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Anales de Medicina Interna

Print version ISSN 0212-7199

An. Med. Interna (Madrid) vol.20 n.9  Sep. 2003

 

Cartas al Director

Absceso de psoas tras bacteriemia por Staphylococcus aureus meticilín-resistente asociada
a catéter

Sr. Director:

El absceso del músculo psoas es una infección poco frecuente, aunque la utilización, en los últimos años, de procedimientos de imagen que facilitan su diagnóstico ha tenido como consecuencia un aumento de su reconocimiento (1,2). El absceso de psoas puede ocurrir de forma primaria o secundaria; las formas secundarias se deben a la extensión local de un proceso infeccioso digestivo, osteoarticular o urinario (3-5). En el primario el músculo se afecta a partir de una probable diseminación hematógena, sugerida por el predominio de Staphylococcus  aureus como agente etiológico y por la frecuencia con la que se recoge el antecedente de consumo de drogas por vía parenteral (1). Presentamos un caso de absceso primario de psoas en el contexto de una bacteriemia por S. aureus meticilín-resistente asociada a catéter. 

Varón de 81 años con antecedentes de enfermedad pulmonar obstructiva crónica sin ingresos hospitalarios previos, en tratamiento con broncodilatadores inhalados. Ingresa por cuadro de ocho días de evolución consistente en aumento de la disnea y tos con expectoración purulenta. En las exploraciones complementarias destacaban pO2 51 mm Hg y pCO2 34 mm Hg; la bioquímica sérica y hematimetría con recuento y fórmula leucocitaria fueron normales. La radiografía de tórax mostraba aumento difuso de la trama broncovascular. Se inició tratamiento con oxígeno, broncodilatadores, esteroides y levofloxacino intravenoso con mejoría del cuadro respiratorio. Al décimo día del ingreso el paciente presentó fiebre de 38,7 ºC con escalofríos, coincidiendo con la aparición de signos extensos de flogosis y supuración en la zona del acceso venoso en el antebrazo derecho. En los hemocultivos obtenidos en ese momento se observó crecimiento en los seis frascos de la tanda de S. aureus resistente a cloxacilina y sensible a vancomicina. Dos días más tarde comenzó con dolor e impotencia funcional en la región inguinal izquierda; en la exploración se observaba una postura espontánea en flexión de la articulación de la cadera ipsilateral. No se apreciaban signos locales de flogosis. Se realizó una tomografía axial computadorizada (TAC), en la que se observó un engrosamiento de los músculos psoas e iliaco izquierdo, con una pequeña colección hipodensa sugestiva de absceso a dicho nivel. El resto de la exploración no mostró hallazgos significativos. Con el diagnóstico de bacteriemia por S. aureus meticilín-resistente asociada a catéter y absceso de psoas se instauró tratamiento con vancomicina intravenosa durante cuatro semanas, seguida de teicoplanina intramuscular durante dos semanas adicionales. La respuesta clínica fue buena y en una TAC realizada al finalizar el tratamiento se objetivó la desaparición de las lesiones descritas. Durante el ingreso se realizaron además un ecocardiograma transtorácico y una resonancia magnética nuclear dorso-lumbar que no ofrecieron información significativa.

En nuestro caso, la secuencia temporal de la clínica, apoya el hecho de que la infección muscular se estableció a partir de una bacteriemia estafilocócica asociada a catéter. En nuestro medio son más frecuentes los abscesos de posas secundarios, aunque en los últimos años se ha observado una incidencia creciente de abscesos primarios, afectando sobre todo a pacientes de edad avanzada o con patología de base que condiciona un estado de inmunodepresión (1,6); en nuestro caso la utilización de esteroides a dosis elevadas probablemente contribuyó al desarrollo de la infección. La susceptibilidad del músculo psoas a las infecciones se justifica por su disposición anatómica en íntimo contacto con las vísceras retroperitoneales, que favorece la extensión de procesos de vecindad, y por su rico aporte vascular que facilita el asiento de infecciones hematógenas (4,5).

El diagnóstico del absceso de psoas es difícil si no se mantiene un alto índice de sospecha; los retrasos en el diagnóstico o los errores en el mismo son frecuentes por la inespecificidad de las manifestaciones clínicas. El procedimiento diagnóstico de elección es la TAC, que permite la visualización adecuada del retroperitoneo y de las estructuras adyacentes (5). En la mayoría de los casos el tratamiento de elección es el drenaje complementado con antibióticos; el método de drenaje más utilizado actualmente es la implantación de un catéter con control de TAC, que prácticamente ha desplazado al drenaje quirúrgico. Algunos casos de abscesos primarios en fase flemonosa o de pequeño tamaño, pueden resolverse con tratamiento antibiótico exclusivamente (5,7).

A. Gutiérrez Macías, J. Pérez Escajadillo, F. Calvo, J. Garrós Garay

Servicios de Medicina Interna, Microbiología y Neumología. Hospital de Santa Marina. Bilbao

 

1.  Navarro V, Meseguer V, Fernández A, Medrano F, Sáez JA, Puras A. Absceso del músculo psoas. Descripción de una serie de 19 casos. Enf Infec Microbiol Clin 1998; 16: 118-122.

2.  Zissin R, Gayer G, Kots E, Werner M, Shapiro-Feinberrg M, Hertz M. Iliopsoas abscess: a report of 24 patients diagnosed by CT. Abdom Imaging 2001; 26: 533-9.

3.  Laguna P, Moya M. Absceso del músculo psoas: análisis de 11 casos y revisión de la bibliografía. Enf Infec Microbiol Clin 1998; 16: 19-24.

4.  Penado S, Espina B, Campo JF. Absceso de psoas. Descripción de una serie de 23 casos. Enf Infec Microbiol Clin 2001; 19: 257-60.

5.  Taiwo B. Psoas abscess: a primer for the internist. South Med J 2001; 94: 2-5.

6.  Santaella RO, Fishman EK, Lipsett PA. Primary vs secondary iliopsoas abscess. Presentation, microbiology, and treatment. Arch Surg 1995; 130: 1309-13.

7.  Pigrau Serrallach C, Pahissa Berga A. Absceso de psoas: ¿una enfermedad enigmática? Med Clin (Barc) 1990; 95: 456-8.

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