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Archivos de la Sociedad Española de Oftalmología

versão impressa ISSN 0365-6691

Arch Soc Esp Oftalmol vol.84 no.8  Ago. 2009

 

EDITORIAL

 

Métodos en la investigación biomédica

Methods in the biomedical research

 

 

Vecino E.1

1 Doctora en Biología. Catedrática de Biología Celular e Histología. Facultad de Medicina. Universidad del País Vasco. Leioa. Vizcaya. España. E-mail: elena.vecino@ehu.es

 

 

Me temo que hemos perdido de nuevo la oportunidad de ofrecer a nuestros futuros licenciados en medicina una buena formación en investigación dentro de la licenciatura. Es cierto que lo que un buen médico –y en particular, si nos centramos en especialidades, un buen oftalmólogo– necesita es saber de oftalmología. Pero lo que está claro es que un especialista que ha realizado algún trabajo de investigación serio, como puede ser la tesis doctoral, es capaz de pensar en los métodos para poder esclarecer alguno de los múltiples interrogantes que se encuentran en la práctica clínica y transmitirla a los investigadores básicos.

Está claro que en estos momentos la sociedad demanda que, especialmente en la biomedicina, la aplicación de las investigaciones se produzca en el mayor grado posible. La reforma de los nuevos planes de estudio para ajustarse a Bolonia (EES) dará un claro giro a algunas licenciaturas que se convertirán en primeros pasos en la formación de muchos licenciados, que luego tendrán que perfilar con la especialización mediante Masters. Sin embargo, en la Licenciatura de Medicina se van a cambiar muy pocas cosas en general: Unos matices, dependiendo de las facultades para que los alumnos del primer ciclo puedan hacer unas prácticas rotatorias tutorizadas por algún investigador (si es que se encuentran tantos profesores que realmente investiguen en la Universidad…). El doctorado lo tendrán que realizar aquellos Licenciados en Medicina en sus «ratos libres» con todo el mérito del mundo y el apoyo de los laboratorios receptores como se ha venido haciendo hasta ahora. Esta no es la fórmula, desde mi punto de vista, de formar a buenos médicos con visión investigadora.

Existen fórmulas muy efectivas para poder corregir este problema en otros países, como Suecia, donde a los licenciados en Medicina, tras haber aprobado el examen equivalente al MIR y antes de realizar la especialidad clínica, se les da la oportunidad de realizar tesis doctorales en investigación básica o aplicada en el campo en el que se especializarán. Durante este periodo de varios años en los que los licenciados en medicina aprenden los métodos y técnicas básicas en investigación y establecen contactos con investigadores que en su futuro serán sus colaboradores. Siguiendo este programa, los doctores en medicina adquieren una dimensión especial y tras reanudar su carrera médica serán fuentes de ideas y directores de proyectos junto con sus colaboradores en los laboratorios. Las cuestiones que surgen en la práctica clínica adquieren para el joven especialista una nueva dimensión, donde además de la pregunta, se encuentran posibles experimentos para encontrar la respuesta y colaboradores con quienes realizar dichos experimentos.

En nuestro país, este objetivo se consigue gracias al esfuerzo de muchos médicos que han realizado sus tesis doctorales, aprovechando de la mejor forma posible su etapa de residencia, o tras realizar la especialidad, invirtiendo su tiempo libre en la investigación. En casos muy excepcionales, han adquirido una formación post-doctoral en otro laboratorio diferente a donde hicieron la Tesis doctoral, ya que la práctica clínica de una forma u otra limitaba este aspecto de su formación.

Como el aspecto de formación médica no se podrá cambiar, por lo menos hasta que los políticos no reparen en esta posibilidad. Existe otra fórmula para realizar investigación biomédica de calidad en España: acercar los laboratorios y los investigadores a los hospitales. Algunos ya lo han hecho con mucha profesionalidad y los frutos se han visto ya. En el Hospital Vall de Hebrón en Barcelona, por poner un ejemplo, en los últimos años se ha puesto en marcha un modelo de gestión de la investigación muy adecuada. Las preguntas generadas por los médicos especialistas e investigadores básicos son trasladadas a gestores de proyectos. Estos gestores se encargan de encontrar financiación para la ejecución de dichos proyectos, de la formación de equipos de investigadores que conozcan bien su profesión y que dispongan de la infraestructura necesaria tanto de personal técnico como de equipamiento. Y por último las oficinas de patentes se encargan de que todo el esfuerzo retroalimente al sistema.

En lugares donde este sistema no está bien establecido, que digamos son la mayoría, algunas de las denominadas empresas biomédicas, han encontrado en esta gestión de proyectos la fuente de su financiación. Lamentablemente este es el modelo que se está potenciando para poder incrementar la investigación biomédica en España, lo que sucede es que si bien están generando puestos de trabajo y movilizando a distintos sectores, los beneficios obtenidos en la gestión no revierten al sistema de sanidad público, sino que se quedan en las manos de los empresarios.

Está claro que no se puede pedir a ningún profesional que sea bueno en todo lo que le rodea. A los docentes e investigadores, además se nos pide que seamos gestores de proyectos, de patentes y generadores de ideas de inmediata aplicación al mercado. A los médicos se les demanda que además de buenos clínicos y docentes en algunos casos, sean investigadores (como si lo de investigar fuera algo que se puede hacer en una tarde suelta, como el que va al gimnasio). Aquello de «zapatero a tus zapatos» ahora se podría decir que se ha convertido en «zapatero a todo lo relacionado con el calzado» y eso sí que no se puede hacer y ser eficiente.

Algunas Universidades tímidamente y otras con más empeño, han empezado a reconocer y canjear por horas docentes a aquellos profesores que además investigan con índices de calidad. Algunos hospitales, aún con mayor timidez, han comenzado a hacer algo parecido con los profesionales sanitarios. Pero en realidad, aún no se ha hecho un examen serio y crítico a los profesores Universitarios y a los médicos ya establecidos, para detectar los índices de calidad del sistema. Cada vez que un examen de este tipo se aproxima, las críticas al sistema evaluador salen a relucir con el fin de abortar el intento. Porque digamos que a pesar de criticar al sistema, parece que hay una mayoría que se encuentra muy respaldado en él y no quiere cambios.

Me gustaría que fuéramos capaces de imitar los sistemas eficientes y productivos en el campo de la biomedicina y entonces «otro gallo nos cantaría».

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