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Nutrición Hospitalaria

versión On-line ISSN 1699-5198versión impresa ISSN 0212-1611

Nutr. Hosp. vol.34  supl.4 Madrid  2017

https://dx.doi.org/10.20960/nh.1571 

ARTÍCULOS

 

Adecuación de la ingesta de azúcares totales y añadidos en la dieta española a las recomendaciones: estudio ANIBES

Adequacy of the dietary intake of total and added sugars in the Spanish diet to the recommendations: ANIBES study

 

 

Emma Ruiz1 y Gregorio Varela-Moreiras1,2

1Fundación Española de la Nutrición (FEN). Madrid.
2Facultad de Farmacia. Universidad CEU San Pablo. Madrid

Potenciales conflictos de interés: el estudio científico ANIBES ha contado con el apoyo de Coca-Cola Iberia gracias a una beca de ayuda al proyecto de investigación gestionada a través de un acuerdo con la FEN. En este sentido Coca-Cola Iberia no ha participado en el diseño del estudio, ni en la recogida, análisis e interpretación de los datos, tampoco ha formado parte de la redacción de los diferentes artículos científicos resultantes ni en la decisión de publicar los resultados.

Dirección para correspondencia

 

 


RESUMEN

Introducción: la Organización Mundial de la Salud (OMS) en el año 2015 recomendó que el consumo de azúcares añadidos se debería reducir a menos del 10% de la ingesta calórica total, pero no hay datos actualizados en España.
Objetivos: evaluar la ingesta de azúcares totales, con especial énfasis en los añadidos, sus fuentes alimentarias, y el grado de adherencia a las recomendaciones de la OMS.
Métodos: se ha utilizado la muestra ANIBES (9-75 años), representativa de la población española. La estimación de la ingesta ha sido mediante registro de 3 días ("Tablet").
Resultados: los hidratos de carbono proporcionan un 41,1% de la energía total consumida (ETC): 24,1% de los almidones, y el 17% del total de azúcares (9,6% para azúcares intrínsecos y el 7,3% a los azúcares añadidos). El aporte de azúcares intrínsecos es mayor en las poblaciones de mayor edad; por el contrario, el consumo de azúcares añadidos es significativamente mayor en edades más tempranas. Un 58,2% de la población infantil cumpliría con la recomendación de la OMS (< 10% ETC), menor para los adolescentes (52,6%), y aumenta la adherencia con la edad: 76,7% (18-64 años) y 89,8% en personas mayores. En cuanto a los azúcares totales, las principales fuentes de la dieta son leche y derivados (23,2%), bebidas sin alcohol (18,6%), frutas (16,8%), azúcares y dulces (15,1%) y cereales y derivados (12,0%). La principal fuente de azúcares intrínsecos fueron las frutas (31,8%), leche (19,6%), zumos y néctares (11,1%), vegetales (9,89%), yogurt y leche fermentada (7,18%), bebidas de bajo contenido alcohólico (4,94%), pan (2,91%), y bebidas azucaradas (2,24%). Para azúcares añadidos: azúcares y dulces (34,1%), bebidas sin alcohol (30,8%, básicamente como refrescos con azúcar, 25,5%) y cereales y derivados (19,1%, un 15,2% como bollería y pastelería).
Conclusión: hay diferencias importantes en el cumplimiento de las recomendaciones de la OMS, dependiendo de la edad, por lo que es necesario un especial énfasis y concienciación en población infantil y adolescente.

Palabras clave: Hidratos de carbono. Azúcares totales. Azúcares añadidos. Azúcares intrínsecos. ANIBES.


ABSTRACT

Introduction: In 2015, the WHO published its recommendations for added sugars intake: < 10% of the total energy (TE) intake in both adults and children. No updated information is available in Spain about the degree of compilance.
Objectives: To examine total sugar intake, mainly focused on added, and food and beverage sources. To analyze fulfilment with WHO recommendations.
Methods: The ANIBES study of a representative sample of the Spanish population (9-75 yr) was used. Food and beverage records were obtained by a three-day dietary record by using a tablet device.
Results: The median total sugar intake was 17% total TEI: 7.3% for added, and 9.6% for intrinsic sugar intake. Differences were observed for added sugar which was much higher in children and adolescents. For the intrinsic sugar, however, a higher contribution to TEI was observed in the elderly. 58.2% of children fulfil WHO recommendations (< 10% TEI), lower for adolescents (52.6%), and higher for adults (76.7%) and older adults (89.8%). The major sources of total sugar were milk and dairy products (23.2%), non-alcoholic beverages (18.6%), fruits (16.8%) and sugars and sweets (15.1%) and grains (12.0%). The major sources of intrinsic sugars were fruits (31.8%), milks (19.6%), juices and nectars (11.1%), vegetables (9.89%), yoghurt and fermented milk (7.18%), low-alcohol-content beverages (4.94%), bread (2.91%), and sugar-sweetened soft drinks (2.24%). As for free sugars, sources were sugars and sweets (34.1%), non-alcoholic beverages (30.8%, mainly as sugar-sweetened soft drinks, 25.5%) and grains (19.1%, principally as pastries and cakes, 15.2%).
Conclusion: The present study demonstrates that only a moderate percentage of the Spanish population adhered to current recommendations for total and added sugar intake, and urgent efforts are needed to improve diet quality in the youngest populations.

Key words: Carbohydrates. Total sugars. Added sugars. Intrinsic sugars. ANIBES.


 

INTRODUCCIÓN

El término azúcares se ha usado tradicionalmente para designar los mono y disacáridos, en el conjunto de los hidratos de carbono (HC). Los azúcares, por su sabor dulce, son utilizados como edulcorantes para dar palatabilidad a los alimentos y bebidas, para la conservación de alimentos, y para conferir ciertas características a los alimentos como viscosidad, textura, cuerpo y la capacidad de dotarlos de aromas o de un color tostado. La principal función de los HC es aportar energía al organismo. De todos los nutrientes, son los que producen una combustión más limpia y rápida en las células y dejan menos residuos en el organismo. Es también la más rentable y abundante, constituyendo los alimentos ricos en este macronutriente la base de la alimentación humana (1-3).

A pesar de lo anteriormente mencionado, desde el punto de vista nutricional, los azúcares no son nutrientes esenciales, ya que la glucosa puede ser sintetizada por el organismo (4). No se han establecido necesidades diarias precisas de hidratos de carbono en la alimentación humana, aunque las recomendaciones más tradicionales han aconsejado que este nutriente constituya entre un 55 y un 60% del total de la energía de la dieta (4). Por su parte, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (European Food Security Authority, EFSA) ha propuesto un rango de ingesta de referencia entre el 45-60% del total de energía, considerando que la suma de monosacáridos y disacáridos debe estar por debajo del 10% (1). Por su parte, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda reducir el consumo de azúcares libres (añadidos) a lo largo del ciclo de la vida a menos del 10% de la ingesta calórica total. Aún más, una reducción por debajo del 5% produciría, según la propia OMS, beneficios adicionales para la salud (4). En España, la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC) plantea igualmente no superar el 10% de la energía a partir de azúcares añadidos, y aconseja además un consumo opcional y ocasional (5).

Hay que destacar que las anteriores recomendaciones y limitaciones se centran solo en los efectos de la ingesta de azúcares libres o añadidos, y no en los intrínsecos (presentes en frutas, verduras, zumos naturales, etc.). Por otro lado, la cantidad máxima de HC que podemos ingerir solo está limitada por su valor calórico y las necesidades energéticas, es decir, por potenciales problemas asociados a un excesivo aporte energético: inadecuado control del peso corporal y mayor riesgo de sobrepeso/obesidad (6). Igualmente, el consumo excesivo de azúcar se ha asociado con diversos riesgos en la salud: obesidad, diabetes tipo 2, ECV, osteoporosis y cáncer, aunque no se encuentra una correlación convincente basada en la evidencia científica con dichas patologías (7). Sí se constata esta relación entre consumo de azúcares sencillos y caries dental (evidencia alta), aunque puede verse influida por otros factores como el consumo de almidones, frecuencia de consumo de alimentos, higiene bucal, etc., y no solo por el consumo de azúcar (1,2,4,8).

Son muy escasos los datos disponibles, y que además tengan fiabilidad, en cuanto a la ingesta de azúcares y sus subtipos, debido fundamentalmente a la falta de información sobre los mismos en la mayoría de las tablas de composición de alimentos (TCA) y bases de datos, pero también en los problemas metodológicos habituales en las encuestas alimentarias que dificultan la recogida de información precisa del consumo real de alimentos y bebidas (9,10).

Por todo lo anterior, el presente artículo aporta información a partir del estudio ANIBES, representativo de población española entre 9 y 75 años, y que ha empleado nuevas tecnologías para el registro del consumo de alimentos y bebidas, y en relación a la ingesta tanto de azúcares totales como de naturales o intrínsecos, y también de los denominados añadidos, así como sobre las principales fuentes alimentarias. Igualmente, se presenta información pionera acerca del porcentaje de población española que cumple o no los criterios recomendados de ingestas máxima por la OMS y otros organismos.

 

MATERIAL Y MÉTODOS

El estudio ANIBES aúna por primera vez en España en una misma investigación la evaluación y datos antropométricos, la ingesta de macronutrientes y micronutrientes, así como el nivel de actividad física y datos socioeconómicos de la población española. La metodología del estudio ANIBES ha sido previamente publicada en detalle (11,12).

Brevemente, el universo del presente estudio estuvo constituido por los individuos residentes en España entre 9 y 75 años (excepto las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla), que viven en poblaciones de al menos 2.000 habitantes. Partiendo de una muestra inicial de 2.634 participantes, la muestra final válida estuvo compuesta por 2.009 participantes, representativa de la población española (margen de error de ±2,23% para un nivel de confianza del 95,5%). A esta hay que añadir una ampliación como refuerzo de los grupos más jóvenes (9-12, 13-17 y 18-24 años), para asegurar en todos ellos una correcta representación y lectura, con al menos 200 participantes en cada uno de ellos (margen de error de ±6,9%), que se corresponde con la muestra final más refuerzo de 2.285 participantes. La selección de individuos a participar en el estudio se realizó durante los meses de septiembre, octubre y noviembre de 2013, a través de un muestreo polietápico estratificado, con selección aleatoria del hogar dentro del municipio y cuotas de edad y sexo para el individuo dentro de cada hogar. Previamente, se desarrollaron dos estudios piloto, con el fin de evaluar y validar las distintas herramientas utilizadas.

En concreto, para la estimación de la ingesta de azúcares totales, intrínsecos y añadidos se ha utilizado el siguiente procedimiento y metodología: una vez calculada la energía y nutrientes de los datos recogidos del consumo, se realizó una estimación de la proporción de azúcar intrínseco y azúcar añadido a través del etiquetado de los productos según su marca (información de la lista de ingredientes y etiquetado nutricional), respecto de los azúcares totales obtenidos según los datos de las Tablas de Composición de Alimentos (TCA) (13). De cada alimento codificado se recogió el etiquetado completo de los productos envasados. De estos, se han tomado, en la medida de lo posible, todas las marcas que suponen al menos el 80% del mercado. Para ello, ha sido necesario realizar fotografías en supermercados a una media de entre 2-7 productos de marcas blancas y de fabricante por cada alimento (1.164 productos) de las TCA codificadas en ANIBES (766 alimentos, de los cuales 327 eran frescos y/o no disponían de etiquetado). Y de cada producto han sido necesarias de media de 1 a 4 fotografías, captando el envase, la compañía y marca, lista de ingredientes e información nutricional, de forma legible (3.037 fotografías). El etiquetado de aquellos productos que no pudieron ser encontrados físicamente en supermercados fueron recogidos a través de páginas web oficiales de las marcas o páginas web de supermercados (finalmente, menos del 10%).

Los azúcares presentes en los alimentos se han clasificado de acuerdo al siguiente criterio:

-Alimentos sin azúcares añadidos: todos aquellos alimentos frescos sin elaborar o procesar, que no lleven etiquetado, y que se intuya que no llevarán ningún ingrediente más añadido (la mayor parte de las frutas, verduras, carnes, pescados frescos, etc.); alimentos envasados/etiquetados que no indiquen en la lista de ingredientes alguna forma de azúcar añadido. Y entendiendo azúcar añadido según el Reglamento de la Unión Europea 1924/2006, relativo a las declaraciones nutricionales y de propiedades saludables en los alimentos, y 1169/2011, sobre la información alimentaria facilitada al consumidor a: los monosacáridos, disacáridos y a los alimentos utilizados por sus propiedades edulcorantes, exceptuando los polialcoholes.

-Alimentos con azúcares añadidos: todos aquellos alimentos envasados/etiquetados que indiquen en la lista de ingredientes alguna forma de azúcar añadido. A partir de estos datos, se estimó, en función del contenido de cada uno de los ingredientes presentes en el producto, el contenido en azúcares intrínsecos (de fuente natural). Y se restó dicha cantidad al contenido total de azúcares de la información nutricional del producto (que se indica como "de los cuales azúcares"), obteniendo en porcentaje el peso de cada uno de los dos tipos de azúcares. Dicha proporción se aplicó a los azúcares totales del producto indicados en las TCA. En ocasiones, en el etiquetado de ingredientes del producto se indica directamente el % de azúcar añadido y no era necesario realizar ningún cálculo.

Todos los datos fueron debidamente codificados, depurados y procesados para su posterior tratamiento estadístico, utilizando los programas SPSS 19.0 y Excel. La muestra final (2009) se utilizó para mostrar los datos sobre la población total y la comparación entre sexos. Para comparaciones entre grupos de edad y edad + sexo, se utilizó la muestra final + refuerzo (2.285 participantes), con el fin de ampliar los grupos de edad menos representados en la muestra final. Se utilizó la prueba de normalidad de Kolmogorov-Smirnoff para probar la normalidad de la distribución. Para aquellas variables distribuidas normalmente, la comparación entre grupos se realizó mediante la prueba t de Student para dos muestras independientes y la prueba de ANOVA para más de dos muestras independientes. Se utilizó la prueba Levene's para comprobar la igualdad de las varianzas, y las comparaciones múltiples entre grupos se ajustaron por Bonferroni o Games Howell para varianzas no iguales. Para resolver la falta de normalidad, se realizaron pruebas no paramétricas: la prueba de Mann-Whitney para dos muestras independientes, y la prueba de Kruskal Wallis para más de dos muestras independientes con un intervalo de confianza del 95%. Los resultados se consideraron significativos con: *p ≤ 0,05, **p ≤ 0,01 y ***p ≤ 0,001 para un intervalo de confianza del 95%.

 

RESULTADOS

Los hidratos de carbono en su conjunto proporcionan un 41,1% de la energía total consumida (ETC). Dentro de los HC, el 24,1% de la ETC procede de los almidones, y el 17% del total de azúcares (Fig. 1). El aporte de almidones a la ETC es menor en los adultos mayores (Fig. 2). Y en relación al porcentaje de azúcares totales, es menor en el grupo de adultos (p ≤ 0,05) frente a otros grupos de edad. En el desglose de acuerdo a tipología de los mismos, un 9,6% corresponde a los azúcares intrínsecos y el 7,3% a los azúcares añadidos (Fig. 1). El aporte de azúcares intrínsecos es mayor en las poblaciones de mayor edad; por el contrario, el consumo de azúcares añadidos es significativamente mayor en edades más tempranas, especialmente en la adolescencia, llegando de media, al 10% de la energía total consumida (Fig. 2). La tabla I muestra la estratificación de la población referida a los % de aporte de los azúcares añadidos. Así, un 58,2% de la población infantil entre 9-12 años, y sin diferencia por sexo, cumpliría con la recomendación de que la ingesta de azúcares añadidos suponga menos del 10% de la ETC. En el caso de los adolescentes, el cumplimiento es menor (52,6%), y muy superior en hombres (56,2%) vs. mujeres (46,0%). En la población adulta (18-64 años, 76,7%) y en personas mayores (65-75 años, 89,8%) la adherencia a las recomendaciones es marcadamente superior, y de manera especial para los hombres senior, que llega a ser del 92,9%. Si se considera la recomendación adicional de no superar el 5% de la ETC, en la población infantil cumpliría el 9,4% y en los adolescentes alcanzaría el 13,3%, muy inferiores a los valores que se alcanzan en las poblaciones de más edad: 37,5% para los que tienen entre 18-64 años, y hasta el 55,3% en aquellos de entre 65-75 años.

fig1

 

fig2

 

tabla-1

 

En cuanto a los azúcares totales, las principales fuentes de la dieta son leche y derivados (23,2%), bebidas sin alcohol (18,6%), frutas (16,8%) y azúcares y dulces (15,1%) y cereales y derivados (12,0%), y que cubren el 85% de los azúcares consumidos (Fig. 3). Para los azúcares intrínsecos, el principal aporte corresponde al grupo de frutas (31,8%), leche y derivados (29,3%) y bebidas sin alcohol (15,0%), básicamente como zumos y néctares (11,1%). Por otro lado, azúcares y dulces (34,1%), bebidas sin alcohol (30,8 %, básicamente como refrescos con azúcar, 25,5%) y cereales y derivados (19,1%, un 15,2% como bollería y pastelería), son las fuentes principales de azúcares añadidos, tal como se representa en la fig. 3. En la misma, también se observa la distribución en el caso de los almidones, aportándose mayoritariamente (prácticamente el 80%) por el grupo de cereales y derivados.

fig3

 

Las diferencias por edad en cuanto a los azucares intrínsecos se observan en un mayor aporte de estos en adultos y adultos mayores por parte de las frutas y verduras, respecto de niños y adolescentes, donde el subgrupo de leche y zumos y néctares adquiere mayor importancia. Las bebidas de baja graduación alcohólica son también un aporte a tener en consideración para los grupos de adultos y adultos mayores (Fig. 4).

fig4

 

En cuanto a los azúcares añadidos, en la edad infantil, adulta y, especialmente, en la adolescencia, el subgrupo de refrescos con azúcar representan una contribución relevante (18,0% en niños, 26,0% en adultos y 30,2% en adolescentes), mientras que en el caso de los adultos mayores es un 9,5% (Fig. 5). La bollería y pastelería realizan también una contribución relevante en todos los grupos de edad. En el grupo de niños y adolescentes, los subgrupos de chocolates, otros lácteos, yogures y leches fermentadas, zumos y néctares, y cereales de desayuno y barritas de cereales, son los siguientes grupos en aporte. En los adultos y adultos mayores, el grupo de azúcares y dulces es destacable.

fig5

 

DISCUSIÓN

El grupo de azúcares y dulces representa actualmente, según los datos recogidos en el estudio ANIBES, el 3,3% de la ETC en España, siendo las tendencias diferentes de acuerdo a la edad (5,1% en niños y 2,6% en los adultos mayores). En la encuesta ENIDE, este grupo contribuyó al 5% de la ingesta total de energía (14). En otros países, como Alemania, este grupo aportaría el 7% de la ETC, y en Reino Unido un 5% en adultos (15). En cualquier caso, las dificultades metodológicas respecto a este grupo de alimentos hay que tenerlas en cuenta, ya que no todas las clasificaciones recogen los mismos alimentos.

En cuanto al aporte de los hidratos de carbono a la energía, en los informes de expertos específicos para este macronutriente realizados por la FAO/OMS se recomendaba que el grueso de las necesidades calóricas debe ser cubierto por los hidratos de carbono (entre un 55 y un 75%), recomendación que en el año 2007 proponen modificar y establecer un nuevo límite inferior del 50% de la ETC, indicando que un amplio rango en cualquiera de los nutrientes a la ingesta energética es compatible con el bajo riesgo de enfermedades crónicas, aunque el exceso de ingesta de cualquier de ellos es probable que conduzca potencialmente a obesidad. Por otro lado, desde la EFSA declaran que no pueden definir un umbral inferior de consumo para los carbohidratos, ya que los estudios de intervención proporcionan evidencia de que las dietas altas en grasas (> 35 de la ETC%) y bajas en carbohidratos (< 50 de la ETC%) están asociadas a efectos adversos a corto y largo plazo sobre el peso corporal, pero los datos no son suficientes de acuerdo a la evidencia científica (1). Del mismo modo, las dietas altas en carbohidratos tienden a inducir efectos adversos en el perfil lipídico en sangre, pero hay una base científica insuficiente para establecer un Nivel de Ingesta Máxima Tolerable (UL) para los carbohidratos totales. Por lo tanto, la EFSA llega a la conclusión de que solo puede darse un intervalo de ingesta de referencia para carbohidratos, del 45 a 60%, en parte basado en consideraciones prácticas (niveles actuales de ingesta y patrones dietéticos). Desde las recomendaciones nacionales, la SENC (5) sugiere que el aporte de los hidratos de carbonos sea > 50% de la ETC. En este sentido, el aporte medio a la energía de los hidratos de carbono en el estudio ANIBES fue del 41,1% (185,4 ± 60,9 g/persona/día), no alcanzando las recomendaciones anteriormente citadas, para ningún grupo de población según edad o sexo. Es ya conocido que las sociedades desarrolladas realizan un consumo elevado de alimentos de origen animal y de productos precocinados y edulcorados, que consecuentemente disminuye el contenido en la dieta de hidratos de carbono totales y aumenta el de lípidos y proteínas, lo que conduce a un perfil calórico desequilibrado, con un aumento potencial de la ingesta de los azúcares y una reducción de almidón y fibra dietética.

Como ya se ha comentado, la terminología utilizada para describir los azúcares ha dado lugar a dificultades en la capacidad de comparar las ingestas con las recomendaciones y las comparaciones entre países o encuestas, o simplemente para poder obtener conclusiones claras en los estudios (10). La OMS (4) en su reciente directriz sobre la ingesta de azúcares para adultos y niños, define a los azúcares libres como los monosacáridos y los disacáridos añadidos a los alimentos por los fabricantes, los cocineros o los consumidores, así como los azúcares presentes de forma natural en la miel, los jarabes, los jugos/zumos de fruta y los concentrados de jugo/zumo de fruta. Y recomienda reducir el consumo de azúcares libres a lo largo del ciclo de vida. Declarando que tanto para los adultos como para los niños el consumo de azúcares libres se debería reducir a menos del 10% de la ETC. Una reducción por debajo del 5% de la ETC produciría beneficios adicionales para la salud, y diferenciándolos de los azúcares intrínsecos, que son los que se encuentran en las frutas y las verduras enteras frescas y no aplicando recomendaciones para estos últimos, ya que afirman que no hay pruebas de que el consumo de estos tenga efectos adversos para la salud (4). Los resultados que se presentan, en cuanto al cumplimiento de las recomendaciones de la OMS ya mencionadas, son pioneros en España, y deben servir para centrar el esfuerzo educacional en toda la población, pero de manera especial en los más jóvenes, en los que se observa un consumo de azúcares añadidos considerablemente más elevado que en los de más edad.

En relación al efecto del consumo en exceso de azúcares añadidos sobre la salud, la EFSA (1) declara que puede aumentar el riesgo de caries dental, especialmente cuando la higiene bucal y la profilaxis con flúor son insuficientes. Sin embargo, los datos disponibles no le permiten establecer un límite superior para la ingesta de azúcares añadidos sobre la base de una reducción del riesgo de caries dental. En el caso de la obesidad, sucede algo similar, declaran que la evidencia científica relacionada con la ingesta alta de azúcares (principalmente como azúcares añadidos), en comparación con las altas ingestas de almidón, es inconsistente para los alimentos sólidos. Sin embargo, hay algunas pruebas de que la ingesta alta de azúcares en forma de bebidas azucaradas podría contribuir al aumento de peso (16). Sin embargo, siguen considerando la evidencia como insuficiente para establecer un límite superior. Sí debe considerarse la asociación negativa entre la ingesta de azúcar añadida y la densidad de micronutrientes de la dieta, que se relaciona principalmente con los patrones de alimentación y no a la ingesta de azúcares añadidos per se, aunque estos últimos pueden contribuir a un inadecuado modelo alimentario en caso de abuso (17). Por otro lado, también hay evidencia de que las altas ingestas de azúcares (> 20% de la ETC) pueden aumentar las concentraciones séricas de triglicéridos (TG) y colesterol, y que valores > 20 a 25% de la ETC podrían afectar negativamente a los niveles de glucosa y a la respuesta a la insulina, en definitiva, impactando en el riesgo de padecer el denominado síndrome metabólico (7,16).

En España, hasta la fecha y que conozcamos, no se ha realizado una encuesta representativa a nivel nacional con ayuda de las nuevas tecnologías, en las que se haya estimado el consumo de azúcar total, y los denominados añadidos e intrínsecos, como se presenta en este trabajo. Igualmente, se han analizado de manera pormenorizada las fuentes de alimentos y bebidas según el sexo y edad del consumidor, encontrándose importantes diferencias en los diferentes grupos de población. Resulta importante también destacar que la mayoría de las tablas de composición de alimentos no incluyen información sobre el contenido de azúcares añadidos e intrínsecos de los alimentos, y pocos países han informado sobre la ingesta de azúcares, ya sea total o añadido, principalmente por esta falta de información. Recientemente, se ha realizado una revisión por Newens y Walton (18) de ingesta actual de azúcares de las encuestas dietéticas representativas nacionales en todo el mundo. Así, resulta relevante que la ingesta de azúcares añadidos en adultos solo se ha informado en 9 países, de los 18 estudiados (ninguno informó de los azúcares intrínsecos), y osciló entre el 7,2% de energía total consumida en brasileños de 10 años y el 7,3% en adultos en Noruega, o un 16,3% en adultos de 18-34 años en Estados Unidos. Datos que, aunque puedan ser insuficientes, son con los que hasta ahora contábamos para conocer la situación. En el presente estudio ANIBES, el consumo total de azúcares fue del 17% de la ETC; el de azúcares intrínsecos fue del 9,6% y el de azúcares añadidos un 7,3% de la ETC.

Las principales fuentes alimentarias en la población española, según el estudio ANIBES, de azúcares intrínsecos son las frutas, leches, zumos y néctares, verduras, yogures y leches fermentadas, bebidas de baja graduación, pan y refrescos con azúcar, que suman el 90% de la dieta. Los alimentos que más contribuyeron a la ingesta de azúcares añadidos son los refrescos con azúcar, azúcar, bollería y pastelería, chocolates, yogur y leches fermentadas, otros lácteos, mermeladas, zumos y néctares y cereales de desayuno y barritas de cereales, que suponen el 90% de la contribución. Aproximadamente, el 70% de los azúcares añadidos que se consumieron en la población total de ANIBES proceden de alimentos y bebidas generalmente pobres en nutrientes y energéticos, tales como refrescos con azúcar, azúcar, bollería y pastelería y chocolates. Sin embargo, se observaron diferencias marcadas entre los grupos de edad para el consumo de azúcares añadidos: en los niños el grupo de los chocolates ocupaba el primer lugar, y el azúcar como tal es el principal contribuyente en el grupo de mayor edad (65-75 años); los refrescos con azúcar son los primeros contribuyentes, tanto para adolescentes como para adultos.

En definitiva, de acuerdo a las tendencias de mercado y de consumo, parece muy necesario contar con información actualizada y basada en la evidencia científica, como la obtenida a partir del presente estudio ANIBES, y que permita y promueva acciones de educación y concienciación específicas de acuerdo a las diferentes edades, al hallarse marcadas diferencias en la ingesta total de azúcares y subtipos, así como en las fuentes alimentarias.

 

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Dirección para correspondencia:
Gregorio Varela-Moreiras
Facultad de Farmacia
Universidad CEU San Pablo
Urb. Montepríncipe
Carretera Boadilla, km. 5,3
28668 Boadilla del Monte, Madrid
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