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Revista de la Asociación Española de Neuropsiquiatría

On-line version ISSN 2340-2733Print version ISSN 0211-5735

Rev. Asoc. Esp. Neuropsiq. vol.39 n.135 Madrid Jan./Jun. 2019  Epub Nov 11, 2019

https://dx.doi.org/10.4321/s0211-57352019000100015 

Crítica de Libros

Cosas que tu psiquiatra nunca te dijo

Things that your psychiatrist never told you

Juan de la Peña 

CARREÑO, Javier; MATILLA, Kepa. 2018. Cosas que tu psiquiatra nunca te dijo. Otra mirada sobre las verdades de las psiquiatrías y las psicologías. Barcelona: Xoroi Edicions, ISBN: 978-84-94833335. 266p. Prólogo de José María Álvarez y Fernando Colina,

El mundo no está hecho para ir a contracorriente. Aunque de vez en cuando hay quien tiene el valor de hacerlo para alumbrar las sombras que no queremos ver. Con un estilo fresco pero riguroso y una prosa elegantemente decorada por una sucesión de maravillosas expresiones que brotan a borbotones, este libro de Carreño y Matilla es una oda a esa juventud que no se arruga ante el poder de los discursos, a esas gentes que miran al clasicismo del pasado para orientarse en el futuro y a todos aquellos valerosos secretarios de la locura que se sirvieron del psicoanálisis para rescatar al loco de la condena de ser considerado poco más que un enfermo.

Cosas que tu psiquiatra nunca te dijo es un recorrido por esas sombras que las psiquiatrías han ido dejando a su paso. Es un recorrido por su historia, desde su nacimiento hasta el momento actual. Es una travesía por todos aquellos conceptos que se han ido trasformando, por sus nuevos nombres y sus nuevos remedios. Es una crítica a la deriva galénica de las psiquiatrías al concebir la locura como una enfermedad, al mismo tiempo que una propuesta para recuperar su esencia más humana.

Seguir una doctrina es mucho menos ingrato que ponerla en cuestión. Más aún cuando dicha doctrina se ha elevado a paradigma del saber. Cuando esto es así, cuestionarla puede resultar no solo incómodo, sino también temerario. Sin embargo, debe imponerse como máxima cuestionar todo saber. Si cabe, mucho más el nuestro que cualquier otro, pues la condición humana es tan familiar como inalcanzable. Sobre todo, si el saber en cuestión se presenta con los galones de la verdad. Porque la verdad no es lo mismo que el saber.

"La psiquiatría, como cualquier otra disciplina, no es más que un saber en movimiento". Esta afirmación de nuestros queridos autores contrasta con el mensaje con el que se presenta al mundo la psiquiatría hegemónica, que se dice "basada en la evidencia". Una evidencia que en el momento de su traducción rápidamente se deshizo de los indicios para convertirse en conclusión. Pues bien, esta honesta afirmación que Carreño y Matilla enuncian apunta a que el saber de la psiquiatría no puede ser tomado como una entidad unitaria, cerrada, completa y definitiva, sino como algo inconcluso, abierto, fragmentado y siempre expuesto al cuestionamiento. Esto es así por el simple hecho de que nuestra psiquiatría, como no ocurre en otras disciplinas médicas, trata de dar cuenta de un tipo de pathos en el que lo patológico y la condición humana misma resultan indisolubles. Es ahí, precisamente, donde la dimensión del sujeto podrá ofrecernos algo de luz.

"Las psiquiatrías" es una expresión que cuestiona esa unidad del saber y recoge su dispersión en un abanico de alternativas. No obstante, en nuestro caso, que es el del libro, los autores se han decantado por un retorno a la psiquiatría clásica, a aquella de la que es heredera el psicoanálisis. Una psiquiatría que, en su acto fundacional, decidió darle la palabra al loco para escuchar la razón que habita en el sinsentido de sus desvaríos. Una psiquiatría que acepte que "la locura y la cordura son dos formas de estar en el mundo, dos respuestas ante lo traumático de la existencia que es el encuentro con el lenguaje". Una psiquiatría que no caiga en la tentación de poner nombre a las cosas y echarse a dormir. Una que vislumbre en la depresión ese granito de tristeza que nos invade a cada cual cuando el deseo claudica y desfallece —porque "es sorprendente que algo tan humano sea ahora, de golpe y porrazo, una enfermedad"—. Que sepa sondear en la angustia "al agujero insondable que nos deja el hecho de que hablando, a veces, parece que se puede todo y nada", "tener y no tener", "ser y no ser". Y que no confunda el síntoma con la enfermedad, cuando resulta que este es el mejor remedio, incluso la mejor defensa, frente a ese agujero tan horrible que acompaña a la angustia.

La historia nos enseña que las psiquiatrías quisieron acabar con toda brizna de razón en la locura y acabar por imponer sus leyes "objetivizantes". Y lo hicieron a costa de desnaturalizar el malestar humano y convertirlo en un montón de trastornos con flamantes nombres. Bien es sabido que todas esas tropelías que quieren acabar con el pasado suelen comenzar por cambiar los nombres a las cosas para terminar introduciendo una nueva ideología. Así las cosas, la locura dio paso a la demencia y el déficit se instaló en el sujeto esquizofrénico, paradigma de la psicosis como hoy en día la entienden las psiquiatrías. La tristeza, la melancolía y la locura maniaco-depresiva dieron paso al superficial concepto de bipolaridad, con la ventaja de que resulta tan inofensivo que a nadie puede ofender y es fácil identificarse con él. La hiperactividad surgió de nuevo como el "resultado del declinar simbólico de la cultura occidental y de los ojos mercantilistas que miran a los niños como inversiones", como "el sofoco agudo del niño obligado a que no le pase nada y a que no quede en falta"... ¡Detengámonos un momento para mirar con esos ojos críticos que una vez tuvimos lo que nunca antes nos habíamos parado a observar! Como bien se preguntan Carreño y Matilla, en el caso de los niños, benditos niños, ¿con qué intención la psiquiatría de la falsa evidencia y el consenso pretende nombrar algo que antes no tenía nombre? Porque no le interesaba a nadie. Porque se preservaba al niño de las cosas del adulto. Porque. "¿por qué todo tiene que funcionar?, ¿por qué un niño ha de ser eficiente?".

Dije al principio que del libro brotan a borbotones un sinfín de fantásticas expresiones, de esas que en pocas palabras condensan un montón de ideas e intenciones. Pues bien, resumamos el libro en una sola. Está en la página 99. Dice así: "Si de algo padece la psiquiatría de hoy es de un esfuerzo continuo por ser científica". Es una expresión deliciosa. En ella parece condensarse la esencia que atraviesa el libro de principio a fin, aquella idea originaria que debió de empujar a estos colegas a escribir todas las demás reflexiones y argumentos. Es exactamente esa cosa que tu psiquiatra nunca te dijo: que las psiquiatrías que se consideran científicas han construido su saber y su prestigio mediante evidencias que no lo son tanto. Porque, en su afán por objetivar la sustancia humana y sus dislates a través de la elaboración de escalas, ensayos clínicos, pruebas estadísticas y demás cuantificables, las psiquiatrías positivistas se proponían reducir al mínimo la dimensión filosófica y hermenéutica del conocimiento de la locura para, por fin, poder llegar a aprehender su verdadera naturaleza a-histórica y a-subjetivada. Los resultados que han ido obteniendo no solo no alcanzan la consistencia de lo incontestable, sino que, en muchas ocasiones, parecen ofrecer deducciones absolutamente contradictorias. Lean con atención en el libro, por ejemplo, cómo estas supuestas ciencias y sus científicos más avezados decidieron que ciertas evidencias a las que la razón científica no podía llegar se debían resolver, valga la ironía, con algo muy de laboratorio: el consenso. Lean, por favor, cómo se fraguó esa "biblia" que define las enfermedades y distingue el límite de lo que resulta enfermo y lo que no; lean ese manual diagnóstico del otro lado del Atlántico y sus distintas revisiones y verán que detrás de tanta bata insigne y tanto brillo de cientificismo sigue y seguirá existiendo la misma inconsistencia y la misma miseria humana que tanto quisieron hacer desaparecer de nuestra disciplina.

Cuando estudiaba Medicina, algunos compañeros solían bromear con la función y la utilidad que cada una de las especialidades podía llegar a desarrollar en su práctica. Frente a la cardiología, que salvaba vidas, y la traumatología, que restituía los miembros quebrados, la psiquiatría y la neurología aparecían a sus ojos como una especie de entretenimiento inútil que, a pesar de la artimaña de sus imágenes y la retórica de su palabrería, en el fondo no curaban nada. Pues bien, Cosas que tu psiquiatra nunca te dijo ha vuelto a reavivar en mí esa vieja broma de universidad, aunque trasformada ahora en una pregunta grave y verdaderamente trascendente. Una pregunta clínica, sí, pero una pregunta esencialmente ética: ¿qué concepto tenemos de enfermedad? ¿Qué remedios tenemos a mano?, ¿qué consideramos que es la curación? Si pudiera reunir a mis antiguos compañeros y explicarles. Ahora tengo argumentos para decirles que se equivocaban. Aunque, paradójicamente, estos argumentos también servirían para que muchos de mis colegas me dijeran que el equivocado soy yo. Como Carreño y Matilla nos muestran en su libro, esas preguntas que antes formulé no tienen una respuesta única e inequívoca. Así son las psiquiatrías. Así es como unos y otros andamos divididos a ambos lados de las aguas de la clínica: unos creyendo a pies juntillas en la biología del malestar y la locura, y otros en su causalidad significante; unos confiando en que las pastillas son remedio y prevención que aleja al paciente de todo mal y otros, menos confiados y pesimistas, viendo también en ellas un factor de riesgo y un elemento debilitador de la resiliencia del paciente; unos más bien apegados a las guías clínicas y a la obviedad nominativa por la que a cada enfermedad se adecua un tipo de medicación y otros, más escrupulosos y rebuscados, orientados en el caso por caso allí donde la norma desfallece; unos más resolutivos y prestos a borrar todo signo de enfermedad, a base de chispas si es preciso, y otros más tolerantes, quizá menos ambiciosos, que prefieren no borrarlo todo porque saben que con ese empeño también se acabaría borrando el sujeto que la soporta. Pues bien, amigos, así son las psiquiatrías; así es como Carreño y Matilla nos las descubren y cuentan.

1 Javier CARREÑO, Kepa MATILLA (2018), Cosas que tu psiquiatra nunca te dijo. Otra mirada sobre las verdades de las psiquiatrías y las psicologías, Barcelona, Xoroi Edicions. ISBN: 978-84-94833335, 266 páginas. Prólogo de José María Álvarez y Fernando Colina. [ Links ]

Psiquiatra, psicoanalista.

Correspondencia: johnnyproject77@yahoo.es

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