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Archivos de la Sociedad Española de Oftalmología

versión impresa ISSN 0365-6691

Arch Soc Esp Oftalmol vol.78 no.5  may. 2003

 

SECCIÓN HISTÓRICA


ACOMODACIÓN OCULAR (1931)

LÓPEZ DE LETONA C1

A comienzos de la tercera década del siglo XX se definía a la acomodación ocular como la facultad del ojo humano para modificar sus estructuras a fin de que su retina percibiese imágenes situadas a corta distancia, ya que en un principio las estructuras oculares humanas estaban organizadas para recibir objetos situados a más de cinco metros de las mismas.

Por los años indicados se sabía con certeza que todo dependía de cambios en la forma del cristalino. Sin embargo la acomodación, en sí misma, había sido intuida por algunos sabios europeos desde el siglo XVII.

Así el astrónomo y matemático Kepler creía en 1600 que el cristalino se desplazaba «In toto», facilitándose de este modo la acomodación. Casi veinte años después Scheiner, médico y sacerdote atribuía a un cambio en la forma del cristalino, las variaciones refractivas necesarias para que el ojo humano se adaptase a los objetos cercanos.

Saintiver refirió la existencia de posibles atrofias retinianas que explicarían la falta de acomodación ocular aparecida en determinados pacientes.

Un poco más adelante llegaron a formularse hasta seis teorías distintas encaminadas a explicar los fenómenos adaptativos oculares. Son éstas:

La primera defendida en 1637 por el polifacético Renato Descartes afirmaba que todo se debía al alargamiento y acortamiento del eje ántero posterior del ojo. También abundaron en esta opinión Penberton en 1719, Camper en 1746 y Hunter a partir de 1794.

Hubo igualmente quien opinó que la acomodación se justificaba por el reculamiento o propulsión del cristalino, fue el caso de Portefield, Plemp y Traber.

En tercer lugar, debemos citar las ideas de Haller y Lahire, estos autores afirmaban que eran los movimientos del iris los que explicaban en sí mismos la acomodación.

Existió asimismo la opinión que era la córnea la que modificaba su curvatura, sus patrocinadores fueron entre otros: Albinus y Ramsed.

Por otra parte, la quinta teoría a considerar es de la Jurin, era el humor acuoso el que se desplazaba obligando así al cristalino a modificar sus dimensiones.

Finalmente ya bien entrado el siglo XIX Dexchales, Schencher y Young hicieron patente que todo radicaba en el cambio de curvatura cristaliniana sin que tuviese nada que ver el humor acuoso citado en la teoría anterior.

Esta última opinión, que es la cierta, tardó en imponerse hasta que los hallazgos de sus autores se vieron confirmados en 1823 por Purkinge. Con posterioridad Wallace afirmó que era el músculo ciliar el agente modificador del cristalino y ya en 1850 Langembeck observó algunos cambios en las estructuras refringentes del ojo, llegando a la conclusión de que la cara anterior del cristalino aumentaba su curvatura en las acomodaciones a corta distancia.

Otros autores continuaron investigando estos asuntos, sobre todo Donders y Cramer, este último diseñó un facoidoscopio, destinado a estudiar los cambios ocurridos en el cristalino cuando se acomodaba a objetos próximos.

Helmholtz, confirmó todo lo expuesto hasta aquí, diseñando igualmente un oftalmómetro propio. Del mismo modo Hensen y Volckers demostraron igualmente el importante papel que jugaba el motor ocular común en los asuntos acomodaticios.

Quedaba pues demostrado de un modo palmario que el ojo acomoda aumentando la curvatura de su cristalino, jugando un papel importante el músculo ciliar.

Todas estas nociones que venimos exponiendo en relación con la acomodación ocular, forman parte de un discurso pronunciado el día 22 de marzo de 1931, con motivo del ingreso en la Real Academia de Medicina y Cirugía de Valladolid del oftalmólogo D. José Cilleruelo Zamora.

Se trata de un curioso personaje nacido en la capital del Pisuerga en 1889 y fallecido en el mismo lugar el año 1969. Ejerció la oftalmología a lo largo de veinticinco años en una ciudad en la que esta especialidad tardó en imponerse, hasta después de 1936, pues si bien hubo acreditados profesionales que la desempeñaron, se dio el caso de que no llegó a ser impartida, en su facultad médica por un oftalmólogo hasta bien entrada la década de los cuarenta.

Cilleruelo por su parte cultivó diversas ramas de la Oftalmología como el estrabismo, al que dedicó su tesis doctoral y algunos trabajos previos aparecidos en una revista médica vallisoletana La Clínica Castellana.

Del mismo modo entre 1922 y 1923 se ocupó de realizar una inspección ocular en todos los escolares de Valladolid, practicándola en condiciones cuanto menos penosas, redactó una amplia memoria sobre sus hallazgos que pensó editar el Ayuntamiento vallisoletano, pero tuvo lugar por entonces el golpe de Estado del General Primo de Rivera, con lo cual resultó imposible la edición de dicha obra.

No obstante, su autor, que también había realizado estudios de magisterios, extractó lo principal de la misma, presentándola a diversos congresos médicos. De esta forma parcial ha llegado hasta nosotros.

Hay otro asunto importante, a partir de 1939 Cilleruelo cesa en su producción científica, abandonando probablemente de modo paulatino la práctica de su especialidad, ello se debió sobre todo a que cultivó de un modo intenso sus aficiones artísticas.

Fue así como llegó a ser escultor de la cátedra de Anatomía de Valladolid regentada entonces por el prestigioso anatómico D. Ramón López Prieto, discípulo preferido del tantas veces citado D. Salvino Sierra.

Nuestro oftalmólogo esculpió un busto de este último personaje dentro de una serie de notorios intelectuales de Valladolid, entre los que podemos citar a D. Narciso Alonso Cortés y al catedrático de Patología Médica D. Misael Bañuelos.

 


1 IOBA. Valladolid. España.

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