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Nutrición Hospitalaria

versión On-line ISSN 1699-5198versión impresa ISSN 0212-1611

Nutr. Hosp. vol.20 no.2 Madrid mar./abr. 2005

 

Alimentos Funcionales

Simbióticos: una nueva estrategia en el tratamiento de pacientes críticos

S. Bengmark* y J. J. Ortiz de Urbina**

*Departamento de Hepatología y Cirugía. Facultad de Medicina. Universidad de Londres, RU.
**Servicio de Farmacia. Hospital de León. León. España.

 

Resumen

El mantenimiento del entorno intestinal es un factor clave que determina el resultado en pacientes críticamente enfermos y post-operados. Es especialmente importante mantener tanto las secreciones gastrointestinales, llenas de compuestos anti-infecciosos y anti-inflamatorios, como la flora del intestino. Los prebióticos, normalmente polisacáridos, tienen una fuerte bio-actividad y su ingestión ha mostrado reducir la tasa de infección y mejorar el estado de salud en pacientes enfermos y post-operados. Los probióticos tienen, por lo menos, cinco funciones de gran importancia para los pacientes enfermos: la reducción o eliminacion de microorganismos potencialmente patógenos; la reducción o eliminación de varias toxinas, mutágenos, carcinógenos, etc.; la modulación de los mecanismos de la defensa inmune innatos y adaptativos; promoción de la apoptosis y la liberación de numerosos nutrientes, antioxidantes, factores de crecimiento y de coagulación necesarios para la recuperación. Una combinación de prey probióticos se denomina "simbióticos". La experiencia en el tratamiento de pacientes extremadamente enfermos con simbiótyicos es limitada, pero los resultados de los estudios realizados son prometedores. En pancreatitis aguda grave, hepatitis crónica y trasplante de hígado ofrecen una gran esperanza para el futuro. Esto es especialmente importante puesto que los tratamientos farmacéuticos, incluido el uso de antibióticos, han fallado en gran medida y la medicina está necesitada de nuevos modelos de tratamientos.

(Nutr Hosp 2005, 20:147-156)

Palabras clave: Bacterias ácido lácticas. Fibras. Lactobacillus. Prebióticos. Probióticos. Simbióticos. Cuidados intensivos.

SYMBIOTICS: A NEW STRATEGY IN CRITICALLY ILL PATIENTS TREATMENT

Abstract

Maintenance of the gut environment is a key factor in determining outcome in the care of critically ill and postoperative patients. It is especially important to maintain both gastrointestinal secretions, full o anti-infectious and anti-inflammatory compounds, and the gut flora. Prebiotics, usually polysaccharides, exhibit strong bio-activity and the ingestion of prebiotics has been shown to reduce the rate of infection and restore health in sick and postoperative patients. Probiotics may have at least five functions, all of great importance to the sick patients: the reduction or elimination of potentially pathogenic micro-organism of various kinds; the reduction or elimination of various toxins, mutagens, carcinogens, etc.; modulation of the innate and adaptive immune defence mechanisms; the promotion of apoptosis; and the release of numerous nutrient, antioxidant, growth, coagulation and other factors necessary for recovery. A combination of pre and probiotics is referred to as "synbiotics". Our experience of synbotic treatment in critically ill patients is limited, but cutting-edge results from studies of severe acute pancreatitis, chronic hepatitis and liver transplantation offer great hope for the future. This is especially importante as pharmaceutical treatment, including the use of antibiotics, has largely failed, and the medical world is in much need of new treatment paradigms.

(Nutr Hosp 2005, 20:147-156)

Key words: Lactic acid bacteria. Fibres. Lactobacillus. Prebiotics. Probiotics. Synbiotics. Intensive care.


Correspondencia: Dr. S. Bengmark
Departamento de Hepatología y Cirugía.
Facultad de Medicina.
Universidad de Londres
Reino Unido

Recibido: 16-V-2004.
Aceptado: 15-VII-2004.

 

INTRODUCCIÓN

Como y con qué alimentar a los pacientes graves ha sido un eje central de la disciplina médica desde sus principios. En sus comienzos no había ninguna alternativa: la base de la nutrición y de los tratamientos era la administración oral, donde los remedios de hierbas constituían la principal herramienta incluso en pacientes graves.

Con la invención de sondas adecuadas se hizo posible infundir rectalmente soluciones nutritivas en los pacientes que, por alguna razón, eran incapaces de comer lo suficiente. Esta modalidad de tratamiento se usó frecuentemente a finales del siglo XIX y principios del XX. La alimentación intravenosa es una nueva aproximación en este área y sólo en las últimas décadas se ha empezado a dominar la nutrición perioperatoria1. Durante el siglo XX, se hicieron esfuerzos enormes para desarrollar técnicas para alimentar a los pacientes graves por vía parenteral y se gastaron billones de dólares en estas investigaciones.

Durante la mayoría del siglo XX simplemente no hubo interés en el desarrollo de técnicas de alimentación basadas en la utilización normal del tracto digestivo. Hay varias razones de por qué los esfuerzos por desarrollar un sistema de nutrición parenteral perfecto han fallado: se desatendió la importancia del sistema inmunológico, no se entendió totalmente la necesidad de mantener intacta la mucosa del tracto gastrointestinal y no se comprendió la importancia para la salud de los nutrientes y antioxidantes liberados por las enzimas microbianas del tracto gastrointestinal. Además, se pasó por alto la importancia de mantener la producción diaria del tracto gastrointestinal humano de aproximadamente 10 L de secreciones gastrointestinales "la leche materna del adulto"; esto proporcionaría un inmenso número de compuestos necesarios para la función inmune y control de infecciones en el intestino2,3.

Sólo en los últimos 20 años la comunidad médica y el mundo de los negocios han empezado a darse cuenta de la importancia para la salud del tracto gastrointestinal y de su flora. Se desarrollaron y fabricaron fórmulas de alimentación enteral siguiendo los conceptos de la nutrición parenteral, por ejemplo como una mezcla de productos químicos. Sin embargo, sustancias puras como aminoácidos y azúcares son absorbidas en el intestino delgado y si la intención es que lleguen al intestino grueso, dónde se necesitan a menudo, hay que proporcionarlas como sustratos y que puedan liberarse en el intestino grueso por la fermentación microbiana. Normalmente no se tiene en cuenta en la nutrición clínica por medio de soluciones enterales la necesidad de contener "comida para el colon", por ejemplo "comida para la flora" como la fibra. Además, muchos de los ingredientes químicos de las fórmulas alimenticias actuales pueden tener efectos perjudiciales sobre la mucosa, sistema inmunológico y flora, como los antibióticos y otros agentes farmacéuticos. Debe comprenderse que en los pacientes más graves, más aún que en los individuos sanos, es necesario proporcionar una gran variedad de nutrientes y antioxidantes para la mucosa del tracto gastrointestinal inferior.

La hipótesis de la homeostasis y su relación con el intestino

Se ha sugerido que la salud y el bienestar están basados en la homeostasis o equilibrio entre los numerosos sistemas del cuerpo que controlan las funciones corporales4. La dieta moderna es inmensamente diferente de la de nuestros antepasados del Paleolítico: en su dieta tenían una base anual de unas 500 plantas diferentes, mientras que en la nuestra tenemos menos de 50; comían la comida cruda y a menudo fermentada, mientras que nosotros conservamos, secamos y cocinamos nuestra comida, procesos conocidos por destruir muchos nutrientes sensibles y antioxidantes. Parece que nuestros antepasados ingerían 5-10 veces más fibra de lo que nosotros hacemos, por lo menos 10 veces más antioxidantes y 50 veces más ácidos grasos omega-3. Más pretenciosamente, nuestros antepasados comieron billones de veces más bacterias y hongos. La tierra era su principal despensa de comida, y estaba ampliamente "contaminada" con ingredientes microbianos. Esta puede ser la razón de por qué estamos observando ahora un aumento de varias enfermedades atópicas, infecciones y de las llamadas "enfermedades occidentales"5. La flora (e hipotéticamente los suplementos probióticos) tienen cinco funciones fundamentales de especial importancia para el paciente grave:

• reducción o eliminación de microorganismos potencialmente patógenos,

• reducción o eliminación de varias toxinas, mutágenos, carcinógenos, etc.,

• modulación de los mecanismos de defensa inmunes innatos y adaptativos,

• promoción de la apoptosis, y

• liberar numerosos nutrientes, antioxidantes, factores de crecimiento y coagulación que son absorbidos y utilizados por el cuerpo.


Durante los últimos 30 años ha aumentado el reconocimiento de cómo un entorno intestinal (flora o revestimiento mucosal) alterado es fuente de enfermedades alérgicas y autoinmunes, así como de infecciones agudas y crónicas. Esto es particularmente cierto en pacientes bajo tratamiento médico y quirúrgico y en pacientes que padecen diversas enfermedades agudas. Numerosos estudios hacen referencia a la translocación microbiana como causa del incremento de morbilidad en estos grupos de pacientes, pero este concepto no parece explicar totalmente por qué algunos pacientes y no otros desarrollan complicaciones infecciosas. Por lo menos otros dos factores son igualmente importantes: la condición del sistema inmunológico, sobre todo antes de la enfermedad y la virulencia aumentada de los microorganismos potencialmente patógenos observada en estos grupos de pacientes.

Es una vieja creencia que las bacterias no pueden causar daño cuando están confinadas en la luz del tracto gastrointestinal o respiratorio pero esto ha sido fuertemente discutido por Alverdy y cols. en una reciente revisión6. De hecho, se ha observado que la inyección sistémica (intravenosa, intraperitoneal o en los ganglios linfáticos mesentéricos) de una cantidad y especies similares de bacterias de traslocación de animales sanos o estresados dan como resultado una pequeña inflamación sistémica, ningún fracaso orgánico y recuperación completa6. Ya había sido observado hace unos 25 años que eran necesarios menor cantidad de microorganismos Pseudomonas aeruginosa para inducir letalidad cuando se inyectó intracecalmente en lugar de intravenosamente7. Igualmente se observó que la instilación del mismo organismo intratraquealmente producía 100% de mortalidad mientras que la misma cepa en igual dosis no causó ninguna muerte cuando se inyectó intravenosamente8. También está aumentando cada vez más la opinión de que las infecciones de origen sanguíneo tienen un impacto pequeño en el resultado, en la provocación de fracaso orgánico o en la mortalidad. En cambio, se sugiere que el fuerte incremento de la virulencia de los microoganismos potencialmente patógenos dentro del lumen intestinal o en el tracto respiratorio juega un papel mucho más importante por lo que se refiere al resultado. El cambio dramático en el entorno físico de la superficie de la mucosa en el paciente grave, inducido por la enfermedad, la carencia de nutrientes, pH, estado redox, osmolaridad y hormonas contrarreguladoras parecen alterar significativamente la virulencia de los microorganismos potencialmente patógenos. Tiene especial interés el hecho de que un aumento de la liberación luminal por el anfitrión de noradrenalina durante el estrés catabólico inducen un fuerte incremento de la virulencia de las bacterias del lumen9.

Muchos autores han sugerido que los microorganismos potencialmente patógenos, colonizadores normalmente no sintomáticos, cambian su fenotipo bajo el estrés y se vuelven patógenos pudiendo amenazar la vida. Alverdy6 ha propuesto que estas bacterias se adhieren a la pared celular del anfitrión con el propósito de nutrirse, citando como ejemplo Escherichia coli, que induce activación contacto-dependiente de la señal de las vías de transducción dentro de las células de la mucosa, produciendo alteración de la permeabilidad por rotura de las uniones epiteliares, liberación de citoquinas, apoptosis celular y activación de los neutrófilos.

Malnutrición y disminución de la resistencia

Dos estudios, uno europeo10 y otro americano11, realizados durante los últimos 10 años, ha sugerido que al menos el 50% de los pacientes de las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) muestran señales de desnutrición y disminución de la inmunidad. Estos pacientes son víctimas de una proporción mucho más elevada de complicaciones después de la cirugía y traumatismos que, como en el caso de trasplante hepático, lleva a un aumento significativo en el número de días de estancia en UCI (estado nutritivo normal 3 ± 2 vs 44 ± 36 días en desnutrición grave), días con ventilación mecánica (2 ± 2 vs 41 ± 37 días), estancia en el hospital (31 ± 24 vs 82 ± 40), proporción de traqueostomía (0% contra 67%) y también en la mortalidad (0% contra 28%)12. Además de la desnutrición, existen otros factores que contribuyen significativamente a la elevada proporción de infecciones observadas en UCI (tabla I). Las infecciones son más comunes en el tracto respiratorio (aproximadamente 30-65%), tracto urinario (cerca del 25%), torrente sanguíneo (aproximadamente 15%) y heridas quirúrgicas (cerca del 8%). Estas infecciones se ven frecuentemente después de traumatismos, tratamientos médicos y quirúrgicos avanzados como el trasplante hepático y de células madre (50-85% de los pacientes), operaciones con amplias resecciones hepáticas y pancreáticas (aproximadamente 33%), operaciones gástricas y colorectales (alrededor del 20%) y bypass coronarios (aproximadamente 10%).

 

Los antibióticos como herramienta de tratamiento

Numerosos antibióticos y combinaciones de ellos han sido probados para prevenir y tratar las infecciones en situaciones graves como la pancreatitis aguda, quemaduras, traumatismos, tratamientos quirúrgicos y médicos avanzados como el trasplante hepático y de células madre, así como en general en los pacientes de la UCI. La desinfección selectiva del tracto digestivo (tratamiento destinado a prevenir la infección erradicando profilácticamente patógenos potenciales de orofaringe, estómago e intestino conservando la flora anaerobia normal) ha sido ampliamente estudiado desde su introducción hace aproximadamente 20 años13. Normalmente consiste en la administración durante al menos 3-4 semanas de una combinación de tres o más antibióticos no absorbibles (colistina, nistatina, gentamicina, tobramicina, amfotericina B o polimixina) más el tratamiento tópico de la cavidad oral con una pasta que contienen los mismos antibióticos, repitiéndose el tratamiento cuatro veces por día. En dos recientes meta-análisis se han evaluado los más de 30 estudios realizados14,15. Ambos meta-análisis confirman una pequeña reducción, pero significativa, en el riesgo de neumonía y una pequeña mejora de la supervivencia en cierta subpoblación de pacientes gravemente enfermos. Sin embargo, dos estudios controlados recientes, uno americano16 y otro europeo17, no encontraron ningún beneficio de la desinfección selectiva del tracto digestivo en pacientes con trasplante hepático, comunicando una tasa de infección a los 30 días para el grupo de tratamiento versus control de 32,4% vs 279% para el estudio americano y 86% vs 84,5% para el europeo.

La nutrición enteral precoz como herramienta de tratamiento

Está claro que el suministro enteral de nutrientes y antioxidantes es un requisito previo para controlar las infecciones y otras complicaciones en los pacientes de la UCI. Como el objetivo de este tratamiento es modular la respuesta al estrés y como la ventana terapéutica es estrecha, es esencial que este tratamiento se empiece lo más pronto posible2,18. Hace casi un siglo, Andersen19, basándose en su propia experiencia clínica, recomendó que la alimentación debe instaurarse en la mesa de operaciones. Suministrando 200-250 ml de solución nutritiva y continuando día y noche. Comunicó que esta nutrición era segura, contrarrestaba la parálisis intestinal postoperatoria y contribuía a la recuperación de los pacientes.

La nutrición enteral precoz (dentro de las primeras 12 horas) ayuda a reducir el tiempo post-operatorio y la infección post-traumática, mantiene los niveles de antioxidantes en tejidos, mejora la síntesis de proteínas, la curación de la herida y mantiene la integridad de la mucosa intestinal (ver ref. 20 donde se recoge un reciente meta-análisis). Son especialmente importantes los hallazgos de Kompan y cols.21 en pacientes traumáticos a los que se les administraba nutrición enteral dentro de las primeras 6 horas de admisión en la UCI, comparándolo con inicio después de 24 horas. No sólo se asocia con permeabilidad intestinal normal sino también con una reducción significativa en la incidencia de fracaso orgánico21. Hubo un tiempo en el que estuvo de moda administrar un elevado número de calorías (hiperalimentación) a los pacientes gravemente enfermos. En cambio, nos hemos dado cuenta de que sobrealimentar con macronutrientes tanto a enfermos graves como a individuos sanos puede ser muy peligroso. La nutrición excesiva, administrada tanto parenteral como enteralmente, a menudo lleva a serias y a veces fatales consecuencias metabólicas.

La hiperalimentación raramente está indicada en la nutrición perioperatoria, por lo menos no durante las dos primeras smanas después de la cirugía. Incluso los objetivos de mantener calorías y balance nitrogenado en los pacientes quirúrgicos ha perdido su importancia. En cambio se da cada vez más importancia al papel de la nutrición enteral como herramienta para modular el sistema inmunológico; el 80% de las células productoras de inmunoglobulinas totales del cuerpo se localizan en el lámina propia del intestino22 y se liberan grandes cantidades, sobre todo de IgA, a diario al lumen del intestino. La síntesis de IgA es muy dependiente de las células T y varias citoquinas producidas por los linfocitos activados influyen en diferentes pasos de la ruta de diferenciación de la IgA23. Está descrito que cambios en la nutrición, actividad física, sueño, humor, edad, género, ritmo circadiano, temperatura corporal, consumo de drogas y enfermedades pueden influir en la función linfocitaria y en la producción de inmunoglobulinas y por lo tanto en la resistencia para enfermar. Los cuidados en la UCI son una situación frecuentemente asociado no sólo con cambios dramáticos en el suministro nutricional y en la actividad física sino también en todas las otras funciones corporales, que en combinación con el aumento de consumo de fármacos provocan una reducción importante de la respuesta inmune del paciente.

Sólo recientemente se ha comprendido que el control inmunológico va a tener mayor importancia que el balance nitrogenado y el aporte de calorías. Dos recientes estudios muestran claramente que los efectos sobre el sistema inmunológico son más pronunciados que sobre los parámetros nutritivos.

Shirabe y cols.24 comparan, en pacientes con resección hepática, hiperalimentacion parenteral frente a nutrición enteral. Estos autores no encuentran ninguna diferencia en los parámetros nutritivos como proteína ligadora del retinol, transferrina, prealbúmina, 3-etilhistidina. En claro contraste, las diferencias más significativas entre nutrición enteral y nutrición parenteral se observaron en los parámetros inmunológicos como el número de linfocitos, respuesta a fitohemaglutinina y la actividad de células natural killer. Lo más importante fue la incidencia de complicaciones infecciosas, 8% en el grupo de nutrición enteral comparado con 31% en el grupo de hipernutrición parenteral.

Windsor y cols.25 realizaron un estudio similar pero en pancreatitis aguda y alcanzaron resultados similares; escalas de gravedad (APACHE II) (6 vs 9, p < 0,0001), proteína C-reactiva (84 vs 156 mg/L, p < 0,005) y los valores de anticuerpos de endotoxina IgM anticore e índice antioxidante total eran significativamente mejores en el grupo de nutrición enteral. Además la respuesta inflamatoria sistémica, tasa de sepsis, incidencia de fracaso orgánico y estancia en la unidad de cuidados intensivos eran significativamente mejores en el grupo de nutrición enteral.

Claramente, la utilización de la nutrición enteral de forma precoz (< 6 horas) en pacientes graves es beneficioso. Como ha recogido en una reciente revisión Marik y Zaloga20, donde generalmente parece controlar el número de infecciones, aunque no las elimina.

Prebióticos

Sin embargo la alimentación enteral precoz no es suficiente: la nutrición también debe contener fibra (prebióticos). El uso de prebióticos es una forma de mantener el crecimiento y las funciones de la mucosa, el balance de agua y electrólitos, proporcionar energía y nutrientes e incrementar la resistencia contra patógenos invasores. El tracto digestivo humano es ya desde el nacimiento muy dependiente del suministro de prebióticos para su crecimiento y funcionamiento óptimo. La leche materna humana es sumamente rica en oligosacáridos no-digeribles, aparte de la leche de elefante, ninguna otra leche de mamífero contiene tantos oligosacáridos no-digeribles26. El complejo oligosacáridos fucosilados en la leche humana, con similitudes estructurales a glicoconjugados de pared celular con efecto inmunomodulador, se supone que protege a los bebés alimentados con leche materna contra la inflamación e infecciones26. Estos oligosacáridos no-digeribles probablemente también funcionan como prebióticos y estimulan el crecimiento de la microflora no patógena del intestino en los niños alimentados de esta forma. A otro nivel la administración de glucanos reduce significativamente la tasa de mortalidad por infección intra-hospitalaria en pacientes traumáticos27.

A los pacientes graves, a menudo y por varias razones, no se les puede dar frutas frescas y verduras, pero hay una serie completa de fibras que pueden usarse. Una de ellas es la pectina, conocida por su bio-actividad. Es un protector de la mucosa, antioxidante, vehículo para el transporte de Bacterias Ácido Lácticas (BAL) a través del tracto gastrointestinal y un sustrato muy adecuado para la fermentación bacteriana3. El plátano verde es rico en pectina y en almidón resistente; recientemente se ha estudiado suplementar la dieta de arroz en niños que padecen diarrea persistente de Bangladesh con plátano verde (250 g, equivalente a dos frutas) o con 2 g de pectina por kilogramo de comida28. La cantidad y frecuencia de las deposiciones, duración de la diarrea, número de episodios eméticos y la necesidad de rehidratación oral o la cantidad de fluido intravenoso administrado, se redujeron todos ellos significativamente en los dos grupos de tratamiento28. La recuperación al tercer día se observó en el 59% en el grupo con suplemento de plátano verde y en el 55% en el grupo con suplemento de pectina comparados con sólo el 15% del grupo sólo-arroz. Los autores concluyen que la pectina (> 10 g/día) debe usarse rutinariamente en todos los pacientes de UCI para proteger contra las úlceras pépticas, prevenir la oxidación y estimular/alimentar la flora microbiana; también podrían usarse otras fibras vegetales.

Simbióticos

Desde un punto de vista genético, hay una amplia variación entre las diferentes BAL. De hecho, la diferencia genética entre una BAL y otra puede ser mayor que entre un pez y un ser humano. La mayoría de las BAL consumidas tienen baja capacidad de fermentar la fibra fuerte como la inulina, tienen pobres sistemas antioxidantes, no se adhieren al moco humano y, lo más importante, no sobreviven o lo hacen en pequeña cantidad a la acidez del estómago y a los ácidos biliares contenidos en el intestino delgado. Una bio-actividad fuerte no puede esperarse de las BAL contenidas en el yogur dado que son conocidas por su habilidad de crecer en ambientes libres de fibra y escogidas principalmente por su palatabilidad. En cambio puede esperarse de las BAL que viven y crecen en las plantas, a menudo bajo condiciones adversas, que muestren una capacidad "promotora de la salud" mucho más fuerte. Estas BAL deben, para su nutrición y supervivencia, tener la capacidad de fermentar la fibra resistente. Esto es probablemente la razón del mayor éxito clínico en pacientes muy graves que puede esperarse de las BAL recogidas de plantas cultivadas, forraje fermentado, masa fermentada para elaborar pan, chucrut y otros alimentos étnicos.

El mayor interés se ha centrado en las BAL de las semillas de cereales como la avena y el centeno. Con certeza en el futuro se realizarán estudios sistemáticos de las diversas bio-actividades de todas las plantas conocidas por su potencial de promover la salud. Cuando recientemente se ha investigado la microbiología del centeno se encontraron más de 180 especies de BAL algunas de las cuales demostraron propiedades biológicas únicas. Hay aproximadamente 195.000 tipos de plantas diferentes en la tierra, pero el hombre actual ha escogido obtener aproximadamente el 90% de su comida de sólo 17 y cerca del 50% de sus calorías y necesidad proteica de ocho semillas de cereales. La poca variación típica de las comidas occidentales modernas, así como los métodos para conservar y preparar las comidas, crean problemas como la reducción significativa de variación en la disponibilidad de nutrientes y antioxidantes. La nutrición proporcionada al enfermo grave incluso se restringe aún más y deberíamos asumir como un requisito mínimo que cada frasco de nutrición contenga cierta cantidad de fibra.

Preparaciones con una sóla bacteria ácido láctica y una sola fibra como herramienta de tratamiento

Lactobacillus plantarum normalmente se encuentra en zonas rurales asiáticas y africanas. En estas zonas la base principal de la alimentación son las plantas frescas, que son ricas en L. plantarum29. Hay fuertes evidencias de que el estilo de vida occidental y la dieta actúan en contra de la colonización con L plantarum. Esta BAL, siempre presente en las deposiciones de aquéllos que tienen un estilo de vida rural, se identificó en dos tercios de los Adventistas del Séptimo Día norteamericanos que son principalmente vegetarianos, pero sólo en uno de cada cuatro de los norteamericanos que comen una dieta occidental30. Un reciente estudio ha mostrado que los tres clusters dominantes aislados en las biopsias de mucosas de voluntarios suecos sanos son de L. plantarum (24% de los individuos), L. rhamnosus (12%) y L. casei subespecie pseudoplantarum (10%)31. Lactobacillus plantarum se identificó en uno de cada tres bebés suecos sanos de 2-8 semanas de edad32.

Un análisis detallado de los potenciales para promover la salud de las diferentes bacterias probióticas en combinación con diferentes fibras prebióticas llevó a un grupo de científicos de la Universidad de Lund a desarrollar una fórmula de nutrición enteral obtenida fermentando la harina de avena con L. plantarum cepa 299, escogida después de estudiar varios cientos de BAL. Para identificar las BAL más convenientes para este propósito, una serie de voluntarios sanos consumieron avena fermentada que contenía una mezcla de 19 cepas seleccionadas de Lactobacillus específicas humanas (con una densidad de 5 ´ 108 unidades formadoras de colonias de cada cepa). Se tomaron biopsias de la mucosa del yeyuno y recto un día antes y uno y once días después del fin de la administración. Después del intervalo de suministro de 11 días, sólo 5 de las 19 cepas podría identificarse en las deposiciones, mayoritariamente la cepa 29933. La cepa 299 ha mostrado tener la capacidad para fermentar la avena y sobrevivir a la acidez del estómago y a los ácidos biliares del intestino delgado33,34. La fórmula de L. plantarum 299 basado en la avena ha sido ensayada recientemente en tres grupos de pacientes gravemente enfermos: pacientes con pancreatitis grave, pacientes con cirugía abdominal reciente y pacientes sometidos a trasplante hepático.

Pancreatitis aguda grave

La necrosis pancreática y las infecciones son factores determinantes para el fallo orgánico y la no obtención de los resultados positivos en la pancreatitis aguda grave35. La tasa de mortalidad después de pancreatitis se incrementa de 5 a 10 veces si el área de necrosis se infecta36,37. La infección de la necrosis pancreática ocurre aproximadamente en un 25% de los casos después de una semana y aproximadamente en un 75% después de tres semanas2. Todos los tratamientos incluidos antibióticos38-40 y varios inhibidores de citoquinas proinflamatorias, no han demostrado una influencia significativa en el resultado.

Recientemente se ha realizado un estudio de Györ (Hungría) en pacientes con pancreatitis aguda grave. Los pacientes eran aleatorizados al ingreso hospitalario para administrarles durante una semana dos veces al día por la sonda nasoyeyunal o bien una preparación deshidratada por congelación que contiene 109 L. plantarum 299 vivos junto con un sustrato de 10 g de fibra de avena, o bien una preparación similar en que el Lactobacillus había sido muerto por calor41. El estudio fue diseñado para finalizar en el momento en el que el análisis estadístico mostrara diferencias estadísticamente significativas entre los dos grupos del estudio. Esto ocurrió cuando habían entrado en el estudio 45 pacientes. En ese momento 22 pacientes habían recibido tratamiento con L. plantarum 299 vivos durante siete días y 23 con L. plantarum 299 muertos por calor. Se produjeron necrosis infectada y abscesos en 1 de los 22 pacientes (4,5%) en el grupo L. plantarum vivos y en 7 de los 23 pacientes (30%) con L. plantarum muertos por calor (p = 0,023). El único paciente que desarrolló sepsis en el grupo de L. plantarum lo hizo después de quince días, ocho días después de que el tratamiento fuera suspendido. Es probable que en el futuro el suministro a los pacientes gravemente enfermos se prolongue por más tiempo de una semana. Además, la estancia media era más corta en el grupo de L. plantarum vivos (13,7 vs 21,4 días), pero no se alcanzó diferencias estadísticas significativas debido al pequeño tamaño de los grupos.

Pacientes con cirugía abdominal

La misma preparación deshidratada por congelación conteniendo L. plantarum 299 vivos junto con fibra de avena se usó recientemente en un estudio controlado en pacientes sometidos a cirugía abdominal amplia. Se comparó frente a la misma preparación conteniendo Lactobacillus inactivos por calor y frente a nutrición enteral estándar42. Los pacientes fueron sometidos a resección hepática (n = 29), resección pancreática (n = 26), resección gástrica (n = 22), resección de colon (n = 9) o by-pass intestinal (n = 4) y uniformemente distribuidos entre los tres grupos del tratamiento. Cada grupo reclutó 30 pacientes. La tasa de sepsis a los 30 días era del 10% (3 de los 30 pacientes) en la de dos grupos que recibieron Lactobacillus vivos o inactivos por calor y del 30% (9 de los pacientes) en el grupo que recibió nutrición enteral estándar (p = 0,01). La diferencia más grande se observó en el número de casos de neumonía (nutrición enteral: 6 pacientes; Lactobacillus vivos y fibra: 2 pacientes; Lactobacillus muertos por calor y fibra: 1 paciente). El efecto parecía ser más pronunciado después de la resección gástrica y pancreática, donde el número de pacientes con sepsis en el grupo de nutrición enteral eran 8 de los 16 pacientes (50%) comparado con 3 de los 17 (17%) en el grupo Lactobacillus inactivos por calor y 1 de los 15 (7%) en el grupo de Lactobacillus vivos. Los pacientes del grupo tratado con Lactobacillus vivos recibió significativamente menos antibióticos (p = 0,04): la media de días en tratamiento con antibióticos en el grupo de Lactobacillus vivos era 4 ± 3,7 días, con Lactobacillus muertos por calor 7 ± 5,2 días y en el grupo con nutrición enteral 8 ± 6,5 días. Las complicaciones no infecciosas ocurrieron en el 3% de los pacientes del grupo de nutrición enteral sólo, el 17% de los pacientes en el grupo Lactobacillus inactivados por calor y el 13% de los pacientes del grupo Lactobacillus vivos. No se observaron cambios significativos en los niveles de hemoglobina, leucocitos, proteína C-reactiva, urea en sangre, bilirrubina, albúmina, linfocitos totales, CD45 RA, CD45 RO, CD4, CD8 o células NK y proporción CD4/CD8. Tampoco había ninguna diferencia en la estancia media en el hospital.

Recientemente se ha publicado otro estudio donde se comparó el efecto de una bebida de frutas probióticas (PROVIVA) conteniendo Lactobacillus plantarum 299V, relacionado con el anterior pero no idéntico, con origen en las levaduras en contraste con el 299 que se encuentra originariamente en el intestino humano43. El contenido en BAL y fibra de la avena es mucho menor en esta bebida que en los estudios anteriores que incluían el 299. En esta bebida de frutas un 5% de BAL-avena-fermentado (cantidad demasiado pequeña) es mezclado con un 95% de jugo de frutas, conteniendo un volumen final de L. plantarum 299V de sólo 5 ´ 107. La bebida, sin embargo, se administró durante un período mayor que en los otros estudios, incluyendo un mínimo de una semana antes de la operación. Sesenta y cuatro pacientes recibieron suplemento con PROVIVA y 65 pacientes no recibieron ningún tratamiento adicional. Casi todos pacientes de ambos grupos recibieron una sola dosis de cefuroxima y metronidazol intravenoso preoperatorias. No se encontraron ninguna diferencia significativa entre los grupos por lo que se refiere a la translocación bacteriana (12% vs 12%; p = 0,82), colonización gástrica con organismos intestinales (11% vs 17%; p = 0,42) o morbilidad séptica (13% vs 15%; p = 0,74).

Estos dos ensayos merecen algún comentario. Los pacientes incluidos en el primer estudio fueron sometidos a operaciones mayores que los incluidos en el segundo. Está documentado que el riesgo de desarrollar complicaciones sépticas es mucho más alto en estos pacientes incluidos en el primer estudio. Esto se ratifica por el hecho de que los pacientes incluidos en el primer estudio (pacientes a los que no se les proporciona BAL) desarrollaron complicaciones sépticas en un 30% (50% en el caso de operaciones de páncreas y estómago) comparado con el 15% en el segundo estudio con operaciones colorectales principalmente. Esto parece indicar que los efectos más pronunciados pueden esperarse en los pacientes con riesgo más alto de morbilidad séptica. La dosis bajas de proy prebióticos suministadas en el segundo estudio también podrían explicar la diferencia en el resultado. El suministro de BAL en una concentración de 107 o menor generalmente se considera como demasiado pequeña para que los efectos de los probióticos sean significativos. En el primer estudio se suministró un concentrado de BAL y fibra y la concentración usada en el segundo era aproximadamente 20 veces más diluida. Además, se usaron cepas diferentes de L. plantarum en los dos estudios.

Trasplante hepático

Rayes y cols.44 (Berlín) realizaron un estudio prospectivo y randomizado incluyendo 95 pacientes con trasplante hepático y compararon la incidencia de infecciones y otras complicaciones entre tres grupos diferentes. A todos se les suministró nutrición enteral precoz:

1. Descontaminación selectiva del tracto digestivo (DSD) cuatro veces al día durante 6 semanas (n = 32).

2. Lactobacillus plantarum 299 (LPV) en dosis de 109 más 15 g de fibra fermentable ( = 31) durante 12 días postoperatoriamente.

3. Tratamiento idéntico al grupo 2 pero con L. plantarum 299 muertos por calor (LPM) (n = 32).


Todos los pacientes recibieron nutrición enteral desde el segundo día postoperatorio, sin fibra en el caso del primer grupo y con fibra en el segundo y tercero. No se produjo ningún fallecimiento. Mostraron signos de infección 15 de los 32 pacientes (48%) en el grupo DSD, 11 de los 32 (34%) en el grupo LPM y 4 de los 31 (13%) en el grupo LPV (p = 0,017). Desarrollaron infecciones postoperatorias 23 DSD, 4 LPV y 17 LPM. Las infecciones con más prevalencia fueron colangitis (que ocurrieron en 10, 8 y 2 pacientes respectivamente) y neumonía (observada en 6, 4 y 1 paciente). Los micro-organismos aislados más frecuentes eran Enterococcos (aislados en 8, 8 y 1 pacientes) y Staphyllococcus (identificados en 6, 3 y 1 pacientes). No se registró ninguna infección por Echerichia coli o Klebsiella en el grupo LPV. Las complicaciones no infecciosas ocurrieron en 15 pacientes del grupo DSD, 19 del grupo LPM y 16 del grupo LPV. El número de pacientes que requirieron hemodiálisis fueron 8 DSD, 4 LPM y 2 LPV. El número de reoperaciones fue de 6, 2 y 4 respectivamente. La tasa CD4/CD8 era más alta en el grupo LPV que en los otros dos grupos (p = 0,06), y la estancia en UCI, estancia en el hospital y duración de la terapia antibiótica eran más cortas en el grupo LPV; ninguno de estos resultados, sin embargo, alcanzó diferencias estadísticamente significativas.

Preparaciones multi bacterias ácido lácticas/multi fibras como herramientas de tratamiento

Existen algunas evidencias que sugieren que los efectos más potentes de los simbióticos se obtienen suministrando varias BAL y varias fibras diferentes como sustrato para la fermentación. Excepcionalmente las BAL bio-activas como el L. plantarum están presentes en alimentos "étnicos" como chucrut, masa fermentada... Uno podría esperar que las BAL que crecen en las plantas son seleccionadas por la naturaleza debido a su habilidad para fermentar fibras de esas plantas para su propia nutrición.

Un equipo de microbiología de la Universidad de Lund examinó sistemáticamente centeno ecológicamente cultivado en busca de nuevos BAL susceptibles de ser usados con propósitos clínicos. Encontraron al menos 180 cepas diferentes45. Igualmente examinaron sistemáticamente el intestino humano de donde aislaron 355 cepas diferentes46 En total tenían un número superior a 500 cepas y estudiaron su capacidad para unirse a la mucina porcina, la expresión de la hidrofobicidad en la superficie celular y la capacidad para unirse a las proteínas de la matriz extracelular.

Basado en estos datos se seleccionaron ocho cepas para estudiarlas con más profundidad (tres cepas de L. plantarum, dos de L. paracasei subespecie paracasei, dos de Leuconostoc mesenteroides y Pedicoccus pentosaceus). Estas ocho cepas sobrevivieron a la exposición a una solución al 20% de bilis durante una hora y a un pH 2,5 durante 2 horas y podrían utilizar inulina o amilopectina como única fuente de carbono durante el cultivo in vitro. Tres de las cepas produjeron b-galactosidasas que podrían aliviar los síntomas de la intolerancia a la lactosa. Además, estas cepas produjeron sustancias antimicrobianas con actividad contra cepas homólogas y bacterias Gram positivas. Dos cepas de Lactobacillus también mostraron actividad contra el patógeno gástrico Helicobacter pylori. La exposición de cepas de Lactobacillus a pH 5 durante una hora inducía la síntesis de novo de varias proteínas, cinco de las cuales tenía reacciones cruzadas con proteínas de estrés. Esto es importante puesto que se ha sugerido que estas proteínas protegen a otras proteínas de superficie y adhesinas durante el transporte a través del tracto gastrointestinal. Cuatro de las ocho cepas de BAL estudiadas transcribían el factor-kB nuclear al núcleo de la línea macrofágica U 937. Esto originó la inducción de interleuquinas proinflamatorias (IL1b e IL-8) y citoquinas anti-inflamatorias (IL-10) por el L. plantarum y en una magnitud mucho menor por el leuconsotoc mesenteroides.

Lactobacillus plantarum y Pediococcus pentosaceus produjeron antioxidantes equivalente a 100 mcg de vitamina C45. Puede esperarse que la producción de antioxidantes por las bacterias colónicas proporcione un efecto beneficioso limpiando radicales libres en el tracto gastrointestinal, una función que puede ser importante cuando la disponibilidad de antioxidantes en el intestino disminuye rostralmente.

De las cepas estudiadas, se escogieron cuatro para formar parte de una preparación simbiótica. Esta mezcla recibió el nombre de Synbiotic 2000 y consiste en 1010 de cada una de las cuatro bacterias ácido lácticas siguientes (probióticos) Pediococcus pentoseceus 5-33:3, Leuconostoc mesenteroides 32-77:1, L. paracasei subespecie paracasei 19 y L. plantarum 2.362 y 2,5 g de cada una de las cuatro fibras fermentables (prebióticos): betaglucano, inulina, pectina y almidón resistente. Todas las BAL exceptundo una (L. paracasei) tenían origen en el centeno.

Synbiotic 2000 en enfermedad hepática progresiva

Se ha asumido que la activación de los macrófagos por endotoxinas derivadas del intestino son responsables de elevar los niveles del factor-a de necrosis tumoral (TNFa, del inglés: Tumour Necrosis Factor-a) que es probablemente un factor clave responsable del daño hepático progresivo observado en los pacientes con cirrosis hepática. La expresión de los receptores Toll-like 4 y 2 en monocitos de sangre periférica es conocida por estar involucrados críticamente en la producción de TNF-a en respuesta a endotoxinas y estimulación microbiana por Gram positivos. Si el suministro de simbióticos es capaz de regular negativamente la expresión de los receptores Toll-like y reducir la producción de TNF-a podrían constituir una herramienta barata y sin efectos secundarios para el tratamiento a largo plazo de pacientes con enfermedad hepática. Tiene un importante interés el reciente hallazgo de que in vitro la producción de TNF-a por las células mononucleares de sangre periférica, en contestación al estímulo de endotoxinas o Staphylococcus aureus enterotoxina B, está reducido en una media del 46% (rango 8-67%) comparándolo con el pre-suplemento en 8 de los 11 pacientes con cirrosis a los que se les suministraba Synbiotic 200047. En este estudio la administración de Synbiotic 2000 a pacientes con enfermedad hepática crónica fue bien tolerada y no se observaron efectos adversos o cambios en el estado clínico general.

Se investigó igualmente el efecto del Synbiotic 2000 en un estudio controlado y doble ciego reclutando 55 pacientes con enfermedad hepática crónica. Los pacientes se dividieron en tres grupos: con suministro de Synbiotic 2000 (n = 20), con suministro de sólo la fibra del Synbiotic 2000 (n = 20) o un placebo (fibra no fermentable) (n = 15)48. El suministro durante un mes dio lugar a un aumento significativo en la flora BAL en el grupo con suministro de BAL pero no en los otros dos grupos. El pH fecal estaba significativamente reducido entre 6,5 y 7 del grupo placebo a 5,0-5,5 en los dos grupos del tratamiento. Las disminuciones significativas en E. coli, Staphylococcus y Fusobacterium (p < 0,001, p < 0,01 y p < 0,05, respectivamente), pero no Pseudomonas y Enterococcus, se observó en ambos grupos de tratamiento pero no el grupo placebo. Se registró una disminución significativa en los niveles séricos de amoníaco en el grupo con suministro de Synbiotic 2000 (de 60,5 ± 2,9 a 38,6 ± 3,9 mcmol/L) y en el grupo de sólo-fibra (de 63,6 ± 3,9 a 41,5 ± 5,2), pero no en el grupo placebo (de 60,5 ± 2,9 a 58,6 ± 3,9). El nivel de endotoxinas disminuyó en los dos grupos de tratamiento pero no en el grupo placebo. Los niveles de alanina aminotransferasa disminuyeron de 252 ± 182 a 84 ± 65 U/L (p < 0,01) en el grupo con suministro de Synbiotic 2000 y a 110 ± 86 U/L (p < 0,05) en el grupo de sólo-fibra, pero no se observó ninguna disminución en el grupo placebo. Además se registraron mejoras en los resultados del test psicométrico y en el grado de encefalopatía en ambos grupos de tratamiento.

Synbiotic 2000 en trasplante hepático

Recientemente ha concluido un estudio en pacientes con trasplante hepático en la Universidad de Berlín (Alemania)49. Se incluyeron treinta y tres pacientes en un estudio randomizado, doble-ciego se les suministró Synbiotic 2000 y se comparó con 33 pacientes a los que se les suministró sólo los cuatro tipos de fibra usados en el Synbiotic 2000. El tratamiento empezó el día antes de la cirugía y continuaba hasta el día 14 después de la cirugía. Sólo un paciente del grupo con tratamiento Synbiotic 2000 mostró alguna señal de infección, en contraste con 17 de los 33 (51%) del grupo de sólo-fibra.

Synbiotic 2000 en otras condiciones graves

Se administraron a diez pacientes que padecen colitis distal crónica grave enemas de Synbiotic 2000 dos veces al día durante un período de 2 semanas. Nueve de los 10 pacientes concluyeron el estudio. Las reducciones significativas en el número de deposiciones diarreicas (inicialmente: 2,50 ± 0,38) se observaron en el día 7 (1,13 ± 0,13; p < 0,05) y día 14 (1,13 ± 0,23; P < 0,05) así como una semana después de la conclusión del tratamiento: día 21 (0,75 ± 0,25; p < 0,01)50. La frecuencia de sangre visible en las deposiciones también se redujo significativamente: de 2 ± 0,27 al inicio del estudio a 1 ± 0,38 (p < 0,05) y 1,12 ± 0,35 (p < 0,05) en los días 14 y 21 respectivamente. Además, la frecuencia de diarrea nocturna y urgencias se redujeron significativamente. La consistencia de las deposiciones mejoró en los días 7, 14 y 21. Dos pacientes informaron de sensación de hinchazón excesiva y retortijones, pero no se observaron ningún otro efecto adverso o efectos secundarios significativos.

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