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Archivos de la Sociedad Española de Oftalmología

versión impresa ISSN 0365-6691

Arch Soc Esp Oftalmol vol.80 no.2  feb. 2005

 

SECCIÓN HISTÓRICA


EL OJO EN LA HISTORIA DE LA COMPOSICIÓN 
DEL CUERPO HUMANO (1556) (I)

LÓPEZ DE LETONA C1

Uno de los tratados anatómicos más importantes de cuantos se escribieron durante el Renacimiento fue sin duda la Historia de la composición del cuerpo humano cuyo autor fue el español Juan Valverde de Amusco.

Nacido en la localidad palentina de Amusco hacia 1526 viajó a Italia en 1542, al igual que otros médicos hispanos, movidos sin duda por el deseo de aprender al lado de los grandes maestros anatomistas, los cuales practicaban igualmente la medicina práctica, fue el caso de Miguel Servet, Andres Laguna y Pedro Collado.

Asiste poco después en la ciudad de Pisa a las lecciones de Anatomía impartidas por Realdo Colombo quien había sustituido en la Cátedra de Anatomía al conocidísimo Andrés Vesalio, autor a su vez de otra importante obra anatómica, nos referimos a Humanis Corporis Fabrica.

Juan Valverde reside en Roma a partir de 1548 siendo médico de importantes figuras de la Corte Pontificia, entre ellos el todo poderoso cardenal español Juan Álvarez de Toledo.

Enseñó también medicina en el Hospital del Espíritu Santo de la Ciudad Eterna, diseccionando allí cadáveres, primero al lado de su maestro Realdo y posteriormente de modo independiente.

Nuestro protagonista redactó también otro texto de contenido higienista, dedicado al Cardenal Verallo quien por entonces era nuncio en Francia.

Existe un retrato auténtico de Valverde actualmente depositado en la Art Gallery de Baltimore.

Sabemos que la obra a la que nos referíamos antes, se redactó en castellano el año 1556. Dos años después su autor viajó a su país de origen siendo portador de una bula Papal de Paulo IV concedida a la iglesia de Amusco.

Regresa a Roma y debe de fallecer alrrededor de 1588.

La obra que nos proponemos comentar fue juntamente con la de Vesalio una de las más leídas por los médicos renacentistas, traduciéndose pronto al latín y al griego desde el castellano en que estaba primitivamente redactada.

Los contenidos se dividen en siete grandes apartados (Libros), cada uno de ellos a su vez abarca un numero variable de capítulos.

Encontramos al menos seis referencias al ojo humano, de ellas cuatro corresponden a textos escritos y las otras dos a grabados que ilustran la obra.

Antes de iniciar el comentario debemos hacer notar que se trata de un texto impreso durante el Renacimiento y aunque está escrito en castellano su lectura resulta en ocasiones algo dificultosa, aparte claro está de la diversa terminología que iremos aclarando.

La primera referencia nos aparece en el primero de los libros, que trata de la anatomía osea, describe allí algunos aspectos de la cavidad orbitaria, en este mismo libro y en concreto en su capítulo veinticinco se hace referencia a los párpados de los ojos («Ternillas») y a su estructura.

Ya en el segundo libro se recoge en su capítulo séptimo todo lo concerniente a los músculos oculares («Morcillos»); pero sin duda la parte más importante es la que nos ilustra sobre la estructura anatómica del globo ocular, expuesta a través de dos grandes páginas que integran el capítulo once del quinto libro.

En lo concerniente a las ilustraciones de la obra fueron probablemente diseñadas por dos pintores españoles de los muchos que formaban parte de la colonia española en Roma, se trata de Gaspar de Becerra y Pedro Rubiales. Los grabados son excelentes, los que más nos interesan son dos: el correspondiente al número catorce del libro segundo y el número tres del libro quinto.

En el libro primero describe algunos huesos orbitales aunque no les otorgue nombres propios , habla de la «Quixada de arriba» (Maxilar) que abarca la zona de la cara comprendida entre las cejas y la boca. De estos huesos «El primero hace el rincón de fuera del ojo», el segundo («que es delgado como escama») «hace el rincón de dentro del ojo junto al lagrimal «Y es el más pequeño de todos los de la quixada».

Describe después un tercer hueso cuadrado que ocupa el centro de la órbita.

Son datos algo vagos, pero importantes para los conocimientos anatómicos de la época.

La segunda referencia es «De las ternillas de los párpados del ojo», apenas ocupa un párrafo de seis líneas, los párpados de cada ojo tienen «Una ternilla luenga, delgada y tierna, que les rodea a entrambos por las orillas», de ellos nacen las pestañas («Aveñulas») que deben extenderse derechas «y por su orden como lo hacen los remos de una galera», por ello los griegos los denominaron «tarsus».

Los músculos que mueven los ojos («Morcillos»), son cuatro en opinión de Valverde, «Nacen dentro de la cuenca del ojo tomando principio de la duramadre que envuelve el niervo (sic) de la vista y acaban en el propio ojo». Los cuatro son de fina consistencia y están dispuestos, arriba, abajo a derecha y a izquierda, moviendo cada uno de ellos el ojo en estas cuatro direcciones.

Habla también de un quinto músculo pero de un modo muy indefinido, toma igualmente una referencia de Vesalio el cual asegura que halló en sus disecciones una formación muscular que abraza el nervio óptico, pero Valverde no lo vio nunca en sus disecciones «Y menos aun el Realdo».

Todo esto le lleva a criticar algunos aspectos del tratado Vesaliano , afirmando que este anatomista lo habia encontrado en disecciones practicadas a animales (bueyes o carneros) pero no en el hombre.


1 IOBA. Valladolid. España.

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