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Archivos de la Sociedad Española de Oftalmología

versão impressa ISSN 0365-6691

Arch Soc Esp Oftalmol vol.82 no.8  Ago. 2007

 

SECCIÓN ICONOGRÁFICA

 

Dos ojos y un abanico

 

 

Noguera J.J.1

1 Oftalmólogo. Pamplona. Navarra. España.
E-mail: jnoguera72b@terra.es

 

 

Parece que fue en la época del antiguo Egipto cuando se inventó el abanico; por lo menos así lo piensan algunos estudiosos de este asunto al referirse a aquellos largos palos con un montón de plumas en uno de sus extremos con que los esclavos defendían de las altas temperaturas a sus faraones.

Durante el siglo VII se diseñó en el Japón el abanico que hoy conocemos, el abanico plegable. Unos 900 años más tarde se fue introduciendo en Europa y entre los siglos XVII y XVIII su uso y fabricación ya se habían extendido por los países mediterráneos. Tanto fue así que en España nació un lenguaje de gestos con el abanico en las manos.


Si el galán era del interés de la dama, ésta se lo hacía saber tocándose con el abanico el ojo derecho: ¡me gustaría verte! Podía ocurrir que esta decisión femenina despertara en el caballero una reacción de inquietud, de cierto nerviosismo, por lo que la señora pasaba el abanico abierto a la mano derecha y de ahí a darle vueltas con la izquierda; así le daba a entender que debía moderarse, que llevara cuidado porque les estaban observando. Para cerrar la cita, la dama tocaría la parte alta del abanico y le mostraría al motivo de sus deseos un cierto número de sus varillas, gestos que le servían para informarle de sus pretensiones y a qué hora iba a ser su encuentro. Estaba claro. Entre otros muchos gestos, cuya relación excedería el espacio de esta nota, si el varón no era del agrado de la señora bastaba con que ésta le diese el abanico a su mamá.

En cuanto a la participación de los ojos en esta peculiar jerga gestual nos convendrá saber que el acercar el abanico a los ojos era signo de pesar, de tristeza por algo; dejarlo abierto ocultando los ojos era decir ¡te amo, te quiero! Pasarlo ante los ojos servía para mandar a paseo al pretendiente.

Para recordar la Exposición Filatélica Mundial de Madrid «España 2000», los correos polacos emitieron este sello (Yvert 3607) en el que una joven española nos muestra sus ojos y se cubre el rostro con un abanico hecho con sellos. Nos está pidiendo que la sigamos cuando ella se vaya.

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