reubica la locura dentro de la dimensión humana: si queda algo de razón en cada loco, es porque el loco sigue siendo un ser humano.

No importa si sucedió tal y como lo detalla en su cuadro Charles Müller, de lo que estamos seguros es que se produjo un cambio, aunque en ese momento, después e incluso ahora se repitan prácticas manicomiales.

Pero veamos qué nos aporta un nuevo personaje. Hermann Simon (1867-1947) desarrolló en el Hospital de Gütersloh la aplicación de la ocupación como medida terapéutica, no siendo éste su único aporte ya que también introdujo varios conceptos muy relevantes: facilitar en los centros un ambiente terapéutico, buscar la terapia más activa, la necesidad de la formación del personal, la idea de que los establecimientos enferman ("los fenómenos morbosos de nuestra organización manicomial") y considerar que "el centro de gravedad de la terapéutica debe basarse más en la previsión y prevención anticipadas (precoces decimos ahora) que en la lucha contra las perturbaciones ya declaradas". Pues bien, este psiquiatra en su obra Tratamiento ocupacional de los enfermos mentales (Barcelona: Salvat editores SA. 1937) En la página 25 habla de la visita de Pinel al asilo (sic) de Zaragoza. Recogiendo los trabajos históricos de Paetz y Kraepelin explica: "En dicho establecimiento una continuada experiencia había demostrado que la utilización de los enfermos en las labores del campo constituía el medio más seguro y eficaz para recuperar la razón perdida, observándose que los nobles que alegando su jerarquía rechazaban con altivez y desprecio efectuar algún trabajo mecánico de los que se les ofrecían, gozaban de triste privilegio de ver eternizarse sus absurdos extravíos y delirios". Frase muy parecida a la que los autores del artículo mencionan en la pág. 83: "Los más pudientes (estancias de pago)... no se les emplea como trabajadores por lo que curan muy raramente".

En relación a este punto Francesc Tosquelles (1912-1994) hacía el siguiente relato: Pinel efectivamente visito el Hospital de Gracia de Zaragoza, le enseñaron todo y después hizo la siguiente reflexión a sus anfitriones: he observado que los enfermos de beneficencia, en general están mejor que los enfermos de pago. Era el estilo de transmitir que tenía Tosquelles, subrayando en este caso la importancia del trabajo, de la ocupación, de la participación en actividades grupales. Tosquelles en su huida a Francia, perseguido tras la derrota del 39 pasó los Pirineos con dos libros, uno el de Hermann Simon (en alemán)y otro la tesis de Lacan. El primero fue traducido al francés e impreso en los talleres de Sant Alban con un título más exacto que el de la traducción de Sarró mencionada "Une therapéutique plus active a l'hopital psychiatrique". La tesis de Lacan, él que venía de España, la dio a conocer a los compañeros de La Lozere. No solamente llevó esos libros, también trasladó la experiencia de la comarcalización catalana que dio paso a la sectorización y las ideas que dieron lugar a la psicoterapia institucional motor de cambio en muchos hospitales psiquiátricos.

Lo importante de esta historia son los personajes y lo que hicieron. Su compromiso en cambiar las cosas. Su compromiso en reconocer a los locos como personas, como ciudadanos, como personas con todos los derechos. Estamos en un camino que no se ha terminado porque el rechazo, la discriminación, la cosificación, la negación de la palabra son actitudes que vuelven permanentemente, cada vez de manera más sutil. Y nos exige cada vez volver a la metáfora de las cadenas y hacer el máximo posible para mejorar la calidad de vida y la aceptación de estas personas que llevan el cartelito de locos. Tosquelles decía el problema es saber cómo integrar la locura en la ciudad.

 

José García Ibáñez
garciaj@peremata.com

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