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Cirugía Plástica Ibero-Latinoamericana

versão On-line ISSN 1989-2055versão impressa ISSN 0376-7892

Cir. plást. iberolatinoam. vol.46  supl.1 Madrid Abr. 2020  Epub 22-Jun-2020

https://dx.doi.org/10.4321/s0376-78922020000200004 

Editorial

Referencias históricas en la evolución del tratamiento de las quemaduras

Historical references in the evolution of burn treatment

Carlos Vacaflor Montero1 

1Cirujano Plástico. Jefe del Departamento de Cirugía Plástica Reconstructiva y Quemados del Hospital de Niños Dr. Mario Ortiz Suárez, Santa Cruz de la Sierra, Bolivia.

El descubrimiento y la conquista más importante en la historia de la humanidad fue el fuego hace mas de 1.600.000 años, elemento con el que, si no se tiene precaución, se puede llegar a producir daño en el ser humano.

El tratamiento de las quemaduras tiene más de 3.500 años de antigüedad. Los primeros indicios los encontramos en las pinturas rupestres del hombre de Neandertal. Cuatrocientos años más tarde, Hipócrates describió el uso de la grasa de cerdo derretida para impregnar vendajes voluminosos con los que cubrir las zonas quemadas y comenzó a lavar las heridas para evitar la formación de pus y mantenerlas luego secas. Imotep, 1.600 años a.C. ya utilizaba la miel de abeja. Celsius en el siglo I d.C. usaba vino y mirra y Galeno, entre el 130-210 d.C. usaba vinagre y exposición abierta de heridas. A principios del siglo XIX, Dupuytren desarrolló un sistema de clasificación de la profundidad de las quemaduras que se sigue usando hoy en día. Fue el primero en reconocer la úlcera gástrica y duodenal como una complicación de las quemaduras graves, un problema que comentó con detalle Curling en 1842.

Paso a paso, el tratamiento de las quemaduras ha ido evolucionando a medida que hemos comprendido que los pacientes quemados deben ser evaluados y seguidos por un equipo multidisciplinario de profesionales. El Dr. Truman G. Blocker Jr., nacido en West Point (N.Y., EE.UU.) en 1909, demostró la importancia de estos equipos en 1947 cuando dos buques explotaron en un muelle de Texas matando a 560 personas e hiriendo a más de 3000; fue el accidente industrial de mayor mortalidad en la historia de los EE.UU. Pionero en el campo de la investigación de las quemaduras y en el tratamiento de los niños al limpiar, exponer las heridas al aire y alimentar de forma precoz a este tipo de pacientes.

El Profesor Fortunato Benaim, nacido el 18 de octubre de 1919 en Mercedes (Argentina), fue un pionero y visionario en el tratamiento de las quemaduras. A los dos años de graduarse como médico, en 1947, se produjo un incendio en el barrio de La Boca, en Buenos Aires, y de entre los muchos heridos que produjo, su jefe en el hospital Argerich le ordenó que se ocupara de atender a una familia con graves desfiguraciones en sus rostros; allí comenzó una trayectoria inigualable. El 1948 organizó el Servicio de Cirugía del Hospital Argerich y en 1953 se crea en Buenos Aires el Instituto de Quemados, Cirugía Plástica y Reparadora; en 1989 desarrolló el primer banco de piel del país, en 1992 realizó con su equipo el primer cultivo de células de la capa superficial de la piel de los propios pacientes, empleando más tarde, en 1999, piel artificial por primera vez.

Ivo Helcio Jardím de Campos Pintanguy nació en Velo Horizonte (Brasil), el 5 de julio de 1926. El 17 de diciembre de 1961 en la ciudad brasileña de Niteroi, el Gran Circo Americano se incendió con 2500 espectadores en su interior; se produjeron cerca de 500 muertos y una gran cantidad de asistentes sufrieron graves quemaduras. El Profesor Pitanguy se hizo cargo de estas víctimas, y este incendio marcó también un antes y un después en el tratamiento de las quemaduras en Brasil y en el mundo.

El Profesor Augusto Bazán Altuna nació en Chiclayo (Perú), en 1916. Trabajó en el Instituto Nacional de Salud del Niño durante más de 60 años, 23 de ellos como consultor ad honorem en el área de quemados y su gran aportación se dio en el campo de la atención de los niños quemados. En 1964 describió la técnica del trasplante de piel de cerdo para tratar a niños con quemaduras profundas.

El Profesor René Artigas Nambrar nació en Temuco (Chile), el 20 de abril de 1920. El 18 de marzo de 1960 creó el primer centro de quemados de Chile. En 1963, la mayor tragedia chilena por explosión en cadena de balones de ciclopropano se produjo en el Hospital Arriarán de Santiago de Chile, falleciendo cuatro médicos y los dos pacientes que estaban siendo operados y quedando 10 integrantes del equipo con lesiones graves y mutilaciones. El Profesor Artigas fue el primer Presidente de la Sociedad Chilena de Quemaduras, fundada el 21 de abril de 1993 y fue también fundador de la FELAQ (Federación Latinoamericana de Quemaduras).

El Profesor José Antonio Bañuelos Roda nació en Madrid (España), en 1925. Tras formarse en el extranjero, creó un equipo compacto, y consiguió crear para los pacientes quemados instalaciones con puertas mecánicas que garantizaran su esterilidad. En 1987, un atentado terrorista en España provocó la explosión de un vehículo con 30 kg de amonal en el aparcamiento de un centro comercial en Barcelona, dejando 21 muertos y 45 heridos. El Dr. Bañuelos, que se encontraba en Sicilia (Italia) en un congreso, retornó inmediatamente y fue directo a su hospital, el Vall d’Hebrón, de donde no salió en 7 días, logrando con su equipo salvar a 30 pacientes organizando la estrategia de atención como un general: “si se está mentalmente preparado y el equipo está preparado, se pueden abordar situaciones complejas¨, dijo en aquel entonces. No había banco de piel ni permiso para extraerla de donante cadáver.

El Profesor Rafael Ángel Soto Matos nació en Olegario Villalobos, Maracaibo (Venezuela), el 23 de abril de 1926. Después de retornar de Texas en 1957, se dedicó a enseñar y dar prestigio a una especialidad desconocida por entonces como era la Cirugía Plástica. Un fatal accidente de avión en el departamento de Maracaibo fue el reto que dio a conocer en 1969 las bondades de la cirugía que practicaba.

Menciono también a los Dres. Heriberto Rangel Gaspar, Samuel Fuentes Aguirre, Armando Buitrón Escamilla de México, Jorge Bracho Oña de Ecuador y con seguridad, se me quedan en el tintero muchos otros colegas que de una u otra manera han contribuido a la evolución del tratamiento de las quemaduras; gracias al aporte valioso de todos ellos se benefician todos los pacientes que atendemos hoy en día.

El 1 de agosto de 2004 ocurrió la peor tragedia en Paraguay en el supermercado Ycuá Bolaños; cuando se produjo el incendio ordenaron cerrar las puertas. Las familias de los afectados hablan de más de 400 muertos y por lo menos unos 400 pacientes quedaron con quemaduras, intoxicaciones por gas inhalado, asfixia por la avalancha de personas, etc. Sin embargo, destacó en ese momento la ayuda que llegó de todas partes del mundo, con una respuesta que fue rápida y eficaz. Había voluntarios de Chile, Argentina, Brasil, Uruguay, Bolivia, Inglaterra y de muchos otros países, y pude comprobar personalmente la angustia por la tragedia, el deseo de aliviar el dolor del prójimo, la esperanza al ver la recuperación de muchos pacientes gracias al trabajo en equipo y el nudo en el corazón por aquellos a los que no pudimos salvar.

A pesar de haber avanzado tanto en el manejo y tratamiento del paciente quemado, en muchos centros de nuestros países en vías de desarrollo todavía seguimos trabajando sobre las heridas como se hacía antiguamente, pero con muy buenos resultados ya que no contamos con coberturas especiales de muy alto costo para nuestros pacientes.

Y al final ¿cuál será la evolución del tratamiento de las quemaduras? En un futuro no muy lejano estoy seguro de que aplicaremos la nanotecnología, hablaremos del Bosón de Higgs (la partícula de Dios) y con bioordenadores estimularemos la matriz dérmica, los queratinocitos, los fibroblastos, y realizaremos las curaciones de los quemados apretando solo un botón y restituyendo la piel en segundos. Sin embargo sé también que siempre vamos a necesitar de la chispa de Dios que tenemos en lo más profundo de nosotros para llevar al grado máximo del amor la atención hacia nuestros pacientes quemados, con calidad, calidez y respeto a nuestros semejantes, para que puedan vivir con dignidad.

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