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Archivos de la Sociedad Española de Oftalmología

versão impressa ISSN 0365-6691

Arch Soc Esp Oftalmol vol.86 no.8  Ago. 2011

 

SECCIÓN ICONOGRÁFICA

 

Las lágrimas de Estambul

The tears of Istanbul

 

 

N.A. Rodríguez Marco y S. Solanas Álava

Servicio de Oftalmología, Hospital Reina Sofía, Tudela, Navarra, España

Dirección para correspondencia

 

 

La primitiva ciudad de Estambul se fundó sobre siete colinas de una península rodeada por el mar, por lo que abastecerse de agua dulce fue siempre un problema. El agua, conducida desde fuentes lejanas, era almacenada en cisternas en varios puntos de la urbe, para proveerla de agua durante el verano, en las épocas de sequía y en los asedios, y para el uso en los baños públicos. La más grande de estas cisternas era conocida como «Yerebatan Sarnici» o Basílica Cisterna. Construida bajo el mandato de Justiniano en el siglo VI, mide 140 metros de largo por 70 metros de ancho, con un volumen de 80.000 m1-3. Una vez descendidos los 52 escalones y ya en el interior, parece un bosque de columnas, ya que su techo está soportado por nada menos que 336 columnas de mármol de 8 metros de altura, dispuestas en 12 filas de 28 columnas cada una. Lo curioso de la construcción es que no hay una columna idéntica a otra, de estilos corintio y dórico, ya que proceden de los restos helenísticos que se hallaban repartidos por el Bósforo, entre ellos el templo de Éfeso dedicado a Medusa. Entre todas destaca la «columna de las lágrimas», denominada así por los adornos esculpidos en forma de lágrima que la decoran (figs. 1 y 2). Una teoría dice que los esclavos esculpían en ella una lágrima cada vez que moría uno de sus compañeros a causa de los trabajos forzados3. Existen dos columnas más que descansan sobre dos basas esculpidas que representan dos cabezas de medusa, una boca abajo y otra de lado apoyada sobre la mejilla, dispuestas así para evitar que sus miradas se cruzasen, ya que de no ser así podrían petrificar con su mirada a los que allí entrasen. Medusa había sido una bellísima mujer a la que la diosa Atenea había castigado convirtiéndola en una górgona, monstruo con alas, enormes dientes y serpientes en lugar de cabellos. Si alguien la miraba se convertía en piedra, y de ahí la curiosa disposición en la cisterna para evitar mirarlas directamente a los ojos. Otra teoría más práctica dice que la colocación de las cabezas es el resultado de la casualidad y reutilización de diferentes materiales para la edificación (fig. 3).


Fig. 1. Columna de las lágrimas, esculpidas en toda
su superficie.

 


Fig. 2. Detalle de las lágrimas esculpidas.

 


Fig. 3. Cabeza de medusa: está boca abajo y sirve
de base a una columna.

 

Pero no sólo el imperio otomano fue cautivado por el arte clásico, sino que el mismísimo agente 007, en la película Desde Rusia con amor (1963, minuto 33 de la película), sucumbió a sus encantos y decidió usar este mar de lágrimas como pasadizo secreto para llegar al consulado soviético...

No lejos de allí, en la basílica de Santa Sofía de Estambul encontramos «la columna que llora» o pilar de San Gregorio, al cual se atribuyen poderes curativos1,3.

 

Bibliografía

1. Goytisolo J. Estambul Otomano. Barcelona: Península; 2003.         [ Links ]

2. Jiménez R, Strubell P. Estambul, Capadocia y el Mediterráneo. Segunda edición. Madrid: Anaya S.A.; 2007.         [ Links ]

3. Yerasimos S. Constantinopla: La herencia histórica de Estambul. Colonia: Ullman & Könemann; 2007.         [ Links ]

 

 

Dirección para correspondencia:
Correo electrónico: Nelson5000@latinmail.com
(N.A. Rodríguez Marco)

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