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Archivos de la Sociedad Española de Oftalmología

versión impresa ISSN 0365-6691

Arch Soc Esp Oftalmol vol.80 no.12  dic. 2005

 

SECCIÓN HISTÓRICA


FERMÍN MUÑOZ URRA Y LA CATARATA EXPERIMENTAL (1915)

LÓPEZ DE LETONA C1

No cabe duda que Fermín Muñoz Urra «Fue un héroe dado el medio en que actuaba», tal como ya se ha dicho de él en alguna ocasión. Nacido en la localidad toledana de Talavera de la Reina en 1893, hijo del médico titular de dicho lugar, realizó sus estudios médicos en Madrid concluyéndolos en 1913.

Entre sus profesores cabe destacar a los conocidos Santiago Ramón y Cajal, Gómez Ocaña y sobre todo a Manuel Márquez Rodríguez con quien debió aprender los fundamentos de la oftalmología, guardando siempre ambos unas muy cordiales relaciones.

Nuestro personaje se establece enseguida en Talavera donde ejerce su labor de oculista al tiempo que funda en su propio domicilio un laboratorio de investigaciones biológicas oculares, pero en el que también se realizaban análisis clínicos. En ocasiones la consulta de oftalmología tenía carácter gratuito para los menesterosos locales.

En esta época publica diversos trabajos científicos como veremos a continuación, trabajando siempre en solitario únicamente con ayuda de su esposa. En 1923 recibe una oferta de Márquez para que se traslade a Madrid a trabajar junto él, pero fallece repentinamente .

Vemos enseguida que se trata de una muy escueta biografía a la que solo podemos añadir su pertenencia a la Academia médico quirúrgica madrileña que le otorgó su medalla de oro, probáblemente a título póstumo y sus ya citadas buenas relaciones con Márquez que con frecuencia le enviaba a Talavera material oftalmológico, para su análisis anatomo patológico.

La obra escrita de Muñoz Urra es amplia, publicando sobre todo artículos en nuestra revista y algunos en España Oftalmológica, se ocupa de diversos temas de su especialidad como la patología corneal, aspectos histológicos de la vía óptica y sobre todo las afecciones del cristalino asunto sobre el que realizará su tesis doctoral recibiendo las máximas calificaciones.

Acudió a Valladolid en 1915 a fin de presentar una comunicación al Congreso de la Asociación para el progreso de las ciencias que tuvo lugar en la capital del Pisuerga en octubre del año indicado.

El título era el siguiente: Estudios y ensayos sobre la catarata experimental. Comienza afirmando que ya por entonces aunque se habían realizado importantes progresos en el abordaje quirúrgico del cristalino opacificado se desconocía casi por completo cuál era la etiología de la enfermedad. Se citaban con frecuencia procesos degenerativos seniles, pero no era extraño observar cataratas en personas jóvenes, incluso hubo quien insinuó la posible presencia de factores inmunitarios o unas fototoxinas de muy difícil evidenciación. En 1886 Bouchart había logrado obtener experimentalmente cataratas en conejos a los que había administrado naftalina a dosis de un gramo por cada kilo de peso utilizando siempre la vía digestiva. Otros autores, entre ellos Michel se valieron de medios más curiosos como pudieron ser la aplicación de hielo o incluso las vibraciones por medio de un diapasón (Stern).

Muñoz Urra utilizó en sus experimentos ranas a las que de comienzo inyectó por vía subcutánea cantidades muy pequeñas de naftalina, especifica que con un peso equivalente al de una lenteja. En otras ocasiones fueron diversas sustancias que luego citaremos, pero como todas las ranas morían sin que se afectase el cristalino, decidió efectuar diluciones de naftalina en alcohol a muy baja concentración e inyectarlo directamente en la cámara anterior del ojo del animal que posteriormente extraía y analizaba mediante cortes histológicos, estudiando así la estructura de los cristalinos afectados, señalando enseguida que se producía una degeneración que seguía un patrón con tres elementos que afectaba a la estructura de las fibras que integraban el cristalino: Borramiento de los límites de dicha fibra, (tomando bien la fuchina fenicada que usaba en las tinciones), posteriormente aparición de vacuolas y en tercer lugar de escotaduras que acababan por destruir la fibra.

Todo se resumía en las distintas conclusiones que cita al final de su comunicación: había utilizado en alguna ocasión otras sustancias como glicerina, trementina, benzol o gasolina. A su juicio la aparición de la catarata se debía a lesiones íntimas del epitelio anterior del cristalino.

Este epitelio tenía un papel osmótico defensor de la lente impidiendo o neutralizando el poder precipitante del humor acuoso.

En las cataratas experimentales obtenidas estaba indemne la cápsula y en cambio profundamente dañado el epitelio anterior.

Aquellas sustancias que por razones que desconocía, no dañaban el epitelio, no daban lugar a cataratas experimentales. Hubo otras por contra que solo producían cataratas de un modo pasajero, pero observó entonces al microscopio que el epitelio dañado se regeneraba espontáneamente pareciendo afectado solamente por un proceso de deshidratación.

Por todo ello pensaba que el papel regulador y defensor del epitelio es de gran importancia para la conservación de la transparencia de la lente.

Vemos pues que la comunicación que acabamos someramente de analizar estaba redactada de un modo algo desordenado sin llegar a profundizar en ocasiones sobre las técnicas de experimentación, análisis histopatologicos, etc., todo ello puede resultarnos a día de hoy algo extraño pero tengamos una vez más en cuenta el entorno del momento, en realidad la Asociación para el progreso de las ciencias no era estrictamente una sociedad médica y los trabajos presentados, aunque meritorios no eran escuchados en muchas ocasiones por médicos especialistas, esto no podía constituir una excusa, pero en realidad se estaba buscando el divulgar los nuevos conocimientos sin profundizar demasiado en los mismos.


1 IOBA. Valladolid. España.
E-mail:
berta@ioba.med.uva.es

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