SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.11 issue9Multiple sclerosis author indexsubject indexarticles search
Home Pagealphabetic serial listing  

My SciELO

Services on Demand

Journal

Article

Indicators

Related links

Share


Medifam

Print version ISSN 1131-5768

Medifam vol.11 n.9  Oct./Nov. 2001

 

EDITORIAL

¿Preparados para las crisis? 

 

El Dr. N. C. es médico de familia en Nueva York. En los días posteriores al 11 de Septiembre nos relata algunas de sus experiencias: 

"43 Public Health Service volunteers on a charter bus outside the Sheraton in Midtown Manhattan. Inspector Kelly, NYPD, immensely proud and thoroughly professional, greets us and escorts us with lights flashing. Our first shift will start at midnight; our mission is to provide medical support for the 2,000 rescue workers on the scene. In the crowded hotel lobby a few minutes ago we raised our right hands and repeated our oath of office; it felt corny at first, then it felt right, and when we finished everyone in the lobby cheered." 

"Los voluntarios del Servicio Público de Salud 43 en un autobús de línea fuera del Sheraton en el centro urbano de Manhattan. El inspector Kelly, de la policía del distrito de Nueva York, inmensamente orgulloso y completamente profesional, nos saluda y escolta con luces parpadeantes. Nuestro primer turno empezará a media noche; nuestra misión es proporcionar soporte médico a los dos mil trabajadores de rescate en la escena. En el atestado vestíbulo del hotel, hace unos pocos minutos, levantamos nuestras manos derechas y repetimos nuestro juramento oficial; al principio sonó frío, luego mejor, y cuando acabamos todo el mundo en el vestíbulo se animó." 

Los médicos de familia tenemos una formación versátil. Ello nos hace especialmente útiles en situaciones de desastre, donde este factor resulta crítico. 

"Now we're in a secure area, National Guardsmen all around in flak jackets, blue uniformed NYPD everywhere. The only traffic is huge trucks, ATVs, and emergency vehicles with flashing lights. We get respirators, hard hats, goggles, gloves, radio. There are five treatment centers around the periphery of the site. Tonight, I'm team leader for Vessey Treatment Station for the first shift; each team is about seven people. More briefings. We still don't know what to expect. We walk past lines of Con Edison trucks, ambulances, step over hoses and wires, into a gray and surreal scene. Every vehicle in New York with flashing lights seems to be here. Lit from all sides by stadium lights, "the pile" feels like a dragon's lair under siege. Framed by twisted metal, heaped up 10 stories in places and like a crater in the middle, thick smoke billows from a few points. Buildings around are scorched, dusted with gray ash, windows broken. The 20-story remnant skeleton of the south tower twists crazily, like the science fiction ruin of a coliseum, defying gravity. The smoke is acrid, full of plastic and formaldehyde. Ten days after the collapse, the surface of the pile is 200 degrees, the core is 600 with much hotter pockets. When the cranes pluck away surface debris, the exposed materials start to burn. Firefighters on long derricks look tiny as they hose down the hot spots. At different points on the pile you start to notice groups of men, bulldozers, teams with dogs. Sparks from a cutting torch shower briefly. Gigantic cranes swing overhead, moving girders. At the edge of the pile, where you can see detail, there is nothing identifiable - not a chair, not a desk, not a computer, not a body. The force of 110 stories imploding, crashing down, falling a thousand feet compressing each story into a three foot layer; there is nothing left. Nobody to rescue." 

"Ahora estamos en un área segura, la guardia nacional, todos con chalecos anti-balas y con el uniforme azul de la policía del distrito de Nueva York por todos lados. El único tráfico son enormes camiones, ATVs y vehículos de emergencia con luces intermitentes. Conseguimos respiradores, cascos, monos, guantes, radios. Hay cinco centros de tratamiento en la periferia del lugar. Esta noche, soy el jefe de equipo del primer turno del Vessey Treatment Station; cada equipo está formado por unas siete personas. Más instrucciones. Todavía no sabemos lo que nos vamos a encontrar. Dejamos atrás los camiones de Con Edison y las ambulancias; caminamos sobre las mangueras y las alambradas y entramos en una escena lúgubre e irreal. Todos los vehículos de Nueva York con luces centelleantes parecían estar allí. Iluminado desde todas partes por las luces del estadio, "el amasijo" parece la madriguera asediada de un dragón. En la escena enmarcada por metales retorcidos, se fueron levantando 10 montones en diferentes lugares; parecía que había un cráter en el medio, con oleadas de humo espeso desde diferentes puntos. Los edificios de alrededor estaban chamuscados, manchados de ceniza gris, las ventanas rotas. Los 20 pisos del esqueleto de la torre sur que permanecían en pie se derrumbaron de forma increíble, como las ruinas de un coliseo de ciencia ficción, desafiando la gravedad. El humo es corrosivo, lleno de plástico y formaldehído. Diez días después del colapso la temperatura de la superficie del amasijo es de 200 grados, la del núcleo de 600, con focos mucho más calientes. Cuando las grúas sacaron los escombros a la superficie, los materiales al descubierto empezaron a arder. Las figuras de los bomberos apagando los focos calientes son diminutas. En diferentes puntos del amasijo se empiezan a ver grupos de hombres, bulldozers y equipos con perros. Los centelleos intermitentes de una linterna se mostraban de forma débil. Gigantescas grúas se balancean sobre nuestras cabezas moviendo vigas. En el borde del amasijo, desde donde puedes ver los detalles, no hay nada identificable -ni una silla, ni una mesa, ni un ordenador, ni un cuerpo. La fuerza de 110 pisos explotando, derrumbándose, cayendo 1.000 pies, comprimiéndose cada uno de ellos en una masa de 3 pies; no ha quedado nada. Nadie a quien rescatar". 

Es difícil saber cómo los médicos de familia españoles reaccionaríamos en una situación parecida. Ojalá no debamos hacerlo nunca. Pero casi con toda seguridad actuaríamos al menos con tanta generosidad y sensibilidad como N.C., sobre todo si tenemos en cuenta el importante número de colegas que están o han estado comprometidos con ONGs en los últimos 10 años. Estos compañeros están doblemente preparados para emergencias de tipo catastrófico. Saben que en tales ocasiones es capital proponer en lugar de criticar, templar los nervios y tratar siempre de no culpabilizar al compañero, y tener una sonrisa en los labios incluso cuando sonreir es lo último que haríamos. Pero prosigamos con el testimonio que nos aproxima a aquellos acontecimietnos del 11 de septiembre que cambiaron la historia del mundo: 

"Our DMAT tent sits under the shattered front of the once-elegant Millennium Hilton, across the street from the burned out shell of a building and about 50 yards from the edge of the pile. The noise is constant: generators and diesels and grinding sounds; you have to shout to be heard across the tent. Small groups of men walk purposefully; they have long since given up avoiding mud puddles or rubble piles. Their clothes tell a story: Urban Search and Rescue. Crime Scene Investigation. Special Response Team. FBI. Port Authority Police. US Coast Guard. Firefighters from Seattle, Phoenix, Los Angeles, Detroit, everywhere. We learn that whole teams of police and firefighters have taken personal leave and paid their own travel to come here to help (...). Rescue workers stop by, picking up Tylenol and throat lozenges and moleskin. They don't even want to stop walking, don't want us to slow them down with questions, they want to get back on the pile. But our nurses are good; they sit them down, take off their boots, treat their blisters and give them new socks and shoe inserts. They start to talk, and we hear of 20 hour days and an incredible solidarity. Some go to sleep on the cot without realizing it, without meaning to. A few lacerations to suture. Somebody needs a breathing treatment. Irritated eyes to rinse and examine. It seems that everyone has a headache and a scratchy throat". 

"Nuestra tienda DMAT se asienta bajo el porche delantero del que fue una vez el elegante Millenium Hilton, a lo largo de la calle desde el esqueleto quemado de un edificio y alrededor de unas 50 yardas desde el borde del amasijo. El ruido es constante: generadores y motores diesel y sonidos molestos; tienes que gritar para ser oído a través de la tienda. Los pequeños grupos de hombres andan con un propósito; ya no piensan en no ensuciarse con los charcos de barro o los montones de escombros. Sus ropas cuentan una historia: Rescate y Búsqueda Urbana. Investigación de la Escena del Crimen. Equipo Especial de Rescate. FBI. Policía Portuaria. Guardia Costera de los EE.UU. Los bomberos de Seattle, Phoenix, Los Ángeles, Detroit, de todas partes. Hemos sabido que equipos enteros de policía y bomberos han dejado su ciudad y se han pagado el viaje para venir aquí a ayudar (...). Los trabajadores de rescate se detienen, recogen tilenol, pastillas para la garganta y pantalones de moleskin. 

Ellos ni siquiera quieren detenerse, no quieren que les entretengamos con preguntas, quieren regresar al amasijo. Pero nuestras enfermeras les sientan, les quitan las botas, curan sus ampollas y les dan nuevos calcetines y zapatos. Comienzan a hablar, y escuchamos sus veinte horas de trabajo diarias y su increíble solidaridad. Algunos van a dormir sobre la camilla sin darse cuenta de ello, sin querer hacerlo. Unas pocas heridas que suturar. Alguien necesita un tratamiento respiratorio. Ojos irritados que enjuagar y examinar. Parece que todo el mundo tiene dolor de cabeza y la garganta irritada". 

En escenarios de bioterrorismo va a haber tres declinaciones del saber: saber mandar, saber obedecer, saber improvisar. En nuestro país hay agencias y profesionales que se han especializado en catástrofes, y a ellos va a tocar el pesado papel de organizar a todo el voluntariado que en cada situación concreta pueda precisarse. Nuestra Sociedad Científica, la SEMfyc, ha demostrado estos días prudencia y saber estar. No se nos pedía más, y hemos cumplido. Nuestra Ministra apelaba a nosotros (y sus palabras fueron muy criticadas), pero sin duda lo hacía porque sabe el capital de confianza que el médico de familia se ha ganado a pulso en este país. ¿Por qué no verlo también desde esta perspectiva? Gracias, Sra. Ministra. Y ahora los expertos nos piden que serenemos ánimos, que tranquilicemos a la población, entre otros motivos porque cuando se suceden actos terroristas, la mitad del éxito consiste en alterar la vida cotidiana, sembrar el odio y el miedo a partes iguales. Pues de acuerdo, los médicos de familia lo haremos, desde cada uno de nuestros lugares de trabajo, no importa si pudiéramos discrepar de determinadas iniciativas, o falta de iniciativas. Cuando surgen situaciones especiales hay que ver la estrategia global, y colaborar con ella, porque los acontecimientos suelen ir tan deprisa que la reflexión y el debate hay que dejarlos para cuando sea posible, y priorizar la coherencia, la disponibilidad y, sobre todo, la rapidez. La Administración sabe que puede confiar en nosotros, y nosotros debemos confiar en estos profesionales especializados en protección civil y catástrofes, sin mengua de nuestras creencias políticas y religiosas: 

"New Yorkers are having to deal with the sympathy and eagerness of the rest of the world to help. They are not used to it. It took a while for many to realize that this was not just an attack on New York, but a loss for all of us. I am starting to see a silver lining to this catastrophe in the closeness and compassion that is being shared. Can we develop and use that feeling, or will it be overwhelmed by a rush to revenge? In the millions of American flags I feel a bond of compassion and sharing, a fragile feeling that could be so easily diverted into a patriotic war. But it's hard for me to imagine how anyone who has stood at the edge of the dragon's lair could wish for bombs to fall anywhere. 

I will close with a poem by Thich Nhat Hanh, that he wrote after the U.S. bombed Ben Tre city in Vietnam. The city of 300,000 was destroyed because guerrillas fired several rounds of unsuccessful anti-aircraft gunfire and then left. 

"Los neoyorquinos tienen que acostumbrarse a la compasión y al afán que tiene el resto del mundo por ayudarles. No están habituados a ello. Les llevó un rato a muchos darse cuenta de que esto no sólo era un ataque a Nueva York sino una pérdida para todos nosotros. Estoy empezando a ver un rayo de luz en esta catástrofe que es la cercanía y la compasión que está siendo compartida. ¿Podemos desarrollar y usar ese sentimiento, o será aplastado por un deseo de venganza? En los millones de banderas americanas siento un vínculo de compasión y de participación, un sentimiento frágil que podría fácilmente desembocar en una guerra patriótica. Pero es duro para mi imaginar cómo alguien que ha permanecido en el precipicio de la madriguera del dragón puede desear que las bombas caigan por todas partes. 

Terminaré con un poema de Thich Nhat Hanh, que escribió después de que los Estados Unidos bombardearan la ciudad de Ben Tre en Vietnam. La ciudad de 300.000 habitantes fue destruida porque las guerrillas lanzaron varias descargas de inútil fuego antiaéreo y luego se fueron.

FOR WARMTH

I hold my face in my two hands. 

No I am not crying. 

I hold my face in my two hands. 

To keep my loneliness warm 

two hands protecting, 

two hands nourishing, 

two hands preventing 

my soul from leaving me in anger. 

And a Haiku by Basho: 

Since my house burned down 

I have a clearer view 

Of the rising moon".

PARA LA CALIDEZ 

Sostengo mi rostro con mis dos manos 

No estoy llorando 

Sostengo mi rostro con mis dos manos 

Para guarnecer mi soledad 

dos manos protectoras 

dos manos afectuosas 

dos manos que previenen 

que mi alma se llene de cólera. 

Y un Hai Kai de Basho: 

Desde que mi casa se quemó 

Veo más nítidamente 

La luna creciente".



F. Borrell i Carrió

Creative Commons License All the contents of this journal, except where otherwise noted, is licensed under a Creative Commons Attribution License