INTRODUCCIÓN
Los malos patrones alimentarios y la falta de actividad física (AF) se han establecido como factores de riesgo en el desarrollo de enfermedades crónicas no transmisibles de manera exponencial en los escolares (1,2). En la actualidad, Chile se encuentra en el 6.º lugar mundial en casos de obesidad infantil y es el primero de América Latina (3); hay que destacar que el rango etario de 10 a 11 años es el que presenta mayor obesidad, con un 27,7 %, según el reporte nutricional de la Junta Nacional de Auxilio Escolar y Becas (JUNAEB) (4). Esta alta prevalencia de malnutrición por exceso en prepúberes y púberes se ha desarrollado debido a la ingesta de alimentos de alta densidad energética e inadecuados hábitos alimentarios, muy alejados del estilo de la dieta mediterránea (DM) (5).
Del mismo modo, el reporte de notas chileno sobre AF de niños y adolescentes indica una baja participación en actividades deportivas y un bajo cumplimiento de los estándares de la capacidad cardiorrespiratoria (CRF) (6).
Un estudio comparativo entre el conocimiento y consumo alimentario entre escolares, padres y docentes (7) menciona que los escolares de Educación Primaria presentan una conducta alimentaria desfavorable, y señala un aumento de colaciones no saludables (snacks en base a pastelería, golosinas, chocolate con alto porcentaje de grasa y azúcares) y alto consumo de alimentos principalmente salados y de bebidas gaseosas azucaradas, entre otros, lo que provoca un cambio negativo de las conductas alimentarias (8). Por esta razón, la adquisición de un patrón alimentario y la adherencia a la DM se asocian a un menor factor de riesgo de padecer obesidad (9) y a una mejor calidad de vida (10). En este sentido, la DM presenta un alto consumo de frutas, verduras, legumbres, ácidos grasos esenciales (pescados y frutos secos) y bajo aporte de grasas saturadas (11).
El aumento de la obesidad y la disminución de los niveles de AF en edades tempranas se han relacionado con dificultades psicosociales, como la insatisfacción de la imagen corporal (12,13), el establecimiento de modelos corporales de forma errónea y la presentación de diferentes perturbaciones que comienzan de forma incipiente en etapas prepúberes, como rasgos de aislamiento, cambios en la conducta, pérdida de relaciones sociales, depresión (14) e incluso trastornos en la conducta alimentaria detectados de manera tardía (15).
Este desequilibrio entre la ingesta alimentaria y el gasto energético asociado a la AF ha generado una disminución de la condición física (CF) asociada a la salud en los escolares, limitando aquellos componentes relacionados con la CRF la resistencia y la fuerza muscular (16). En este sentido, se ha demostrado que la CF es un poderoso marcador de salud en los primeros años de vida y puede facilitar resultados positivos, incluida una mejor calidad de vida (17); además, una buena CRF se ha asociado con optimismo y bienestar (18). Asimismo, la evidencia sugiere que las personas que están en buena forma física y muestran un funcionamiento mental positivo pueden tener un mejor rendimiento académico durante la adolescencia (19).
Por otro lado, la evidencia reporta que intervenciones asociadas en la CF programadas con una adecuada intensidad y frecuencia semanal logran ser eficaces en la reducción de la ansiedad y de la depresión y mejoran la autoimagen (20), lo que genera un ambiente favorable para el desarrollo de factores protectores en la prevención del aislamiento social, la deserción escolar e, incluso, mayor participación, disfrute y asistencia en programas deportivos (21). Sin embargo, es necesario incrementar estos conocimientos en lo relativo a la frecuencia necesaria de AF semanal para adquirir mejoras biopsicosociales.
Por lo anteriormente mencionado, el objetivo del estudio fue comparar según frecuencia de AF (es decir, 0, 1, 2, 3 o 4 veces/semana) y estatus corporal (es decir, normopeso, sobrepeso y obesidad) la adherencia a la DM, la insatisfacción por la imagen corporal y la CF relacionada con la salud y, como segundo objetivo, determinar la asociación entre estas variables.
MATERIAL Y MÉTODO
PARTICIPANTES
El estudio fue de corte transversal, con una muestra voluntaria y por conveniencia; está compuesta por 481 escolares de escuelas públicas de la región de La Araucanía de 8 a 15 años de edad. Del total, participaron 166 mujeres (11,95 ± 1,16 años) y 315 hombres (12,19 ± 1,06 años).
Los criterios de inclusión fueron: a) pertenecer a colegios públicos, y b) tener entre 8 y 15 años. Como criterios de exclusión se consideraron las limitaciones física, intelectual y sensorial y la enfermedad respiratoria crónica para la realización de ejercicios. Para la clasificación según AF se consideró lo siguiente: grupo 1, no realiza actividad física; grupo 2, actividad física de 1 a 2 veces por semana, y grupo 3, actividad física de 3 a 4 veces por semana.
La investigación fue aprobada por el Comitéde Ética de La Universidad de La Frontera, en Temuco (Chile). Los padres presentaron consentimiento informado y los niños dieron su asentimiento para participar en la investigación.
MEDICIONES ANTROPOMÉTRICAS
La medición del peso y de la estatura se realizó con balanza portátil SECA graduada en kilogramos (kg), con una precisión de 0,2 kg, y tallímetro portátil SECA213, graduado en milímetros (mm), con una precisión de 0,1 centímetros (cm), considerando la menor cantidad de ropa posible. Para el diagnóstico nutricional, se adecuó el índice de masa corporal (IMC: kg/m2) según la edad cronológica de los evaluados (22). Se determinó el estado nutricional según tablas de percentiles, curvas del Center for Disease Control and Prevention (CDC/NCHS) (23,24) y los siguientes criterios de clasificación según su percentil: IMC < p 10: bajo peso; IMC entre p 10 y < p 85: normal; IMC entre p 85 y < p 95: sobrepeso; IMC > p 95: obesidad.
La circunferencia de cintura (CC) se midió con una cinta métrica inextensible Lufkin W6o6PM con 2 metros de extensión y una precisión de 0,1 cm. Para evaluar el riesgo cardiovascular futuro, se midió sobre la cresta ilíaca para estimar la razón cintura-estatura (RCE), dividiendo la CC por la talla, y se postuló como una herramienta de utilidad para predecir la adiposidad relativa en la población pediátrica en general. Si presentan un parámetro igual o mayor a 0,5, indicaría un mayor riesgo cardiometabólico (25).
CONDICIÓN FÍSICA
Para determinar el nivel de CF se realizaron las siguientes pruebas:
La CRF fue evaluada con el test de Léger. Los participantes debían correr entre dos líneas separadas entre sí por 20 metros de distancia mientras seguían el ritmo de las señales de audio emitidas por un CD pregrabado. La prueba ha sido validada entre escolares chilenos y ha sido utilizada en el Estudio Nacional de Educación Física (26). La CRF fue establecida según las ecuaciones propuestas por Léger y cols., en las que: VO2MAX = (31,025 + 3,238V – 3,248E + 0,1536VE), en la que la V es la velocidad alcanzada en la última etapa completada y la E, la edad del participante (27).
La fuerza explosiva de la parte inferior del cuerpo se evaluó mediante una prueba de salto de longitud, que consistía en saltar una distancia con ambos pies juntos. El niño se colocaba detrás de una línea marcada y saltaba lo más lejos posible (28). Cada niño saltó dos veces y se registró el mejor resultado. Las puntuaciones más altas indican un mejor rendimiento.
La fuerza prensil se utilizó para medir la fuerza de la parte superior del cuerpo a través de un dinamómetro de mano (TKK 5101 Grip D; Takei, Tokio, Japón). La prueba consiste en sostener un dinamómetro en una mano y apretarlo lo más fuerte posible sin permitir que el dinamómetro toque el cuerpo. La fuerza se aplica de forma gradual y continúa durante un máximo de 3-5 segundos (29). La prueba se realizó dos veces y la puntuación máxima para cada mano se registró en kilogramos. El promedio de las puntuaciones obtenidas por las manos izquierda y derecha se utilizó en el análisis. Las puntuaciones más altas indican un mejor rendimiento.
NIVEL DE ACTIVIDAD FÍSICA
Para medir el nivel de AF se utilizó el cuestionario de actividad física para escolares (PAQ-C) (30), que ha sido validado y utilizado en diversos estudios (31,32). Este instrumento mide niveles de AF de moderada a vigorosa general en los últimos 7 días durante el año escolar. El resultado global del test es una puntuación de 1 a 5 puntos que permite establecer una graduación en el nivel de actividad física realizada por cada adolescente. Para los análisis comparativos de este estudio, se consideró la clasificación en 3 grupos: grupo 1, no realiza AF; grupo 2, AF de 1 a 2 veces por semana, y grupo 3, AF de 3 a 4 veces por semana.
INSATISFACCIÓN POR LA IMAGEN CORPORAL
Se evaluó el grado de preocupación por el estatus de peso e imagen corporal mediante el cuestionario Body Shape Questionnaire (BSQ), que consta de 34 ítems en formato Likert de 6 grados con respuestas, que tienen un valor de 1 a 6. Con puntajes mayores a 105 puntos, se presenta un trastorno de la imagen corporal (33).
ADHERENCIA A LA DM
Para la medición de los hábitos alimentarios se utilizó el KIDMED, que mide la adhesión a la DM. Este instrumento consta de 16 preguntas dicotómicas que deben responderse de manera afirmativa/negativa (sí/no). Las respuestas afirmativas en las preguntas que representan un aspecto positivo en relación con la DM (12 preguntas) suman un punto, mientras que las respuestas afirmativas en las preguntas que representan una connotación negativa respecto a la DM (cuatro preguntas) restan un punto. Las respuestas negativas o que no respondan a lo que se pide no puntúan. La puntuación total obtenida da lugar al índice KIDMED, clasificándolo en tres categorías: a) de 8 a 12: DM óptima (alto grado de adherencia); b) de 4 a 7: necesidad de mejorar el patrón alimentario para adecuarlo al modelo mediterráneo (medio grado de adherencia), y c) de 0 a 3: dieta de muy baja calidad (bajo grado de adherencia) (34).
PROCEDIMIENTOS
Se creó un equipo evaluador constituido por estudiantes de Pedagogía de Educación Física de la Universidad de La Frontera, que fueron instruidos en cada prueba según protocolos de batería ALPHA-Fitness (35). Las evaluaciones nutricionales y la aplicación de encuestas fueron llevadas a cabo por una nutricionista. Se evaluaron aquellos niños y niñas que presentaron el consentimiento y asentimiento firmados correctamente. Se organizaron jornadas de evaluación en horario de clases y fuera de las aulas, según la disponibilidad de los establecimientos, en los meses de septiembre y octubre de 2018.
ANÁLISIS ESTADÍSTICOS
El análisis estadístico se realizó con el software SPSS v 23.0. Las variables continuas mostraron distribuciones paramétricas y se expresaron como la media ± desviación estándar. Las diferencias entre los grupos se determinaron mediante un análisis de variación de una vía (ANOVA). Para comparar los grupos se realizó ANOVA con un análisis post hoc (método de Bonferroni). Se realizó una prueba de chi cuadrado para la comparación de proporciones entre grupos. Se realizaron un análisis de correlación y un modelo de regresión lineal múltiple para determinar la asociación de las variables de estudio con la insatisfacción por la imagen corporal y el VO2MAX. Un valor de p < 0,05 se consideró como estadísticamente significativo.
RESULTADOS
Se presentó una diferencia significativa en relación a la AF y al estado nutricional (p < 0,001). Los escolares con mayor AF en la semana presentaron mayor VO2MAX (p < 0,001), mejor rendimiento en el test de salto largo (p < 0,001), menor insatisfacción con la imagen corporal y mejores puntajes en hábitos alimentarios (p < 0,020) (Tabla I).
Los valores se muestran como media ± DE. Valores p < 0,05 son estadísticamente significativos.Grupo 1, no realiza AF; grupo 2, AF 1 a 2 veces por semana, y grupo 3: AF de 3 a 4 veces por semana;IMC: índice de masa corporal. CC: contorno cintura; RCE: razón cintura estatura.
En la tabla II, al realizar las comparaciones entre grupos según estatus corporal, encontramos que los escolares clasificados en normopeso presentaron menores parámetros antropométricos en CC y RCE y menor insatisfacción por la imagen corporal (p < 0,001). De igual modo, reportaron niveles más altos de VO2MAX y mayor adherencia a la DM (p < 0,001).
Los valores son mostrados como media ± DE. Valores p < 0,05 son estadísticamente significativos.IMC: índice de masa corporal; CC: contorno cintura; RCE: razón cintura estatura; fuerza de prensiónAM; promedio fuerza prensil ambas manos.
En la correlación entre los parámetros antropométricos, físicos y los hábitos alimentarios con la CRF y la insatisfacción con la imagen corporal, encontramos que el IMC presentó una relación negativa con el VO2MAX (r = -0,38, p < 0,001) y una relación positiva con la insatisfacción con la imagen corporal (r = 0,48, p < 0,001) (Tabla III). Asimismo, la CC presentó relación positiva con la insatisfacción por la imagen corporal (r = 0,36, p < 0,001) y una relación negativa con el VO2MAX (r = -0,43, p < 0,001).
Valores representan r y p valor. Valores p < 0,05 son considerados estadísticamente significativos. IMC: índice de masa corporal.
Al determinar la asociación de variables, se aprecia una relación positiva entre la AF y el VO2MAX (B; 1,28, p < 0,001) (Tabla IV) y una asociación negativa con el grado de insatisfacción con la imagen corporal (B; -4,55, p = 0,019). En relación a la variable de género, considerando a los hombres como valor de referencia, se presentó una asociación con el grado de insatisfacción de la imagen corporal (B; 25,5, p < 0,001); por lo tanto, ser mujer incrementa el riesgo de insatisfacción. De igual forma, el IMC presentó una asociación positiva con la insatisfacción con la imagen corporal (B; 2,51, p < 0,001).
DISCUSIÓN
El objetivo de este estudio fue comparar, según la frecuencia de AF (es decir, 0, 1, 2, 3 o 4 veces/semana) y el estatus corporal (es decir, normopeso, sobrepeso y obesidad), la adherencia a la DM, la insatisfacción con la imagen corporal y la CF relacionada con la salud, y, como segundo objetivo, determinar la asociación entre estas variables. Los principales hallazgos del estudio fueron: a) los escolares en normopeso presentaron mayor adherencia a la DM y menor grado de insatisfacción con la imagen corporal; b) el grupo 3 reportó mejores resultados en VO2MAX, rendimiento muscular y mejores patrones alimentarios de tipo saludable, y c) la insatisfacción con la imagen corporal presenta una correlación positiva entre el IMC, CC y AF, todos con valores significativos.
Los resultados en este estudio indicaron que los escolares con mayores niveles de AF presentaron también mayor adherencia a la DM. Sin embargo, todos los grupos de estudio necesitan mejorar sus hábitos alimentarios para adecuarlo al modelo mediterráneo (entre 8 y 12 puntos indican alto grado de adherencia) (36). El puntuaje promedio de los clasificados como grupo 3 con mayores niveles de AF (6,33 ± 2,42) y los considerados con estado nutricional de normalidad (6,72 ± 2,24) obtuvieron puntuajes levemente superiores dentro de la muestra total, pero un promedio menor en comparación a otros estudios (31,37), lo que concuerda con los resultados obtenidos por Zapata (34) en la población infantil chilena.
Los escolares con mayores niveles de AF presentaron mejores resultados en la CRF (es decir, VO2MAX), que se considera un importante predictor de mortalidad y riesgo cardiometabólico (38). En esta misma línea, el grupo de mayor AF presentó en promedio 10 cm menos de CC, lo que genera un factor protector de riesgo cardiovascular futuro (25), asociado, además, al desarrollo puberal y a la distribución de los componentes corporales propios de la edad. A la vez, se observa que los escolares con un estado nutricional más saludable y mayor AF obtuvieron mejor VO2MAX, lo que indica coherencia con otros estudios (32,39). Estos resultados concuerdan con el estudio de Torres-Luque y cols., en el que señalan que aquellos escolares que sumen más minutos de AF en la semana presentan mejores resultados en rendimiento aeróbico y muscular (40).
En relación a factores psicosociales, es importante recalcar que el constructo de imagen corporal se desarrolla desde los primeros años de vida, integrando componentes perceptuales, cognitivos, afectivos y conductuales (12). Esto puede verse influido por determinantes sociales, la nutrición, el estado de salud y el ejercicio físico, entre otros factores. Estas variables han sido agrupadas según el grado de insatisfacción de la imagen corporal. Diversos estudios presentan resultados conformes a los obtenidos en este (33,40), en los que se destacan que los hallazgos más importantes en relación a estas variables (el género [es decir, ser mujer], el IMC [es decir, presentar obesidad] y la AF [es decir, baja AF o no realiza]) presentaron asociación significativa con la insatisfacción con imagen corporal. En esta misma línea, una revisión de la literatura realizada por Rodríguez y cols. (41) concluye que la realización sistemática de ejercicios o deportes en escolares provoca una mejor apreciación y satisfacción de la imagen corporal, lo que coincide con los resultados presentados en esta investigación.
LIMITACIONES
Las principales limitaciones del estudio fueron las propias dado el diseño de la investigación por su carácter transversal y tipo de selección de la muestra. Los niveles de AF se evaluaron de forma indirecta. Se utilizaron encuestas de autoinforme para la AF y evaluación de hábitos alimentarios, lo que implica una deseabilidad social propia de este tipo de herramientas.
En la evaluación de hábitos alimentarios se necesita profundizar en herramientas que permitan acercarse a patrones locales de valoración de consumo alimentario según la pertinencia regional de los escolares chilenos. Por el diseño de esta investigación, aún faltan por evaluar otras variables que determinen la magnitud del cambio producto de la AF y conductas alimentarias que puedan ser atribuibles a intervenciones multidisciplinarias en establecimientos educacionales.
CONCLUSIÓN
La considerable baja de AF y la modificación de los estilos de vida desde edades tempranas provocan la adquisición de patrones alimentarios inadecuados y el empeoramiento del estado nutricional, variables que son determinantes en la apreciación de la imagen corporal. En este estudio, los escolares que presentaron mayor AF indicaron mejor CF, menor grado de insatisfacción con la imagen corporal y mejores hábitos alimentarios que aquellos que no realizan algún tipo de actividad física semanal en tiempo libre.
Es de vital importancia el abordaje multidisciplinar en centros de educación que promuevan el mantenimiento de un estado nutricional saludable. Los escolares de esta investigación que presentaban estado nutricional en normopeso indicaron mejor condición física y mejores hábitos alimentarios, los niveles más altos de VO2max y menor grado de insatisfacción con la imagen corporal. Es por esto que el diseño de programas sistemáticos que incentiven la incorporación a actividades deportivas o aumenten la frecuencia de actividad física semanal estéalineado a estrategias en la mejora de la educación alimentaria tanto en niños y niñas como en los padres y el entorno educativo, considerando la medición del impacto de estas intervenciones que permitan asociar antecedentes cualitativos, psicosociales y de calidad de consumo alimentario a la promoción de ambientes saludables en el desarrollo en los escolares.