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Index de Enfermería

versión On-line ISSN 1699-5988versión impresa ISSN 1132-1296

Index Enferm vol.14 no.51 Granada mar. 2005

 

ARTÍCULOS ESPECIALES


ORIGINALES

Inventario etnográfico de las parteras de Sierra Mágina. 
Aproximación a su relación con las Matronas 

Manuel Linares-Abad,1 Inés Moral-Gutiérrez,2 Encarnación Medina-Arjona3 y Salvador Contreras-Gila4


 

1Escuela Universitaria de Ciencias de la Salud. Universidad de Jaén, España
2Hospital Universitario Médico-Quirúrgico Ciudad de Jaén, España
3Facultad de Humanidades. Universidad de Jaén, España
4Instituto de Estudios Giennenses. Diputación Provincial de Jaén, España

CORRESPONDENCIA:
Correspondencia: Manuel Linares-Abad. Escuela Universitaria de Ciencias de la Salud. Universidad de Jaén. Paraje las Lagunillas s/n. Edif. B-3. Dep. 243. C.P. 23071. Jaén, España .mlinares@ujaen.es 

 

Manuscrito recibido el 25. 10. 2004

Manuscrito aceptado el 23 .12. 2004

Index Enferm (Gran) 2005;51:10-14

Resumen Abstract

Introducción. Los cuidados a las mujeres durante el parto han sido tradicionalmente prestados por mujeres. La partera tradicional ha jugado un papel decisivo en la asistencia al nacimiento en las  comunidades  donde vivieron en tanto que se producía la institucionalización de las profesiones sanitarias. Pretendemos por tanto, visibilizar la identidad de unas mujeres de una comarca concreta, Sierra Mágina (Jaén) y la relación que mantuvieron con matronas tituladas contribuyendo a la  historia de las gestoras del nacimiento desde la categoría de análisis de género.
Participantes y método. Se trata de un microanálisis realizado entre los meses de Enero y Agosto de 2004  con técnicas de investigación etnográfica. El ámbito de estudio es la comarca de Sierra Mágina y el objeto de estudio las parteras tradicionales.

Resultados. Hemos rescatado de la memoria colectiva y de las propias protagonistas los nombres o apodos de 41 parteras que ejercieron en Sierra Mágina desde principio hasta mediados del siglo XX.
Conclusiones. En Mágina ha habido un gran número de parteras sin formación académica que han prestado sus servicios a la comunidad en la primera mitad del siglo XX. Hubo variedad de relaciones con las matronas, influenciada por diversos factores. 

ETHNOGRAPHIC INVENTORY OF THE TRADITIONAL MIDWIVES OF MOUNTAIN MÁGINA: APPROACH TO THEIR RELATIONSHIP WITH THE TITLED MIDWIVES

Introduction. The cares to the women during the childbirth have been traditionally borrowed for women. The traditional midwives have played a decisive paper in the attendance to the birth in the communities where they lived as long as the installation of the sanitary professions. We seek therefore, to take out to the light the identity of a women of a concrete district, Mountain Mágina (Jaén) and the relationship that they maintained with titled midwives contributing to the history of the agents of the birth from the category of gender analysis.
Method. It’s a microanalysis carried out between the months of January and August of 2004 with technical of ethnographic research. The study environment is the district of Mágina and the study object the traditional midwives.
Results. We have rescued of the collective memory and of the own main characters the names and/or nicknames of 41 midwives that They exercised in Mountain Mágina from principle until half-filled of the XX century.
Conclusions. In Mágina there has been a great number of traditional midwives without academic formation that they have lent their services to the community in the first half of the XX century. There was variety of relationships with the titled midwives, influenced by diverse factors.

 

 

Introducción 

Los cuidados a las mujeres durante el parto han sido tradicionalmente prestados por mujeres y en un ambiente femenino.1 La partera tradicional ha jugado un papel decisivo en la asistencia al nacimiento en las comunidades donde vivieron en tanto que se producía el desembarco y la institucionalización de las profesiones sanitarias. El marcado carácter androcéntrico de la sociedad en la que vivimos se ha encargado de invisibilizar a estas mujeres, parteras, no dándole el valor y reconocimiento que les corresponde y prestando poca atención al estudio de los conocimientos que adquirieron por transmisión oral, de mujeres a mujeres.2 La asistencia al parto, ha sido un terreno vedado durante mucho tiempo a la autoridad masculina y sería por ello que los hombres decidieron su asalto argumentado en una actuación dañina de las parteras tradicionales que aumentaba las cifras de mortalidad materna e infantil.3 Dicho argumento fue más que suficiente para que los hombres cirujanos apoyados desde el Estado se adueñaran de esta práctica desde una formación favorecedora para ellos y muy desigual y discriminatoria para las parteras-matronas en un momento clave de inicio de la profesionalización sanitaria.4

Investigadoras e investigadores españoles han sacado a la luz el trabajo de parteras y matronas a lo largo de la historia, así como las relaciones que han mantenido con otros profesionales por delimitar un espacio de intervención propio. Teresa Ortiz Gómez ha realizado importantes investigaciones sobre parteras y matronas bajo la categoría de análisis de género. Arcas Ruiz analizó la distribución geográfica de matronas en la provincia de Granada entre 1927 y 1960.5 Los hermanos García Martínez y Valle Racero han descrito la historia e instrucción de parteras y matronas a través de fuentes primarias documentales, así como al calendario de fechas claves de la historia de las matronas en España.6 Siles González ha insertado en sus obras sobre historia de la Enfermería el devenir de la partería y la matronería.7 Entre otros, estos investigadores e investigadoras, han contribuido con sus trabajos a la historiografía de las mujeres que se dedicaron a la asistencia del nacimiento.

Pretendemos con este trabajo visibilizar la identidad de unas mujeres de una comarca concreta, Sierra Mágina, y  la relación que mantuvieron con las matronas tituladas y con la comunidad contribuyendo así a la historia de las gestoras del nacimiento desde la categoría de análisis de género, donde investigadores como Amezcua nos aportan datos sobre una partera de Noalejo,8 López Pegalajar sobre ritos de nacimiento en Mágina9 y Granero Alted y Cabrera Espinosa10 sobre costumbres de nacimiento en Arbuniel. Todos ellos han puesto ya su “lupa” documentando temas referidos a la maternidad.

Participantes y método

Se trata de una etnografía local de carácter retrospectivo, descriptivo y de análisis de contenidos. Los datos fueron recogidos entre los meses de enero y agosto de 2004. El ámbito de estudio es la comarca de Sierra Mágina, situada en el sur de la provincia de Jaén (Andalucía, España), el objeto de estudio las parteras tradicionales y el periodo estudiado el siglo XX. Los instrumentos utilizados para la recogida de información fueron los propios de la investigación etnográfica: entrevista grupal, entrevista semiestructurada y observación participante.

Con el propósito de recoger datos mediante entrevista grupal-grupo de discusión nos pusimos en contacto con las presidentas de las Asociaciones de Mujeres de los pueblos de Mágina. Le explicamos telefónicamente los objetivos de nuestro estudio y les comunicamos que queríamos seleccionar entre cuatro y seis informantes mujeres que cumplieran  los siguientes criterios:

-Que tuvieran memoria histórica.

-Nacidas y residentes en los municipios estudiados.

-Edad superior a 60 años.

-Madres o con experiencia directa con la asistencia a la maternidad.

Hemos recogido información para este trabajo de 13 entrevistas grupales (Albanchez de Mágina, Bélmez de la Moraleda, Cambil-Arbuniel, Mancha Real, La Guardia de Jaén, Jimena, Noalejo-Hoya del Salobral, Pegalajar, Huelma-Solera, Larva, Torres, Los Cárcheles y el último Bedmar-Garcíez) y de 10 entrevistas semiestructuradas individuales entre informantes, parteras, familiares y matronas.

Los instrumentos auxiliares utilizados para recoger la información, además de protocolos elaborados para las entrevistas, fueron una cámara digital que nos permitió completar nuestro estudio con documentos fotográficos y una grabadora por lo que intentamos evitar solapamientos en las intervenciones de las informantes en la entrevista grupal con el fin de realizar una trascripción de la entrevista más nítida y sin interferencias.

Resultados y discusión

Los resultados de este trabajo son parte de una investigación más amplia que tiene como objetivos la aproximación a la identidad y perfil social, familiar, académico, laboral y humano de las mujeres que ejercieron como parteras y matronas en la comarca de Sierra Mágina en el siglo XX y la descripción de las costumbres, creencias y valores en torno al nacimiento. Presentamos, por lo limitado del espacio del que disponemos, los nombres o apodos de las parteras por ámbito de actuación, haciendo hincapié solamente en el periodo de tiempo en el que prestaron sus servicios a la comunidad:

Albanchez de Mágina. Mariana la “Alpatrón” y María Paula Martínez hija de la anterior. La actividad de Mariana se centra entre 1920 y 1940 y la de su hija en la década de los 40 y 50 (coincidiendo con Francisca Fernández Fernández, matrona).

Bedmar-Garcíez. Antonieta o “Mariquita Antonia” de 1910 a 1920. Josefa Ortega Ortega, conocida como Josefa la “Damiana”. Partera que gozaba de una autorización del médico para asistir los partos. Su actividad como partera se centro entre 1920 y 1943.

Bélmez de la Moraleda. Agustina, asistió partos en la década de los años 30. Coetánea de la anterior pero algo más joven, Antoñica la “Pachirra”. Después Ana la de Serafín, ésta dejó de asistir partos a principios de la década de los 40. Aquí hubo un hombre que ayudaba a las mujeres en el momento del parto, era Paco “Chamiza”, de nombre Francisco Bruque, él no acompañaba a la partera, pero era solicitado cuando los partos se complicaban. Su práctica llegó hasta los años de la Guerra Civil. Purificación de la Torre Villarrasa, llamada Pura. Ejerció como partera en la época en que no había matrona entre 1947 y 1952.

Cabra del Santo Cristo. Este municipio ha estado servido de matronas desde principios de los años 30 hasta finales de los años 60. Una mujer llamada Elena hizo las funciones de partera eventualmente a finales de los años 60 y principio de los 70.

Cambil-Arbuniel. En los años 20 la partera era “Pilarica”, “Chacha Reina”, Isabel la de “Santos” y Ascensión Gámiz Ozáez entre la década de los años 30 y 50. En Arbuniel la partera que se dedicó a asistir los partos entre 1940 y 1950 fue Eduarda la “Sacristana”.

Campillo de Arenas. Fueron parteras Carmen Olmo, la “Boticaria”, Soledad la “Vitoño” y María Jesús hasta que llegó en 1948 la matrona titulada.

Cárcheles. “Mariquita” Ortega, que la sitúan asistiendo partos en la primera década del siglo XX. María la “Puerto Rico” en los Años 40. Coetáneas en el tiempo sin saber quien era mayor fueron “Anica la Cuadrica” y María Antonia la “Otiñera”, que asistieron partos en la década de los años 50.

Huelma-Solera. Carmen la “Chaparra” entre 1950 y 1960. En Cabritas, una pedanía de Huelma en dirección a Bélmez de la Moraleda, ayudaba a las mujeres “Angelica”. Corrían los años 40 cuando esta mujer ejercía como partera aficionada. También en esta pedanía trabajó como partera Catalina Hervás en los años 50. En los Patricios, una cortijada de Huelma estaba Ramona García Vilchez.

Jimena. Juanita la “Partera”, mujer que asistía a las mujeres en los años 20 y 30. Isabel la “Merina” en los años 40.

Jódar. En este municipio confunden a Catalina Hervás García con una partera tradicional pero era matrona titulada que ejerció desde la segunda mitad de la década de los años 20.

La Guardia de Jaén. Sebastiana, mujer mayor ya en la década de los años 50 y que marchó después a Madrid.

Larva. María Antonia la “del Reino”, esta mujer estuvo dedicada a la asistencia del parto hasta 1940 aproximadamente. Antonia, la “tía Gila”, ejerció su actividad desde mediados de los años 40 hasta que las embarazadas empezaron a trasladarse a los hospitales de Úbeda hace aproximadamente 35 años. Visitación López Pérez, Visi la “Tuerta”, tuvo sola a sus 8 hijos sin ayuda de ninguna persona y asistió a alguna de sus vecinas de Larva en la década de los años 60.

Mancha Real. La partera más antigua  es la “Farota” situada entre 1910 y 1920. Luego Dolores la “Bombi”, coetánea de la primera matrona de Mancha Real, ejerció entre 1920 y 1950. Fuensanta, de primer apellido Molina o Molinos y de segundo Ruiz, partera circunstancial.

Noalejo-Hoya del Salobral. Existía cierta confusión a cerca de quien fue la partera más antigua de entre las que recordaban pero por las fechas que barajaron sobre niños que recogieron, la “Isabelana” fue la más antigua alrededor de los años 20. Virtudes es otra partera que asistió partos entre los años 1930 y 1954. La última de las parteras empíricas que trabajó en el pueblo fue Francisca Santos Olmo, Paca la “Cachorra”, como la conocían popularmente. Nos informaron que estuvo asistiendo partos desde los años 50 hasta los últimos años de la década de los 70. Colaboró, informalmente, con Manuel Amezcua Martínez, enfermero en Noalejo, en la década de los años 80.

Pegalajar-La Cerradura. La única partera que recuerdan en Pegalajar es a Ana Pepa, ayudó en los partos de todas las madres de las informantes entrevistadas por lo que centramos su actividad en los años 20 y 30. En La Cerradura y en las cortijadas cercanas, María Antonia y Josefa Chica, conocida como Pepa la “Matarina”, a ambas la sitúan entre 1930 y 1950.

Torres. La única partera que recordaron antes de la llegada de la matrona fue a Juana la “Candileja”, una mujer que ayudó a mujeres desde principio del siglo XX hasta la llegada de la matrona titular al pueblo a mediados de los años 40.

Relaciones de las parteras con las matronas y la comunidad

Las relaciones que mantuvieron las parteras tradicionales o mujeres aficionadas, como también se les llama en esta comarca, con las matronas tituladas fueron más variables y menos homogéneas que con otros profesionales de la salud. Nos ha sorprendido la cantidad de parteras que se dedicaron de forma altruista a la asistencia de las mujeres de su comunidad en tanto que,  las matronas tituladas fueron ocupando sus plazas. Fueron mujeres que no pidieron pagos por su trabajo, excepto una partera de Bedmar con autorización del médico para asistir partos, recibían el pago por sus servicios en forma de regalos, productos que cubrían sus necesidades más básicas, desde un mandil o unas alpargatas hasta un puñado de garbanzos, pasando por un trozo de jabón o media alcuza de aceite, pero nunca pedidos por ellas. Era una economía de subsistencia para unas familias donde los ingresos de los hombres no eran suficientes. Oliver Reche en un estudio hecho en Chirivel, comarca de los Vélez de Almería, llega a resultados similares en cuanto al pago a las parteras tradicionales, eran regalos voluntarios11 los que se hacían la mayoría de las veces.

Nos consta, por los testimonios recogidos, que hubo un tiempo en el que el trabajo de mujeres aficionadas y matronas se mantuvo simultáneamente, estaban ahí y no se notaban, estaban dispuestas cuando sus vecinas o matronas necesitaban sus servicios. A las mujeres de Sierra Mágina les costó tiempo desprenderse de la labor realizada por quienes eran sus vecinas o familiares para dejar ese momento tan íntimo del nacimiento en manos de matronas, que la mayoría de las veces, venían de otros lugares de procedencia. A pesar de todo, esta transición no la hemos percibido traumática a través de los testimonios recogidos.

No olvidemos que el discurso higienista de mitad de siglo quería erradicar o eliminar las prácticas basadas en la fuerza de la costumbre sin fundamento científico.12 Desde los Consejos Nacionales de Matronas se propugnaba la lucha contra las intrusas. Las parteras de Sierra Mágina supieron difuminarse de la esfera del parto sin causar disturbios, sin que las mujeres notaran que llegaba el fin de una figura tan importante como controvertida a lo largo de la historia. Cuando las matronas ya ejercían como tales, las parteras eran necesitadas aún por quienes no tenían cobertura sanitaria o no tenían dinero para pagar los honorarios de una titulada. Las hubo que se resistían a parir con una extraña cuando los partos anteriores habían tenido un final feliz con las mujeres del pueblo de toda la vida. Esta resistencia al cambio de gestoras del parto lo percibieron las matronas y algunas le llamaron proceso de adaptación de las mujeres del pueblo a las matronas, pero ellas tuvieron también que adaptarse al medio donde trabajaron.

Matronas, parteras, practicantes y médicos configuraron el cuerpo de gestores del parto como en el resto de Andalucía de principios del siglo XX.13 Poco a poco las matronas fueron marcando su territorio y adquiriendo protagonismo hasta que los nacimientos fueron llevados de forma sistematizada en la década de los años 70 a las maternidades.  

Las reuniones mantenidas con las informantes arrojan el saldo de un sólo relato en el que la matrona pleiteó en los juzgados de Mancha Real con una partera tradicional. Fue la denuncia que Manuela González Peñas, matrona en Bedmar interpuso contra María Josefa Ortega Ortega, mujer que se había dedicado durante muchos años a la asistencia de los partos con la autorización escrita del médico que le habilitaba para este trabajo: “entonces se fue con el médico y cuando ya creyó que estaba para hacer un parto sola pues se fue, pero ella no tenía título ni tenía nada, pero tenía su papel del médico como dándole permiso para hacer los partos” (Josefa Marín Delgado, contando los inicios de su abuela).

 Fueron también relaciones de conveniencia y a veces de necesidad, en unas ocasiones la matrona necesitaba ausentarse de pueblo y las parteras descargaban de trabajo a médicos y practicantes que debían suplirla. Aunque había reglamentación que regulaba que la matrona que se ausentara por enfermedad o por asuntos personales tenía que proponer una suplente para que la cubriera, la realidad fue que se ausentaban por un día o dos para ir a la capital por diversos motivos sin que otra matrona la sustituyera. Hicieron, no todas, “la vista gorda” en algunas ocasiones, sobre todo cuando se ocupaban de mujeres que sabían que recurrían a ellas por la escasez de recursos o se identificaban como familiares directos: “Cuando yo venía a Jaén ella aprovechaba y alguna ya que no quería porque subí la cuota y ya no eran los doce duros, que era ya más dinero, pues las pobreticas por ahorrarse la llamaban a ella, la que tenía un poquito de dinero y de eso no las llamaban, eran más bien pobrecillas mujeres. Ni me decía adiós, me ha respetado siempre. Le decía yo a mujeres que estaban con ella ‘aquí en Huelma no hay más que una matrona y puericultora, aquí hago yo de todo’. Yo decía: pobretica, un día fui yo porque me enteré que una mujer había tenido un desgarro grande y dije yo: esta mujer tendrá que clase de... ¿estará bien? ¿irá a arreglarla? ¿a lavarla? ¿tendrá bata? ¿tendrá guantes?” (Francisca González Cabrera, Matrona en Huelma). “Cuando doña Paz se iba de viaje se lo decía a la otra, a Juana la Candileja. Cuando doña Paz estaba aquí si se tenía que ir a algún sitio también, pues se quedaba el médico o el practicante. Cuando doña Paz estuvo de viaje yo estaba mala y dije ‘Dios quiera que esté aquí cuando sea mi parto’, nos daba más vergüenza del practicante” (informante de Torres de 71 años de edad).

También se dieron situaciones de partos simultáneos y la matrona ordenaba a las vecinas que avisaran a estas mujeres parteras para que se ocuparan, generalmente, del parto que presentaba menos complicación: “La mujer bajó dos o tres veces al día pero aquella noche se puso otra mujer de parto la de ‘piernas’ que está casá con el jabonero, ¿te acuerdas tú de ella? y le venía la chiquilla muerta y entonces subió ya que estaba el parto y le dijo doña María a mi madre y a mi suegra ‘Que asistas a tu hermana porque yo no puedo dejar sola a esta muchacha, porque esta muchacha viene la criatura muerta y tengo que estar yo allí a la fuerza’. Y entonces ya de que acabó con la otra, ya bajó a mi casa pero entonces estaba ya mi hijo en el mundo y yo lavá y to” (informante de Mancha Real de 81 años de edad).

En los pueblos donde las matronas tenían más edad, las parteras eran más dadas a intervenir: “Si te venía muy rápido y esta, Doña María no había llegao, decía María Dolores ‘Mira que cuando venga Doña María que le digáis que es que venía muy deprisa’ vaya que luego le sentara mal a Doña María. Eran cuatro compromisos na más, venía muy rápida y María Dolores es que hacía ese favor” (informante de Mancha Real de 65 años de edad). “Les decía doña Carmen ‘anda ve y le recoges a fulana que yo no puedo subir, que ya no puedo’. Había muchas cuestas y la mujer estaba mayor y mandaba a Isabel o a Agustina o a cualquiera” (informante de Cambil de 72 años de edad).

Hubo matronas que guardaron celosamente su trabajo y la relación con las parteras de toda la vida no iba más allá del obligado saludo de cortesía cuando se cruzaban en la calle: “Estando mi madre allí nadie se metió en su trabajo, la respetaron siempre muchísimo, mi madre no quería ayuda, mi madre no quería delegar en nadie para estar ella más libre” (informante hija de Plácida López Rodríguez, matrona en Cabra del Santo Cristo).

No obstante eran los médicos los primeros interesados en hacer desaparecer el trabajo de las parteras, les interesaba más el trabajo que hacían las matronas, les daba más seguridad y tranquilidad, ellos eran los que más velaban por erradicar el intrusismo profesional. Donde no pudieron desligarse del trabajo de las parteras era en pedanías como La Cerradura o municipios como Arbuniel, Noalejo o Larva. En el tiempo estudiado, en Larva no nos han informado que hubiera matrona titulada. En Noalejo el paso de las matronas fue allá por los años 30 y después de forma efímera en 1951-1952. Francisca Santos Olmo, Paca la “Cachorra”, hizo valer su hegemonía, las mujeres con más recursos iban a Granada a parir a sus hijos.

Conclusiones

En la comarca estudiada ha existido de forma generalizada una partería tradicional o proto-matronería al estilo de siglos pasados que ha perdurado hasta bien entrada la segunda mitad del siglo XX.

Hemos localizado el nombre o los apodos de 41 mujeres y un hombre singular de Bélmez que tuvieron como oficio la partería. Hubo variedad de relaciones con las matronas y la comunidad, influenciada por diversos factores como la reticencia de las mujeres a parir con matronas, los escasos recursos económicos de las familias, las relaciones de parentesco, la necesidad de ausentarse de las matronas y de ayuda por parte de las parteras en nacimientos simultáneos o la influencia de médicos por erradicar el intrusismo de las mujeres que basaban su trabajo en conocimientos no científicos. En cualquier caso hubo convivencia, aunque diferente, entre el oficio de las parteras y la profesión de las matronas, como diferentes fueron las realidades de cada municipio. Las parteras han jugado un papel decisivo en las comunidades donde ejercieron y por este motivo traemos a este trabajo algunos de los datos que hemos podido recoger acerca de su identidad en justo reconocimiento a los cuidados que realizaron en el proceso de nacimiento de las mujeres de su comunidad.

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