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Dynamis

On-line version ISSN 2340-7948Print version ISSN 0211-9536

Dynamis vol.37 n.1 Granada  2017

 

 

 

Reseñas

Reviews

 

 

Fontes da Costa, Palmira. Medicine, Trade and Empire. Garcia de Orta's Colloquies on the Simples and Drugs of India (1563) in Context. Farnham: Ashgate; 2015, 304 p. ISBN: 9781472431233. £ 78.99

El volumen reseñado se basa en una selección de trabajos presentados y discutidos en el congreso de precioso y sugerente título "O mundo num libro", celebrado en Lisboa, en la sede de la Fundación Calouste Gulbenkian en abril de 2013, y organizado por la editora del libro, Palmira Fontes da Costa. Los doce capítulos que lo componen presentan una colección de interesantes ensayos que analizan desde variadas perspectivas disciplinares la figura del médico portugués Garcia de Orta y su obra Colóquio dos simples e drogas da Índia publicado en Goa en (1563).

El volumen se abre con un ensayo de Jon Arrizabalaga que coloca a Garcia de Orta en el contexto de la diáspora sefardí compartida por las élites médicas de la primera edad moderna Ibérica. Arrizabalaga subraya como esta circunstancia no fue siempre reconocida, incluso bien entrado el siglo XX, por una parte de la historiografía portuguesa, con una agenda católica que se resistía a aceptar esta desmerecedora condición en un personaje considerado una gloria nacional. El autor insta a integrar esta dimensión en la narrativa histórica general manteniendo alejado todo tipo de retórica imperialista y nacionalista y apuntando hacia una historia transoceánica y global.

Michael Pearson entona un parcial mea culpa lamentando la falta de interés prestado por cierta historiografía anglófona por una figura tan relevante como la de Garcia de Orta. Nos propone un sugestivo retrato del médico lusitano como erudito, tolerante, informado, abierto, atípico habitante del Océano Índico, incluso dice más, de Eurasia. Orta fue, según Pearson, parte de un amplio proyecto social global que existió más allá de las fronteras de la amabilidad, etnicidad o nacionalidad. Con una amplia competencia lingüística que lo habilitó para ir más allá que sus compatriotas y convertirse en un verdadero cosmopolita.

Ines G. Županov parte de un diálogo -ideado por el recientemente desaparecido Umberto Eco- en el que Adán y Eva se ven como víctimas de una ambigüedad fraseológica, que sirve como metáfora de la relación entre lenguaje y mundo. Relaciona este ejemplo con la elección de la forma dialógica para la obra de Garcia de Orta, vista como una decisión retórica intencionada de conectar la ambigüedad en los mensajes con la producción de conocimiento. La dificultad de dilucidar entre el Orta personaje y el Orta autor de libro, entre una variedad de objetos presentados en docenas de idiomas, entre escenas de la vida cotidiana con presencias domésticas que parecen muy reales y ausencias familiares del mismo calibre, llevan a Županov a insistir en la imposibilidad, al afrontar un estudio del libro desde el punto de vista de la historia cultural y social, de separar el texto de Orta de su tiempo y su medio, del destino del autor. La forma dialógica, constituye también para Orta, según la autora, una manera de identificarse como miembro del gran círculo de intelectuales y humanistas de la Goa de su época.

Inês de Ornellas e Castro coloca el tratado de Garcia de Orta en la historia de los regímenes de alimentación reconociendo sus observaciones sobre las propiedades curativas de ciertos frutos y plantas medicinales y sus consejos culinarios como innovadores.

Isabel Soler y Juan Pimentel ven en la obra de Garcia de Orta un intento de forjar una unión, un "espacio híbrido" entre Este y Oeste; de poner orden, de investigar y debatir la verdad que ha sido alterada por traducciones, versiones, distintas tradiciones, desplazada espacialmente de un lugar a otro. En este sentido, la elección de la forma dialógica permite a Orta, según los autores, expresar opiniones discordantes y elaborar una estrategia epistemológica que le habilita para identificar el conocimiento correcto y preciso, conocer y probar con la experiencia, rebelarse a la retórica y corregir errores, que para colmo de Orta aparecerán masivamente -en su forma tipográfica- en la primera edición de 1563.

Según Hugh Clagle y cito: "[Orta] improvisó soluciones aplicables a problemas intratables de una manera innovadora pero no revolucionaria para su tiempo y lugar".

Harold J. Cook establece un curioso paralelismo con botánicos y iatroquímicos de otras latitudes, considerados en ciertas ocasiones, según su opinión, de forma inconexa por parte de la historiografía. Ve en un Orta, anti-galénico y anti-aristotélico, radicado en la nueva botánica y abierto a la nueva química, una especie de síntesis de estos conocimientos.

António Manuel Lopes Andrade analiza en paralelo los vivencias de Garcia de Orta y de otro destacado médico portugués, Amato Lusitano, que tuvo que abandonar, como Orta, su tierra natal por otros y lejanos destinos por ser cristiano nuevo. Andrade se interroga sobre la escasez de citaciones de Amato en la obra de Garcia de Orta, a pesar de los conocimientos e intereses comunes. Aunque experimentados desde distintas y alejadas localidades, ciencia, comercio y religión se encuentran, según el autor, inextricablemente interconectadas con las respectivas circunstancias vitales de los dos médicos lusitanos.

Florike Egmond analiza la que fue la mayor vía de difusión de la obra de Orta en Europa: las sucesivas ediciones que de ella hizo Carolus Clusius. Éste intervino y modificó de manera importante la obra de Garcia de Orta para empezar eliminando la estructura dialógica. Según la autora, desplazó el énfasis de la medicina a la botánica, acercando el tratado al estilo de los herbarios europeos. Añadió 16 ilustraciones que se mantuvieron durante los 40 años de revisiones posteriores. Sin embargo, a pesar de estas adaptaciones, parece innegable que Clusius constituyó la vía maestra de introducción y difusión de la obra de Orta en Europa.

José Pardo-Tomás analiza la presencia de Garcia de Orta en los tratados españoles de materia médica exótica, en particular en la Historia Medicinal de Monardes (Sevilla, 1565-1572), los Discursos de Fragoso de 1572 y el tratado de Cristóbal de Acosta (Burgos, 1578). El autor lanza una aguda e intrigante observación y una sugestiva hipótesis interpretativa relacionada con el año de la unidad de las coronas portuguesa y española, 1580, indicando esta fecha como el momento de súbita interrupción en la traducción y publicación de obras de materia médica exótica en la península.

Timothy D. Walker, al considerar en su capítulo el jardín del Hospital Real de Goa y la evolución de la hibridación en la cultura médica colonial portuguesa, señala la obra de Garcia de Orta como un primer, pero importante, paso en el proceso de establecimiento de patrones de adquisición y diseminación de la medicina indígena que perdurará más de 250 años.

Finalmente, Palmira Fontes da Costa concluye con un original capítulo dedicado a las celebraciones, homenajes, tributos, pero también sombras, misterios, y redescubrimientos en relación con la figura de Garcia de Orta a través de las creaciones artísticas a él dedicadas, marcadas por fluctuaciones interpretativas ligadas a específicos intereses sociales y locales.

Envidiamos a Andrew Cunningham, que confiesa en el epílogo haber consultado en la biblioteca de Universidad de Cambridge el ejemplar que Clusius adquirió en su día de la edición de obra de Orta de 1563.

Celebramos la publicación de esta obra, sumamente enriquecedora por la variedad de ideas, puntos de vista, sugerencias, preguntas, que esperamos constituya finalmente la plataforma de lanzamiento de esta figura tan sugestiva y rica de interpretaciones y problemas abiertos a una dimensión internacional accesible ya al mundo (monolingüe) anglófono, lamentando que ello nos haya privado de la prosa en lengua madre de algunos de las/los autoras/es ibéricas/os del volumen.

No podemos dejar de mencionar la aparición en el mismo 2015 de otra obra importante sobre Garcia de Orta, fruto de la tesis doctoral de Teresa Nobre de Carvalho: Os desafios de Garcia de Orta: colóquios dos simples e drogas da Índia (Lisboa: Esfera do Caos, 2015) varias veces citada en el libro reseñado.

 

Emma Sallent de Colombo
Investigadora independiente, Barcelona
orcid.org/ 0000-0003-1824-6722


 

Sofie Lachapelle. Conjuring Science. A History of Scientific Entertainment and Stage Magic in Modern France. New York: Palgrave Macmillan; 2015, 201 p. ISBN: 9781137497680. $ 95.

Tras abordar la historia del espiritismo y la metapsíquica en Francia en Investigating the supernatural (2011), la historiadora Sofie Lachapelle (University of Guelph) se adentra en el mundo de la prestidigitación de mediados del siglo XVIII hasta principios del siglo XX. En concreto, Lachapelle examina la relación entre la magia, la ciencia y la tecnología dentro del mundo del espectáculo y la industria del ocio en París, desde las ferias ambulantes hasta el desarrollo del cinematógrafo. Hace tiempo que la historiografía se ha interesado por el rol de la magia en el desarrollo de la ciencia en la era premoderna; pero apenas disponemos de trabajos que traten esta relación durante la modernidad. Conjuring science pretende rellenar este vacío. Se trata de un libro rico en fuentes documentales hasta ahora inexploradas. Lachapelle presenta una obra que nos permite comprender, por primera vez, las ambiciones e influencia de los prestidigitadores en distintos ámbitos (el teatro, el entorno doméstico, las colonias, el laboratorio...), así como su relación con el público, con sus aliados y sus enemigos (médiums, faquires, niños, trileros, psicólogos...). Sin embargo, si bien la relación entre la magia y la industria del entretenimiento queda patente, su impacto en el conocimiento científico queda diluido a lo largo del libro.

Conjuring science se estructura alrededor de cinco capítulos temáticos. El primer capítulo examina el mundo de la magia, la ciencia y el entretenimiento en las ferias y los teatros parisinos. Según argumenta la autora, los ilusionistas empezaron a incorporar la ciencia en sus espectáculos inspirados por el espíritu de la Ilustración. En los grandes teatros abandonaron sus túnicas extravagantes para vestir un elegante traje. La mayoría se hacían pasar por doctores o profesores en ciencias naturales. Sus espectáculos representaban una forma de divulgación científica. Valiéndose de las "maravillas de la ciencia" desconocidas por el público, incorporaron los últimos descubrimientos en física y química en sus trucos. Buena parte de esta moda estuvo inspirada por el ilusionista Jean-Eugène Robert Houdin (1805-1871), a quien encontramos a lo largo del libro.

Más allá de los teatros, otra forma de llegar al público fue a través de los libros y juegos de magia. El segundo capítulo examina la prestidigitación y la ciencia recreativas en el ambiente doméstico a través de las publicaciones y los inventos de los ilusionistas. Los libros para adultos sobre trucos basados en principios científicos, o los kits de "magia y física divertidas" para niños, son algunos ejemplos de los productos ideados por los ilusionistas. El carácter prevalentemente recreativo de dichos productos tenía, según sus autores, un fin educativo. Como argumenta Lachapelle, esta historia está ligada al desarrollo de los museos de ciencia orientados hacia un público infantil.

Pero no todo fueron "espectáculos científicos". Con el auge del magnetismo animal, el espiritismo y el misticismo oriental llegado de las colonias francesas, los ilusionistas empezaron a incorporar trucos inspirados en el mundo sobrenatural. El tercer capítulo muestra la confrontación entre los prestidigitadores y los médiums y faquires de espectáculo. Los esfuerzos de los ilusionistas estuvieron dirigidos a destapar los supuestos fraudes de aquellos que decían poseer facultades sobrenaturales y mostrar que, como ellos, eran meros prestidigitadores. En la industria del ocio del Grand Paris de los bulevares y la luz, la "verdadera" magia de los médiums y faquires amenazaba la magia trucada del ilusionismo.

A finales del siglo XIX, los ilusionistas intentaron ganar más respeto para su gremio desmarcándose de aquellos que usaban la prestidigitación para estafar. Al mismo tiempo, psicólogos como Alfred Binet (1857-1911) se interesaron por la psicología de la creencia y de la percepción, la cual permitía a los ilusionistas "engañar" al público con sus trucos. El cuarto capítulo examina estos problemas y muestra, entre otras cosas, cómo los magos publicaron tratados de prestidigitación con el fin de descubrir a los trileros o a quienes hacían trampas en las cartas. Asimismo, analiza la participación de los ilusionistas en los experimentos sobre "psicología de la prestidigitación".

Finalmente, el quinto capítulo examina el papel de los magos en el desarrollo de los efectos especiales en los teatros -bombas de humo, ilusiones ópticas mediante espejos, etc.- y su rol en la "prehistoria del cine". Buena parte se centra en el caso de Georges Méliès (1861-1938), prestidigitador y cineasta pionero. Así, Lachapelle muestra cómo los ilusionistas crearon nuevos trucos y efectos visuales para las pantallas. El auge de la industria del cine contribuyó a su vez al declive del de la magia. Los teatros otrora ocupados por los prestidigitadores fueron transformados en salas de cine.

Conjuring science resulta un retrato muy convincente de las aspiraciones y ámbitos de acción de los ilusionistas franceses y, posiblemente, de otros prestidigitadores en otros contextos. Sin pretender rebajar el mérito del libro, cabe destacar que algunas voces, que habrían aportado más profundidad y complejidad al análisis de Lachapelle, se hallan ausentes. Por ejemplo, no se indaga suficientemente en la reacción del público ante la "magia científica" practicada por los "ilusionistas-doctores-profesores en física y química". Tampoco conocemos la reacción de los "verdaderos" doctores y profesores ante el uso de tales títulos para la promoción de la prestidigitación, así como su opinión respecto al rol de divulgadores científicos que reivindicaban los ilusionistas. No sabemos si la comunidad científica denunció un supuesto uso inadecuado o peligroso de la ciencia en los espectáculos de magia, tal y como sucedió con las demostraciones de hipnotismo en Francia en la misma época. Del mismo modo, se echa de menos una visión más crítica sobre el tema del entretenimiento, la conjunción magia-ciencia-consumismo y las nociones de "física divertida" o "matemáticas recreativas" que se popularizaron entonces. A pesar de que se tratan de cuestiones difíciles de indagar -acaso por la escasez de fuentes-, un análisis más afinado habría permitido profundizar en los conflictos de la relación magia-ciencia más allá de su rol en la industria del ocio.

 

Andrea Graus
orcid.org/0000-0002-9513-0048
Ruusbroec Institute.
University of Antwerp


 

Marina Saad. Cabanis, comprendre l'homme pour changer le monde. Paris: Classiques Garnier; 2016, 309 p. ISBN: 9782406058038. € 37.

El entorno creado por Mme. Helvétius en los salones parisinos de Auteil donde grandes personajes desde Turgot a Condorcet, Mirabeau, D'Alambert, Condillac, el propio Cabanis y los demócratas americanos Franklin y Jefferson, tuvieron ocasión de conocerse y discutir en un momento histórico clave en la historia de Francia y del mundo moderno, constituye uno de los puntos de arranque de una monografía necesaria. Precedida por un clarificador prólogo de Jackie Pigeaud y aparecida en la colección Histoire et philosophie des sciences que coordinan los historiadores franceses, Bernard Joly y Vincent Julien, la autora ha tenido el acierto de condensar en el volumen, de forma ejemplar, sus propios trabajos anteriores sobre el personaje de Cabanis y toda la amplia bibliografía que sobre el citado autor y su época se ha escrito. Seis capítulos, además del introductorio, y un corolario final constituyen la estructura del volumen cuyo objetivo es estudiar, en todas sus facetas y su complejidad, la figura y la obra del filósofo, político y médico francés.

Personaje singular, Pierre-Jean-George Cabanis (1757-1808), que suele situarse entre los ideológues (que la autora considera no son el epígono del pensamiento ilustrado sino el punto de partida de algo rigurosamente nuevo, y creadores de todo un programa para las nuevas generaciones), aunaba, para Saab, los ideales de progreso e igualdad de la Revolución con el pensamiento naturalista (p. 35). No se trata, solo, de decir que en Cabanis medicina y política se unen, lo que él mismo se encarga de señalar de forma explícita, sino de mostrar en detalle como un cierto ideal político, el suyo, se apoya en una doctrina médica y en una antropología muy personales. Es sobre la condición del ser humano, en tanto que ser sensible, que fundamenta su ideal democrático, ubicando y dando un papel central al ciudadano en una sociedad justa y equilibrada. Como es bien sabido, Cabanis jugó un importante papel en la política francesa del Directorio. Elegido, en 1798, diputado del Sena en el Consejo de los Quinientos, ofreció posteriormente su apoyo a Bonaparte, aunque solo fuera por un corto espacio de tiempo. Estuvo en contra de los excesos en el periodo del Terror y en la utilización de la guillotina ("los asesinatos jurídicos" como él los llamaba) y fue el médico de su amigo Mirabeu y apoyo de Condorcet en los momentos más difíciles. Jugó un papel político activo e intentó poner en práctica sus convicciones presentando numerosos proyectos de reforma sobre la legislación de las prisiones, la asistencia pública, la policía médica y las escuelas de medicina y los hospitales.

Admirador de los integrantes de la Escuela de Montpellier, de Bordeu a Barthez, Cabanis elabora una concepción de la sensibilidad y una forma de vitalismo que le son propias y que le permiten construir su ideal de una sociedad armónica que debe proporcionar el bienestar entendido en términos de la salud física y la salud moral de sus ciudadanos. Afirmando la existencia de una "sensibilidad sin sensación", una de las aportaciones originales más importantes del autor, Saab considera que Cabanis transforma el análisis empirista de una manera original, sin dejar de mantenerse en el terreno de un materialismo estricto. La sensibilidad se confunde con la vida misma y en este sentido, Cabanis se muestra como heredero de Condillac, pero marca distancias con él, al abogar por un principio vital que no es la adicción de la sensibilidad de cada órgano sino una masa de energía que circula por todo el cuerpo; no es el regulador de la sensibilidad, es la sensibilidad misma. Cabanis se sitúa en el marco de la crisis epistemológica de la medicina y la búsqueda de nuevos fundamentos como de forma monográfica se estudió, entre nosotros, de forma ejemplar, hace unos años por parte de Elvira Arquiola y Luis Montiel en La corona de las ciencias naturales. La medicina en el tránsito del siglo XVIII al XIX (Madrid: CSIC; 1993).

En la concepción materialista de la enfermedad de Cabanis encuentra la autora la influencia de la mecánica newtoniana. La sensibilidad sería un tipo de fluido que se reparte armónicamente por el organismo en estado de salud y el conocimiento de su dinámica, desde el punto de vista de un componente físico, permite al médico desentrañar las reglas del funcionamiento de la inteligencia y de la moralidad. El programa de Cabanis pretende elaborar un saber tan exacto como el matemático, pero en el que el objetivo no son los números sino la generación de las ideas Y ello a través de un método que permitiera avanzar de certidumbre en certidumbre. En el conjunto de documentos contenidos en los Rapports du physique et du moral de l'homme, la identidad entre lo físico y lo moral, hacen de Cabanis, como es bien conocido, el pionero de la psicofisiología y desde sus supuestos conceptuales, se propone examinar, como analiza Saab, a la luz de su fisiología materialista, el conjunto de conocimientos médicos. Esta "ciencia del hombre" sano o enfermo tenía como objetivo comprender de qué manera se forman las ideas y hasta qué punto las condiciones ambientales, como el clima, influyen sobre ellas, con claras reminiscencias hipocráticas y, en su conjunto, muy cercana al pensamiento de su amigo Destutt de Tracy quien, como Cabanis, considera que su obra comienza en el punto donde la dejó Condillac.

L'excés et la manque es el título del capítulo donde la autora penetra en algunos de los fundamentos teóricos más importantes de Cabanis. La salud como equilibrio que se altera cuando hay unas sensaciones excesivas que quiebran la salud. Una faceta interesante es la importancia que concede, en la elaboración de su concepción de la etiología y desarrollo de la enfermedad, a los diferentes temperamentos, que eleva hasta seis frente a los cuatro de la medicina galénica tradicional y que se definen por sus peculiares características anatómicas y fisiológicas, como el volumen del hígado o la capacidad pulmonar. El concepto de organización a través de la cual Bordeu definía los temperamentos, es asumido por Cabanis, quien subraya la unidad inseparable del hombre físico y el hombre moral.

En este sistema de vasos comunicantes por donde circula el fluido y se deposita en ciertos lugares, encuentra la explicación de la patología, por ejemplo, en su relato detallado de la enfermedad de Mirabeau. En él, el desequilibrio del cuerpo y de la mente son directamente atribuidos a l'excés intellectuel de un hombre que acaba siendo víctima de la enfermedad por haber centrado todas sus energías en la acción política a través de su participación en los eventos revolucionarios, una suerte de tributo que ha tenido que pagar por su abandono, casi total, de las actividades físicas. Esta discrasia afectaría a las fibras sensibles, estos nervios que en Mirabeu eran similares, por su fragilidad, a los que corresponderían a una mujer. Por el contrario, en el caso de los atletas, habría un predominio del sistema muscular sobre el sistema sensitivo, aunque, llevado al extremo, también podría ser causa de enfermedad.

Uno de los aspectos más interesantes del análisis de la obra del autor es la de la enfermedad como un lenguaje que el médico debe conocer e interpretar. La enfermedad se presenta ante el médico como una combinación de elementos similar a la de la escritura alfabética (p. 84) y los síntomas serían como notas musicales asemejándose a las letras del alfabeto. La combinación de estos elementos simples permitiría conocer la patología que aqueja a cada enfermo en particular.

Heredero de una tradición que hizo del dolor, de una sensación, el síntoma que revela la enfermedad [véase si no la excelente monografía de Jean Pierre Peter, De la douleur. Observations sur les attitudes de la médecine prémoderne envers la douleur (1993)] y apoyándose en Locke y Condillac, establece una visión nueva del signo patológico y hace del médico el intérprete del mal que sufre el paciente al establecer la relación entre síntoma y enfermedad. Defensor apasionado de la medicina práctica, tomando como ejemplo las nuevas orientaciones de los clínicos de Edimburgo y Viena, establece un paralelismo entre la enseñanza de la medicina y la de un oficio artesanal que el maestro enseña a sus aprendices. El saber teórico del médico quedaría reducido a poco si no fuera acompañado de la experiencia adquirida en la cabecera del lecho del enfermo. El saber práctico de Cabanis es interpretado por Saad como una especie de instinto perfeccionado por el hábito de la práctica que puede llegar a ser tan refinada que, con una sola observación visual, el médico podrá orientar el diagnóstico. Y un factor esencial, la empatía, cualidad que el buen médico debe desarrollar. Junto a ello, la importancia de la lesión, el recuerdo a la obra de Morgagni, constituye una necesidad para entender la estructura cerebral y los cambios que experimenta en estado de enfermedad. Ello permite conocer mejor las características de ese "hombre interior" del que hablaba Sydenham y que recogía Boerhaave. El cerebro, lugar donde operan las sensaciones, estructura que permite que estas se transmitan y fuente de todos los movimientos vitales.

Mujer y sexualidad, sociedad y locura, medicina y política, constituyen otros tantos puntos de interés en el volumen reseñado, en los que Saad identifica elementos originales, novedosos. Por ejemplo, Cabanis establece un paralelismo entre la organización social y la salud y habla de la existencia de sociedades patógenas que transmitirían a sus miembros sus propios desequilibrios. Como ejemplo paradigmático la Francia del Antiguo Régimen, con una moral alterada, por un lado, por el lujo y la extravagancia y por otro, por la pobreza extrema. Por ello, el papel del médico tiene que ser el alertar sobre esos problemas y proponer reformas globales en profundidad desde el sistema penitenciario, a la asistencia social o a la de los hospitales. El conocimiento que el médico tiene del ser humano es indisociable de todos estos elementos del cuerpo social. La acción terapéutica requiere, pues, una reforma política y así, los médicos tienen una misión política fundamental. En los cursos que impartió en la École de Médécine, insistirá en estos deberes del médico recurriendo a la imagen clásica de la "corona cívica" que debería darse a aquellos galenos que fueran capaces, a la vez, de salvar a sus pacientes y a sus conciudadanos.

Un cuidado aparato crítico y una bibliografía convenientemente separada en bloques temáticos son también un valor añadido a un libro muy recomendable no solo para especialistas de este periodo histórico, sino como un excelente modelo de análisis de una obra tan compleja como la del autor francés.

 

Rosa Ballester Añón
orcid.org/ 0000-0002-7870-4185
Universidad Miguel Hernández de Elche


 

Jean Luis Guereña, dir. Sexualités occidentales XVIIIe-XXIe siècles. Tours: Presses Universitaires François Rabelais; 2014, 540 p. ISBN: 9782869063761. € 24.

El presente volumen parte de un coloquio mantenido en la Universidad François-Ravelais de Tours en febrero de 2011 bajo el título Penser les sexualités dans l'Histoire. Recoge, según su presentación, gran parte de las intervenciones allí realizadas e incorpora además algunas nuevas con las que se busca completar las perspectivas originales.

La obra ha sido editada por el hispanista Jean-Louis Guereña, profesor emérito de civilización española contemporánea en la Universidad de Tours, con numerosas publicaciones en historia de la sexualidad, entre ellas: La prostitución en la España contemporánea (2003), Infierno español. Un ensayo de bibliografía de publicaciones eróticas españolas clandestinas (1812-1939) (2011), La sexualidad en la España contemporánea (1808-1950) (2011), y Les Espagnols et le sexe, XIXe-XXe siècles (2013).

El título -Sexualités occidentales- es un homenaje al número de Communications, la revista fundada por Roland Barthes, Georges Friedman y Edgar Morin, publicado con ese mismo título en 1982 y editado por Philippe Ariès y André Béjin. Los artículos de dicho ejemplar constituyeron, junto con los tres volúmenes de la Histoire de la sexualité de Michel Foucault, publicados entre 1976 y 1984, las referencias fundacionales básicas en este campo de investigación.

Junto a ellas, otra referencia esencial de este trabajo, como subraya el propio Guereña, es la obra del Alain Corbin, profesor de Historia Contemporánea en la Universidad de Tours desde 1969 hasta 1987. Corbin estudió la prostitución en el siglo XIX (Les Filles de noces. Misère sexuelle et prostitution, 1978) y continuó con el estudio de las representaciones de la sexualidad con L'Harmonie des plaisirs. Les manières de jouir du siècle des Lumières à l'avènement de la sexologie (2008). Codirigió también, junto con Jean-Jacques Courtine y Georges Vigarello, la Histoire du corps (2005) y la Historie de la virilité (2011).

Dadas estas referencias fundamentales, la metodología y las fuentes utilizadas en esta historia de las sexualidades son, como cabía esperar, muy plurales. Se concitan aquí aproximaciones literarias con abordajes puramente históricos; se estudian una considerable diversidad de fuentes, entre las que se encuentran colecciones de sexología popular, el mercado de la pornografía o materiales judiciales y policiales; y se utiliza un amplio abanico metodológico, que engloba desde las perspectivas actuales de la historia social y cultural hasta la historia de las mujeres y los estudios de género. Todo ello con una finalidad: hacer patente que las identidades y las prácticas sexuales son construcciones sociales y culturales.

Sus 22 trabajos se agrupan en cuatro ejes temáticos: la masculinidad y la femineidad, los territorios de la homosexualidad, la escritura y la iconografía sexuales y, por último, la relación entre sexo e identidad racial. El espacio cronológico que contempla es la época contemporánea (específicamente, la segunda mitad del siglo XIX y la primera mitad del XX), sólo un artículo se dedica al siglo XVIII. En el espacio geográfico prima España y los Estados Unidos, pero también incluye Francia, Gran Bretaña, Alemania y Argentina y el Marruecos colonial.

En la primera parte, dedicada a L'identité sexuelle en question: normes de la masculinité et de la féminité, sus cinco trabajos abordan la construcción de los rasgos identitarios sexuales. Los cuatro primeros están dedicados a España. Marie Walin los estudia a través de los procesos de nulidad por impotencia a principios del XIX. Nerea Aresti los indaga en la atmosfera progresista de los años veinte del pasado siglo. Y Marie-Aline Barrachina los entresaca en los debates que protagonizaron los médicos especialistas en la cuestión sexual desde 1920 hasta 1940. Richard Cleminson muestra el variopinto discurso anarquista sobe la masculinidad en su estudio basado en La Revista Blanca. Y, finalmente, Bernard Banoun identifica la crisis de la masculinidad en las novelas de Alfred Döblin y Thomas Jonigk.

La segunda parte, Les territoires des homosexualités et des amours interdits, abre con un estudio de Fabienne Giuliani sobre casos de incesto en la Francia del XIX y los límites de la sexualidad tolerada. Le sigue un artículo de Francisco Vázquez sobre el escándalo ocurrido en 1898 en torno a unas cartillas sanitarias emitidas en Cádiz para prostitutos y que sirvió para avivar la polémica sobre la degeneración de la virilidad como causa de la crisis del 98. A continuación, Susan Clayton analiza la terminología de la homosexualidad -la terminología de "lo innombrable"- en escritores británicos y franceses (Gide, Yourcenar) entre 1914 y 1929. Geoffroy Huard, acto seguido, estudia la vida homosexual en el Barrio Chino barcelonés durante el franquismo a partir de informes judiciales y pone de relieve que la prostitución masculina, aparentemente inexistente o reprimida, fue en realidad bastante tolerada mientras no diese lugar a problemas de orden público. Esta parte se completa con dos trabajos sobre la historia del activismo de los movimientos gays en los Estados Unidos: el de Antoine Servel dedicado a la historia del militantismo de las minorías sexuales (LGBTQ) y el de Émilie Marolleau sobre el New Queer Cinema desde 1990.

En la tercera parte, Le sexe par l'écrit et l'image: sexologie, érotisme et pornographie, siete artículos analizan diversos aspectos de la literatura sexológica, erótica y pornográfica de los siglos XVIII y XIX. Patricia Mauclair establece el modelo de sexualidad presente en el libro de Nicolás Fernández de Moratín, El Arte de las putas (ca. 1772), obra en verso, censurada en 1777 por la Inquisición, cuya finalidad era exponer el arte de la prostitución y explicar su funcionamiento. José Amícola lleva a cabo una lectura queer de la obra del fundador del masoquismo, Leopold Sacher-Masoch, especialmente de los caracteres de la femme fatale y la madre autoritaria. Jean-Louis Guereña se adentra en las colecciones populares de educación sexual presentes en España desde finales del XIX hasta el primer tercio del XX y analiza las aportaciones supuestamente científicas de estos "catecismos para la pareja", sobre fisiología, higiene sexual, el matrimonio, la familia o la generación. Maxence Rodemacq describe el nacimiento de la industria pornográfica en el París de 1855 a 1930 como un modelo económico ligado al incremento de la cultura de masas. Philippe Chardin analiza los celos en la obra de Marcel Proust y las diferentes sexualidades que se manifiestan en ellos. Gersende Carmenen deslinda los niveles del erotismo en las obras del escritor argentino Alan Pauls. Y Anne-Gaëlle Ferrandi Regueillet propone el estudio de la sexualidad en la España del primer franquismo bajo enfoques metodológicos centrados en fuentes como los testimonios directos, los archivos judiciales, las encuestas o la literatura autobiográfica.

La cuarta y última parte, Le sexe de l'autre: race et sexe, interrelaciona sexo y raza, confrontando las exclusiones y represiones sexuales y raciales. Christelle Taraud estudia la "violencia fotográfica" presente en una obra ilustrada que relata la labor higiénica y médica efectuada por Francia en el Marruecos colonial de los años treinta, en donde las fotos con prostitutas "indígenas" revelan su doble discriminación sexual y racial. Mónica Zapata lleva a cabo un análisis sociológico de la interseccionalidad entre sexo y raza y lo aplica a la literatura sudamericana (Manuel Puig, Pedro Lemebel). Claudine Raynaud analiza la masculinidad y la femineidad "negras" mediante las autobiografías de militantes americanos de la "causa negra" de la década de los sesenta. Por último, Christine Ramat reflexiona sobre las sexualidades grotescas del teatro africano contemporáneo, que muestran el sexo de forma cruda y violenta como medio de subvertir los sistemas de poder y luchar al mismo tiempo por la libertad del cuerpo.

El libro se completa con una bibliografía exhaustiva, un índice onomástico y las biografías de los colaboradores.

Sexualités occidentales constituye, en su suma, una obra colectiva conjuntada, que congrega fuentes sumamente variadas y útiles propuestas metodológicas. Un trabajo a tener en cuenta por aquellos que piensan, como Guereña, que la sexualidad es "un objeto de historia".

 

Ángel González de Pablo
ordicd.org/0000-0002-2711-496X
Universidad Complutense de Madrid


 

Maria-Isabel Porras-Gallo and Ryan A. Davis, eds. The Spanish Influenza Epidemic of 1918-1919: Perspectives from the Iberian Peninsula and the Americas. Rochester: Boydell & Brewer. University of Rochester Press; 2014, 290 p. ISBN: 9781580464963. $ 99.

The Spanish Influenza Epidemic of 1918-1919: Perspectives from the Iberian Peninsula and the Americas, edited by Maria-Isabel Porras-Gallo and Ryan A. Davis offers thirteen thoughtful and well-documented case studies of the pandemic which show the richness and diversity of human society in extremis. The volume also illustrates the truly global nature of the outbreak which swept the world in three waves and killed at least 50 million people in just 18 months. The influenza of 1918 has been overshadowed by the violence and memories of World War I, but the power and reach of the flu was made possible by that war. This book tells us, for example, that the first Brazilians to get the flu were in Africa, soldiers aboard Brazilian army ships anchored at Dakar, Senegal, in early September 1918. At the same time, the virus traveled to in Brazil proper aboard the English ship Demerara, which had sailed from Liverpool, arriving in Rio de Janeiro September on 14 and quickly penetrating to the interior of the country. The commerce of war efficiently transported the virus across oceans and continents.

The editors seek to tell the influenza story in heretofore neglected regions of Iberia and South America, and have divided the volume into three sections. The first three essays examine the scientific understanding of influenza in 1918 and today at the time, the second section tells stories about how individuals, civil and military institutions, and various levels of governments responded to the epidemic and managed the crisis in communities in Portugal, Spain, and Brazil. The final section takes up cultural perspectives including gender, class, religion, national identity, and memory on the catastrophe in Spain, Argentina, and Canada.

An article by Esteban Domingo opens the collection with a scientific explanation of the influenza virus accessible to the lay reader, explaining how RNA viruses continue to mutate, recombine and reassort into virulent strains which can induce deadly disease in animals and humans. Domingo concludes that despite all that we have learned in the century since 1918, the biological complexity of influenza and other RNA viruses challenges public health effort. The influenza of 1918 remains one of the great mysteries of virology. Several authors describe how physicians and scientists in Brazil, Portugal and Spain debated the cause of the epidemic, the nature of the pathogen, possible treatments and means of prevention. They, like physicians around the world, tried a wide range of serums, throat sprays, tonics, herbal teas, rubs and soaks, as well as vaccines to treat and control the deadly flu. Maria Fatima Nunes' article highlights the work of Ricardo Jorge, Portugal's senior public health official in 1918 who met the epidemic with scientific research and public education and saw the emergency as an opportunity to determine the role of the state regarding public health policies and institutions to control influenza and other diseases. Jorge later sat on the Sanitary Committee of the League of Nations, connecting the nascent Portuguese public health system to the emerging modern welfare state in the West.

Unlike Portugal and Brazil which entered the cauldron of World War I in 1916 and 1917 respectively, Spain remained neutral. Thus, with little pressure to censor its daily news from an enemy, reports of a deadly flu outbreak appeared in newspapers earlier than elsewhere in the world, resulting in the misnomer "Spanish Influenza". Four chapters in the book highlight the actual flu experience in Spain. Porras-Gallo describes how influenza came to the country via Portuguese soldiers and Spanish workers returning from Europe and points out that some of the Spanish military's measures, such as demobilizing new recruits during the epidemic, actually spread the disease. A chapter on the experience of the city of Alicante, compares public policy during the 1918 influenza with 19th century cholera epidemics and an 1804 yellow fever epidemic. During these outbreaks, Spanish government officials imposed stringent sanitation measures which could be effective for water-borne diseases like cholera, but had little impact on respiratory infections such as influenza. Alicante officials imposed a virtual "health dictatorship" on the city, expelling or relocating families in the poor sections of town as they had done during yellow-fever and cholera epidemics, destroying more than 80 homes to "sanitize" them. The misery of influenza death further punished the poor in Alicante who were already suffering from unemployment, hunger, and poor living conditions. Pilar Leon-Sanz tells a happier story about Pamplona. There, mutual benefit societies provided medical assistance to one-third of city's population of 30,000 and when the epidemic overwhelmed them, local and provincial governments came forward with financial assistance. Thus, such fine-grained case studies reveal diverse responses to health crises, ranging from social control measures to community collaboration.

Unlike Western Europe, Latin America was still struggling with deadly and terrifying epidemics of yellow fever, plague, smallpox, as well as high rates of tuberculosis and malaria. Officials in Argentina and Brazil therefore at first sought to play down the arrival of a mere flu epidemic. Those who warned of its dangers were accused of sowing panic in the population. Anny Jackeline Torres Silveira tells how Brazilian officials believed that the shiny new city, Belo Horizonte, would be immune from a new contagion and thus downplayed any epidemic threat. They accused those warning of a deadly influenza of fear mongering and when the city succumbed to influenza political opponents blamed each other for the epidemic. While many of the countries at war were dominated by militarized governments, the Catholic Church in Brazil played a prominent role in the epidemic. Christiane Maria Cruz de Souza describes how as scientists and government agencies debated the causes of the disease and discouraged public meetings, people in Bahia gathered in churches for protection, a scene recalling pre-modern plagues that does not appear in many 1918 influenza stories. These local studies also reflect the universally high influenza morbidity rates, and relatively low death rates. The State of Bahia, Brazil with 320,000 inhabitants, recorded 130,000 cases of flu and 386 deaths; Rio de Janeiro reported 600,000 cases and at least 12,000 deaths, and Sao Paolo 117,000 cases of influenza with 5,000 deaths.

Many of the articles note that the poor were hardest hit by the influenza and that adequate nursing care was key to survival. Few, however, acknowledge the critical role of secondary pneumonia in increasing influenza mortality rates. Influenza alone rarely kills people, but in an age before antibiotics and respirators, secondary infections of pneumonia were deadly. Proper nursing care, rest, warmth, and nutrition could stave off pneumonia and save lives. The authors therefore miss an opportunity to directly link the higher deaths rates from the flu with the inferior living conditions of the poorer classes, indigenous peoples, or other marginal social groups.

The final article in the book is a powerful contemplation on why people have been so reluctant to talk about or memorialize the influenza of 1918-1919. Catherine Belling notes the dearth of literary works on the epidemic compared to the war, but in exploring the existing literature, she found that rather than commemorating the influenza, the works reinforce the very difficulty of reproducing the events at the individual level; the illness itself, the high fevers and delirium, made it difficult for people to actually remember the flu. We are thus left with newspaper headlines, hospital records, and gravestones.

Finally, however, the pandemic was so horrible, one wonders why anyone would want to claim it. We may not yet know the origin of the killer virus, but scholars agree that it was not Spain. Why, then, is this volume dedicated to Iberia and the Americas still calling it the "Spanish Flu"? There are so many other names, such as Blitzkatarrh, the Grippe, purulent bronchitis, pneumoni'ca, or even the influenza of 1918-1919. Whatever it is called, however, the pandemic is no longer be "forgotten" and this volume is a welcome addition to the literature showing how much more we can learn about the devastation and trauma influenza wrought around the world.

 

Carol R. Byerly
University of Colorado, Boulder


 

Josep L. Barona. The Rockefeller Foundation, Public Health and International Diplomacy, 1920-1945. London: Pickering & Chatto; 2015, xviii + 200 p. ISBN: 9781317316787. £ 100.

International health, and international health organizations in particular, have been the object of increasing historical interest. The monograph by Josep L. Barona, therefore, forms part of a growing body of scholarship analyzing the political, medical, economic and cultural backgrounds of the organizations which, collectively, formed the international health scene in the twentieth century. Its main focus is on the League of Nations Health Organization (LNHO) and the International Health Board/Division of the Rockefeller Foundation (RF), both of which have already been described in lengthy monographs1. However, instead of merely adding another volume to the historiography of those organizations, it analyzes the cooperation between them, regarding them as an example of the diplomacy of public health which shaped an early international framework of international health governance.

On 150 pages of text and twenty pages of annex, Barona presents a concise summary of the creation of the two institutions and their relations during twenty years of close, albeit sometimes rocky cooperation. Roughly half of the text describes the very early and the very late phase of this period, the times of transition when the work of the organizations began or ended or was fundamentally transformed, mostly under the impression of two world wars. During the First World War and its aftermath, the threat and the reality of large-scale epidemics spurred the formation of institutionalized international health cooperation, while the Second World War shifted attention to the needs of refugees and to the question of how to rearrange the scenery of international health administration after the war.

The central part of the book addresses the collaboration of the LNHO and the RF during the two decades in between. In line with the fields of collaborative work, the chapter focuses on the conceptualization and planning on schools of public health, on the creation and management of the International Epidemiological Intelligence Service (based on the Far Eastern Bureau in Singapore), on exchanges of international health experts and on the formation of international standards on food rationing and biological products. In different ways, each program saw a negotiation between the positions and interests of the two organizations, whereby the RF had a strong position as the financially stronger partner who provided most of the funding, while the LNHO had access to a large network of international experts and produced substantial innovative thinking. Both organizations shared a belief in the importance of public health, firmly grounded in research and methodical training, and in the integration of quantitative and laboratory approaches to public health policies. More important, both shared a commitment to a regime of international cooperation along largely Western lines of free mobility of people and ideas and of technocratic approaches to problem solving. The cooperation followed a certain division of labour: the RF would supply the results of laboratory work, finances and the support of a large network of -mostly American- RF officers working around the world. The LNHO supplied contacts with governments and scientists in numerous countries, in Europe and beyond, and an infrastructure of international meetings, publications and other means of regular scientific exchange.

The main strength of the book is also, in part, its weakness. In meticulous use of a broad range of primary source material from the archives of the League of Nations (Geneva) and the Rockefeller Foundation (New York), as well as from published material of the period, Barona presents an account which closely follows the voices of the time. Long quotes from reports and letters provide a vivid and immediate image of the events and allows the actors to come to life. At the same time, this loyalty to the sources sometimes risks getting lost in details, for instance in lengthy lists of financial transactions between the LNHO and the RF. Sometimes, the thorough accounts of individual documents can become confusing, as when names for commission are cited even though they were only provisional titles that were soon replaced by more long-term terminology (e.g. the "International Health Office"), leaving the uninformed reader wondering what may have become of them. But this tension between the advantages and disadvantages of close source guidance demonstrates the general dilemma of historical writing, and every historian is forced to choose between more critical, analytical distance or a more vivid and energetic narrative. This book opts for the latter, and often this seems the right choice.

Another welcome feature of the book is its presentation of information not easily available at other places. This includes a complete list of International Sanitary Conferences, two key documents on the formation of the LNHO and its cooperation with the RF, as well as a list of important actors in the international health scene along with brief curricula vitae. With these and other details, the book succeeds in bringing to life the collaboration of two chief health organizations of the early twentieth century and in explaining how they formed "an outstanding chapter in the history of public health and a milestone in the process transforming health as a powerful element in international diplomacy" (p. 151).

 

Iris Borowy
orcid.org/0000-0001-7621-1195
Shanghai University, College of Liberal Arts

 

References

1. Farley, John. To Cast Out Disease. A History of the International Health Division of the Rockefeller Foundation (1913-1951). Oxford: Oxford University Press; 200; Cueto, Marcos, ed. Missionaries of Science. The Rockefeller Foundation and Latin America. Bloomington: Indiana University Press; 1994; Borowy, Iris. Coming to Terms with World Health: The League of Nations Health Organisation 1921-1946. Berlin: Peter Lang; 2009. For a review of different interpretations of the Rockefeller Foundation see Weindling, Paul. American Foundations and the Internationalising of Public Health in the Twentieth Century. In: Gross Solomon, Susan; Zylberman, Patrick; Murard, Lion, eds. On Shifting Ground: Health and Space in the Twentieth Century. Rochester: Rochester University Press; 2008, p. 63-86.


 

Paula A. Michaels. Lamaze. An International History. Oxford: Oxford University Press; 2014, 264 p. ISBN: 9780199738649. £ 20.99

Los cursos de preparación al parto y las diversas técnicas de relajación y respiración como parte fundamental de ellos se han asentado como un elemento indispensable de la experiencia del embarazo en el mundo occidental. Estas técnicas se originan en una genealogía de conocimientos y prácticas de lo que podríamos llamar el "parto natural", "parto sin dolor" o "parto sin miedo" y cuya premisa central es el manejo del dolor principal o prioritariamente a través de técnicas psicológicas y sin recurrir a fármacos.

Lamaze. An International History, de la historiadora de la medicina Paula Michaels (Monash University, Australia), enlaza los diferentes escenarios y protagonistas de la fascinante historia de las trayectorias internacionales de la idea y puesta en práctica del "parto sin dolor". En la Introducción la autora explica su interés por estudiar la historia del "parto sin dolor", que surgió cuando estaba embarazada de su hijo en el año 2000. En el segundo capítulo, Michaels traza sus inicios en las técnicas del "parto natural" en la Gran Bretaña de los 1930, donde en 1933 se publicó el libro Childbirth without Fear de Grantly Dick Read, pionero en desarrollar un programa de educación de las embarazadas que, entrenándolas en las técnicas de relajación, aspiraba a ayudarles vencer el miedo al parto y a dar a luz sin anestesia (en aquel momento fundamentalmente óxido nitroso, barbitúricos y narcóticos). El libro de Grantly Dick Read tuvo gran impacto en el mundo anglosajón, particularmente en Estados Unidos donde, tras su publicación en este país en 1944, impulsó la creación de organizaciones para su popularización. Al mismo tiempo que la técnica del "parto sin miedo" de Dick Read conquistaba Estados Unidos, en la Unión Soviética se estaba desarrollando un enfoque para el manejo del dolor del parto bajo el nombre de psicoprofilaxis. De ello trata el tercer capítulo del libro. Con el psicólogo I. Z. Vel'vovskii como protagonista, la psicoprofilaxis se basaba en la teoría de Pavlov y conceptualizaba el miedo al dolor del parto como una forma de reflejo colectivo. La preparación al parto exitosa desvincularía el parto del miedo y lo volvería indoloro. En pocos años, la psicoprofilaxis ganó terreno en el país soviético, convirtiéndose a principios de los años cincuenta en el método standard para el alivio del dolor en sus paritorios. Uno de los importantes estímulos para ello fue la incapacidad del Estado para proporcionar anestesia farmacológica, para la que la psicoprofilaxis fue una alternativa de bajo coste. A principios de los 1950, el ginecólogo francés Fernand Lamaze, fascinado con la psicoprofilaxis, que conoció de mano de uno de sus propagadores soviéticos durante una conferencia en París, visitó la Unión Soviética para estudiar sus principios. Las transformaciones que sufrió la psicoprofilaxis durante la primera mitad de los cincuenta bajo Lamaze son objeto del cuarto capítulo del libro. De vuelta a Francia, Lamaze amplió y adaptó el método soviético de preparación al parto, duplicando la duración del curso y constituyendo al marido de la parturienta en su nueva figura de apoyo. Lamaze convirtió la Maternidad del hospital Les Bluets en París en el centro pionero del método en Francia. Su versión de la psicoprofilaxis se empezó a popularizar también en Estados Unidos en la segunda mitad de los cincuenta, donde acabaron difuminándose los matices entre los distintos métodos de preparación al parto. De las controversias que este proceso generó tratan los capítulos cuarto y quinto. En la década del 1970 los setenta, analizados en el capítulo sexto, los movimientos contraculturales, como el feminismo, especialmente su vertiente centrada la salud de las mujeres, con sus muy críticos discursos hacia la medicina y la obstetricia hegemónicas, impulsaron el auge del método Lamaze en Estados Unidos que, en esa década, más que en pretender ayudar a las mujeres a tener "partos sin dolor", se centraba en enseñarles a sobrellevarlo y permitir una experiencia de parto participativa y satisfactoria. Mientras tanto en Francia y en la Unión Soviética, la psicoprofilaxis se encontraba en franco declive. En las décadas siguientes, la generalización de la anestesia epidural (en Estados Unidos en los 1980 y en Francia a partir de mediados de los 1990), fue transformando las experiencias del parto y las expectativas de las mujeres sobre el mismo, contribuyendo a que Lamaze se convirtiera, más que un método para parir, en un sistema de educación de las futuras madres y padres basado en la evidencia científica. De ello trata el capítulo final del libro.

Michaels navega por los entresijos de la historia de la preparación al parto combinando un titánico esfuerzo analítico (ya que maneja fuentes procedentes de 5 países y escritas en 3 idiomas distintos) con una gran capacidad comunicadora. Su lenguaje, rico a la vez que fácil de comprender, desarma la gran complejidad de intersecciones entre los múltiples contextos, lugares y personajes de esta historia verdaderamente internacional. Lamaze. An International History es, como la misma autora subraya, un libro a partes iguales sobre la medicina, el género y la política. Lamaze es también un ejemplo precioso del estudio de la circulación y significado de conocimiento y las prácticas científicas en condiciones políticas, sociales y materiales muy distintas y una historia de las mujeres y la diversidad de sus experiencias de parto. Los relatos de mujeres estadounidenses, francesas y soviéticas a partir de la década de los 1930 hasta 1980, ampliamente citados en el libro, ponen sobre la mesa las tensiones entre la agencia de las mujeres y la autoridad médica, mostrando los cambiantes significados de lo que fue y es "un parto bueno". Por todo ello, es una lectura muy recomendable no solo para las personas interesadas en la historia de las mujeres o la historia de la obstetricia, sino también para quienes se quieren adentrar en el mundo de la circulación internacional de las ideas, conocimientos y prácticas de salud.

 

Agata Ignaciuk
orcid.org/0000-0002-7866-6895
Universidad de Granada


 

Enrique Perdiguero-Gil, ed. Política, salud y enfermedad en España entre el desarrollismo y la transición democrática. Elche: Universidad Miguel Hernández, 2015; ISBN: 9788416024995. [Libro electrónico de descarga gratuita].

De entrada, este libro pone de manifiesto dos cosas: la fortaleza de los grupos de investigación alicantinos, unidos como "Grupo Alicante de Estudios Avanzados de Historia de la Medicina", en el marco de los programas de apoyo a la investigación de la Comunidad Valenciana, y la hegemonía alcanzada por el estudio de la segunda mitad del siglo veinte, bajo el rotulo político de "franquismo y transición democrática", en la historia de la medicina española. A ello colaboran otros varios grupos e investigadores singulares, algunos de los cuales son participantes decisivos y coprotagonistas en las tareas de aquéllos, como se ve en la nómina de autores del libro que comento. Como bien señala el editor, Enrique Perdiguero, en la Introducción, la orientación mayoritaria en la temporalidad de la investigación española hacia la segunda mitad del Novecientos se ha dejado notar en las comunicaciones a los Congresos periódicos de la SEHM, en particular desde el de Granada (2008); esta misma Introducción ofrece un recuento prácticamente exhaustivo de los trabajos publicados, por temáticas, dentro de esta localización temporal.

El libro se compone de índice de contenidos, índice de autores, con breves biografías, la Introducción ya comentada, diez capítulos en cuatro bloques temáticos y uno final de referencias, conteniendo todas las notas. El formato electrónico, original en nuestro contexto académico, permite todas las posibilidades de moverse dentro del texto. Los apartados temáticos comienzan con una reflexión general sobre procesos transicionales en salud en la España de la segunda mitad del XX (un capítulo) y siguen con el seguimiento de los programas sanitarios en España al hilo del estudio de la erradicación de la poliomielitis (cuatro capítulos y una presentación inicial), la reforma sanitaria de la transición (presentación y tres capítulos) y los problemas de la educación y prevención sanitarias (presentación y tres capítulos).

El capítulo primero presenta, con la claridad habitual de Bernabeu y colaboradoras, los elementos concretos de la evolución poblacional, nutricional y en riesgos medioambientales que han determinado la peculiar dinámica de salud de la última mitad del siglo XX en España, subrayando su historicidad en su propia fragilidad, en tanto que dependientes de cambios en el contexto socioeconómico; esto es, que no podemos pensar que los efectos alcanzados sean inmutables ni puedan retroceder.

Las aportaciones del segundo apartado temático sobre la lucha contra la poliomielitis consolidan y amplían, con enorme seriedad, acúmulo de fuentes inéditas y análisis riguroso, el resultado de los proyectos iniciados hará más de diez años (2005) por Rosa Ballester y colaboradores, que vienen siendo aportados en distintos soportes, actas de reuniones (XIV, XV y XVI Congresos de la SEHM; Perdiguero E. Vidal J. M., coords. Las vacunas: historia y actualidad, Menorca, 2008, etc.), secciones monográficas de revistas (Asclepio, 2009; Dynamis, 2012; Manguinhos, 2015) y alguna monografía (como la coordinada por Porras, Ayarzagüena, de las Heras y Báguena, El drama de la polio. Un problema social y familiar en la España franquista, Madrid, 2013). La aportación de Juan Antonio Rodríguez Sánchez es muy novedosa en lo que aporta de comparación entre las formas de actuar de la sanidad franquista y el Sistema Nacional de Salud, con un excelentemente escrito y bien documentado análisis. El capítulo sobre la realidad de las campañas de vacunación está realizado con la minuciosidad y la tesonería a que nos tienen acostumbrados Maribel Porras y María José Báguena, de las que no podemos olvidar su proyección a nivel internacional, dando vida a una red de la European Association for the History of Medicine and Health sobre los problemas históricos de las vacunas, mientras que el abordaje de la formación de la Fisioterapia en España, por José Vicente Toledo y Rosa Ballester, es deudor de la atención que esta última viene dedicando a las relaciones de la OMS con España de forma sistemática, lo que en sí mismo ya ha configurado un nuevo espacio para nuestra historiografía.

La problematización en términos de políticas de salud de la transición democrática aborda, en tres capítulos: una breve historia política del franquismo y la transición, por el incansable catedrático emérito de la Facultad de Medicina de Murcia Pedro Marset, cuya fuerza y capacidad han resultado ejemplares para varias generaciones de profesionales de la Historia de la Medicina y de la Salud de todo el Estado y para numerosas generaciones de médicos y salubristas; un incisivo análisis de las relaciones entre el desarrollo económico vivido en España y sus consecuencias sanitarias, por Ferrán Martínez, que viene a dar otra vuelta de tuerca a su contribución reflexiva sobre estos problemas que ha mantenido desde su tesis sobre la Sanidad en España (Revista de Sanidad e Higiene Pública, 1977) y al reciente trabajo sobre el control de las enfermedades infecciosas (en Erradicación y Control de las Enfermedades producidas por Virus, editado por Rafael Nájera para la Fundación Ramón Areces, 2012); y finaliza con una aproximación en primera persona, por María Jesús Pérez Mora, a la puesta en marcha de la Atención Primaria de Salud en la Comunidad Valenciana.

Por fin, el último bloque, donde se estudian los problemas de la prevención y educación sanitarias -tema capital en la trayectoria de Enrique Perdiguero, el coordinador de la obra y cabeza del proyecto de investigación que documenta este apartado- nos aporta también novedades señaladas en cuanto a objetos de estudio. Así, el análisis del periódico falangista SER en sus dos etapas (Perdiguero) y lo mismo referido a una columna del semanario Destino, "El consejo del doctor", publicada por J. Espriú y recogida en hasta tres libros, que hace con su habitual habilidad y buen hacer Josep Comelles, quien, con Enrique Perdiguero, forma una provocativa pareja de hecho en nuestro mundillo académico, responsable en buena medida de la atención recíproca que se prestan la Historia de la Medicina y de la Salud y la Antropología Social en España. El último capítulo nos da los primeros frutos de la aproximación de Ramón Castejón a la cuestión de los nuevos actores que aparecen tanto en lo relativo a la epidemiología como a la prevención, diagnóstico y tratamiento de las enfermedades de trasmisión sexual en el posfranquismo inmediato con los Centros de Planificación Familiar.

En conjunto, pues, una serie interesante de contribuciones que debería constar ya en los catálogos de todas las bibliotecas universitarias, no sólo por la facilidad de su acceso. Constituye una muestra viva del buen nivel que alcanza la producción historiográfica en nuestro medio, por lo que debe servir como elemento de estudio para los historiadores de la salud y de ayuda a la reflexión para todos los interesados en salud, medicina y sociedad, así como una contribución indispensable como punto de partida para nuevos estudios sobre la sanidad del franquismo y posfranquismo. El único borrón que puedo ponerle es que no haya ofrecido una bibliografía consolidada en forma de listado único; seguramente son manías mías.

 

Esteban Rodríguez Ocaña
orcid.org/0000-0003-4195-4487
Universidad de Granada


 

Keith Wailoo. Pain: A Political History. Baltimore: The Johns Hopkins University Press; 2014, 284 p. ISBN: 978 1 4214 1365 5. $ 24.95

Who deserves State's compensation for bodily ailments and at what cost? What are the moral limits of palliative care for terminal conditions? Who is authorized to judge pain? Through these questions, Pain: A Political History drives us to the heart of the evolving forms of the American social contract during the second half of the twentieth century. Although Pain is an excellent piece of historical scholarship, it also accomplishes a political goal too. By moving suspicion from the plaintiffs to the judges, Keith Wailoo, Professor of History and Public Affairs at Princeton University, uncovers the ambiguous motivations that lie beneath the acts of governing and evaluating the pain of others.

Bodily pain may surely appear as the most private, ineffable experience. And yet, whether and how to take care of suffering people has become, in modern democracies, a matter of public importance and of bureaucratic management. Questions such as dependency, citizenship, welfare or social cohesion stand behind debates on pain and its legal counterpart, care and relief policies.

Wailoo points out that, on the stage of pain assessment, it is the sufferers who have been most often blamed for their condition. The time has then come, he argues, to skeptically look at the movements and intentions of the puppeteers, and to pay "attention to their political motives, their hypocrisies, their claims of compassion, their attempts to implement meaningful relief, their agendas for the nation, and why they so often turn the pain of others into political theater" (p. 213).

Wailoo's tale begins with the story of a conservative radio star's mockery of Bill Clinton's "I feel your pain". The president-to-be thus condensed in a single sentence a tradition of liberal thinking: subjective pain is as real as objectified, clinical pain, and compassion should inspire leaders and bind together the different components of society. The radio star, Rush Limbaugh, caricaturized Clinton's outlook as heart bleeding and dishonest. In his view, compassionate politics were merely a pretext for expanding governmental competences. Ten years later, Limbaugh was himself caught in a scandal of addiction to painkillers and illegal purchase of drugs. Apparently, his criticism towards the excessive condescendence of liberals on the subject of pain didn't apply to himself. The irony of it all intensifies, Wailoo suggests, if we understand Limbaugh's addiction as a coherent outcome of the Reaganera of free drug marketing and broad deregulation, which the journalist himself had been so keen on loudly praising. It is by no coincidence that Wailoo choses a circular structure for the book. By portraying Limbaugh first as inquisitor then as defendant, the author formally implies that all the actors of the American "pain wars", including those who observe and sermonize, are virtually trapped within a dense net of political and economic interests tainted with considerable amounts of willful deception.

Divided into five chapters that unfold chronologically, Pain: A Political History illustrates the evolving definitions of pain and the constitution of a domain of expertise around it. Between the immediate postwar context and the early 2000s, a liberal standard of pain developed in the United States of America. At the level of both values and knowledge, the liberal turn in pain governance can be understood as a rejection of old proverbs linking bodily suffering with social order and moral redemption. Politically, it involves a commitment to the individual's rights to relief and to the state's duties to ensure those rights.

When president Eisenhower approved in 1956 a disability law extending compensation to war veterans at the State's expense, he unintentionally encouraged a new assertiveness toward human infirmities (chapter 1). During the following decade, a Texan housewife compelled the courts to acknowledge what was then becoming a major concern: the rise of chronic, subjective pain, and the need to reframe private ailments as multiple forms of social suffering. Subsequently, the 1960s and 1970s witnessed a multiplication of therapeutic means for relief that seduced both American experts and lay audiences (chapter2). Other features of the liberal approach to pain were the rise of patient-controlled analgesia, as well as increasing demands for Physician Assisted Suicide (PAS) and for palliative care for the terminally ill, which gained ground in the 1990s (chapter 4).

Each and every one of these developments faced conservative opposition. As Wailoo explains in chapter 3, the Reagan era sharply turned the tables by carrying out massive cuts in the disability rolls that had expanded since the 1950s. In their response to liberal criticism, Reagan and his partisans advanced the notion of fetal pain. This was a clever move that reshaped the contentious issue of identifying the subject whose pain deserved moral compassion and political concern. Likewise, conservatives desperately tried to obstruct the PAS initiative, taking it to the Supreme Court, and emphasizing what they saw as the dubious morality of aggressively using pain relief during the final stages of a fatal illness. For them, such radical measures crossed the line between letting die and voluntarily killing. The 1980s and the 1990s were also years of recurrent pharmaceutical scandals: as illustrated with the case of OxyContin™, drug companies faced litigation for providing misleading information to consumers or for producing painkillers whose inefficacy, side effects and habit-forming potential generated new public health problems (chapter 5). Ultimately, as the private drug industry overcame with relative impunity these cyclic scandals, conservatives turned their attention to the "war on drugs". The new focus on domestic drug crime reinforced the ongoing stifling climate of blame and suspicion with regard to medical practitioners' relief procedures.

Fortunately for the reader, this Pain-Pong game was not predictable, and its depiction is far from monotonous. Apparently solid ideological alliances teetered when pain hit the raw nerve of issues such as consumer freedom, governmental competences, or minority rights. This was the case of disability activists warning against PAS as a Machiavellian way for society to get rid of its weakest members. With Christian republicans asking the courts to reinforce federal authorities against states' own law-making measures, the debates around PAS also wreaked havoc on the right of the political spectrum. Elsewhere, old couples such as the Veterans Association and the American Medical Association divorced over disagreements about war disabilities compensation, and new, often ephemeral duos burgeoned, involving not only libertarians and conservatives, but also liberals who approved the deregulation of drug industry as a means for making relief more accessible to consumers. Throughout his book, Wailoo outstandingly manages to depict the complexity of these shifting political cartographies of pain.

Among many other things, Pain illustrates the humility with which the best medical historians address their research topics. In Wailoo's narrative, medical theories of pain are only one of the vectors that shape and sustain the social expression of intimate bodily suffering. During the 1960s and the 1970s, Gate Control Theory stood against anatomical understandings of pain transmission. Instead, its authors proposed a model where the electrical transmission of pain depended on many factors and ultimately on each individual. The inclusiveness of such a theory both mirrored and modeled the period's open-mindedness regarding subjective pain. In more modest ways, the 1950s' mistrust of psychogenic pain was echoed in the 1980s' theories of learned helplessness, which in turn seemed to give support to receding disability policies. Other medical notions, such as pseudoaddiction or the double-effect principle of painkillers, also inspired legal reform in the arena of care and relief policies. But none of these scientific developments bore alone responsibility for political maneuvers around pain. Instead, Wailoo describes a choral encounter, with the courts gaining relevance as the final site of arbitration. Indeed, the book's central contribution is to reveal how, beyond the liberal-conservative debate, a complex "politics of pain" determine the social presence or absence of pain. The lack of individual narratives in the book is perhaps the most graphic way of exhibiting how, throughout the second half of the twentieth century, the political script of the drama of pain tragically overlooked patients' everyday needs and woes.

 

Amaya García Arregui
http://orcid.org/0000-0002-3435-4064
Centre d'Història de la Ciéncia, Universitat Autónoma de Barcelona
Instituto de Historia, Centro de Humanidades y Ciencias Sociales, CSIC


 

Myles W. Jackson. The Genealogy of a Gene: Patents, HIV/AIDS, and Race. Cambridge: MIT Press; 2015, 336 p. ISBN: 9780262028660. Hardcover £ 30.95.

La historia del gen CCR5, aislado a mediados de los años 90 y con implicaciones importantes para la investigación sobre el SIDA, es el tema de este nuevo libro de Myles W. Jackson, catedrático en el Departamento de Historia de la Universidad de Nueva York. Jackson desarrolla su incipiente interés por el Proyecto Genoma Humano y las patentes de genes, tras haberse dedicado con anterioridad a las relaciones entre ciencia, música e industria en la Alemania de finales del siglo XIX. El libro propone una "genealogía" del CCR5, adoptando el concepto de Michel Foucault y Friedrich Nietzsche. En sus ocho capítulos se abordan las implicaciones de este gen en los sistemas de propiedad intelectual, el desarrollo de una medicina personalizada y la reificación de la raza como elemento de categorización humana. Jackson asume el compromiso foucaultiano de escribir "una historia del presente" (p. 24) e intervenir, con su narrativa, en problemas actuales, contribuyendo a responder a la pregunta ¿a quién pertenece nuestro genoma?.

Los dos primeros capítulos describen el descubrimiento del gen y el desarrollo de sus patentes. CCR5 fue identificado en 1995 por la empresa estadounidense Human Genome Sciences, que había firmado un acuerdo con Craig Venter, uno de los padres del Proyecto Genoma Humano. Tres años antes, Venter había abandonado el sistema público norteamericano y dimitido de su puesto en los Institutos Nacionales de Salud para crear una fundación independiente dedicada a determinar secuencias de ADN, el material del que están hechos nuestros genes. Dicha fundación suministraba en exclusiva secuencias a Human Genome Sciences para el posterior análisis de su valor comercial. La de CCR5 fue una de las muchas secuencias que la empresa patentó por sus posibles repercusiones médicas: formaba parte de un gen y los genes ocupan menos del 2% de la secuencia del ADN humano. En 1998, Venter se decidió a fundar él mismo otra empresa, Celera Genomics, que absorbió las funciones de la fundación determinando secuencias y solicitando, al mismo tiempo, patentes de genes.

En los cinco años que transcurrieron entre la solicitud y la concesión de la patente de Human Genome Sciences (1995-2000) otros laboratorios descubrieron propiedades importantes de CCR5 en los mecanismos de infección del virus HIV. El gen controla la formación de una proteína que permite al virus atravesar la membrana de las células del sistema inmune y destruirlo. Este papel, unido al fuerte desarrollo del mercado biotecnológico en los años 90, llevó a los laboratorios a solicitar patentes alternativas a la de Human Genome Sciences. Los capítulos 3 y 4 del libro analizan la competencia entre estas patentes y su impacto en las leyes de propiedad intelectual. Human Genome Sciences pretendía patentar la secuencia de CCR5 e, indirectamente, todas las propiedades del gen. Esta pretensión fue recurrida por los otros laboratorios, que reivindicaban sus descubrimientos posteriores. CCR5, argumentaban, era un producto natural: una secuencia química que no podía patentarse. En cambio, sus propiedades para la prevención del SIDA eran hallazgos sujetos a propiedad intelectual. Dado que uno de estos laboratorios pertenecía a la empresa belga Euroscreen, el capítulo 5 ofrece una comparativa entre la manera en que las oficinas de patentes europea y estadounidense abordaron el debate.

Los últimos tres capítulos del libro se centran en una mutación del gen llamada Δ32. Entre las investigaciones que sucedieron a la patente de Human Genome Sciences, se descubrió que ciertos individuos presentan variaciones en la secuencia que les hacen más resistentes al SIDA. Estas formas alteradas de CCR5 confieren mejores expectativas de vida en los pacientes y, en algunos casos, inmunidad al virus HIV. Jackson explora las implicaciones de estos hallazgos en el diseño de tratamientos personalizados y la vuelta a métodos antiguos de división social. Mientras el capítulo 6 aborda el nacimiento de la farmacogenómica (elaboración de medicamentos adaptados a nuestra composición genética), los capítulos 7 y 8 sugieren que esta medicina personalizada puede hacer resurgir el concepto de raza como elemento categorizador. Dado que la presencia de Δ32 es mayor en ciertas áreas geográficas, científicos y médicos están reintroduciendo diferencias étnicas a la hora de segmentar a sus pacientes. Aunque a la vista de los descubrimientos esta racialización parece inevitable, Jackson demuestra que Δ32 no es incompatible con otros métodos de categorización alternativos.

El libro, en definitiva, aborda las implicaciones de CCR5 en diversos ámbitos: científico, económico y social. Esta diversidad enlaza su genealogía con el presente y, en un epílogo final, se narra la experiencia del autor como testigo en un juicio sobre patentes de genes. El juicio se celebró en 2010, poco antes de la finalización del manuscrito. En él, Jackson utilizó sus conocimientos sobre historia de la industria para argumentar que las economías podían prosperar sin permitir las patentes de productos naturales. En su testimonio, explicó cómo las empresas químicas en Suiza y Alemania lideraron el mundo a principios del sigloXX limitando sus patentes a procesos para fabricar nuevos productos. Los regímenes de propiedad intelectual en los que operaban no les permitían adueñarse de elementos o compuestos químicos ya existentes. Esta intervención permite a Jackson concluir que el papel del historiador no debe limitarse a describir el pasado, sino a demostrar que "hay alternativas" tanto a la propiedad de productos naturales como a las categorizaciones médicas basadas en grupos raciales (p. 187).

La voluntad de Jackson de intervenir en el presente es loable y le permite enlazar con estudios contemporáneos de Ciencia, Tecnología y Sociedad. Sus consideraciones sobre la reificación racial en la era de la genómica complementan otras perspectivas en los ámbitos de la sociología y de la política, entre ellas las de Jenny Reardon y Sheila Jasanoff. La experiencia previa de Jackson como historiador de los regímenes de propiedad en la industria de los siglos XIX y XX proporciona profundidad a su estudio y lo convierte en una verdadera genealogía foucaultiana. En varios pasajes del libro se hace mención a investigaciones históricas similares, como Merchants of Doubt, de Naomi Oreskes y Erik Conway, y Cancer Wars, de Robert Proctor. Estos autores están contribuyendo a crear una nueva historiografía que no se asusta de analizar críticamente el presente a través del estudio del pasado.

Esta profundidad genealógica podría haberse ampliado con una mayor referencia a la historiografía de la biotecnología y la genómica. Jackson se apoya en la obra fundacional de Robert Cook-Deegan, The Gene Wars, y otras aportaciones posteriores de James Shreeve y Michael Fortun. Sin embargo, llama la atención la ausencia de citas a Edna Suárez, Bruno Strasser, Mark Harvey y otros autores que, en los últimos años, han abordado el Proyecto Genoma Humano desde las perspectivas del linaje histórico, los regímenes de propiedad y las economías morales. Igualmente, Robert Bud, Nicolas Rasmussen y Doogab Yi, entre otros, han descrito una primera generación de empresas biotecnológicas de las que Human Genome Sciences es descendiente. Esta obra habría fortalecido el desarrollo histórico de Jackson y su culminación en el presente.

 

Miguel García-Sancho
orcid.org/0000-0001-5101-6027
Science, Technology and Innovation Studies
Universidad de Edimburgo

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