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Dynamis

versión On-line ISSN 2340-7948versión impresa ISSN 0211-9536

Dynamis vol.37 no.2 Granada  2017

 

 

 

La depuración franquista de la Junta para la Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (JAE): una aproximación cuantitativa

The Francoist purge of the Board for Advanced Studies and Scientific Research (JAE): A quantitative approach

 

 

Antonio Francisco Canales Serrano (*) y Amparo Gómez-Rodríguez (**)

(*) orcid.org/0000-0002-7035-1194. Departamento de Historia y Filosofía de la Ciencia, la Educación y el Lenguaje. Universidad de La Laguna. acanales@ull.edu.es
(**) orcid.org/0000-0001-5710-9320. Departamento de Historia y Filosofía de la Ciencia, la Educación y el Lenguaje. Universidad de La Laguna. agomez@ull.es

 

 


RESUMEN

Este artículo pretende ofrecer una cuantificación global de la depuración franquista del personal investigador de la Junta para la Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (JAE). El estudio parte de los listados de nóminas inmediatamente anteriores al estallido de la guerra civil para delimitar el personal investigador de preguerra y se basa en los resultados obtenidos en la búsqueda sistemática de información sobre la trayectoria de estos investigadores en la posguerra. El resultado es que la depuración del personal investigador de la JAE por el franquismo fue muy dura, con más de un 40% de científicos expulsados, y afectó especialmente al grupo de investigadores que ocupaba posiciones de liderazgo.

Palabras Clave: depuración, Franquismo, JAE, ciencia y dictadura, política de la ciencia.


ABSTRACT

This article aims to provide an overall quantification of the purge of research staff of the Board for Advanced Studies and Scientific Research (JAE) conducted by the Franco Regime. To this end, the names of prewar researcher Contents staff were gathered from JAE payrolls immediately before the outbreak of the Spanish Civil War and information on their employment in the postwar period was then systematically investigated. We found that a very major purge was conducted of JAE research staff, with more than 40% of them being expelled, and that researchers in leadership positions were especially targeted.

Keywords: purge, Franco regime, JAE, science and dictatorship, science policy.


 

En los últimos años la publicación de diferentes estudios sectoriales sobre centros e institutos, especialidades y científicos ha permitido un notable avance cualitativo en nuestro conocimiento del impacto del franquismo sobre el personal investigador que trabajaba para la Junta para la Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (JAE). Los trabajos de Luis Enrique Otero sobre la depuración universitaria o sobre las ciencias naturales en la JAE, el estudio de Fernando Pérez Peña sobre la facultad de Medicina de Madrid o la documentada tesis de Estibaliz Fernández Terán sobre el Instituto Nacional de Física y Química1, entre otros, son ejemplos destacados de estas investigaciones cualitativas y sectoriales. No obstante, seguimos sin disponer de una visión global y cuantitativa de la incidencia de la depuración que permita responder a cuestiones concretas como qué porcentaje de investigadores fue separado de su actividad, en qué estadio de su carrera y en qué especialidades. Este artículo pretende solventar esta carencia ofreciendo una primera aproximación cuantitativa global a la depuración franquista de la JAE.

 

1. Las dificultades

En realidad, no es de extrañar que no se disponga de un estudio sistemático de la depuración de la JAE, pues la tarea no resulta tan sencilla como pudiera parecer en un primer momento. Los obstáculos que dificultan una cuantificación general del proceso depurador son múltiples y de diversa naturaleza.

Existe, en primer lugar, un problema de fuentes. A diferencia de lo que sucede en otras instituciones, no disponemos de los expedientes de depuración del personal de la JAE. Se ha localizado, no sin dificultad, un fondo documental sobre el proceso depurador que resulta ser parcial y de poco interés para el personal investigador, pues afecta básicamente al personal administrativo y subalterno2. Cabe esperar que con la catalogación y ordenación del patrimonio archivístico del CSIC aparezcan en algún momento esos expedientes, pero también es altamente probable que no aporten una información sustancial. La razón es que buena parte de los investigadores de la JAE tenía su plaza principal en otra institución, mayoritariamente la Universidad, y fue en esa otra institución en la que se tramitaron sus expedientes de depuración. De esta manera, salvo en algunos casos excepcionales, la depuración de los investigadores de la JAE parece haber tenido un carácter subsidiario por el que se sancionaba el resultado del proceso llevado a cabo en otras instituciones. En consecuencia, el término depuración de la JAE se usa en este artículo en un sentido genérico, refiriendo a los efectos de la victoria franquista sobre la continuidad de los investigadores y no al proceso técnico de la tramitación de los expedientes y sus sanciones.

Un segundo escollo para la cuantificación de la depuración del personal investigador de la JAE se deriva de la dificultad de delimitar la población de referencia con anterioridad a la guerra. La cuestión es a quién se considera como parte de ese personal. Esta tarea es mucho menos sencilla de lo que podría parecer a primera vista. La literatura sobre la JAE cita abundantemente a científicos que colaboraban parcialmente en sus centros, que lo hicieron sólo durante un periodo o que no cobraban de la JAE, a la vez que se olvida de otros que sí que formaban parte de la plantilla permanente. Así, pues, el número de integrantes del personal investigador de la JAE varía enormemente según la fuente utilizada. En este estudio se ha optado por el criterio restrictivo habitual en los estudios sobre la depuración: se toma como referencia al personal en plantilla al estallar la guerra civil. Para ello se han utilizado las nóminas de junio de 1936, salvo en el caso del Instituto Nacional de Física y Química para el que se recurre al listado de junio de 1935. De los pequeños ajustes sobre estos listados de nóminas se dará cuenta al tratar a cada centro o instituto.

No obstante, la delimitación del personal investigador no es sólo un problema de fuentes. No cabe duda de que la JAE articulaba a una comunidad intelectual unida por un proyecto de modernización común. No obstante, no todos los centros de la JAE realizaban tareas de investigación. Por ello, este estudio se ha limitado a los centros, ya fueran de ciencias o de humanidades, cuya principal función era la actividad investigadora. Dentro de ellos, se ha tomado únicamente en consideración al personal que ocupaba plazas cualificadas para la investigación que requerían al menos la licenciatura universitaria.

Finalmente, un tercer obstáculo estriba en las dificultades de conceptualización de las trayectorias del personal investigador. En este punto, de nuevo, este estudio apuesta por criterios restrictivos y positivos, evitando en la medida de lo posible deducciones no documentadas. Así, pues, la adscripción de un investigador al grupo de aquellos que continuaron en sus puestos no se deduce de manera indirecta del hecho de que no se tenga constancia de su separación, sino que se requiere una evidencia positiva como la resolución de su readmisión o su aparición entre el personal del CSIC de posguerra. De manera similar, sólo se incluye entre los expulsados a aquellos de los que se tiene evidencia de que fueron separados de sus puestos, bien en la JAE o bien en sus plazas de origen, o que partieron al exilio.

El principal problema para esta clasificación proviene del hecho de que el resultado de la depuración del personal investigador no se reduce, como pudiera parecer a primera vista, a la separación o a la continuidad. Es obvio que los investigadores que continuaron en el CSIC no fueron separados, pero no es cierto lo contrario: no todos los que no formaban parte del personal investigador de posguerra fueran depurados. Las razones de su abandono pudieron haber sido otras como el desempeño de puestos más atractivos. De hecho, para buena parte de los investigadores su paso por la JAE era temporal. Sería muy poco realista suponer que todo el personal en plantilla en 1936 hubiera continuado vinculado a la institución años después de no haberse producido la guerra civil. Tras un periodo de formación o de espera por un puesto mejor, muchos investigadores continuaron su carrera en otros destinos sin que quepa inferir necesariamente de ello que fueron perjudicados por el nuevo régimen. Este tipo de deducciones conduciría a resultados tan absurdos como la consideración como víctimas del régimen de aquellos becarios y colaboradores de los centros de la JAE que se apresuraron a sacar rédito profesional de su adhesión a los vencedores convirtiéndose en catedráticos de universidad o instituto en las oposiciones patrióticas de los primeros años cuarenta. Con el fin de conjurar este tipo de mistificaciones, se ha optado por incluir a aquellos que no fueron separados, pero abandonaron la JAE por otros destinos profesionales constatables, en la categoría de otros destinos.

Las nóminas de los centros de la JAE cribadas de acuerdo a los criterios señalados dan como resultado un personal investigador compuesto por 180 personas sobre las que se ha buscado información de manera sistemática en la documentación de archivo disponible, en las memorias del CSIC, en el Boletín Oficial del Estado, en los escalafones de profesorado de instituto y en todo tipo de publicaciones3. Su clasificación en función de las categorías señaladas en el apartado anterior (separación, continuidad y otros destinos) permite obtener una primera aproximación cuantitativa al impacto de la depuración franquista sobre el personal investigador de la JAE.

 

2. El contexto de la depuración

La Junta de Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas fue una empresa de renovación científica, cultural y educativa de primer orden en las tres décadas anteriores al estallido de la guerra civil4. La institución contó desde sus orígenes con la hostilidad de los sectores tradicionalistas, y el recelo de los conservadores, que veían en la Junta el triunfo de los intelectuales liberales y secularizadores situados en la órbita de la Institución Libre de Enseñanza. De esta manera, la JAE se hizo acreedora de manera vicaria del ajuste de cuentas con la ILE que llevaron a cabo los sectores integristas al amparo de las armas de los militares victoriosos. Consecuentemente, la Junta fue suprimida ya en mayo de 1938. Ahora bien, se trataba de una supresión meramente teórica, pues se decretaba un año antes de que las tropas de Franco controlaran efectivamente sus instalaciones en Madrid. Por otro lado, una vez acabada la guerra, sus instalaciones y personal no se diseminaron entre otros organismos, sino que se asignaron en bloque a la vicepresidencia del nuevo Instituto de España. De esta forma, la JAE desaparecía nominalmente, pero seguía existiendo como un conjunto de centros e institutos con su correspondiente personal y con una dependencia orgánica única. Al frente de este conglomerado se situó en un primer momento al físico y catedrático Julio Palacios, el único científico de prestigio de probadas simpatías franquistas y miembro él mismo de la comunidad científica de la JAE5.

A lo largo de la primavera y el verano de 1939, Palacios desplegó una intensa actividad reorganizativa que incluía obviamente la depuración. A finales de mayo Palacios encargó la depuración del personal de la extinta JAE a Fernando Castiella Maíz del Instituto de Estudios Internacionales y Económicos6. No obstante, pronto el peso de la tramitación del proceso depurador recayó sobre Nicolás Ramiro Rico7, investigador del mismo instituto cercano a Alfonso García Valdecasas, miembro del reducido núcleo fundador de Falange, y a otro destacado camisa vieja como Antonio de Luna, director accidental del instituto en la posguerra. En septiembre de 1939 Ramiro elevó sus propuestas al vicepresidente Palacios y en mayo de 1940 se daba por concluido el grueso del proceso.

La tramitación de la depuración de la JAE estuvo, pues, en manos de los falangistas, un grupo al que tradicionalmente se ha prestado muy poca atención en el terreno científico. Esta circunstancia no contradice la continuidad que suponía el liderazgo de Palacios. Investigadores como Antoni Malet o R. Estíbaliz Fernández Terán apuntan a que el proyecto de Palacios era mantener la actividad de la JAE bajo el paraguas del Instituto de España, y para ello la depuración del personal investigador constituía un expediente previo y necesario. Sin embargo, este continuismo no satisfacía al nuevo ministro de educación, José Ibáñez Martín, quien defendía un proyecto mucho más radical de retorno a la ciencia imperial española8. Con ese objetivo, Ibáñez imprimió un radical golpe de timón a la política científica de los vencedores: destituyó al catedrático Palacios y colocó al frente de la ciencia española a un profesor de instituto ligado al núcleo fundador del Opus Dei, José María de Albareda, encargado de poner en marcha una nueva institución, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, que aspiraba a borrar cualquier rastro de la JAE.

La depuración de la JAE deviene así un proceso muy complejo en el que no cabe identificar un único agente director o responsable. Por el contrario, resultó más bien del entrecruzamiento de varios procesos relativamente autónomos. De un lado, la depuración en los cuerpos de origen de los investigadores (universidades, institutos de enseñanza media, cuerpo de bibliotecarios y archiveros, etc.). De otro, la intervención de los hombres designados por Palacios para realizar el proceso de depuración, que fueron los responsables de recopilar los informes sobre los investigadores y redactar las propuestas, tarea que convierte en decisiva la participación del falangismo, prácticamente desconocida y tradicionalmente considerada como marginal. Finalmente, la incidencia del nuevo proyecto de ciencia impulsado por Albareda y el CSIC que condicionó las trayectorias efectivas de gran parte de los investigadores más allá de los resultados de la primera depuración, como consecuencia de la promoción de la ciencia aplicada al servicio de la autarquía en detrimento de la investigación teórica9. Este entrecruzamiento permite entender los casos de Antonio García Valera y Luis Crespí Jaume, depurados respectivamente como catedráticos de universidad y de instituto, pero readmitidos en el Jardín Botánico y el Museo Nacional de Ciencias Naturales10. También el caso del becario del mismo museo, y más tarde insigne naturalista, Eugenio Morales Agacino. Según sus memorias, un tanto vagas, confusas e imprecisas al respecto, el joven Morales pasó la guerra encarcelado en zona republicana y fue readmitido en la inmediata posguerra gracias al informe favorable del director provisional, el padre Filiberto Díaz. Todo ello no impidió que fuera expulsado a punta de pistola un año después por tres jóvenes falangistas del nuevo CSIC y que nunca volviera a su puesto a pesar del apoyo del jefe de sección Luis Lozano11. Ahora bien, la confluencia de estas lógicas diversas y en algunos casos contradictorias no supone en ningún caso que la depuración de la JAE fuera fortuita. Por el contrario, respondía a una lógica general muy concreta que se intentará mostrar en el siguiente análisis.

Por otro lado, la depuración era tan sólo una manifestación del universo represivo de posguerra. Algunos científicos sufrieron además detenciones y procesos paralelos como los impulsados por el Tribunal de Responsabilidades Políticas, además de largos procesos de revisión de sus expedientes que consolidaban un clima de inseguridad y miedo.

 

3. La depuración por centros e institutos

3.1. El Centro de Estudios Históricos

El Centro de Estudios Históricos, fundado en 1910, era la institución que albergaba la investigación en humanidades de la JAE y, bajo la dirección de Ramón Menéndez Pidal, empleaba a investigadores de la talla de Claudio Sánchez Albornoz o Américo Castro12.

Para establecer la población de referencia de este centro se dispone de la nómina de junio de 193613. Se trata de un listado de 72 personas que se ha corregido para incluir a dos investigadores: Claudio Sánchez Albornoz, director del Instituto de Estudios Medievales, que al parecer no cobró en junio de 1936, y al profesor italiano Giuliano Bonfante, director de la sección de estudios clásicos, que aparece adscrito a la nómina de la secretaria central, probablemente por su condición de extranjero. Del listado se excluye a Ricardo de Orueta Duarte, colaborador de la sección de Arte, quien falleció en Madrid antes del fin de la guerra.

Como muestra la tabla 1, en términos generales algo más de un tercio del personal del CEH fue expulsado; la misma proporción que continuó en sus funciones bajo el nuevo régimen. No obstante, la proporción de expulsiones fue muy desigual según las secciones. Destaca por la altísima continuidad (cercana al 90%) la sección de Arqueología dirigída por Manuel Gómez Moreno, de la que sólo fue expulsada la becaria Teresa Andrés Zamora, vinculada al partido comunista, quien se exilió a Francia14. También fue alta la continuidad (más del 60%) en la sección de Arte dirigida por Elías Tormo y Monzó, ministro de educación durante la Dictablanda de Berenguer, de la que se expulsó al colaborador Leonardo Jesús Domínguez Sánchez Bordona, sancionado como bibliotecario con el traslado desde la Biblioteca del Palacio Real a la provincial de Tarragona15, y al becario José López Rey, quien acabaría dando clases en Nueva York16.

 


 

Por el contrario, el impacto depurador fue muy alto en la sección de estudios clásicos con tres exiliados (más del 37%): su director, el antifascista italiano Giulanio Bonfante17, quien siguió su carrera en Princeton, el colaborador Clemente Hernando Balmori, que marchó a Argentina18, y la becaria Manuela Manzanares López, quien seguiría su carrera como arabista en Estados Unidos19. Mayor fue todavía la intensidad de la depuración en la sección más numerosa, la de filología, de la que fue expulsada al menos la mitad de su personal; nada menos que 14 investigadores, de los que diez marcharon al exilio, entre ellos figuras de la talla de Américo Castro, Rafael Lapesa, Pedro Salinas o Tomás Navarro.

La incidencia de la depuración fue también muy diferente por categorías. Dos de los directores de sección siguieron en activo en el CSIC de posguerra (Manuel Gómez Moreno de Arqueología y Elías Tormo de Arte) y dos se exiliaron (Giulano Bonfante de Estudios Clásicos y Claudio Sánchez Albornoz de Estudios Medievales). El quinto, Ramón Menéndez Pidal, el director del centro, resulta clave para deshacer el empate y dar un importante vuelco estadístico en un sentido u otro. El caso de Ramón Menédez Pidal ilustra las dificultades de la cuantificación que pretende este estudio. Técnicamente nunca fue depurado, porque estaba jubilado, y se le nombró director del Instituto Antonio de Nebrija de Filología del CSIC en 1940. No obstante, suele señalarse que fue relegado y marginado en la posguerra, que se le forzó a abandonar la presidencia de la Real Academía de la Lengua en favor de Pemán y que se le sometió a un expediente de responsabilidades políticas. Ahora bien, en esta postergación encontró el apoyo y la admiración de los jóvenes intelectuales falangistas que contaban con él para su proyecto de alta cultura fascista20. Más allá de este debate, desde el criterio restrictivo y formal que se se sigue en este estudio, se considera que Menéndez Pidal continuó fomando parte de la comunidad científica bajo el franquismo en la medida en que en la posguerra ocupó cargos de relevancia científica en el CSIC.

También fue muy elevado el porcentaje de expulsados en la categoría mayoritaria de colaboradores: 14 investigadores, que suponen un 45% del grupo. Por contraste, la incidencia de la depuración sobre los becarios parece haber sido menor, aunque los resultados de esta categoría son poco concluyentes dado el alto porcentaje de casos sin datos.

Finalmente, resulta especialmente reveladora la segregación de los datos por sexo. La proporción de separaciones fue mayor entre las mujeres (un 38%), que entre los hombres (32%), y eso a pesar del porcentaje de casos sin datos entre las mujeres que dobla al de los varones, por lo que la distancia podría ampliarse de manera sustancial. En total fueron ocho las investigadoras expulsadas. Tres de ellas, las becarias Teresa Andrés Zamora, Manuela Manzanares López y Leonie Sachs, marcharon al exilio. Las dos únicas colaboradoras del CEH, María Brey Mariño y Carmen Pescador del Hoyo, eran a la vez funcionarias del cuerpo de bibliotecarios y archiveros y como tales fueron sancionadas con el traslado forzoso a otros destinos alejados de Madrid21. Destaca por su compromiso político, y por la dureza de la represión que este acarreó, el caso de la becaria Carmen Camaño Diaz, gobernadora civil de Cuenca durante la guerra y encarcelada en dos ocasiones durante los años cuarenta por su participación en las actividades del partido comunista clandestino22.

3.2. El Museo Nacional de Ciencias Naturales

El Museo Nacional de Ciencias Naturales, anteriormente vinculado a la Facultad de Ciencias de Madrid, se integró en la JAE en 1910. Desde 1901 hasta el final de la guerra civil fue dirigido por el catedrático Ignacio Bolívar Urrutia. Además de las colecciones, el museo albergaba diversos laboratorios y celebraba cursos de formación23. En los años treinta estaba organizado en ocho secciones y tres laboratorios.

Probablemente el museo sea el centro que plantea las mayores dificultades con respecto a las fuentes, pues se dispone de varios listados de personal que no son congruentes entre sí. La nómina de junio de 1936 incluye a 45 personas24; un número muy similar a las 48 personas que reseña la nómina de agosto 193525. No obstante, el problema estriba en que las personas incluidas en ambos listados no son las mismas. Dos son las fuentes principales de disparidad. De un lado, la gran variabilidad en la categoría más baja, la de preparadores, que no se ha tomado en cuenta en este estudio en la medida en que no requería licenciatura. De otro, la omisión en la nómina de 1936 de los conservadores, la segunda categoría en la jerarquía del museo, a la que se accedía por oposición con el requisito de licenciatura o doctorado. La inclusión de los conservadores resulta a todas luces necesaria en la medida en que eran inequívocamente personal científico sin cuyo trabajo no podría entenderse la actividad del museo. De hecho, el director provisional de posguerra era un conservador. Finalmente, se ha optado por tomar como población de referencia a los jefes de sección, de laboratorio y a los conservadores más los profesores y becarios que cobraron en junio de 1936 por la realización de trabajos en los laboratorios. De esta forma, se cuantifica el personal científico de referencia de preguerra en 33 hombres y una mujer.

La tabla 2 muestra que el personal científico del museo sufrió una depuración muy elevada que roza el 40%. Este porcentaje se incrementa además de manera notable en los niveles superiores. Del grupo formado por los once científicos con responsabilidades de dirección, siete fueron destituidos, con el director del museo a la cabeza. Ignacio Bolívar Urrutia se exilió a México, al igual que su hijo Cándido Bolívar Peltaín, y Enrique Rioja Lo-Bianco y José Royo Gómez a Colombia. A Joaquín Gómez de Llanera, a quien sorprendió la guerra en Alemania, no se le perdonó que no hubiera vuelto para luchar en el bando nacional y Antonio de Zulueta y Escolano y Gabriel Martín Cardoso y fueron separados de sus cátedras, el primero hasta 1940, fecha en que la sanción le fue reducida a la de inhabilitación para cargos directivos26, y el segundo hasta 194627.

 

 

Frente a esta dureza en la cúspide, la intensidad de la depuración se modera a medida que se desciende en las categorías: apenas un 13% entre los profesores y poco más de un 20% entre los conservadores. Por contraste repunta bruscamente en los becarios hasta alcanzar el 60%, aunque este porcentaje debe ser tomado con una cierta precaución por el limitado número de casos, apenas cinco. Dos de los tres becarios destituidos se exiliaron y el tercero, Eugenio Morales, fue expulsado por jóvenes falangistas pistola en mano unos meses después de haber sido readmitido, como se expuso con anterioridad. La cuarta becaria constituye por su parte otro buen ejemplo de las dificultades para clasificar las trayectorias y de la necesidad de un rigor extremo a la hora de barajar algunas categorías. María del Carmen Gómez-Moreno Rodríguez abandonó la entomología y estudió Arte en Harvard a principios de los años cincuenta, una trayectoria que Alberto Gomis parece relacionar con la hostilidad franquista28, a pesar de tratarse de la hija del destacado catedrático de Arqueología Manuel Gómez Moreno, miembro de la plana mayor del CSIC y laureado por el régimen. El quinto, Antonio Barros Machado, volvió a su Portugal natal al estallar la guerra y desarrolló allí su carrera académica.

3.3. El Jardín Botánico

 

 

El Jardín Botánico fue creado en 1755 e inaugurado en su actual ubicación en 178129. Posteriormente se integró en el Museo de Ciencias Naturales, del que se segregó en 1903, y acabó incorporándose en la JAE en 191030. En 1936 tenía una plantilla muy reducida de personal científico, apenas seis científicos, dos de los cuales figuraban también en la nómina del Museo de Ciencias Naturales31. La depuración afectó a un tercio de la plantilla en las dos categorías: el jefe de la sección de Flora Tropical, José Cuatrecasas Arumí, se exilió a Colombia32 y el conservador Julio Uruñuela y Fernández de Larrea fue destituido además de su puesto de auxiliar en la Facultad de Ciencias33. Pero incluso una plantilla tan pequeña como la del Jardín Botánico plantea casos difíciles de cuantificar como el de su director Antonio García Varela, quien fue sancionado y degradado, pero no expulsado del centro, aunque sí de su cátedra en la universidad34. El caso del Jardín Botánico ilustra cómo porcentajes aparentemente continuistas esconden una verdadera convulsión. De los tres jefes de sección, uno fue expulsado y se exilió y el segundo, el director de todos ellos, fue degradado y obligado a trabajar bajo el mando del tercero, convertido en el nuevo director. Todo un ejemplo paradigmático de reorganización del personal científico por criterios políticos. No en vano, el nuevo director, Arturo Caballero Segarés, actuaba desde noviembre de 1939 como juez instructor de la comisión depuradora de las universidades35.

3.4. El Instituto Nacional de Física y Química

El Instituto Nacional de Física y Química era uno de los grandes centros de investigación de la JAE. De hecho, era la contraparte experimental del Centro de Estudios Históricos. Su origen se encontraba en el Laboratorio de Investigaciones Físicas fundado en 1910 y dirigido por Blas Cabrera. Gracias a la financiación de la americana Fundación Rockefeller, en 1932 inauguraba su nuevo edificio y consolidaba su plantel de investigadores con figuras de la talla de Emilio Moles, Miguel Catalán, Julio Palacios y el propio Blas Cabrera36. El instituto se perfilaba así como una especie de buque insignia de la pujanza científica de la llamada Edad de Plata de la ciencia española.

No se ha localizado la nómina de junio de 1936 del Instituto Nacional de Física y Química, pero sí que se dispone de una relación bastante exhaustiva de su personal de agosto de 1935 que incluye a 27 personas37. De ese grupo se han excluido a los becarios Luis Quintero y a Julián García de la Cueva que murieron víctimas de la represión republicana durante la guerra.

Como muestra la tabla 4, la incidencia de la depuración en el personal científico del Instituto Nacional de Física y Química fue muy alta. Prácticamente la mitad de los investigadores fueron separados de sus puestos y apenas un tercio continuó formando parte del personal científico de posguerra. No obstante, se constatan enormes diferencias por secciones. La sección de Espectroscopia dirigida por Miguel Catalán fue la más castigada con un 80% de expulsados. La sección de Química Física de Enrique Moles fue también duramente depurada con la expulsión de al menos tres de sus cuatro miembros (75%), si no la totalidad, pues los datos que sitúan al cuarto, Adolfo González Rodríguez, en los laboratorios IBYS en la posguerra parecen indicar más bien que la depuración fue completa38. Más cercana a la media se encuentra la sección de Electricidad de Blas Cabrera con tres exiliados y dos científicos que siguieron en el centro. Finalmente, la sección de Química Orgánica de Antonio Madinaveitia arroja un saldo un tanto engañoso, pues si bien es cierto que sólo se tiene constancia de dos separados que se exiliaron, no se tienen datos acerca de la suerte de los otros dos científicos. Así, desde el punto de vista de la continuidad, el equipo entero de la sección desapareció con la guerra. En conjunto, en las secciones más castigadas del instituto se expulsó a dos tercios de los investigadores (12 sobre 18) y no se tiene constancia de que continuaran en la posguerra más de 3 (16,67%).

 

 

En radical contraste con el práctico desmantelamiento de estas secciones, la depuración no afectó a las secciones de Electroquímica de Julio Guzmán Carrancio y Rayos Roentgen de Julio Palacios que permanecieron íntegras tras la guerra. Significativamente, estas eran las secciones a las que pertenecían las dos víctimas de la represión republicana durante la guerra, los ya mencionados Luis Quintero y Julián García de la Cueva. La coincidencia de la nula influencia de la depuración franquista con la totalidad de las víctimas de la represión republicana del instituto parece indicar que o bien el alineamiento político de estas secciones era muy fuerte o que en realidad la guerra y la depuración dieron cobertura a un cruento ajuste de cuentas entre grupos científicos enfrentados, o incluso ambas opciones.

La tabla 5 revela el fenómeno -ya constatado en el Museo Nacional de Ciencias Naturales- de que la depuración tuvo una incidencia mucho mayor en las categorías superiores. En el Instituto Nacional de Física y Química, concretamente sólo dos de sus seis jefes de sección, Julio Palacios y Julián Guzmán, siguieron en sus puestos tras la guerra, mientras cuatro fueron expulsados. El director, Blas Cabrera, se exilió a México al igual que Antonio Madinaveitia. Miguel Catalán fue separado de su cátedra, que no recuperó hasta 1946, y sometido a un proceso de responsabilidades políticas del que no resultó absuelto hasta 1945. Más dura fue todavía la experiencia de Enrique Moles, quien, además de perder todos sus cargos académicos, estuvo en prisión hasta 194339.

 

 

3.5. El Instituto Cajal y los laboratorios

La JAE albergó también un conjunto de laboratorios de orígenes heterogéneos40. Junto al Instituto Cajal, heredero del Laboratorio de Investigaciones Biológicas creado por el Premio Nobel en el cambio de siglo, en el seno de la Junta desarrollaban su actividad siete laboratorios: el laboratorio de Histopatología que Pío del Río-Hortega se resistió a integrar en el Instituto Cajal; el laboratorio de Fisiología creado en 1916 en la Residencia de Estudiantes bajo la dirección de Juan Negrín; el laboratorio de Anatomía Microscópica de Luis Calandre también en la Residencia, liderado por Enrique Vázquez antes de la guerra; el laboratorio de Análisis Química dirigido por José Casares Gil; el laboratorio de Fisiología y Patología Nerviosa de Gonzalo Rodríguez Lafora; y finalmente el laboratorio de Bacteriología dirigido desde 1921 por Paulino Suárez. Fuera de la investigación biológica existía también el Laboratorio Matemático, creado en 1915 y liderado por Rey Pastor, que en los últimos años republicanos quedó bajo la responsabilidad de José Barinaga desde 1934 y de Sixto Cámara más tarde, quien no llegó a incorporarse a la dirección. En conjunto, a finales de junio de 1936 trabajaban en estos laboratorios 46 científicos, todos ellos varones41. Dos de ellos se excluyen del análisis porque fallecieron durante la guerra: el profesor José María Villaverde y Larrar, quien desapareció víctima de la represión republicana42, y el becario Abelardo Gallego García, que murió en los combates de la defensa de Madrid43.

La Tabla 6 revela que la incidencia de la depuración fue también muy alta en este grupo de laboratorios: más de la mitad del personal científico. Los laboratorios de Enrique Vázquez y Paulino Suárez fueron desmantelados en su integridad, si bien es cierto que eran equipos muy pequeños de sólo dos personas. No obstante, la incidencia de la depuración fue también muy alta en equipos más numerosos como en el caso del Laboratorio de Fisiología de Juan Negrín con más de un 70% de investigadores expulsados, el de Fisiología y Patología Nerviosa de Gonzalo Rodríguez Lafora con un 57%, el Matemático de José Barinaga con un 55% y el Instituto Cajal de Jorge Francisco Tello con un 50%. Por contraste, la depuración fue relativamente suave en el Laboratorio de Histopatología de Pio del Río-Hortega, aunque el resultado es provisional atendiendo al tercio de casos sin datos, y no se conocen casos de separación en el de Análisis Química de José Casares Gil.

 

 

El análisis de la depuración por categorías en los laboratorios acentúa la especial incidencia en la cúspide ya detectada en el Instituto Nacional de Física Química y en el Museo Nacional de Ciencias Naturales. En este caso, nada menos que siete de los ocho directores de laboratorio (casi un 90%) fueron expulsados. Entre ellos hombres de tan alta significación como Juan Negrín, último presidente del gobierno republicano, que se exilió a Francia, o de tan triste destino como Enrique Vázquez, quien se suicidó con su esposa en Inglaterra. Paulino Suárez, por su parte marchó a Cuba y Rodríguez Lafora y Pio del Río a Argentina. Permanecieron en España José Barinaga, que fue expulsado de su cátedra hasta 1946, y Francisco Tello, el heredero de Cajal, al que el régimen marginó y no permitió recuperar su cátedra hasta 1949, año en que se jubiló.

 

 

4. La depuración de la JAE

La Tabla 8 que recoge los resultados globales para el conjunto de los centros e institutos de investigación revela que la incidencia de la depuración sobre el personal investigador de la JAE fue superior al 40%, un porcentaje ligeramente mayor al de la continuidad. Estos resultados difieren notablemente de los ofrecidos por Santiago López García, quien realizó en 1997 la única cuantificación global de la que se tiene noticia44. Partiendo de una metodología basada en el cruce del personal citado en las memorias de la JAE y el CSIC, López García concluía que apenas un 5% del personal investigador de la JAE continuó en el CSIC de posguerra, lo cual en realidad apuntaba más a una erradicación o expulsión general que a una depuración. Los datos obtenidos en este estudio muestran que la continuidad fue mucho mayor, cercana al 40%. Este porcentaje, no obstante, no pone en cuestión la dureza de la depuración, sino que la sitúa en unos términos históricamente plausibles. Un 40% de investigadores expulsados da cuenta de una intervención radical y sin precedentes que difícilmente puede entenderse como un ajuste suave.

 

 

La media de expulsados varía notablemente en los cuatro grandes grupos en que podemos agrupar los diversos centros y laboratorios de la JAE, desde el máximo del Instituto Cajal y los laboratorios, con más de la mitad de su personal científico expulsado, al mínimo de algo más de un tercio de separaciones en el Centro de Estudios Históricos. En todo caso, esta graduación resulta especialmente significativa porque apunta a una incidencia diferencial por grandes ramas del conocimiento en principio contradictoria con las creencias comúnmente imperantes. Parecería que una depuración política e ideológica habría de afectar en mayor grado a los investigadores en humanidades que a los neutros científicos naturales y experimentales, máxime cuando a los primeros se les considera herederos de una tradición cultural denostada por el nuevo régimen. Sin embargo, los resultados de esta investigación apuntan a que en la JAE sucedió todo lo contrario, y con diferencia. Las ciencias bio-médicas habrían sido las más castigadas, y en su seno especialmente la herencia del premio Nobel Ramón y Cajal, seguidas de la física y la química, en unos porcentajes cercanos a la mitad de su personal científico que apuntan a un verdadero desmantelamiento. De hecho, la depuración superó el 45% en el conjunto de los 107 científicos naturales de la JAE; mientras que no llegaba al 35% de los 73 investigadores en humanidades y ciencias sociales. Una primera conclusión provisional sería que los científicos naturales sufrieron la depuración con mayor intensidad que los investigadores en humanidades y ciencias sociales.

Una segunda característica de la depuración en la JAE, que se desprende del estudio parcial de los centros, es la desigual incidencia por categorías. La tabla 9 presenta los datos generales por categorías y también desagregados por grandes áreas de conocimiento.

 

 

La tabla confirma el fenómeno ya detectado en el análisis por centros de que la depuración fue más intensa en las categorías superiores. El personal que ejercía el liderazgo científico en la JAE fue, por tanto, el principal objetivo de la purga. No obstante, esta superior incidencia de la depuración en las categorías superiores es en realidad un resultado de lo sucedido en el ámbito de las ciencias naturales. En estos centros, dos terceras partes de los jefes de sección y directores de laboratorio de ciencias fueron separados de sus puestos; mientras que las expulsiones se reducen a la mitad, sobre un tercio, en el siguiente escalón de profesores, ayudantes y colaboradores; y a cerca de un cuarto en los conservadores. Esta tendencia decreciente cambia de signo, sin embargo, en la categoría de los becarios, colectivo que presenta un alto nivel de separaciones, casi la mitad, con margen todavía para aumentar a causa de los casos sin datos.

Por el contrario, el fenómeno de la intensidad depuradora decreciente por categorías no se detecta en el caso de las humanidades. Si bien un 40% de expulsados en la categoría superior supone un porcentaje muy elevado, es en todo caso inferior al 45% que se constata en la categoría intermedia de colaboradores. Los porcentajes que arroja la categoría de becarios resultan poco significativos en humanidades dado el elevado porcentaje de personas (casi un 38%) sobre las no se tienen datos.

El problema que plantea este elevado número de casos sin datos no se limita a la categoría de los becarios, sino que afecta a los resultados de todo el Centro de Estudios Históricos en la medida en que los becarios suponen más de la mitad de su personal, mientras que en ciencias son poco más de un tercio. De hecho los becarios son la causa de la alta indeterminación de los resultados de este centro (22%). Resulta por tanto especialmente relevante intentar neutralizar este efecto antes de dar por válida la primera conclusión provisional acerca de la superior incidencia de la depuración en las ciencias experimentales. Para ello se ha construido una nueva población que prescinde de los becarios en todas las ramas del conocimiento y que reduce la indeterminación de los sin datos a niveles muy bajos inferiores al 4%.

La Tabla 10 muestra que las diferencias en la incidencia de la depuración entre ciencias y letras sobre las que se estableció más arriba la primera conclusión provisional son en realidad un efecto de la indeterminación de los datos sobre becarios en humanidades. Prescindiendo de esta categoría, el peso de la depuración en ambas esferas del conocimiento es sorprendentemente similar: en torno a 45% de expulsiones y un porcentaje ligeramente superior de continuidad (47% y 44%). A grandes rasgos, pues, podría afirmarse que en lo que refiere al personal investigador consolidado el balance entre ruptura y continuidad fue similar en ciencias y en humanidades y que se situó en prácticamente la mitad de los investigadores.

 

 

5. Conclusiones

Dos son las conclusiones principales que cabe extraer del estudio cuantitativo realizado. La primera es que la incidencia de la depuración franquista sobre el personal investigador de la JAE fue muy alta, más de un 40% en general y de un 45% excluyendo a los becarios. La segunda, que la depuración se cebó especialmente en la cúspide del personal investigador de la JAE: un 67% de los científicos que ocupaban posiciones de liderazgo en ciencias naturales y un 40% de los investigadores que dirigían las humanidades fueron expulsados. Este dato parece indicar que el objetivo no era únicamente castigar duramente a los investigadores por sus simpatías políticas o ideológicas, sino además liquidar la cúpula científica de la JAE. En este sentido, la expresión de atroz desmoche con que Laín Entralgo se refería a la depuración universitaria resulta especialmente adecuada para describir los efectos de la depuración franquista en la JAE. El objetivo pareció ser "quitar, cortar, arrancar o desgajar la parte superior de algo", de acuerdo con la definición de la Real Academia de la Lengua del término. Las amargas trayectorias de insignes científicos exiliados como Blas Cabrera, Juan Negrín, Américo Castro o Gonzalo Rodríguez Lafora, de aquellos privados de sus cátedras y condenados al exilio interior como Jorge Francisco Tello o Miguel Catalán, o incluso de los encarcelados como Enrique Moles, dan cuenta de una intervención política sin precedentes, y probablemente sin paragón, en el mundo occidental sobre una comunidad científica. Pero la depuración tuvo además un efecto general que iba mucho más allá de sus dramáticas consecuencias sobre los investigadores. Con este radical ajuste de cuentas con la élite científica, el franquismo dilapidaba buena parte del capital invertido en modernizar y europeizar la ciencia española, no sólo durante los pocos años republicanos, sino durante las tres décadas precedentes. Más tarde vinieron los tiempos de las carreras desesperadas por paliar las graves consecuencias de este cruel ajuste de cuentas azuzado por los sectores más intolerantes de la sociedad española ebrios de victoria.

 

ANEXO 1

Personal de la JAE y resultado del proceso de depuración

Centro de Estudios Históricos

Alonso Blanco; María Luz; Becaria; Sd

Alonso Villoldo; Ernesto; Colaborador; Continua

Andrés Zamora; Teresa; Becaria; Exilio en Francia

Arroyo Gutiérrez; Antonio; Becario; Sd

Barón Vallejo; Eudoxio; Colaborador; Sd

Belloso Temprano; Evelia; Becaria; Sd

Benito Barrachina; Petra; Becaria; Sd

Blasco Génova; Ricardo de; Colaborador; Archivero

Bonfante; Giuliano; Jefe de Sección; Profesor Extranjero; Exilio en EEUU

Braña de Diego; María; Becaria; No continua

Brey Mariño; María; Colaboradora; No continua

Caamaño Diaz; Carmen; becaria; No continua

Cabré Aguiló; Juan; Colaborador; Continua

Cabré Herreros; Encarnación; Becaria; Continua

Calzada Maizal; Petra; Becaria; Continua

Campoamor Freire; Ramón; Becario; Sd

Camps Cazorla; Emilio; Colaborador; Continua

Canellada; María Josefa; Becaria; Continua

Castro Escudero; José; Becario; Exilio en Francia

Castro Quesada; Americo; Jefe de Sección; Exilio en EEUU

Crescente Vega; José; Becario; Continua

Delgado Rodríguez; Emilio; Becario; Sd

Domínguez Sanchez Bordona; Leonardo Jesús; Colaborador; No continua

Fernández Montesinos; José; Colaborador; Exilio en EEUU

Ferrari Núñez; Angel; Colaborador; Catedrático de Universidad

García Sanz; Sinforiano; Becario; Continua

Gómez-Moreno Martínez; Manuel; Jefe de Sección; Continua

Guerra Sánchez; Esperanza; Becaria; Sd

Gutierrez del Arroyo; Consuelo; Becaria; Archivera

Hernando Balmori; Clemente; Colaborador; Exilio en Argentina

Hurtado Ojalvo; Francisco Pedro; Becario; Continua

Iñiguez Almech; Francisco; Becario; Continua

Lacarra y de Miguel; José María; Colaborador; Continua

Lafuente Ferrari; Enrique; 1936 Colaborador; Continua

Lainez Alcalá; Rafael; Becario; Continua

Lapesa Melgar; Rafael; Colaborador; No continua

López Banús; Manuel; Becario; Sd

López Rey; José; Becario; Exilio en EEUU

Manzanares López; Manuela; Becaria; Exilio en EEUU

Martínez Torner; Eduardo; Colaborador; Exilio en Inglaterra

Menéndez Pidal; Ramón; Director; Continua

Mocoroa Garicano; Susana; Becaria; Sd

Navarro Tomás; Tomás; Colaborador; Exilio en EEUU

Navascues y de Juan; Joaquín M. de; Colaborador; Continua

Niño Mas; Felipa; Becaria; Continua

Nuñez Clemente; Gerardo; Colaborador; Continua

Orueta Duarte; Ricardo de; Colaborador; Fallecido durante la guerra

Ortueta Martínez; Carmen; Becaria; Sd

Pabón Suarez de Urbina; José Manuel; Colaborador; Continua

Paz y Remolar; Ramón; Colaborador; Continua

Pescador del Hoyo; Carmen; Colaboradora; No continua

Ramos Andrés; Justo; Becario; Sd

Rio Pérez; Pedro del; Becario; Sd

Rodríguez Castellano; Lorenzo; Colaborador; No continua

Ruiz Pedroviejo; Francisca; becaria; Arqueóloga

Sachs; Jorge; Becario; Exilio en EEUU

Sachs; Leonie; Becaria; Exilio en EEUU

Sadman; Manfredo; Becario; Sd

Salinas Serrano; Pedro; Colaborador; Exilio en EEUU

Sánchez Albornoz; Claudio; Jefe de Sección; Exilio en Argentina

Sanchez Alonso; Benito; Colaborador; Continua

Sánchez Barrado; Moisés; Becario; Catedrático de Instituto

Sánchez Cantón; Francisco Javier; Colaborador; Continua

Sánchez Sánchez; Galo; Colaborador; Continua

Sanchís Guarner; Manuel; Colaborador; No continua

Santiago Rodriguez; Miguel; Becario; Continua

Sanz Vega; Susana; Becaria; Sd

Serís de la Torre; Homero; Colaborador; Exilio en EEUU

Tormo Monzó; Elías; Jefe Sección; Continua

Torre; Guillermo de; Colaborador; Exilio en Argentina

Vaca González; Consuelo; Becaria; No continua

Vallelado Soria; Jacinto de; Colaborador; Sd

Vazquez de Parga; Luis; Colaborador; Continua

Vicioso Corraliza; José; Becario; Continua

Jardín Botánico

Balguerías Quesada; Eduardo; Conservador; Continua

Caballero Segarés; Arturo; Jefe de Seccion; Continua

Cuatrecasas Arumi; José; Jefe de Sección; Exilio en Colombia

García Varela; Antonio; Director; Continua

Paunero; Elena; Conservadora; Continua

Uruñuela y Fernández de Larrea; Julio; Conservador; No continua

Museo Nacional de Ciencias Naturales

Alvarado Fernández; Salustio; Profesor; Continua

Barros Machado; Antonio de; Becario; Portugal

Bolivar Izquierdo; Ignacio; Becario; Exiliado en México

Bolivar Pieltain; Cándido; Jefe de Sección; Exilio en México

Bolivar Urrutia; Ignacio; Director; Exilio en México

Bonet Marco; Federico; Conservador; Exilio en México

Caballero Segarés; Arturo; Jefe de Sección; Continua

Carazo Perez; Felipe; Conservador; Continua

Ceballos Fernández de Córdoba; Gonzalo; Jefe de Sección; Continua

Crespí Jaume; Luis; Jefe de Sección; Continua

Cuatrecasas Arumi; José; Profesor; Exilio en Colombia y EEUU

Cusí Ventadas; Ernesto; Conservador; Continua

Díaz Tosaos; Filiberto; Conservador; Continua

Escribano Peix; Cayetano; Conservador; Continua

Galán Gutiérrez; Fernando; Profesor; Continua

Gil Collado; Juan; Conservador; No continua

Gil Lletget; Augusto; Profesor; Continua

Gómez de Llarena; Joaquín; Jefe de Sección; No continua

Gómez Moreno Rodríguez; María del Carmen; Becario; Arte

Hernández-Pacheco y Esteban; Eduardo; Jefe de Sección; Continua

Huidobro Hernández; José; Conservador; Sd

Lozano Rey; Luis; Jefe de Sección; Continua

Madariaga; Ricardo; Conservador; Sd

Martín Cardoso; Gabriel; Jefe de Sección; No continua

Martínez de la Escalera y Pérez de Rozas; Manuel; Profesor; Continua

Morales Agacino; Eugenio; Becario; No continua

Pelaez Fernández; Dionisio; Becario; Exilio en México

Pujol y Fiol; Manuel; Profesor; Continua

Rioja LoBianco; Enrique; Jefe de Sección; Exilio en México

Royo Gómez; José; Jefe de Sección; Exilio en Colombia

Unamuno Irigoyen; Luis María; Profesor; Continua

Vicioso Martínez; Carlos; Profesor; Ayudante de Montes

Vidal Compairé; Pío; Conservador; Biblioteca Nacional

Zulueta y Escolano; Antonio de; Jefe de Sección; No continua

Instituto Nacional de Física y Química

Ara Blesa; Antonio; Becario; Continua

Cabrera Felipe; Blas; Director; Exilio en México

Catalán Sañudo; Miguel; Jefe de Sección; No continua

Crespi Jaume; Miguel; Profesor; No continua

Duperier Vallesa; Arturo; Profesor; Exilio en Inglaterra

García de la Cueva; Joaquín; Ayudante; Víctima represión republicana de retaguardia

Gómez; Justo; Becario; Sd

González Rodriguez; Adolfo; Ayudante; Sd

González Aguado; Josefa; Becaria; No continua

Guzmán Carrancio; Julio; Jefe de Sección; Continua

Lemmel; Leon; Becario; Exilio en Francia

Madariaga Rojo; Pilar de; Becaria; Exilio en EEUU

Madinaveitia Tabuyo; Antonio; Jefe de Sección; Exilio en México

Moles Ormella; Enrique; Jefe de Sección; No continua

Montaud (Noguerol); Gustavo de; Ayudante; Exilio en Francia

Olay Cabal; Eladio; Becario; Sd

Palacios Martinez; Julio; Jefe de Sección; Continua

Pérez Vitoria; Augusto; Becario; Exilio en Francia

Piña de Rubies; Santiago; Profesor; No continua

Poggio Mesorana; Francisco; Becario; Continua

Quintero; Luis; Ayudante; Víctima represión republicana de retaguardia

Rivoir Alvarez; Luis; Becario; Continua

Rodríguez Pire; Lucas; Becario; Catedrático

Salcedo Gumucio; Ricardo; Becario; Continua

Sanz de Anglada; José M.; Becario; Continua

Sarabia González; Antonio; Ayudante; Continua

Torroja Miret; Juan María; Ayudante; Continua

Instituto Ramón y Cajal y laboratorios

Balazant de los Santos; Manuel; Becario; Exilio en Argentina

Barinaga Mata; José; Jefe de Sección; No continua

Cabrera Sánchez; Blas; Ayudante; Exilio en México

Calvo Alfagema; Miguel; Becario; Continua

Casares Gil; José; Director; Continua

Castro Rodríguez; Fernando de; Ayudante; Continua

Corral García; José María; Ayudante; Continua

Flores Giménez; Antonio; Becario; No continua

Gallego Díaz_Moreno; José; Becario; No continua

Gallego García; Abelardo; Becario; Fallecido en defensa de Madrid

Gallego Saez; Miguel; Becario; Continua

García García; Germán; Becario; Exilio México

García Valdecasas; Francisco; Ayudante; Continua

González; Juan; Becario; Sd

Gonzalo Rodríguez-Leal; Justo; Becario; Continua

Grande Covián; Francisco; Ayudante; No continua

Herrera Bollo; Juan Miguel; Ayudante; Exilio en Cuba

Llopis Lloret; Bartolomé; Ayudante; No continua

Loma y Fernández-Marchante; Valentín de; Becario; No continua

López Aydillo; Nicolás; Becario; No continua

López Enriquez; Manuel; Ayudante; No continua

Martínez Pérez; Ramón; Ayudante; Continua

Negrín López; Juan; Jefe de Sección; Exilio en Francia

Oliva Priego; Enrique; Becario; Continua

Olivares Villegart; Eugenio; Ayudante; Clínica López Ibor

Ortiz Picón; Juan; Becario; Continua

Pérez-Cirera y Jimenez Herrera; Ramón; Ayudante; Exilio en México

Pineda y Gutierrez; Pedro; Ayudante; Continua

Portillo Moya-Angeler; Ramón; Becario; Continua

Ranedo Sánchez; José; Ayudante; Continua

Rio Hortega; Pio del; Jefe de Sección; Exilio en Argentina

Rios García; Sixto; Becario; Continua

Robles Soldevilla; Enrique; Becario; Sd

Rodríguez Lafora; Gonzalo; Jefe de Sección; Exilio en Argentina

Rodríguez Pérez; Antonio Pedro; Ayudante; No continua

Sacristán; Juan D.; Becario; Sd

San Juan Llosa; Ricardo; Ayudante; Continua

Sánchez Pérez; José A.; Ayudante; Continua

Santaló; Luis A.; Becario; Exilio en Argentina

Sanz Ibáñez; Julián; Ayudante; Continua

Sanz Vilaplana; Andrés; Becario; No continua

Suárez Suárez; Paulino; Jefe de Sección; Exilio en Cuba

Tello Muñoz; Francisco; Jefe de Sección; No continua

Vazquez Lopez; Enrique; Jefe de Sección; Exilio en Inglaterra

Villa Landa; Florencio; Becario; Exilio en URSS y Cuba

Villaverde y Larrar; José María; Ayudante; Víctima de represión republicana de retaguardia

 

Bibliografía

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2. Se trata de fondos del Archivo General de la Administración (Alcalá de Henares), depositados en el archivo de la Residencia de Estudiantes (Madrid).

3. Por razones de espacio, no es posible citar todas las fuentes consultadas, pues, además de su elevado número, estas no pueden reseñarse de manera general al margen de su vinculación a cada una de las personas de las que se ha obtenido información. No obstante, el grueso de las trayectorias de los científicos estudiados puede consultarse en las fuentes genéricas señaladas.

4. Gómez Rodríguez, Amparo. Frontera e integridad en el "contrato social para la ciencia española", 1907-1939. Dynamis. 2014; 34 (2): 465-487        [ Links ]

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6. Malet, n. 5, p. 218-219.

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9. Para la reorientación al servicio de la autarquía, véanse López García, Santiago. El Patronato Juan de la Cierva (1939-1960): la investigación científica y tecnológica. III Parte. Arbor. 1999; 637: 1-32;         [ Links ] Lusa Monforte, Guillermo. Depuración y autarquía (1939-1940). Documentos de la Escuela de Ingenieros Industriales de Barcelona. 2008; 18.         [ Links ]

10. Otero Carvajal; López Sánchez, n. 1, p. 1108, 1099-1100.

11. Morales Agacino, Eugenio. Memorias de un naturalista. Madrid: Ministerio de Medio Ambiente; 2001, p. 109-113.         [ Links ]

12. Para un estudio en profundidad del CEH, véase López Sánchez, José María. Heterodoxos españoles. El Centro de Estudios Históricos, 1910-1936. Madrid: Marcial Pons; 2006.         [ Links ] Para una aproximación divulgativa; López Sánchez, José María. El Centro de Estudios Históricos y los orígenes de un moderno sistema científico español. In: Puig-Samper Mulero, Miguel Ángel, ed. Tiempos de investigación. JAE-CSIC, cien años de ciencia en España. Madrid: CSIC; 2007, p. 121-141.         [ Links ]

13. (Presidente del CEH a Secretario de la JAE), 30 de junio de 1936. AGA, Fondo Educación, Libro 270.

14. Seguí i Francès, Romà. Teresa Andrés Zamora (1907-1946): el compromiso social y político como arma de cultura. Métodos de información. 2010; 2 (1): 35-58.         [ Links ]

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16. Otero Carvajal, n. 1, p. 128.

17. Su vida novelada ha dado lugar a la polémica en Ruiz Portella, Javier, ed. La Guerra Civil: ¿dos o tres Españas? Barcelona: Áltera; 1999.         [ Links ]

18. Véase la página web JAE educa. Diccionario de profesores de instituto vinculados a la JAE (1907-1936) http://ceies.cchs.csic.es/?q=content/hernando-balmori-clemente (acceso el 19 Oct 2015)        [ Links ]

19. Amo, Mercedes del. Una mañana con la arabista Manuela Manzanares de Cirre. Aljamia. Revista de la Consejería de Educación de la Embajada de España en Rabat. 2003; 15: 11-16.         [ Links ]

20. Gracia, Jordi. La resistencia silenciosa. Fascismo y cultura en España. Barcelona: Anagrama; 2004, p. 223, 228-229.         [ Links ]

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22. Montero Caldera, Mercedes. Vida de Carmen Caamaño Díaz: Una voz del exilio interior. Espacio, Tiempo y Forma, Serie V, Historia Contemporánea. 1999; 12: 239-265        [ Links ]

23. Pelayo López, Francisco. Las ciencias naturales en la JAE: el Real Jardín Botánico y el Museo de Ciencias Naturales. In: Puig-Samper Mulero, Miguel Ángel, ed. Tiempos de investigación. JAE-CSIC, cien años de ciencia en España. Madrid: CSIC; 2007, p. 115-119.         [ Links ]

24. (El Director del Museo al Secretario de la JAE), 30 de junio de 1936. AGA, Fondo Educación, Libro 270.

25. "Relación de personal que percibe sueldos y gratificaciones en la nóminas del Museo Nacional de Ciencia Naturales, con cargo al capítulo 1.o artículo 1.o grupo 51, concepto 3.o y capítulo 1.o artículo 2.o grupo 49 concepto 2.o del presupuesto vigente del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes", 19 de agosto de 1935, Residencia de Estudiantes (Madrid), Archivo de la JAE, carpeta 288.

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28. Gomis, Alberto. Mimbres para otro cesto: De la Sección de Entomología del Museo Nacional de Ciencias Naturales al Instituto Español de Entomología. Boletín de la Real Sociedad Española de Historia Natural. Sección Biología. 2014; 108: 40, 37-47.         [ Links ]

29. Caballero Garrido, Ernesto; Azcuénaga Cavia, M. Carmen. La Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas: historia de sus centros y protagonistas (1907-1939). Madrid: Trea; 2010, p. 94.         [ Links ]

30. Otero Carvajal; López Sánchez, n. 1, p. 896-898.

31. "Relación de personal que percibe sueldos y gratificaciones en la nóminas del Jardín Botánico, con cargo al capítulo 1.o artículo 1.o grupo 51, concepto 6.o y capítulo 1.o artículo 2.o grupo 49 concepto 5.o del presupuesto vigente del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes", 19 de agosto de 1935, Residencia de Estudiantes (Madrid), Archivo de la JAE, Carpeta, 288, ff.20a-20c.

32. Otero Carvajal; López Sánchez, n. 1, p. 1109. Jerez Justicia, Diego. José Cuatrecasas y Arumi, un sabio olvidado. Contraluz: Revista de la Asociación Cultural Arturo Cerdá y Rico. 2005; 2: 49-56.         [ Links ]

33. Otero Carvajal; López Sánchez, n. 1, p. 1080.

34. Otero Carvajal; López Sánchez, n. 1, p. 1010-1012.

35. Claret Miranda, Jaume. El atroz desmoche. La destrucción de la Universidad española por el franquismo, 1936-1945. Barcelona: Crítica; 2006, p. 67.         [ Links ]

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37. (El Director a Secretaría), 28 de agosto de 1936. Residencia de Estudiantes (Madrid), Archivo de la JAE, Carpeta 228, 14a-14c.

38. Puerto, Javier. Los laboratorios IBYS. Una excepción científica e industrial durante la Dictadura franquista. Historia da Saúde. Estudos dos Século XX. 2012; 12: 265, 253.269.         [ Links ]

39. Para estas trayectorias, véanse, Fernández Terán, n. 1, p. 501-544; Otero Carvajal; López Sánchez, n. 1, p. 1070-1076; Sánchez Ron, José Manuel. Cincel, martillo y piedra. Madrid: Taurus; 1999, p. 306-328.         [ Links ]

40. Otero Carvajal; López Sánchez, n. 1, p. 93-323, 439-471.

41. (Comunicaciones a efectos de formación de la nómina de los directores de los laboratorios a la Secretaría de la JAE). 30 de junio de 1936. AGA, Fondo Educación, Libro 270.

42. Villasante Armas, Olga; Rey Gonzáles, Antonio; Martí Boscà, José Vicente. José M.a Villaverde: retrato de un desconocido. Medicina & Historia; 2008, 1: 4-5.         [ Links ]

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Fecha de recepción: 1 de noviembre de 2016
Fecha de aceptación: 22 de marzo de 2017

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