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Index de Enfermería

versión On-line ISSN 1699-5988versión impresa ISSN 1132-1296

Index Enferm vol.17 no.2 Granada abr./jun. 2008

 

ARTÍCULOS ESPECIALES

TEORIZACIONES

 

La construcción mediática de la Enfermería

The media construction of the nursing one

 

 

Mª Luisa Rodríguez-Camero1, Noelia Rodríguez-Camero2, Rodrigo Azañón-Hernández3

1Diplomada Universitaria en Enfermería. Licenciada en Antropología Social y Cultural. Empresa Pública de Emergencias Sanitarias. EPES-061 Servicio Provincial de Granada, España.
2Diplomada Universitaria en Enfermería. Helicópteros Sanitarios. Marbella, Málaga, España.
3Diplomado Universitario en Enfermería. Empresa Pública de Emergencias Sanitarias. EPES-061 Servicio Provincial de Granada, España

Dirección para correspondencia

 

 


RESUMEN

Los medios de comunicación contribuyen a la formación de las identidades profesionales, así como a los estereotipos en torno a éstas. Actualmente en numerosas cadenas de televisión se han puesto de moda unas series que recrean la vida de los profesionales del campo de la salud. Series derivadas del éxito televisivo de la producción norteamericana “Urgencias”, tales como “Hospital Central”, “House”, “MIR”, “Anatomía de Grey”, etc. Este artículo analiza cómo en el proceso de socialización de las profesiones, los medios de comunicación pueden presentar una imagen estereotipada de la enfermería, que determina la percepción que la sociedad tiene en torno al rol enfermero.

Palabras clave: medios de comunicación, identidad profesional, series de televisión, rol enfermero.


ABSTRACT

The mass media contribute to the formation of the professional identities, as well as to the stereotypes environment to these. At present, in many television channels they some series that amuse the life of health professionals. Series, all she by-products of the television success of the production American “ER”, such as "Hospital Central ", "House", "MIR", "Grey’s Anatomy", etc. This article, analyzes how the mass media can present a stereotyped image of the nursing that can influence the process of socialization of the professions, determining the perception that the society has about the nurse role.

Key-words: mass media, professional identities, television series, nurse role.


 

Socialización y adquisición de identidades profesionales

En el proceso de socialización, el individuo adquiere el conocimiento a través de los padres, en primer lugar, dando lugar a la socialización primaria y es, en la socialización secundaria, cuando se adquiere el conocimiento específico de "roles", “estando éstos directa o indirectamente arraigados en la división del trabajo”.1 El carácter de la socialización secundaria de una profesión “depende del status del cuerpo de conocimiento de que se trate dentro del universo simbólico en conjunto”.1 Así, el individuo, perteneciente a una disciplina cualquiera, adquiere la identidad de su profesión, a través de lo que los significantes implicados en su socialización esperan de éste. En palabras de Berger y Luckmann, “los otros significantes… ocupan una posición central en la economía del mantenimiento de la realidad y revisten particular importancia para la confirmación continua de ese elemento crucial de la realidad que llamamos identidad”.1

Gracias al proceso de socialización secundaria, los individuos llegan a ser lo que los otros lo consideran. Aunque en la totalidad de la situación social del individuo, también está involucrada la confirmación de la realidad, tenemos que tener en cuenta que “los otros significantes ocupan una posición privilegiada en esos procesos”. Podríamos decir que ambos son importantes, es decir, que “la realidad subjetiva depende de la base social específica y de los procesos sociales requeridos para su mantenimiento”. Por tanto, es necesario entender que “la identidad surge de la dialéctica entre el individuo y la sociedad” .1

En lo que respecta a la Enfermería como profesión, podré adquirir la identidad enfermera cuando, además de ser diplomada en enfermería, los demás vean en mí, señas identitarias de la profesión, es decir, los demás deben confirmar esta identidad. La identidad, podría ser definida como “el lado subjetivo de la cultura considerada bajo el ángulo de su función distintiva”,2 por medio de ésta, “una cosa u objeto particular se distingue como tal de las demás de su misma especie”.3 Es decir, lleva implícita la necesidad de distinguirse del resto, además de tener “que ser reconocida por los demás en contextos de interacción y de comunicación”.2 Este hecho de “distinguibilidad” conlleva la presencia de una serie de “elementos, marcas, características o rasgos distintivos que definan de algún modo la especificidad, la unicidad o la no sustitubilidad de la unidad considerada”.2

Todas las identidades, que pueden ser tanto colectivas como individuales, necesitan de un reconocimiento social para que existan pública y socialmente. Por tanto, es necesario una doble dimensión, “la identificación (capacidad del actor de afirmar la propia continuidad y permanencia y hacerlas reconocer por otros) y de la afirmación de la diferencia (capacidad de distinguirse de otros y de lograr el reconocimiento de esta diferencia)”.2 La afirmación de estas identidades se produce en confrontación con el resto de identidades. Esto ocurre en un proceso de interacción social, donde lleva implícito que de manera frecuente se produzcan relaciones desiguales. Los elementos diferenciadores del profesional enfermero, por ejemplo, hace que se sienta perteneciente al colectivo, como “siendo” una serie de atributos, de características; y como “cargando” un pasado biográfico; “una red de pertenencias sociales (identidad de pertenencia, identidad categorial o identidad de rol); una serie de atributos (identidad caracteriológica); y una narrativa personal (identidad biográfica)”.2

Estos atributos considerados como aspectos de su identidad, “se trata de un conjunto de características tales como disposiciones, hábitos, tendencias, actitudes o capacidades, a lo que se añade lo relativo a la imagen del propio cuerpo”.4

El concepto de identidad lleva unido el concepto de rol, definiéndose éste como la conducta o comportamiento que se espera de cada individuo en virtud del estatus que ocupa o desde el que actúa. Para cada individuo, su estatus le obliga a unos comportamientos que están tipificados de antemano. Los roles se originan en un proceso de habituación que trasciende lo individual y pasa a ser compartido. Los individuos en su interacción, construyen sus roles: definiéndolos, modificando los ya establecidos. Ante esto nos preguntamos ¿qué esperan los demás de lo que debe ser un profesional de la enfermería? ¿cuál es el rol atribuido al mismo? ¿es la enfermería lo que esperan los demás o tiene capacidad de cambiar el rol asumido a lo largo de su historia como profesión del cuidado? ¿qué imagen presentan los medios de comunicación acerca del rol del profesional enfermero?

 

Rol enfermero y medios de comunicación

Los medios de comunicación de masas “son formas de comunicación unilateral, indirecta y pública. Contrastan, pues, de manera triple con la forma de comunicación humana más natural, la conversación”.5 Walter Lippmann mostró que los medios de comunicación graban los estereotipos a través de repeticiones, y que “éstos sirven de ladrillos del "mundo intermedio", de la pseudorrealidad que surge entre la gente y el mundo objetivo exterior”.6 Los medios de comunicación contribuyen a la formación de la opinión pública, es decir, “la opinión dominante que impone una postura y una conducta de sumisión, a la vez que amenaza con aislamiento al individuo rebelde y, al político, con una pérdida del apoyo popular”.2 La opinión pública no es más que “un imaginario social, al igual que las emociones o la noticia, pero elevada a la categoría de institución”.7 A este respecto, y según una teoría ampliamente aceptada como el fenómeno de la espiral del silencio, los medios de comunicación, en palabras del propio R. Dittus, “son la fuente más importante de observación de la realidad con que cuenta el individuo para enterarse de cuáles son las opiniones dominantes y cuáles las que conducen al aislamiento... Lo que dicen o dejan de decir los medios de comunicación es relevante en la construcción de la opinión pública”.7 Es posible explicar el poder de los medios de comunicación, cuando analizamos su rol “como agentes constructores de la realidad social”.7 Se les confiere la capacidad de crear simbólicamente lo normal, lo aceptado por todos, de alguna forma, lo que es cotidiano. “Construyen lo real”;8 “aún cuando, como diría Paul Watzlawick, se trata de una versión de la realidad entre muchas otras, y no por ello más o menos válida”.9

Los medios de comunicación, se han legitimado como "reflejos de la realidad" o "depositarios de la verdad", esta categorización se ha entendido gracias a la definición del proceso de institucionalización de las prácticas y roles de Berger y Luckmann. Los medios no muestran la realidad objetiva, “sino una versión determinada de ella... Desempeñan un papel central en el enmarcamiento interpretativo (framing) de la realidad”.10 Luhmann señaló que los medios de comunicación, son capaces de elaborar una serie de complejas reducciones del entorno de los hechos pensados para los receptores, en este caso la audiencia. De esa manera, lo que la audiencia recibe es una “esquiva multiplicidad de determinaciones de lo real de forma mediada, filtrada y seleccionada de la realidad”.11 En estas reducciones a las que hacemos referencia, es posible encontrar, una serie de “estructuras y procesos cognitivos, tales como patrones y modelos interpretativos, categorías, esquemas conceptuales, definiciones, jerarquizaciones, estereotipos que median entre los actores sociales y la realidad, etc”.10 McQuail afirma que los medios de comunicación confirman los valores dominantes de una comunidad, a través de la combinación entre “la decisión personal e institucional, la presión externa y previsión de lo que espera y desea una audiencia grande, dispersa y heterogénea”.12 Por otro lado, Enzensberger define los medios como “la industria elaboradora de la conciencia que tiene como negocio vender la jerarquía social existente”.13 Por lo tanto, “los medios son utilizados por ciertos grupos como instrumentos para conseguir y mantener la hegemonía en la sociedad y forjar un consenso alrededor de diversos temas”.10 La denominación del cuarto poder para los medios se la debemos a Edmund Burke, el fourth estate, aunque debemos de ser cautos a la hora de contemplar las posibilidades de éstos. En palabras de Bernardo J. Gómez Calderón, “es un axioma aceptado en comunicación, que los medios no se limitan a reflejar la realidad, sino que en buena medida contribuyen a crearla”.14 De acuerdo con ello, estaría aceptada la existencia, por un lado, de una realidad verídica, y por otro, de una realidad mediática. Esta segunda realidad debería ser un reflejo de la verdadera realidad, pero en realidad sólo se construye con aquellas partes que más interesa. Esta realidad distorsionada, es esquemática y simple, además atiende a la selección del emisor y “obedece a los cánones ideológicos, sociales, económicos, culturales e incluso religiosos de éste”.14

George Gerbner,15 en su “teoría de la cultivación”, atribuye al medio televisivo, y sobre todo a los géneros de ficción, un papel fundamental en la construcción de representaciones mentales de la realidad en las sociedades contemporáneas. “Cuantas más horas se sumerge un individuo en el mundo de la televisión, mayor es la coincidencia entre la concepción que éste tiene de su entorno y la representación televisiva del mismo, de modo que su idea de lo que le rodea no se ajusta a lo que de hecho es” (Wolf, 1994, pp97-98 cit. por Gómez Calderón, 2005).16 Los medios de comunicación serían responsables de hacer llegar a la opinión pública una imagen que se puede o no acercar a la realidad del rol enfermero, es decir, las atribuciones esperadas por la sociedad como pertenecientes a la identidad enfermera.

 

El estereotipo de la enfermera presentado en televisión

El consumo televisivo en España durante el año 2006 fue de 217 minutos de media, es decir, 3 horas y 37 minutos diarios, y en países como Portugal, EE.UU. o Japón, alcanzaron las 4 horas.17 Se puede decir por tanto que “los medios juegan un papel importante en la formación de nuestra individualidad, de las ideas que tenemos sobre las demás personas, y del lugar que podemos ocupar en el mundo”.18 La audiencia absorbe las representaciones sociales que se emiten desde la televisión sin discernir entre lo que es realidad verídica y lo que es realidad mediática, de esa manera existe una confusión entre lo que se entiende como válido y lo que no. Los medios pueden influir también en la idea que el individuo tiene de los distintos roles sociales, estos roles sociales, están frecuentemente estereotipados.

Según MacMahon y Quin (1997, p.139), los estereotipos se tratan de concepciones populares sobre un grupo de personas que las categoriza de acuerdo con sus apariencias, comportamientos y costumbres. Estas imágenes prefabricadas refuerzan los prejuicios y convicciones que tiene el individuo sobre los objetos, las clases sociales y las instituciones de su entorno más cercano. Es importante recordar que los estereotipos son instrumentos de desigualdad y discriminación sexual.19 Según Allende (1997)20 podríamos definir las características del estereotipo como:

a) Anula la complejidad de un asunto o de los orígenes históricos, culturales, religiosos o económicos de un grupo o tipo social concreto.

b) De todas las realidades posibles, elige una, simplista y reduccionista, que conduce a una visión maniquea de las relaciones sociales.

c) Opera sobre roles de inferioridad y superioridad, sobre todo en cuanto al género de los individuos (hombre frente a mujer) y a su etnia (hombre blanco frente al resto).

“Los medios de comunicación ofrecen un gran número de estereotipos, ya que necesitan audiencias masivas, y es una forma fácil y rápida de llegar a la población”.14 “Crear una identidad colectiva del otro a partir de estrategias discursivas de simplificación y homogenización facilita el arreglo de estereotipos y la construcción simbólica de una jerarquización cultural y social”.21 “Los medios establecen, en gran medida, el régimen de visibilidad y reconocimiento público de las identidades colectivas”.22

En los últimos años, se han puesto de moda una serie de producciones televisivas que recrean la vida de los profesionales que trabajan en el sistema sanitario; series todas ellas derivadas del éxito de la producción norteamericana “Urgencias”, tales como “Hospital Central”, “House”, “MIR”, “Anatomía de Gray”, etc. La serie “Hospital Central”, se sitúa como la quinta serie de ficción más vista en el año 2006.17 En estas series se ponen al descubierto las llamadas identidades mediáticas, es decir, aquellas que son objeto de producción y difusión. Podríamos decir que, siguiendo a Sanpedro,22 “los verdaderos gestores de las identidades públicas contemporáneas son los medios de comunicación… la fuerza de las identidades mediáticas se condensa en la frase de Quien no sale en los medios, no existe”.

Estas identidades mediáticas que se han mostrado en los últimos años a la población a través de series televisivas de gran éxito cuentan con “favores mediáticos”, ya que les es posible de esa manera fijar los atributos de su identidad como perteneciente al grupo. Tienen la posibilidad de definir una identidad que no pueda poner en riesgo su estatus social, aunque también es verdad que “si los medios no reproducen de algún modo el discurso identitario de la calle, perderían audiencia”.22 “La lógica mediática responde a una pluralidad de intereses: las fuentes con poder, los propios comunicadores, los grupos de presión y los imperativos publicitarios derivados de las audiencias más ricas o más numerosas”.23

La presencia de determinadas identidades mediáticas suelen coincidir con aquellos grupos sociales que disponen de más recursos sociales, económicos o culturales. En palabras de Víctor Sampedro “La estructura de oportunidad mediática, aplicada a las identidades, se refiere a la posibilidad de que los actores sociales fijen su identidad”.22 En la televisión se ponen al descubierto una serie de identidades mediáticas que forman todo un “mercado de las identidades”, que responden y recrean los roles subordinados de aquellos que poseen menos recursos sociales, económicos y políticos. “La visibilidad pública de las identidades se ajusta a una estructura de oportunidad mediática que tiende a aumentar la desigualdad acumulativa en el nivel simbólico”.22

Hasta ahora, hemos visto cómo los medios de comunicación contribuyen a la formación de las diferentes identidades, así como a la formación del rol que se entiende propio de los profesionales que ejercen su labor como enfermeros y enfermeras. Hemos visto como en esta construcción mediática de la identidad pueden aparecer estereotipos que no se corresponden con lo que el propio profesional entiende que forma parte de sus atributos y características definitorias dentro de la profesión. Pero, ¿cómo se articulan los estereotipos mediáticos con los roles verdaderamente propios de la profesión del cuidado?

 

La profesión del cuidado y el género, puestos en escena en Urgencias y Emergencias

Las profesiones son deudoras de una forma de reproducción social basada fundamentalmente en los títulos, así el proceso de socialización profesional supone adquirir la capacidad y el conocimiento necesario junto con la identidad ocupacional. Consideramos una profesión como:

-Grupo de trabajadores que comparten valores afines

-Conjunto sistematizado de conocimientos teóricos que guían la práctica: patrimonio intelectual

-Se define como un servicio a la comunidad

-Orienta el servicio de sus miembros hacia elementos de mucha importancia desde el punto de vista humano

-Adquiere autoridad derivada de la necesidad acreditada de su servicio

-Goza de autonomía indiscutible y pericia distintiva

-Se sitúa en una relación de respeto y colaboración con otros profesionales

-Ejerce su propio control sobre el servicio ofrecido a la población

-Está legalmente reconocida como profesión y aceptada socialmente como tal

-Ha desarrollado una cultura propia

Freidson vio en la práctica médica el prototipo de profesión basada en la posesión de un monopolio de saber y de práctica, en el dominio sobre la propia actividad y otras afines, y en la autonomía en las formas de organización como grupo.24 La ley de Ordenación de Profesiones Sanitarias (ley 44/2003) de 21 de noviembre “estructura como profesión sanitaria de nivel diplomado el título de Diplomado en Enfermería, la cual sin perjuicio de las funciones que, de acuerdo con su titulación y competencia especifica corresponda desarrollar a cada profesión sanitaria, son funciones de nivel diplomado enfermero: la dirección, evaluación, prestación de los cuidados de enfermería orientados a la promoción, mantenimiento y recuperación de la salud, así como la prevención de enfermedades y discapacidades”. La profesión de Enfermería está regulada por el Real Decreto 1231/2001 de 8 de noviembre.

Se identifica como bien intrínseco de la enfermería, aquello que la profesión proporciona de forma única a la sociedad y que constituye un servicio indispensable para su mantenimiento, “el cuidado”, algo que desde antaño ha sido considerado inferior, femenino, maternal, religioso, perteneciente a la esfera doméstica; opuesto a la técnica, al método, como “sólo cuestión de un poco de humanidad”. Incluso, autores como Ubaldo Martínez apuntan que “la actividad del cuidado tiene su origen en el ámbito de lo privado, de la familia y, a lo sumo, de la comunidad”.25 y donde “en un primer momento, se entendía como una de las características propias de la situación vital de la mujer”. Sin embargo, “los actos y decisiones del cuidado marcan la diferencia en la consecución en el proceso de curación; el cuidado es el ingrediente más esencial y crítico en cualquier proceso curativo”.26

La enfermería, dotada de autonomía y pericia distintiva, aparece en los medios de comunicación con señas de identidad que no se corresponden con los atributos identitarios que ese colectivo reconoce como suyo. Aparece ejerciendo un papel subordinado al médico y presentando estereotipos que están ligados al género. A esto hay que sumar que los resultados de la intervención enfermera han permanecido invisibles, ya que la evaluación y el seguimiento han estado basados en sistemas con un claro sesgo biomédico y que han servido para atribuir resultados globales del servicio, pero no para discernir el efecto de la intervención enfermera.27 Así, cuando desde el paradigma actual se pretende describir la práctica enfermera, se reduce a una mera descripción de tareas y poco más.28-30 Además, en entornos donde los hechos transcurren con celeridad, como es el caso de las Emergencias, Urgencias y UCI, aún se torna más difícil este discernimiento.31 Pero el cuidado emplea la reflexión, el pensamiento crítico, la integración de creencias y valores de la persona, el juicio clínico, la intuición y la aplicación de conocimientos.32 Además, la práctica enfermera obtiene resultados en torno a la duración de la estancia hospitalaria, la aparición de complicaciones, la satisfacción del usuario, nivel de confort, capacidad cognitiva, nivel de autocuidado al alta, reincorporación laboral, etc.33,34

Knaus et al. demostraron en un estudio multicéntrico cómo distintos aspectos de la Enfermería ejercida en las UCI (continuidad de cuidados, comunicación médico-enfermera, entre otros) establecían diferencias de mortalidad en unidades de críticos de distintos centros hospitalarios.35 Idénticos resultados obtuvieron Mitchell et al.36 en otro análisis multicéntrico de la excelencia de la enfermera de UCI realizado también en la década de los ochenta. Resulta contradictorio, que se presente una imagen del profesional enfermero como realizador de tareas que complementan la intervención médica (también de suma importancia) y se dejen de lado aspectos que tienen que ver con la valoración de las necesidades de la persona y sus respuestas humanas. Por otro lado, el género, como organizador de profesiones sanitarias,37 contribuye a que todas las construcciones mentales en torno a éste se vinculen con la percepción que tenemos del profesional (desautorización de su conocimiento, negación de autoría, cuidar no es lo importante, etc).

Los problemas que plantea el hecho de la invisibilidad de las mujeres, así como la invisibilidad de su aporte a la economía, repercute directamente en una profesión que fundamentalmente ha estado ligada a lo largo de la historia a las mujeres. La Enfermería ha tenido y tiene que lidiar con el hecho de que ha sido la gran perjudicada por esta invisibilidad del trabajo ligado a la esfera privada.38 “Las mujeres, apenas salen en los medios; y cuando salen, su imagen va asociada a la falta de estatus y poder. Los hombres, por el contrario, son ampliamente representados y sus imágenes son más diversas y abarcan posiciones de más poder”.18 La imagen que se presenta en los medios de comunicación conjuga una serie de valores que tienen que ver con el cuidado, con el género, con la esfera pública y privada, con la subordinación del cuidado frente a la curación, etc.

Sería por tanto importante explorar, con métodos de índole cualitativos, a través del análisis del discurso, las distintas categorías que influyen en la representación del rol enfermero, ya que parecen decisivos al menos dos elementos en la construcción del mismo: por un lado “el cuidado” y todas las representaciones simbólicas en torno a éste y por otro, “el género”. Podríamos analizar cómo se construyen las identidades del médico y del resto de profesionales sanitarios (auxiliares, técnicos, etc.) en su relación con la Enfermería. En este análisis deberíamos observar por ejemplo el vestuario de las enfermeras, su capacidad de distinción con el resto de profesionales, si se trata de enfermero/enfermera (hombre o mujer), la edad, el atractivo físico, su inteligencia aparente, el tiempo que dedica a la realización de tareas delegadas por otro profesional como es el médico, el tiempo que dedica a la realización de cuidados del rol independiente de la Enfermería, el trato recibido por sus compañeros, la existencia de superiores y subordinados, el trabajo en equipo, la competencia, etc. Todas estas variables, nos llevarían a construir exactamente el estereotipo de profesional enfermero/enfermera presentado en las series de televisión, para hacernos una idea de cómo la sociedad recibe la información de lo que es un profesional de la Enfermería.

Parece importante, pues, por parte de la Enfermería y auxiliándose en otras disciplinas capaces de comprender la realidad y a su vez explicarla (como es el caso de la Antropología), tomar conciencia de las representaciones simbólicas que en torno a ella existe, para hacer firme una identidad, que debe huir de estereotipos basados en un conocimiento sesgado de la realidad y abogar por representar a la opinión pública, la realidad verídica de la relevancia de los cuidados.

 

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Dirección para correspondencia:
Mª Luisa Rodríguez Camero.
Carretera de Murcia S/N.
Urb. Mirador de Rolando Fase II Casa 8.
18011 Granada-España
mlrodriguez@gr.epes.es

Manuscrito recibido el 14.07.2007
Manuscrito aceptado el 24.09.2007

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