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Index de Enfermería

On-line version ISSN 1699-5988Print version ISSN 1132-1296

Index Enferm vol.23 n.1-2 Granada Jan./Jun. 2014

https://dx.doi.org/10.4321/S1132-12962014000100006 

ARTÍCULOS ESPECIALES

ORIGINALES

 

Vivencias e imaginarios femeninos que naturalizan la violencia intrafamiliar

Female experiences and imaginary that naturalize the domestic violence

 

 

Sandra Lorena Herrera Giraldo y María Nubia Romero Ballén

Grupo de Investigación Exclusiones y Resistencias en el Cuidado de la Salud. Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia. Tunja, Boyacá, Colombia

Dirección para correspondencia

 

 


RESUMEN

Objetivo: Reconocer con las mujeres, imaginarios y acciones que en el cotidiano permiten que se desencadenen las situaciones de violencia.
Metodología: Investigación de tipo cualitativo fundamentada en la teoría crítico social de Habermas, con enfoque metodológico desde la Investigación Acción Participativa.
Resultados: Del análisis descriptivo e interpretativo surge el tema de la "naturalización de la violencia". Esta se sustenta en tres categorías emergentes: Perspectiva femenina de la cultura patriarcal: el mandato del hombre y la excusa para la violencia; Vivencias femeninas de la realidad del mundo de la relación en pareja, y Los múltiples imaginarios ligados a la maternidad.
Conclusión: La investigación contribuye a la comprensión y explicación de cómo se gesta y desarrolla el proceso de naturalización de la violencia contra las mujeres, mediante el reconocimiento de imaginarios, estereotipos y prácticas socioculturales que en el cotidiano alimentan la cultura patriarcal.

Palabras clave: Naturalización de la violencia, Violencia contra las mujeres, Estereotipo.


ABSTRACT

Objective: Recognize with the women, imaginary and actions that everyday allow that are triggered violent situations.
Methods: Qualitative research based on the Habermas critical social theory, with methodological approach from the Participatory Action Research.
Results: In the descriptive and interpretative analysis arises the topic of "naturalization of violence", based on three emerging categories: Female perspective of patriarchal culture: the mandate of the man and the excuse for violence; Female experiences of the real world of the relationship as a couple and The multiple imaginary linked to motherhood.
Conclusions: The research contributes to the understanding and explanation of how it gesture and develops the process of naturalization of violence against women by recognizing imaginary, stereotypes and sociocultural practices in the daily feed patriarchal culture.

Key words: Naturalization of violence, Violence against women, Stereotype.


 

Introducción

Esta investigación surge del proyecto "Abordaje integral a mujeres víctimas de violencia de género en Tunja",1 inscrito en la línea equidad de género en salud, del Grupo de Investigación Exclusiones y Resistencias en el Cuidado de la Salud, cuyo propósito es explorar y desarrollar estrategias que permitan reconocer y desaprender imaginarios, estereotipos y prácticas que naturalizan las violencias contra las mujeres en los núcleos familiares.

En Colombia, son alarmantes las cifras de violencia y maltrato en los hogares, y día tras día se incrementan.2 Según el informe del 2011 del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, el porcentaje de mujeres agredidas en el hogar fue de 78.3%, mientras que el de niños, niñas y adolescentes violentados en el seno de sus hogares fue de 15.8%.2 La violencia intrafamiliar es un fenómeno multicausal, un solo determinante no es suficiente para explicar su complejidad ni las razones que favorecen su ocurrencia, que se asocian con condiciones sociales, individuales, políticas y comunitarias.3

La familia es un núcleo de socialización reconocido de gran importancia, porque en ella cotidianamente se van proporcionando las bases al desarrollo infantil, influyendo en la construcción de la identidad.4 De acuerdo con Valdés, citado por García, "tanto hombres como mujeres no solo nacen, sino que se hacen, es decir, se encuentran inicialmente predeterminados por las características evolutivas con las que se nace, las mismas que, con el paso de los años y los procesos de socialización y endoculturación, se adecúan paulatinamente a los estereotipos con los que se ingresa a la vida social";5 imaginarios y estereotipos que en la actualidad provienen de la cultura patriarcal, que genera las relaciones de poder, subordinación e inequidad entre hombres y mujeres.

El objetivo de esta investigación fue reconocer críticamente con un grupo de mujeres los imaginarios y acciones que en el cotidiano permiten desencadenar las situaciones de violencia intrafamiliar, con el fin de generar procesos de autorreflexión, autocritica y autoentendimiento ante la necesidad de encontrar estrategias que permitan romper con el círculo vicioso de las violencias.

Durante el proceso, las mujeres reflexionaron sobre los mandatos que les impone la cultura patriarcal y los imaginarios que justifican la violencia, y narraron cómo en la cotidianidad de la convivencia con sus parejas se sienten subordinadas, rechazadas y vulneradas; además, se identificaron los imaginarios ligados a la maternidad. De esta manera, la Investigación Acción Participativa6 permitió reconocer con las mujeres la importancia que tienen estos estereotipos e imaginarios socioculturales para el desarrollo de los procesos de naturalización de la violencia.

 

Metodología

Esta investigación es de tipo cualitativo, fundamentada en la teoría crítico-social de Habermas, cuya finalidad es suscitar procesos reflexivos y críticos que buscan transformar la realidad, generando procesos de autoconciencia y emancipación.7 El enfoque metodológico utilizado fue la Investigación Acción Participativa (IAP),6 que promueve la autorreflexión de las participantes y la autocrítica de vivencias que las someten, enajenan y violentan, para lograr el autoentendimiento de las complejas redes visibles e invisibles del patriarcado asentado en la conciencia de las participantes.

Participantes. Doce mujeres de estrato socioeconómico bajo, con edades comprendidas entre 15 y 45 años; amas de casa y con un promedio de tres hijos; algunas de ellas se dedican esporádicamente a actividades informales, como cuidar coches y reciclar, entre otras. Sus hogares, en su mayoría, estaban conformados por familias nucleares modificadas, seguida de nuclear y monoparental.

Consideraciones éticas. Tras conocer el objetivo de la investigación, las mujeres decidieron participar voluntariamente, y firmaron el consentimiento informado, de acuerdo con la resolución 008430 de 1993 del Ministerio de Salud.8

Recolección de la información. Para la recolección de los datos se utilizó la técnica de grupos de discusión9 a través de talleres, conversatorios, cineforos y actividades lúdicas, los cuales permitieron que las participantes hicieran propuestas reflexivas y de autocrítica en las que verbalizaron sus sueños, sus imaginarios y vivencias, que fueron analizados e interpretados, lo que les posibilitó el autoentendimiento de las complejas redes que sostienen el patriarcalismo como fuente generadora de maltrato y violencias.

Organización conceptual. Antes de cada encuentro se planeó la actividad por desarrollar, soportada en un objetivo y metodología. Se desarrollaron 12 encuentros, cada uno fue grabado y transcrito en su totalidad para la obtención del dato.10 La organización de datos se realizó a través del análisis descriptivo e interpretación sustantiva de los mismos, utilizando la estrategia de codificación y categorización propuesta por Corbin y Strauss, que permite fragmentar los datos detalladamente para comparar similitudes y diferencias, luego conceptualizarlos y reducirlos, elaborando categorías que se cargan de significado.10 Durante este proceso de organización conceptual se encontraron cuatro temas, uno de los cuales es objeto del presente artículo.

Criterios de validez y confiabilidad. Se realizó por medio de la triangulación, técnica que, según Eumelia Galeano, permite evaluar la consistencia de los datos obtenidos contrastándolos; de esta manera se utilizó la devolución sistemática a las participantes, lo que permite profundizar y aclarar la interpretación de los significados en sus discursos, reduciendo el sesgo en la interpretación.9

 

Resultados y discusión

En el transcurso de la investigación, producto del análisis descriptivo e interpretativo, surgió el tema: Naturalización de la violencia, y las principales categorías que lo sustentan son: I. Perspectiva femenina de la cultura patriarcal: el mandato del hombre y la excusa para la violencia; II. Vivencias femeninas de la realidad del mundo de la relación en pareja; y III. Los múltiples imaginarios ligados a la maternidad. A continuación se presentan cada una de las categorías y su relación conceptual con los códigos interpretativos y sustantivos; estos últimos son expresiones propias de las participantes, lo que permite hacer sentir sus voces y objetivar el mundo subjetivo de las mujeres que expresan su sentir y verbalizan las situaciones.

I. En el proceso reflexivo y autocrítico para reconocer y comprender los imaginarios, estereotipos y acciones que en el cotidiano permiten que se desencadenen las situaciones de violencia emerge la perspectiva femenina de la cultura patriarcal, que se centra en el mandato del hombre y la excusa para la violencia; esta categoría refleja el poder de socialización de mandatos patriarcales en el ámbito familiar y social que termina enraizándose en la conciencia femenina, justificando las violencias y aceptando las relaciones asimétricas de manera sumisa, proceso que las participantes lo reconocen como que "nos criamos en una sociedad en la que los hombres son la cabeza, y la mujer, el cuerpo" (E5NDCS281). Las mujeres participantes cuentan a través de sus historias el debate permanente que se vive en la cotidianidad de sus hogares entre la imposición y la obediencia, pues siempre han estado sometidas a los mandatos del hombre como hechos naturales: primero el padre, ahora el esposo, y después el hijo; "ellos dicen es que tiene que ser así, pero es que ellos quieren imponer sus reglas y tiene que uno obedecerles porque si no, si uno no las obedece pues le pegan a uno" (E6MVCS294).

De la misma forma, el patriarcado enquistado en la familia se encarga de naturalizar el androcentrismo a través de mantener y reproducir los imaginarios que justifican la violencia física en la familia como estrategia educadora para los hijos e hijas: "mi papá los colgaba [a mis hermanos] a una viga, los amarraba y les daba correa, los dejaba en solo pantaloncillos y les cascaba, que para que los hijos no fueran a aprender mañas" (E9MVCS445); o también como estrategia para someter a las mujeres a los patrones culturales que promueve el status quo de la sociedad a través del castigo, como lo afirma la participante: "decía [mi mamá] usted se va a conseguir un marido que le dé en la mula [cabeza], que haga lo que hizo su papá conmigo, y eso que yo sí que le tengo todo bien" (E9LLCS1447). Estos imaginarios los transmiten principalmente padres y madres que han aprendido por tradición familiar y los han normalizado hasta creer que son una "ley de la vida".

Durante siglos, la cultura ha otorgado el poder a los hombres y les ha conferido un papel privilegiado; las participantes reconocen que gracias a esta situación los hombres se han arrogado el poder para humillar, prohibir, maltratar a las mujeres y negar, "es que a veces los maridos niegan la familia" (E1LLCS18); también para decidir por ellas, valorarlas, someterlas y responsabilizarlas por las labores del hogar, como lo expresa una participante: "pero no es igual, el hombre no se siente igual [al decirle que también debe participar de los oficios del hogar]" (E7NDCS355).

Hombres y mujeres alienados por la cultura patriarcal en nuestra sociedad aún conciben que el lugar natural de la mujer es la casa, y, por tanto, sus actividades deben estar relacionadas con lo privado, centradas en satisfacer las necesidades domésticas y los deseos sexuales de los hombres: "lo digo porque [...] él [esposo] llega de estudiar y llega y me dice ‘sírvame, sírvame rápido el almuerzo' y yo le digo ‘papi, sírvase usted que yo estoy aquí ocupada' y él ya empieza de mala gana" (E7NDCS1355). Así se va creando una estructura mental en las mujeres que genera la aceptación de tales conductas, creando dependencia, subordinación, vulneración,11 hasta enajenación del ser, pues es otro quien decide, es otro el que da o no el reconocimiento a la mujer.

II. Esta investigación permitió comprender las vivencias femeninas de la realidad del mundo de la relación en pareja, categoría que refleja el entramado de sentimientos, imaginarios y dogmas que el patriarcado se ha encargado de imponer y fijar en sus mentalidades y corporalidades; las mujeres narran sus experiencias cargadas de imaginarios sobre el "sexo sucio" y las amantes de sus compañeros; los estereotipos que las debilitan, que les quitan fuerza y poder a su voz y las silencia, las amarran a un amor dominante y las hace sentir que "me hervía la sangre" (E1MVCS15). Todo ello expresado por las mujeres que viven el mundo de la relación en pareja; una de ellas expresa el significado que tiene para ella la infidelidad de su esposo, así: "a uno le duele, créame que a mí como mujer me está doliendo más que nadie de que él [esposo] haga eso [ser infiel] y más como ganas de él pa'ponerme a mi sobre el piso, porque yo valgo más como mujer porque él [esposo] me sacó del seno de mis padres, yo era una pelada, yo estaba estudiando y dejé de estudiar cuando yo me case con él, y él comparándome con esas mujerzuelas" (E1MVCS23).

Confinadas en cuatro paredes que guardan gritos, humillaciones, soledades, lágrimas e incluso silencios, así transcurre la vida diaria de las mujeres participantes, que han vivido los procesos de maltrato y violencias. En su libro El segundo sexo, Simone de Beauvoir, haciendo una crítica al patriarcado afirma: "[...] ciertas exigencias permanecen constantes; entre otras, y puesto que la mujer está destinada a ser poseída, es preciso que su cuerpo ofrezca las cualidades inertes y pasivas de un objeto";12 siguiendo la misma línea que ofrece la autora, los hombres de los que se habla en esta investigación tratan a sus esposas o compañeras sentimentales como objeto de su pertenencia, como propiedad privada; en la mañana las humillan, en la tarde las abandonan y en la noche las ignoran, las rechazan o las usan, como dicen ellas; estos son algunos de los sentimientos que verbalizan las mujeres: "A él [esposo] le gusta venirse rápido y lo dejaba a uno botado y uno se siente como si le estuvieran hablando a la pared y uno se siente mal porque imagínese, uno se siente como rechazado, como que no lo quisieran, lo hacen sentir a uno mal" (E5MVCS266).

Los estragos que genera la violencia verbal en las mujeres a través de palabras o frases descalificadoras que sus esposos o familiares usan, logran hacer mella en la autoestima de las mujeres. Ellas afirman que "él me trata muy mal, no me pega pero me trata mal" (E7LMCS400), "nos dicen: ‘usted es una bruta (E6MVCS323) ... no sirve pá nada (E2NDCS67)... usted es una estúpida... usted me da asco yo que la voy a sacar así toda tripona [embarazada], usted se queda en la casa'" (E8DVCS1418). Estos descalificativos en las mujeres tienen efectos controladores y manipuladores en el autoaprecio femenino, de allí que las relaciones dominación/ subordinación a través de la violencia simbólica sean tan efectivas para mantener subyugada a la mujer quizá por la conexión psicológica con el maltratador,13 ante el miedo de más violencia física.

La investigación evidenció que los procesos de naturalización de la violencia tienen su base en las relaciones de dominación, desigualdad y vulneración que se apoderan de la conciencia de hombres y mujeres, lo que facilita que las primeras señales de violencia, como la prohibición, el control, la humillación y la manipulación, entre otras, se invisibilicen, al final esto lleva al hombre a adjudicarse el control de la vida de la mujer; de esta forma, gradualmente se van incrementando los abusos hasta llegar a la violencia física. Inmaculada Romero describe este proceso como una pirámide cuyo progreso y agravamiento no percibe la mujer debido a la destrucción de su autoestima y su identidad.14

III. Gracias a los procesos de reflexión, las mujeres reconocen que uno de los triunfos del patriarcado ha sido hacerlas partícipes de su propia subordinación e inequidad, a través de la transmisión de los imaginarios y estereotipos de género que por tradición les enseñaron y que hoy enseñan a sus hijos e hijas, por eso afirman que "nosotras también somos [como] machistas" (E6WMCS300), y en el ejercicio de roles estereotipados el desarrollo humano de cada sujeto se va viendo constreñido hasta hacer de ellas, en ocasiones, personas inhabilitadas para defenderse del peso de la cultura en la cotidianidad de la vida. "¡Ay, no!, si tenemos una hija, [le decimos] ¡ay no! los niños no lavan los platos, solo las niñas, o, mamita, tiéndale la cama a su hermano', esos son culturas machistas, también que nosotras debemos evitar para que no eduquemos a los hijos así y para el mismo hogar" (E6WMCS301).

Mujer=madre es uno de los más fuertes imaginarios y estereotipos socioculturales con los que se etiqueta a la mujer; la familia, los medios de comunicación, la socialización en el colegio y la religión reproducen continuamente estos imaginarios ligados a la maternidad. En esta categoría las mujeres hablan de la maternidad como un todo en sus vidas, de cómo las ha llenado la idea de ser madres y sacrificar todo por sus hijos e hijas y hablan sobre lo que significó tener hijos no planeados.

Es de destacar que la mayoría de las participantes de esta investigación son jóvenes (entre 15 y 23 años), pero tienen entre uno y cuatro hijos; en esta situación, estas mujeres aprendieron a criar a sus hijos mientras todavía descubrían sus cuerpos, condiciones que no les permiten reconocerse sino a través del ser madre, antes que ser mujer, lo que dificulta encontrar el valor del ser y, por ende, ejercer la autonomía frente a sus decisiones, sus sueños y sus cuerpos. Tal vez este vacío en el reconocimiento del ser mujer es el que ha llevado a estas mujeres a pensar que "ante todo están nuestros hijos" (E6WMCS301), ese es el deber ser de una madre, pero lo que es claro es que la cultura patriarcal exalta la maternidad como el fin de la mujer, aspecto que hoy en día algunas mujeres siguen considerando su fuente de identidad femenina, como lo afirma una de las participantes: "soy una mujer que para mí ante todo están mis hijos, primero, muchas las veces me siento menos que ellos, porque ellos son para mí lo primero, que tengo $50.000 le compro ropa primero a mis hijos y después yo" (E1LLCS38).

La maternidad, en muchas de las mujeres participantes con relaciones patriarcales, se vive como la describen Romero y Díaz en un estudio realizado en Boyacá: "expresa las contradicciones entre lo deseado y lo negado, entre lo esperado y lo hallado, entre lo prometido y lo negado. Este conflicto se describe como maternidad reprochada, violentada, luchada y conflictuada por las relaciones de poder que genera la autoridad masculina".15 En ese estudio también las mujeres ponen la razón de su ser en la maternidad, entendida como la máxima expresión de amor y autorrealización.

Las participantes jóvenes de esta investigación quedaron embarazadas sin haber deseado tener un hijo; por esta razón en sus discursos se aprecia el cúmulo de sentimientos, pasando por el miedo, la incertidumbre, el rechazo y la esperanza. Las mujeres también afirman cómo sus familias y amigos les reprochaban esta situación, se sentían perdidas por el miedo a la reacción de la familia, especialmente ante la mamá, al pensar que sus proyectos de vida quedarían truncados por expresiones tales como: "se tiró la vida"; una de las participantes dice: "[hablando de embarazos no planeados] lo que pasa es que la gente no sabe, no tiene como esa cultura de simplemente seguir adelante, cualquier joven lo primero que alguien le dice, le van a decir es que se tiró la vida... aquí yo creo que a más de uno le han dicho eso, pero la realidad es esa [dice la gente] ‘¡no, usted se tiró la vida!'" (E2RCS109).

Cristina Palomar sostiene que "vivir una experiencia subjetiva intensa como un embarazo, un parto y una crianza sin desearlo o sin saber enfrentarlo, o sin recursos para hacerlo, necesariamente desemboca en situaciones conflictivas, dolorosas y violentas";16 el proceso que se ha llevado a cabo con estas mujeres permite asegurar lo mismo, cuando la mujer no está consciente de las implicaciones de tener un hijo y no cuenta con redes de apoyo, queda en total dependencia social, económica y afectiva del hombre lo que le impide ejercer su autonomía. Aunque el sentimiento de desamparo aparece, "ella no puede dar tregua, debe sobreponerse a pesar de sus escasas fuerzas físicas y síquicas porque la tarea histórica y la responsabilidad social que le han encargado en la formación de los hijos e hijas tiene que sacarla adelante",15 porque "el mundo no se acabó ahí" (E2RCS109), tal como lo señala una participante. A pesar de las condiciones de vulneración y enajenación de su ser, algunas de estas mujeres tienen la vista puesta en el horizonte, reconocen que "tener un hijo es una responsabilidad" (E2DVCS127), pero que junto a él también pueden recorrer lentamente el camino hacia sus proyectos.

El proceso de naturalización de la violencia está sujeto a estereotipos, imaginarios socioculturales y prácticas del patriarcado que gracias a la socialización, principalmente en el hogar, han "permeado la conciencia femenina"17 y en general a la sociedad, arraigándose en las corporalidades y mentalidades de hombres y mujeres para aceptar y justificar las violencias,17,18 porque es en el cuerpo donde "se inscriben de una manera especialmente eficaz los significados culturales asociados a la diferencia sexual y a las diferencias de poder asociadas a esa diferencia sexual".19 Esta investigación permite comprender que los aprendizajes del patriarcado ligados a la corporalidad están contenidos en el reconocimiento de la autoestima a través de la imagen: "uno se baña, se esmera en verse bonita" (E1LLCS4); el reconocimiento del ser por otros: "uno tiene que como mujer, valorarse y que por ellos [hijos] hay que luchar pa'lante" E4MVCS232); y por el deber moral de aceptarse: "mi Dios lo hizo a uno así y uno se debe querer así" (E1LECS3). Estos son algunos ejemplos de la forma como la cultura patriarcal enajena a las mujeres, sometiéndolas a sus mandatos que durante mucho tiempo, por tradición y gracias a la socialización en el hogar, el colegio, la calle y la iglesia, entre otros entornos, se ha naturalizado o, como lo señala Bourdieu, se ha convertido en un "habitus",19 impidiendo a las mujeres pensarse, expresarse y vivir de otra manera.

 

Conclusiones

La investigación contribuye a la comprensión de cómo se gesta y desarrolla el proceso de naturalización de la violencia contra las mujeres, mediante el reconocimiento de imaginarios, estereotipos y prácticas socioculturales que en el cotidiano alimentan la cultura patriarcal. A través de los procesos de autoreflexión, autocrítica y autoentendimiento que se realizaron con las participantes, se comprende cómo la estructura sociocultural patriarcal, naturalizada en las relaciones cotidianas, se configura como eje en las relaciones familiares, facilita la negación del ser, legitima la violencia como forma de crianza y como estilo de vida. De esta manera al interior del hogar se desarrollan una serie de estructuras mentales que atan a las mujeres a los estereotipos de "buena mujer", lo cual las lleva a negarse a sí mismas, cargar con toda la responsabilidad del cuidado y educación de los hijos e hijas, olvidar sus sueños y aguantar las violencias.

Pero es desde el reconocimiento de los imaginarios y estereotipos donde las mujeres empiezan a develar las responsabilidades, las culpas y las violencias que les han impuesto, y es ahí cuando empieza el camino hacia el reencuentro con ellas mismas.

 

Bibliografía

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Dirección para correspondencia:
Sandra Lorena Herrera Giraldo.
sandralorenah@gmail.com

Manuscrito recibido el 18.2.2013
Manuscrito aceptado el 16.4.2013

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