SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.83 número1Utilización de la tomografía óptica de coherencia en neuropatías ópticas hereditarias: Descripción de una familiaLa agnosia visuoespacial de la pintora Charley Toorop (1891-1955) índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

Links relacionados

  • En proceso de indezaciónCitado por Google
  • No hay articulos similaresSimilares en SciELO
  • En proceso de indezaciónSimilares en Google

Compartir


Archivos de la Sociedad Española de Oftalmología

versión impresa ISSN 0365-6691

Arch Soc Esp Oftalmol vol.83 no.1  ene. 2008

 

SECCIÓN HISTÓRICA

 

Cuestiones oftalmológicas en la obra de Feijoo (I)

 

 

Sampedro A.1, Barbón García J.J.1

1 Licenciado en Oftalmología. Servicio de Oftalmología Hospital San Agustín de Avilés. Asturias. España.
E-mail: jjbarbon@telecable.es

 

Benito Jerónimo Feijoo (Orense, 1676 – Oviedo, 1764), es el filósofo y pensador español más importante del siglo XVIII, aunque contaba ya con cincuenta años cuando inició su actividad literaria. Monje benedictino que ejerció la enseñanza desde la Cátedra de Teología en la Universidad de Oviedo, comenzó en 1726 la publicación sistemática de ensayos filosóficos «sobre todo género de materias, para desengaño de errores comunes».

Sus escritos, que pueden considerarse ensayos aún hoy bastante leíbles, combaten las supersticiones y tradiciones sociales de su época, versan sobre política, arte o la situación científica bosquejando un retrato fiel del conocimiento y la realidad de su tiempo, entre ellos el estado de la medicina con múltiples referencias a la Óptica y la Oftalmología. Feijoo maneja una gran bibliografía y cita de manera prolija textos y autores a los que aplica un escepticismo crítico (salvo al intocable tema religioso) con el que defiende la búsqueda de la verdad a través de la experiencia guiada por la razón. El autor contribuyó con la masiva difusión de su obra (unos cuatrocientos mil ejemplares) a la renovación cultural que tuvo lugar en el s. XVIII, el siglo de la ilustración.

Las obras de Feijoo comprenden el Teatro crítico universal (118/117 discursos publicados en nueve volúmenes entre 1726 y 1740), Ilustración apologética al primero y segundo tomo del Teatro Crítico (1729), Cartas eruditas y curiosas (163 cartas publicadas en cinco volúmenes entre 1742 y 1760), y la Ilustración Apologética y Justa repulsa de inicuas acusaciones (1749), en la que responde a los múltiples libros que aparecieron para atacar sus escritos. Las obras de Feijoo alcanzaron gran difusión en vida del autor y en los años inmediatos a su muerte y, aunque no se ha vuelto a realizar la edición de sus obras completas, se dispone de la versión integra por Internet, lo que permite su consulta con facilidad (www.filosofia.org/bjf.htm).

Las referencias a la oftalmología aparecen principalmente en:

1. Teatro Crítico: tomo II, discurso 2.º y 14º; tomo III, discurso 2.º y 7.º; tomo V, discurso 5.º.

2. Cartas eruditas y curiosas: tomo III, carta 16ª y tomo IV, cartas 4.ª y 26ª.

Feijoo nos muestra certeramente sus conocimientos de Anatomía y Fisiología ocular: «La parte más interna del ojo es una túnica, llamada retina, donde paran los rayos, o especies visibles de los objetos, después de pasar por los tres humores, aqueo, cristalino, y vítreo»; y como el ojo se halla unido al sistema nervioso central «la impresión, que hacen los objetos en los órganos de todos los sentidos, se propaga por los nervios hasta el cerebro, donde está el sensorio común: y mediante la conmoción, que reciben las fibras de esta parte príncipe, se excita en la alma la percepción de todos los objetos sensibles», por tanto «no miran, ni ven los ojos, sino el alma» y «lógicamente negaré constantemente, por más que lo afirmen muchos Autores, que mata [el Basilisco] con la vista, y con el silbo».


Teatro Crítico Universal.

La transmisión del impulso nervioso se inicia con una «conmoción, o impresión, que hacen los rayos visuales en la retina, se propaga en un momento por el nervio óptico, que es continuación de ella, hasta el origen del nervio que está dentro del cerebro; lo cual no tiene más dificultad, que la que vemos suceder en la cuerda de un instrumento músico, que herida en cualquier parte suya, en un momento se propaga la conmoción hasta su última extremidad. En llegando la impresión al origen del nervio óptico, resulta, o se excita en el alma aquella percepción del objeto, que llamamos Visión». Así, «sucede al que estuvo de cerca mirando la llama de una candela, que apagada ésta, y quedando el sujeto en perfecta obscuridad, por algunos momentos ve la llama, que ya no hay, aunque muy mitigada, y que sucesivamente se va mitigando más, y más; porque el movimiento del nervio óptico sucesivamente se va debilitando más, y más, hasta que cesando éste del todo, del todo cesa también la sensación de la luz».


BJ Feijoo.

La visión binocular no era reconocida «cuando se ve algún objeto, aunque concurren ambos ojos a la visión, solo con el uno se ve claramente, y con el otro con alguna confusión».

Los conocimientos de óptica aplicados al ojo también están presentes: «la magnitud de la imagen no depende precisamente del tamaño, y distancia del objeto, mas también de la estructura, y conformación del ojo» y «aquellos objetos parecen mayores que se ven debajo de mayor ángulo óptico; y aquellos menores que se ven debajo de menor ángulo óptico». Igualmente nos explica cómo se reúnen las imágenes en la retina «las partes de la imagen ocular están en sitio inverso, o al revés de las correspondientes de la torre; de modo, que lo que en la torre está arriba, en la imagen está abajo; lo que en la torre abajo, en la imagen está arriba; y las partes laterales del mismo modo, las del derecho en el izquierdo, y las del izquierdo en el derecho». Compara ópticamente al ojo con un espejo convexo, ya que consigue «lo mismo que los espejos ustorios convexos, esto es, por medio de la refracción, que padecen en los tres humores de que constan, unir sus rayos en el centro de la retina».

La presbicia no estaba presente en Feijoo a la edad de cincuenta años pues nos confiesa en su Respuesta al Discurso Fisiológico-Médico de 1727 «... A cuanto yo probé de la oposición de las doctrinas médicas... se me añade, tome su Rma. otros anteojos, que no hagan los bultos tan grandes. Yo no tomo ni estos, ni los otros; porque gracias a Dios, hasta ahora no los uso, ni los necesito para leer las contradicciones de los Médicos, que aunque estén escritas de letra muy menuda, son harto abultadas».

Dentro de las enfermedades citadas por Feijoo destacan las referencias a la «Gota serena» que se correspondería básicamente al glaucoma y de la que dice: «el órgano particular de la vista está perfectamente bien dispuesto: sin embargo, el sujeto, que padece esta enfermedad, nada ve, no por otra razón, sino porque en virtud de la indisposición de los nervios ópticos no se propaga hasta el cerebro la impresión, que los objetos hacen en el ojo», y recoge la causa aceptada en esa época «comúnmente los Médicos explican este defecto de la vista por la falta de fluencia de los espíritus animales del cerebro a los ojos, cuyo curso impide la obstrucción, o compresión del nervio óptico». Feijoo utiliza la gota serena para explicar la función suprema del alma, que nos permitiría procesar las sensaciones, mas allá de la simple percepción: «Si los ojos fuesen el órgano propio de la potencia visiva, entretanto que ellos estuviesen sanos, vivos, y animados, no podría faltar la vista; pero esto es falso: luego, aquella enfermedad, que llamamos Gota serena, y que proviene únicamente de obstrucción del nervio óptico, siendo perfecta la obstrucción, falta enteramente la vista; con todo, los ojos están vivos, y animados».

La cirugía del futuro ya se insinúa al situar a la retina como la parte más noble e insustituible del ojo, a diferencia de otras estructuras oculares, afirmación que aún hoy se podría suscribir: «quitados todos los humores, y túnicas del ojo, a la reserva sola de la retina, como esta quede en su natural, y debida temperie, se puede restituir la vista, poniendo en la concavidad del ojo artificial».

 

Bibliografía

1. Fernández González AR. Benito Jerónimo Feijoo. Teatro Crítico Universal. IV ed. Madrid: Ed. Cátedra; 1989.

2. Telenti A. Aspectos médicos en la obra del maestro B. J. Feijoo. Oviedo: Publicaciones del IDEA; 1969.

3. Marañón G. Las ideas biológicas del P Feijoo. IIº ed. Madrid: Espasa Calpe, 1941.

4. Biblioteca feijoniana del Proyecto Filosofía en español. www.filosofia.org/bjf/

5. Hernández Benito E. Oftalmología española de la ilustración, Siglo XVIII. In: Cotallo JL, Hernández E, Munoa JL, Leoz C. Historia de la oftalmología española. 69 Ponencia de la Sociedad Española de Oftalmología. Madrid: Sociedad Española de Oftalmología: Madrid; 1993; 113- 158.

Creative Commons License Todo el contenido de esta revista, excepto dónde está identificado, está bajo una Licencia Creative Commons