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Anales de Medicina Interna

versión impresa ISSN 0212-7199

An. Med. Interna (Madrid) vol.21 no.4  abr. 2004

 

Cartas al Director

Morir con dignidad

Sr. Director:

La muerte es un fenómeno natural, inevitable que nos afectará a todos, incluidos los sanitarios. Es una condición de la especie y no puede retrasarse de modo indefinido.

El personal sanitario cuando se enfrenta con la enfermedad progresiva e incurable que progresa irremediablemente hacia la muerte y por lo tanto no es posible la curación, presenta con frecuencia dudas sobre que actitudes resultaran más beneficiosas para el enfermo (1).

Los objetivos de la medicina actual deben ser evitar la muerte, pero cuando esta se presenta inevitablemente debemos conseguir que los pacientes mueran en paz (2).

Debemos evitar la práctica de medidas compatibles con la obstinación terapéutica, también llamada ensañamiento o encarnizamiento terapéutico, en un intento irracional de luchar contra la muerte próxima e inevitable (1).

Hay una tendencia por parte de las familias, muchas veces apoyada por el propio personal sanitario, intentando ocultar al enfermo información sobre su enfermedad y pronóstico y sin disponer este de conocimiento es imposible poder participar en la toma de decisiones (1).

En diversos estudios se han analizado los elementos que podrían facilitar la muerte en paz; en uno de ellos se efectuaron entrevistas a enfermos crónicos pertenecientes a tres grupos de patologías (enfermos sometidos a diálisis, infección por el VIH y pacientes mayores de 65 años ingresados en una residencia), los resultados mostraron que el factor considerado como más importante era evitar una inadecuada prolongación del proceso de morir y en un segundo lugar y en el mismo nivel, el mantener una sensación de control sobre la situación , no sentirse una carga para los demás y estrechar las relaciones con los seres queridos (3).

Es evidente que el punto de vista de los profesionales sanitarios y de los pacientes suele ser diferente (4, 5).

Decidimos realizar un pequeño estudio analizando las opiniones de diversos profesionales médicos que tienen por su trabajo una experiencia frecuente con la problemática de la muerte.

Utilizamos un cuestionario modificado elaborado en Barcelona y publicado en Medicina Clínica hace algún tiempo (6).

Efectuamos un total de 11 preguntas sobre diversos aspectos éticos y personales que podrían ayudarle a morir en paz. Se dirigió al personal médico del Servicio de Urgencias, Medicina Interna y Cuidados Intensivos de un hospital del grupo 2. Se cuantificaba cada respuesta en O (nada), 1 (un poco), 2 (bastante), 3 (mucho), 4 (muchísimo).

Contestaron el cuestionario un total de 36 médicos, 19 mujeres y 17 hombres , con una edad media de 37,5 años.

Resultados.

Pregunta lª: Pensar que los médicos pueden controlar mi dolor y otros síntomas. Puntuación media de 3 puntos.

Pregunta 2ª: Pensar que mi sufrimiento en el proceso de morir será corto. La media de puntuación fue de 2,85 puntos.

Pregunta 3ª: Pensar que podré controlar hasta el final mis pensamientos y funciones fisiológicas: 2,5 puntos.

Pregunta 4ª: Pensar que mi muerte no supondrá una carga insoportable para mis personas queridas: 3,28 puntos.

Pregunta 5ª: Poder sentirme cerca y estrechar los vínculos afectivos con mis personas queridas: 3 puntos.

Pregunta 6ª: Pensar que si no tengo una esperanza real de recuperación no se prolongará artificialmente mi vida: 3,1 puntos.

Pregunta 7ª: Pensar que mi vida ha tenido algún sentido: 2,9 puntos.

Pregunta 8ª: Creer en otra vida después de la muerte: 2 puntos.

Pregunta 9ª: No sentirse culpable o sentirme perdonado por conflictos del pasado:2,3 puntos.

Pregunta 10ª: Pensar que si la situación se hace insoportable podría ser ayudado para morir con rapidez: 2,5 puntos.

Pregunta l1ª: Pensar que podré morir en mi casa: 2,2 puntos.

Resulta curioso el papel no excesivamente relevante que se da a la pregunta número 10, sobre si podría ser ayudado a morir con rapidez, aunque es necesario recordar que muchos enfermos prefieren soportar cierto sufrimiento antes de someterse a un estado de inconsciencia irreversible cuando la muerte se aproxima, por lo tanto prefieren una muerte consciente y vivir la experiencia. Por lo tanto medidas tales como la sedación terminal, deben contar con el consentimiento implícito, explícito o delegado del enfermo o bien de su familia cuando este no sea competente, todos ellos muy bien informados y no olvidar que en ocasiones los deseos del enfermo y de la familia pueden ser discordantes y en ese caso, atendiendo al principio de autonomía, los del paciente deben ser prioritarios (7).

Como conclusiones destacamos la importancia secundaria que para el colectivo médico analizado supone el morir en su casa y la existencia de otra vida después de la muerte , siendo lo más valorado las cuestiones que llevan implícita una mayor carga emocional, como son la pregunta 4ª (pensar que mi muerte no supondrá una carga insoportable para mis personas queridas) y la pregunta 6ª (pensar que sí no tengo una esperanza real de recuperación no se prolongará artificialmente mi vida).

F. Marcos Sánchez, I. Albo Castaño, F. Árbol Linde, A. I. Franco Moreno, A. Viana Alonso, M. A. Barbudo Ousset

Servicios de Medicina Interna, Urgencias. Unidad de Vigilancia Intensiva. Hospital Nuestra Señora del Prado. Talavera de la Reina. Toledo

 

1. Azulay Tapiero A. Los principios bioéticos: ¿ se aplican en la situación de enfermedad terminal? An Med Interna (Madrid) 2001; 18: 650-654.

2. Bayés R. Los dos objetivos prioritarios de la medicina del sigo XXI. Jano 2000; 58: 2428-2429.

3. Singer PA, Martín DK, Keiner M. Quality end-of-life care. JAMA 1999; 281: 163-168.

4. Larkin M- Physicians and patients need to talk more. Lancet 1997; 349: 1455.

5. Payne SA, Langley-Evans A. Perceptions of a good death: a comparative study of views of hospice, staff and patients. Palliat Med 1996; 10: 307-312.

6. Bayés R, Limonero JT, Romero E, Arranz P. ¿Qué puede ayudamos a morir en paz? Med Clin (Barc) 2000; 115: 579-582.

7. Azulay Tapiero A. La sedación terminal. Aspectos éticos. An Med Interna (Madrid) 2003; 20: 645-649.

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