SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.22 número1-2El Mundo material para los Cuidados de EnfermeríaGrupo focal: una técnica de recogida de datos en investigaciones cualitativas índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

Links relacionados

  • En proceso de indezaciónCitado por Google
  • No hay articulos similaresSimilares en SciELO
  • En proceso de indezaciónSimilares en Google

Compartir


Index de Enfermería

versión On-line ISSN 1699-5988versión impresa ISSN 1132-1296

Index Enferm vol.22 no.1-2 Granada ene./jun. 2013

https://dx.doi.org/10.4321/S1132-12962013000100015 

ARTÍCULOS ESPECIALES

TEORIZACIONES

 

División sexual del trabajo y Enfermería

Gender division of labor and nursing

 

 

Angélica Mosqueda-Díaz1, Tatiana Paravic-Klijn2, Sandra Valenzuela-Suazo2

1Escuela de Enfermería. Universidad de Valparaíso, Chile.
2Facultad de Medicina, Departamento de Enfermería. Universidad de Concepción, Chile

Dirección para correspondencia

 

 


RESUMEN

La división sexual del trabajo, genera que hombres y mujeres se distribuyan ta-reas e ingresen al mundo laboral de forma diferenciada. Considerando que la Enfermería es ejercida mayoritariamente por mujeres, se realiza un análisis sobre el impacto que ha tenido la división sexual del trabajo en enfermería. Se caracteriza el trabajo reproductivo y productivo, y se analiza la segregación que vivencia la mujer a través de los argumentos aportados por los enfoques económicos y de género. Entre las conclusiones destaca que la subvalorización de la Enfermería es consecuencia de la desvaloración del trabajo femenino y del cuidado a nivel social, como consecuencia de arraigados prejuicios de género. Situaciones que se han comenzado a revertir, las mujeres han logrado hacer visibles las desventajosas condiciones en las que se desempeñan y la Enfermería se ha fortalecido como disciplina profesional demostrando su validez social y científica.

Palabras clave: Trabajo de Mujeres, Atención de Enfermería, Enfermería y Género, División sexual del trabajo.


ABSTRACT

Gender division of labor generates that men and women distribute tasks and join workforce in differentiated ways. Provided that nursing is practiced mostly by women, an analysis is performed about the impact that work division by gender has had on nursing. Reproductive and productive analysis is characterized and segregation by women through arguments given by economical and gender perspective is analyzed. Among some conclusions, nursing undervaluation is a consequence from down-grading of female labor and social care because of deeply-rooted gender prejudice. Situations which have started to revert, women have achieved to make visible certain disadvantaged conditions in which they practice their occupation, and nursing has been strengthened as a professional discipline showing social and scientific validity.

Key words: Women Working, Nursing Care, Nursing and Gender, Gender division of labor.


 

Introducción

La división sexual del trabajo se define como el reparto social de tareas o actividades según sexo-género. Se refiere a la existencia de procesos de sexualización de la división social y técnica del trabajo, lo que genera una inserción diferenciada de hombres y mujeres al mundo laboral.1 La división de las actividades entre hombres y mujeres no es nueva, desde el origen de las sociedades se ha realizado una distribución de tareas en el interior de las familias. Utilizando como criterio la fuerza física de los individuos, los hombres se encargaban de la caza y la guerra, y las mujeres de la recolección y de la reproducción. Esta disposición de labores tenía por finalidad conseguir una mayor eficiencia en la supervivencia de los integrantes de la comunidad.2

En épocas más contemporáneas, las familias aseguran su supervivencia mediante la adquisición de recursos monetarios, lo que les permite generar intercambios por bienes y servicios indispensables. De esta manera, la habilidad para conseguir un salario se transforma en el principal medio para mantener la vida de las familias, provocando que la división inicial del trabajo por sexo ya no se justifique. No obstante, esta división se ha mantenido en el tiempo, aunque adquiriendo las características propias de cada momento histórico.2,3 En sus inicios el trabajo asalariado fue desarrollado casi exclusivamente por varones, dejando a las mujeres las labores domésticas. Como estas labores se desarrollan dentro del hogar y sus productos no son transados en el mercado, el trabajo realizado por las mujeres se ha invisibilizado y desvalorizado socialmente.4,5

En la etapa Industrial, post II Guerra Mundial, las mujeres debieron incorporarse ampliamente al ámbito del trabajo remunerado, y la división sexual del trabajo las acompañó.3,6,7 Esto les ha significado ocupar actividades y puestos de trabajo considerados secundarios, lo que se sigue reproduciendo en la actualidad.1,6,8

Aproximadamente el 80% de los profesionales de Enfermería son mujeres, como disciplina el centro de su quehacer es el "cuidado", constructo social asignado a las mujeres.9 Considerando los aspectos laborales previamente señalados, este artículo tiene por objetivo realizar un análisis sobre el impacto que ha tenido la división sexual del trabajo en Enfermería como profesión y disciplina, utilizando dos enfoques: el económico y el de género, para finalmente plantear algunos desafíos que las enfermeras deberían asumir.

 

Contextualizando la división sexual de trabajo

El reparto social del trabajo, que genera una distribución diferenciada de actividades entre hombres y mujeres, se desarrolla en dos áreas:

a) El trabajo reproductivo, es realizado por las mujeres en el espacio privado.1 Comprende el conjunto de actividades de la esfera doméstica, destinadas al mantenimiento de la infraestructura y organización del hogar, satisfacción de las necesidades de los hijos y del cónyuge.4,7 Este trabajo carece de valor económico y socialmente su devaluación se ha proyectado a quienes lo realizan, lo que se traduce en que las mujeres se encuentren en una posición de menor prestigio social.1,8,10,11

b) El trabajo productivo, se efectúa en el espacio público, es desempeñado en una mayor proporción por varones. En general las ocupaciones están estereotipadas como masculinas o femeninas, observándose una segregación de las mujeres en determinados sectores de actividad, ocupaciones y puestos de trabajos, los que habitualmente carecen de poder dentro de la institución y con salarios más reducidos.1,8

Algunos autores han señalado que "la enfermera es el espejo en el que se refleja la situación de la mujer a través de los tiempos",12 aseveración que expresa claramente que la división sexual del trabajo que ha marcado históricamente a las mujeres, también ha influenciado el desarrollo disciplinar de la Enfermería.

 

El trabajo reproductivo y Enfermería

El trabajo reproductivo o doméstico está dedicado al cuidado de los miembros de la familia, se caracteriza por no ser remunerado, por desarrollarse en jornadas interminables, realizando las labores que nadie más quiere hacer, con limitada autonomía, en invisibilidad y por requerir escasa calificación para efectuarlo.7 Para su ejecución se requiere de personas con sensibilidad, complacencia, dulzura, pasividad, necesidad de contacto afectivo, obediencia y dependencia, atributos considerados propiamente femeninos.13 Al respecto, el enfoque económico ha señalado que este trabajo corresponde a una labor improductiva, según este punto de vista se clasifica como inactividad, ya que no sería un trabajo sino una obligación de las personas que lo realizan.1 Por su parte, la perspectiva de género llama la atención sobre como la función reproductora de la mujer, ha naturalizado que el cuidado de la familia sea una tarea exclusivamente femenina. Una tarea que se asocia a sometimiento, donde hay que estar por y para los otros.1,14 Se argumenta que el poder simbólico ha legitimado la visión del mundo social, contribuyendo a invisibilizar las actividades domésticas, al punto de no ser reconocidas como trabajo incluso por las mismas mujeres que las realizan.15

La Enfermería moderna, nace y se desarrolla en un contexto social donde el rol aceptado de la mujer es la crianza de los hijos y los deberes del hogar.16 En estas circunstancias, no es difícil entender por qué la Enfermería, una profesión ejercida mayoritariamente por mujeres, históricamente se ha considerado como una extensión del rol femenino.13,14,16 Así también, es fácil observar como el espacio doméstico ha sido reproducido en el ámbito hospitalario, aquí la enfermera sería la madre que proporciona cuidados, que trabaja continuamente y que se autosacrifica por el bienestar de su familia, haciendo más actividades que las propias de su profesión.13,16 Con todo lo anterior, podríamos inferir que la falta de reconocimiento social señalada por los profesionales de Enfermería, está influenciada por el estereotipo de género que la sociedad le ha otorgado a la profesión. De igual forma, los cuidados de Enfermería, como acciones intrínsecamente femeninas, se han invisibilizado y no se han valorado en términos económicos.13,14

¿Cómo revertir esta situación?, la respuesta no es fácil ni inmediata, requiere de un profundo cambio de la visión de la mujer, pero también debe nacer desde el interior de la Enfermería. Los enfermeros y enfermeras deben dedicarse a realizar las actividades que les son propias: "cuidados de enfermería", y a darles visibilidad a través de los registros, de valorizarlos económicamente en las carteras de servicios institucionales, de comunicarlos a los usuarios como tales y de mejorarlos por medio de la investigación. El actual estereotipo profesional se debe erradicar primero en los propios enfermeros y enfermeras, así se logrará modificar la imagen de madre abnegada, por la de un profesional que realiza cuidados especializados.

 

El trabajo productivo y Enfermería

En ámbito de la actividad laboral remunerada, la división sexual del trabajo ha segregado a las mujeres en dos aspectos:

a) División Horizontal: se refiere a la distribución de hombres y mujeres en distintos tipos de trabajos.1 En general esta división provoca que las mujeres se desempeñen en un conjunto reducido de ocupaciones consideradas tradicionalmente femeninas, específicamente en el sector de servicios donde reproducen sus responsabilidades domésticas.1,6,8 Este tipo de división laboral provoca que los trabajos feminizados tengan un menor valor social, una sobreabundancia de mujeres en un número reducido de ocupaciones, y como consecuencia un valor salarial disminuido.8,11

b) División Vertical: también denominada segregación intraocupacional, se produce cuando los hombres tienen carreras mejores y más rápidas, ubicándose en la parte más alta de la escala de las ocupaciones, mientras que las mujeres se ubican principalmente en los escalones más bajos.1,8 Pareciera incuestionable que el acceso a los altos puestos se explique por cuestiones de mérito. No obstante, llama la atención la escasa presencia femenina en esas esferas, aunque las mujeres han aumentado su participación en empleos más calificados y en puestos gerenciales, el acceso a cargos superiores continúa siendo minoritario, y a medida que sube el escalafón la presencia femenina disminuye.17

El enfoque de género explica que a lo largo de la historia, las distintas culturas han establecido relaciones sociales entre hombres y mujeres, por medio de ellas han definido roles, funciones, posiciones y conductas esperadas para cada género, las que siempre han dejado a las mujeres en una posición desventajosa de subordinación. A través de la educación las sociedades han modelado a mujeres y varones según estos estereotipos, los cuales se han traspasado al ámbito laboral estableciendo trabajos femeninos y masculinos.3,6 Así, los estereotipos de género también van a incidir en la participación desigual de hombres y mujeres en el trabajo asalariado,1 donde el capitalismo patriarcal ha establecido que las mujeres están habilitadas sólo para algunos tipos de trabajos considerados de segunda categoría.1,6

Desde la teoría económica neoclásica se indica que las diferencias genéricas en las ocupaciones y los salarios, deriva de dos grandes modelos:1

a) Explicaciones desde la oferta (individuos), las segregaciones son atribuidas a los distintos niveles educacionales, a las diferencias de experiencia del capital humano, a la productividad diferenciada de los trabajadores, y a las actitudes, intenciones y preferencias con las que hombres y mujeres acceden al mercado laboral.

b) Explicaciones desde la demanda (mercado del trabajo), donde las empresas ofrecen disímiles oportunidades a cada sexo a nivel de contrataciones, promociones y valoración salarial.

Para ampliar el marco de análisis, se presentarán otros antecedentes que desde la teoría de género responden a los entregados por la economía.

En relación con la brecha educacional entre hombres y mujeres, en las últimas décadas ha descendido significativamente y en algunos países ha desaparecido, permitiendo un aumento en los salarios de las mujeres, aunque no han logrado equipararse a las remuneraciones masculinas.18,19 Un estudio realizado por la Organización Internacional del Trabajo muestra que ellas necesitan en promedio dos años educacionales más para tener las mismas oportunidades de ingreso a un empleo formal y cuatro años más para obtener igual remuneración.18 Por otro lado, investigaciones han mostrado que las mayores brechas salariales se observan en mujeres con nivel educacional universitario y especialmente cuando poseen estudios de postítulos y postgrados.20,21 Todo lo anterior demuestra que mejores niveles educacionales no son garantías de más y mejores oportunidades para las mujeres, y que las inequidades solo pueden explicarse por motivos de género. La discriminación de valoración salarial, de contratación y promociones, se han mantenido sustentadas en que el trabajo de la mujer es una fuerza laboral secundaria, que dedica solo una parte de sus esfuerzos al trabajo productivo y de forma complementaria al de sus maridos.1,17

Con respecto a las promociones, los altos directivos empresariales han informado que las posibilidades de ascenso están determinadas por el ritmo de carrera alcanzado en los primeros 10 a 15 años de profesión, etapa que coincide con el ciclo de gestación femenino por lo que muchas mujeres desisten de ella. Pero, qué pasa con las mujeres, se han concentrado en sus carreras académicas y laborales alcanzando los mismos niveles de productividad que los varones, ellas vivencian el denominado "ceiling glass" (techo de vidrio), este techo actúa como freno para el ascenso de las mujeres, pero al ser transparente les permite ver y les hace creer que es alcanzable.17 Finalmente en ambos casos, la exclusión femenina de los cargos jerárquicos se debe a motivos de género.

Aún más, las diferencias salariales han trascendido a las mujeres y se han instalado en las ocupaciones feminizadas, así individuos (hombres o mujeres) con mismo capital humano ganarán menos solo por ser contratados en empleos predominantemente femeninos, e incluso al incrementarse la proporción de mujeres en una determinada ocupación, los salarios tienden a disminuir.21 Nuevamente la evidencia muestra que el mercado laboral, influenciado por valores socioculturales, discrimina a la mujer o a quien ingrese en su área de desempeño.

A cerca de la productividad diferenciada, el principal argumento es que las mujeres tienen un rendimiento menor por no concentrar todas sus energías en una sola actividad, ¿pero qué causa esta situación? La raíz de esta afirmación radica en que las mujeres cuando se incorporan al mercado laboral desarrollan una "doble jornada o doble presencia", este concepto se refiere a combinar sistemáticamente el trabajo doméstico con el trabajo para el mercado.4

Está ampliamente documentado que a las mujeres se les ha asignado el trabajo reproductivo, y que la incorporación al trabajo productivo no las libera de esta responsabilidad.22,23 Dado que los hombres se dedican solo al ámbito laboral pueden asumir un mayor compromiso empresarial, situación que no ocurre en el caso femenino, donde ellas asumen una doble tarea, esto las pone en una situación desventajosa derivada de la inequidad de la división sexual del trabajo doméstico.18 El número de horas que las mujeres destinan al trabajo remunerado desciende en la medida que aumenta el número de menores de cinco años en su hogar, esta necesidad de compatibilizar las responsabilidades familiares con las laborales determina una menor valoración de las horas de trabajo de las mujeres y que el salario final sea menor.22

La situación discriminatoria que menos se ha modificado es la doble jornada, las tareas domésticas siguen siendo casi exclusivamente femeninas. Las mujeres deben dedicar hasta 90 horas semanales al trabajo (remunerado y no remunerado) y aunque se han reportado efectos positivos como aumento de la autoestima, esta situación genera gran sobrecarga física y mental, manifestándose como fatiga, lumbalgias, culpabilidad por conflicto de roles, estrés, agotamiento, ansiedad y depresión.4,5,17

La Enfermería es uno de los ejemplos más utilizado cuando se trata de hablar de profesiones feminizadas, muestra claramente el efecto de la división horizontal del trabajo. Una actividad como el cuidado de los enfermos resultaba natural e intuitivamente femenino, entonces no solo era lógico que las mujeres lo asumieran, sino que además no requería de habilidades intelectuales ni una formación específica.12,16,18

Las primeras escuelas de Enfermería nacieron al alero de los hospitales y manejadas por los intereses de los hombres que los gestionaban, donde se enseñaba el cuidado no como complemento de la curación, sino subordinado a ella. Los médicos decidieron por mucho tiempo la duración y el contenido de los estudios, incluso evitando su incorporación a las Universidades.16 Esta influencia se mantuvo gracias a la acción del poder simbólico, es decir, las mismas enfermeras se encargaron de mantenerlo. No fue hasta el siglo XX, cuando las mujeres feministas consiguieron importantes avances en el reconocimiento de derechos políticos y sociales, cuando la Enfermería comenzó a dar sus primeros pasos profesionales.18 Al respecto, algunos autores han señalando que: "mientras las mujeres permanecieron invisibles, sin ningún prestigio social, la Enfermería no existió como profesión".14

Entonces, el avance alcanzado por la Enfermería es un logro de las mujeres, esto no significa que la Enfermería ya no sea considerada un área laboral feminizada, significa que reconociendo la influencia del género en su evolución y el valor atribuido a los cuidados, tiene la oportunidad de autorregular su desarrollo disciplinar y deconstruir el estereotipo social que lo acompaña. Al respecto, la Enfermería ha desarrollado esfuerzos para su reconocimiento como una disciplina profesional, estableciendo relaciones directas entre el cuidado de Enfermería, el desarrollo conceptual y el método seleccionado para proporcionar el cuidado.24 En la actualidad, la emancipación de la Enfermería pasa por potenciar este desarrollo a través de postgrados (magíster y doctorados), y por construir una estructura teórica y empírica aplicable, de manera que el ejercicio práctico de la profesión tenga un soporte reflexivo e ideológico que lo fundamente.25

En relación con la división horizontal del trabajo, hay dos aspectos destacables. El primero es que al interior de las profesiones de la salud, se observa como la Enfermería ha sido subordinada al igual que la mujer a nivel social,16 limitando las aspiraciones de las enfermeras a cargos de alta gerencia, y en las escasas oportunidades donde los profesionales de Enfermería asumen estos puestos, se trata de varones. En la actualidad, diversos países están implementando reformas sanitarias, estas reestructuraciones pueden ser una oportunidad para que la Enfermería participe de las decisiones respecto a su área de desempeño: "el cuidado" y para reivindicar profesional y socialmente la disciplina. El desafío es enfrentar el miedo al poder, asumiendo que el prestigio profesional y la calidad de los cuidados que la sociedad recibe, dependen de cómo las enfermeras y enfermeros, como sujetos políticos, canalicen ese poder.18,26

El segundo elemento importante de revisar es que las enfermeras, como todas las trabajadoras desarrollan una doble jornada, conjugando trabajo reproductivo y productivo.13 Las enfermeras como mujeres socializadas para privilegiar el rol reproductivo, vivencian permanentemente conflictos de rol trabajo-familia, los que impactan especialmente en su bienestar psicológico.27 El mejorar la calidad de vida de las mujeres trabajadoras en general y de las enfermeras en particular, pasa por exponer la doble jornada en diferentes instancias, hasta que logre ser considerada en la distribución de la jornada laboral o distribuida equitativamente entre hombres y mujeres.

 

Consideraciones finales

Se ha revisado como la distribución del estatus social y el reconocimiento del éxito están restringidos al espacio del trabajo socialmente organizado, por mucho tiempo las mujeres fueron excluidas de estos espacios y cuando fue inevitable su incorporación se las instaló en las ramas de ocupación menos atractivas y generalmente peor pagadas.11 Así entonces, la subvalorización de la Enfermería sería consecuencia de la desvaloración social de la mujer y del trabajo reproductivo que se le ha asignado. Estos han surgido como resultado de prejuicios sociales intensamente arraigados con respecto al género. Modificar estos estereotipos requiere de una nueva visión social de la mujer, y al interior de la Enfermería una autovaloración disciplinar, orientada a producir conocimientos propios, que permitan optimizar la calidad de los cuidados profesionales entregados, de tan forma que puedan ser reconocidos por los usuarios como elementos diferenciadores y propios de la Enfermería.

Los enfermeros y enfermeras vivencian diariamente las consecuencias de la división sexual del trabajo. La segregación horizontal ha generado que la Enfermería esté conformada mayoritariamente por mujeres, disminuyendo su valor social y económico; por medio de la segregación vertical se ha limitado su acceso a los puestos de toma de decisiones. Todo lo cual ha sido relativamente fácil de imponer, ya que las mujeres fueron educadas para aceptar y reproducir estas estructuras sociales. En la actualidad se ha comenzado a revertir esta situación. Por un lado las mujeres se han organizado y han ganado espacios, a través de la educación se han vuelto más competentes y competitivas en el mundo laboral, y además han logrado hacer visibles las desventajosas condiciones en las que se desempeñan. Por otro, la Enfermería se ha ido fortaleciendo como disciplina profesional, generando un cuerpo de conocimiento propio, un desarrollo histórico y un ejercicio profesional definido, demostrando así su validez social y científica.

 

Bibliografía

1. Uribe, Verónica. Inequidades de género en el mercado laboral: el rol de la división sexual del trabajo. Santiago de Chile: División de estudios dirección del trabajo-Cuaderno de investigación no 35, 2008.         [ Links ]

2. Bonaccorsi, Nélida. El trabajo femenino en su doble dimensión: Doméstico y asalariado. La Aljaba segunda época. Revista de Estudios de la Mujer 1999; IV: 83-91.         [ Links ]

3. Borderías, Cristina; Carrasco, Cristina; Alemany, Carme. Las mujeres y el trabajo: rupturas conceptuales. Barcelona, España: ICARIA: FUHEM; 1994.         [ Links ]

4. Fernández, María. La doble jornada femenina y sus efectos sobre la salud laboral. Comunicación presentada en las V sesión científica: Trabajo doméstico, trabajo a domicilio. I congreso internacional sobre género, trabajo y economía informal. Observatorio de la Igualdad. Universidad Miguel Hernández. 2008; Disponible: http://ve.umh.es/sieg.1/docs/ICongresoInternacional/comunicaciones/scv04.pdf (acceso: 20/06/2012).         [ Links ]

5. Carrasco, Cristina. La paradoja del cuidado: necesario pero invisible. Revista de Economía Crítica 2006; 5: 39-64.         [ Links ]

6. Anzorena, Claudia. Estado y división sexual del trabajo: las relaciones de género en las nuevas condiciones del mercado laboral. Utopía y Praxis Latinoamericana 2008; 13(41): 47-68.         [ Links ]

7. Vega, Aimeé. Por la visibilidad de las amas de casa: rompiendo la invisibilidad del trabajo doméstico. Política y Cultura 2007; 28: 173-93.         [ Links ]

8. Valenzuela, María; Reinecke, Gerhard. ¿Más y mejores empleos para las mujeres? La experiencia de los países del Mercosur y Chile. Santiago de Chile: Oficina Internacional del Trabajo; 2000.         [ Links ]

9. Fajardo, María; Concha, Germán. Influencias del género en el reconocimiento de los cuidados enfermeros visibles e invisibles. Index de Enfermería 2004; 13(46): 9-12.         [ Links ]

10. Pedrero, Mercedes. Género, trabajo doméstico y extradoméstico en México. Una estimación del valor económico del trabajo doméstico. Estudios demográficos y urbanos 2004; 56: 413-46.         [ Links ]

11. Unidad de Mujer y Desarrollo de la CEPAL. La contribución de las mujeres a la economía y la protección social en relación con el trabajo no remunerado. Actas de la X conferencia regional sobre la mujer de América Latina y el Caribe. Quito; 6-9 de Agosto 2007; Ecuador: CEPAL; 2008: 11-4.         [ Links ]

12. Chamizo, Carmen. La perspectiva de género en Enfermería: comentarios y reflexiones. Index de Enfermería 2004; 13(46): 40-4.         [ Links ]

13. Montilva, Maira. Postergación de la maternidad de mujeres profesionales jóvenes en dos metrópolis latinoamericas. Utopía y Praxis Latinoamericana. 2008; 13(41): 69-79.         [ Links ]

14. Arroyo, Almudena; Lancharo, Inmaculada; Romero, Rocío; Morillo, María. La enfermería como rol de género. Index de Enfermería 2011; 20(4): 248-51.         [ Links ]

15. Uribe, Jesús. Agresión: Un enfoque social. En: Tovar, Marco, editor. Violencia y acoso en el trabajo. Mobbing. México: El Manual Moderno; 2011. Pp.: 17-32.         [ Links ]

16. Medina, José. Contexto Profesional. En la Pedagogía del Cuidado: saberes y prácticas en la formación universitaria de enfermería. 1a Edición. Barcelona: Editorial Alertes; 1999. Pp.: 115-144.         [ Links ]

17. Luci, Florencia. La división sexual del trabajo de mando: carreras femeninas en las grandes firmas argentinas. Rev Katál Florianópolis. 2010; 13(1): 29-39.         [ Links ]

18. Abramo, Laís. Inserción laboral de las mujeres en América latina: una fuerza de trabajo secundaria. Revista Estudos Feministas 2004; 12(2): 224-35.         [ Links ]

19. Rico, María; Marco, Flavia. Privilegiadas y discriminadas. Las trabajadoras del sector financiero. Santiago de Chile: Organización de Naciones Unidas - Comisión Económica para América Latina y el Caribe; 2009.         [ Links ]

20. Instituto Nacional de Estadísticas, Chile. Situación laboral de las mujeres ocupadas y las brechas salariales que inciden en la estructura ocupacional chilena. En: Instituto nacional de estadísticas de Chile editores. Santiago de Chile, 2011: 34-56.         [ Links ]

21. González, Cecilia; Rossi, Máximo. Feminización y diferencias salariales en Uruguay. Cuad Econom. 2007; XXVI(46): 75-106.         [ Links ]

22. Milosavljevic, Vivian. Estadísticas para la equidad de género. Magnitudes y tendencias en América Latina. En: Fondo de desarrollo de la Naciones Unidas para la mujer. Cuadernos 92 de la CEPAL. Santiago de Chile, 2007: 113-40.         [ Links ]

23. Carosio, Alba. El trabajo de las mujeres: desigualdad, invisibilidad y explotación. Revista venezolana de estudios de la mujer 2010; 15(35): 7-14.         [ Links ]

24. Cabal, Victoria; Guarnizo, Mildred. Enfermería como disciplina. Revista Colombiana de Enfermería. 2011; 6(6): 73-81.         [ Links ]

25. Ibarra, Teresa; Noreña, Ana; Rojas, Juan. Visibilidad de la disciplina enfermera: el factor mediático de la investigación. Index de Enfermería 2011; 20(4): 252-6.         [ Links ]

26. Irigibel, Xabier. Enfermería disciplinada, poder pastoral y racionalidad medicalizadora. Index de Enfermería 2008; 17(4): 276-9.         [ Links ]

27. Avendaño, Cecilia; Román, José. Efectos de los roles múltiples en el bienestar psicológico en Enfermeras chilenas. Psykhe. 2002; 11(2): 27-41.         [ Links ]

 

 

Dirección para correspondencia:
Angélica Mosqueda-Díaz.
Blas Cuevas 1028,
Valparaíso, Chile
angelica.mosqueda@uv.cl

Manuscrito recibido el 10.8.2012
Manuscrito aceptado el 21.10.2012

Creative Commons License Todo el contenido de esta revista, excepto dónde está identificado, está bajo una Licencia Creative Commons