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Index de Enfermería

On-line version ISSN 1699-5988Print version ISSN 1132-1296

Index Enferm vol.25 n.3 Granada Jul./Sep. 2016

 

MISCELÁNEA

MONOGRÁFICO EDUCACIÓN, CULTURA Y SALUD EN LOS CAMPAMENTOS DE REFUGIADOS DEL SÁHARA

 

La Exclusión Social de las personas con discapacidad en situaciones de pobreza. El caso de los campamentos saharauis de Argelia

The social exclusion of the persons with disability in situations of poverty. the case of the saharawi camps of algeria

 

 

Javier Cortés Moreno y Eva María Sotomayor Morales

Departamento de Psicología, Facultad de Trabajo Social, Área de Trabajo Social y Servicios Sociales, Universidad de Jaén. Jaén, España

Dirección para correspondencia

 

 


RESUMEN

En algunas ocasiones, el determinismo social, cultural o circunstancial, es susceptible de atraer ciertos factores de riesgo de vulnerabilidad social, que pueden provocar, sobre todo en los contextos de pobreza, una indefectible situación de exclusión social para la persona o incluso para toda su comunidad. Analizar la situación de las personas con discapacidad en contextos de pobreza, permite llegar a una aproximación de la influencia que ejercen estas circunstancias. El caso de los campamentos saharauis de Argelia en la región del Tinduf, servirá de ejemplo para ilustrar el fenómeno y visibilizar cómo en un mismo contexto pueden confluir diversos factores que agravan el bienestar y la calidad de vida de las personas. Del mismo modo, se investiga sobre las circunstancias que, desde la propia comunidad y en convergencia con agentes sociales externos, provocan la reacción de estas sociedades y ponen en marcha determinados mecanismos de compensación.

Palabras clave: Exclusión Social, Discapacidad, Argelia, Tinduf.


ABSTRACT

Sometimes social, cultural and/or circumstantial determinism is likely to attract certain risk factors of social vulnerability, which can cause, especially in poverty contexts, an evident situation of social exclusion for the person or even his entire community. To analyze the situation of persons with disabilities in contexts of poverty, can be approximated from the influence of these circumstances. The case of the Saharawi camps in Algeria in the region of Tindouf, serve as an example to illustrate the phenomenon and visualize how in a same context can merge several factors that increase the welfare and quality of life of people. The same way, we investigate the circumstances from which the community and lined up with social external agents, causes the reaction of these societies and implements certain compensation mechanisms.

Keywords: Social Exclusion, Disability, Algeria, Tindouf.


 

La atención de las personas con discapacidad en contextos y situaciones de pobreza: efectos y consecuencias

La mayoría de las personas, en alguna etapa de su vida, pueden llegar a ser vulnerables por diversas circunstancias y causas que podrían incluso alejarse de sus capacidades para reducirlas o evitarlas, como consecuencia de sucesos adversos en su entorno (desastres naturales, conflictos armados, cambios sociales, económicos y medioambientales, etc.). Las normas sociales discriminatorias y las deficiencias institucionales de cada contexto en particular agravan esta situación, provocando que haya algunas personas mucho más vulnerables que otras. Según el último Informe sobre Desarrollo Humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) se ha establecido que la población más vulnerable es aquella que vive bajo la privación y en la extrema pobreza, llegando a afectar a más de 2.200 millones de personas que se encuentran en situación o en riesgo de pobreza multidimensional, lo que representa más de un 15% de la población mundial.1 El Índice de Pobreza Multidimensional, según Malik: "es aquel que captura las múltiples privaciones a las que se enfrentan las personas en sus niveles de educación, salud y nivel de vida".1

La pobreza aumenta el riesgo de sufrir una discapacidad y a la vez la discapacidad eleva el riesgo de caer en la pobreza. La Organización Mundial de la Salud (OMS) en su Informe Mundial sobre Discapacidad establece una estimación de más de mil millones de personas en la población mundial que vive con algún tipo de discapacidad (según las estimaciones de la población mundial en 2010).2 Martínez Ríos afirma que en los países más desarrollados, las personas con discapacidad, tienen riesgo de sufrir la exclusión social, mientras que en los países en vías de desarrollo se encontrarían entre los grupos de población con más riesgo de vivir en una situación de pobreza.3 Las situaciones de pobreza son una de las causas que puede producir discapacidades como resultado de unos malos hábitos de alimentación, las carencias en la atención sanitaria o simplemente por discapacidades sobrevenidas y derivadas de enfermedades o deficiencias que no han sido tratadas a tiempo o que no se han prevenido.

La exclusión social de las personas con discapacidad tiene un origen multidimensional y multicausal. La discriminación hacia la discapacidad es una de las principales causas que emplea la sociedad para marginar o segregar a este segmento de población, que se ve influenciado por el contexto y la propia idiosincrasia de sus habitantes, por el grado de sensibilidad e igualdad que exista hacia la diversidad o por el tipo de acciones que se promuevan para que se respeten los derechos humanos. Esta situación de exclusión se agrava por diversas dimensiones personales y por factores que aumentan el riesgo de pobreza, como podría ser la falta de estudios, el desempleo o la carencia de recursos.

El acceso a un puesto de trabajo para una persona con discapacidad, en un contexto de pobreza, es demasiado utópico en la actualidad. Según KC et al. las personas con discapacidad presentan unas tasas de empleo más bajas y es más probable que estas tengan menos capacidad para trabajar y que sean más pobres que las personas sin discapacidad.4 Los datos extraídos en la Encuesta Mundial de Salud de la OMS exponen unas tasas de empleo del 52,8% entre los hombres con discapacidad y del 19,6% entre las mujeres con discapacidad, frente al 64% y el 29,9% entre los hombres y mujeres sin discapacidad respectivamente.2 Elwan afirma que "las personas con discapacidad tienen más probabilidades de tener un nivel de ingresos por debajo del umbral de la pobreza, y menos ahorros y propiedades que otros ciudadanos".5 En la misma línea, Palmer et al. exponen que las personas con discapacidad tienen el doble de posibilidades de vivir por debajo del umbral de la pobreza (hogares con ingresos inferiores al 60% de la media en cuanto a renta nacional) que las personas sin discapacidad,6 las cifras actuales sugieren que alrededor del 16% de la población vive en un estado de pobreza relativa, siendo un 30% en las personas con discapacidad. La inexistencia de una protección social integral, según datos del PNUD, afecta a casi un 80 % de la población mundial.1

Por otro lado, Intergovernmental Panel on Climate Change (IPCC) ha constatado que las personas social y geográficamente desfavorecidas que están expuestas a una desigualdad persistente, incluida una desigualdad horizontal (como por ejemplo: la desigualdad basada en el género, la edad, la raza, la etnia y la discapacidad) se ven especialmente afectadas por el cambio climático y los peligros relacionados con el clima, siendo más probable que las personas pobres vivan en zonas vulnerables a los efectos del cambio climático, ya sea en regiones costeras bajas expuestas a un mayor riesgo de inundación o en tierras marginales sometidas a una creciente sequía a consecuencia del cambio climático.7 En estos contextos, se pueden dar con frecuencia diversas situaciones problemáticas, en las que las personas con discapacidad tienen mayor probabilidad de quedarse atrás o abandonadas durante las evacuaciones o incluso ser rechazadas por los centros de albergues y los campos de refugiados debido a que podrían necesitar unos cuidados médicos más complejos. Según el Departamento para el Desarrollo Internacional (DIFD) se consideran colectivos vulnerables a: los pobres, las mujeres, las minorías, las personas con discapacidad o los que viven en zonas rurales o remotas y en países sin litoral o con recursos naturales limitados, ya que tienden a enfrentarse a mayores obstáculos a la hora de crear capacidades, tomar decisiones y reclamar sus derechos de apoyo y protección en caso de acontecimientos adversos.8 En la misma línea, Cutter et al. afirman que las mujeres, las personas con discapacidades y las minorías raciales y étnicas pueden encontrarse con mayores barreras a la hora de recuperarse de un desastre, porque poseen menos bienes personales y tienen un acceso desigual a los servicios de apoyo.9

La exposición a estos contextos para el ser humano y la habitabilidad en este tipo de entornos para toda una comunidad, conlleva diversas consecuencias comunes como lo son la configuración de mecanismos de afrontamiento y autogestión en la población; y consecuencias individuales que puede afectar a nivel personal en la modificación del estado personal, la autoestima y las actitudes frente a la vida. Bajo estas situaciones, es frecuente que se origine lo que se conoce como el "Efecto Mateo". Este concepto proviene de la cita bíblica que recoge el capítulo 13, en el versículo 12 del Evangelio de San Mateo; el cual expresa lo siguiente: "Porque al que tiene se le dará y tendrá en abundancia; pero al que no tiene, incluso lo que tiene se le quitará". Aplicado este efecto al ámbito social y a las discapacidades; se podría decir que en algunas ocasiones las poblaciones emplean este método entre sus habitantes; ya sea inconscientemente o por la privación de recursos; ofreciendo mayores posibilidades de supervivencia y dando prioridad a una persona sana que a otra que posea una discapacidad, suponiendo este hecho el detrimento de la salud de la persona con discapacidad y desfavoreciéndola aún más con respecto a la sociedad, configurándose así, uno de los axiomas de la teoría darwiniana, en la que sobrevive el individuo más fuerte. Igualmente este efecto guarda mucha relación con el efecto Pigmalión de Rosenthal y Jacobson, visto como el fenómeno en el que la creencia, las expectativas y las previsiones que induce una persona hacia otra determinan precisamente las conductas esperadas.10 Este efecto puede surgir tanto de manera positiva como negativa, dependiendo de las características de la sociedad o la persona que interactúe con la persona con discapacidad.

Como se ha visto, la exclusión social se crea por diversos factores multidimensionales que degeneran en distintas discriminaciones. Yeo y Moore establecen que la discriminación que deriva a la exclusión toma muchas formas, clasificadas como discriminación institucional, medioambiental y actitudinal.11 La discriminación institucional constituye la marginación sistemática producida por las leyes, las costumbres y las prácticas establecidas por una sociedad o cultura. La discriminación medioambiental se produce por la aparición de factores del entorno físico que crean exclusión, y la discriminación actitudinal, responde a las bajas expectativas que las familias o la sociedad pueden tener con respecto a las personas.

Aproximación de la situación actual de Argelia y los campamentos saharauis del Tinduf

Argelia es un país del norte de África situado en la región del Magreb, cuya extensión total en cuanto a superficie geográfica la convierte en el nación más grande del continente, cubriendo el Sahara el 84% del territorio argelino. La OMS ha registrado que este país tiene una población total de 39.208.000 habitantes12 de la cual el 70,7% de los habitantes argelinos viven en zonas urbanas, según la Agencia Central de Inteligencia.13

Con el fin de conocer la situación actual de su población, se exponen distintos datos estadísticos que permiten aproximarnos a la realidad de este país. Uno de estos indicadores es el Índice de Desarrollo Humano (IDH), cuya medida de resumen permite una evaluación del progreso a largo plazo en tres dimensiones básicas del ser humano en el desarrollo: una vida larga y saludable, el acceso a conocimientos y un nivel de vida digno. El Informe sobre Desarrollo Humano 2013 mide el concepto de una vida larga y saludable a través de la esperanza de vida y el acceso al conocimiento por medio de estos indicadores: los años promedio de educación de adultos (número promedio de años de educación recibida en un tiempo de vida por personas mayores de 25 años) y la esperanza de años de escolarización en la escuela desde su entrada a la educación (número total de años de escolaridad de un niño en edad escolar). Por último el nivel estándar de vida se mide por el Producto Nacional Bruto. Según el último Informe sobre el Desarrollo Humano, realizado por el PNUD, se estableció que los valores de Argelia del IDH para el año 2013 fue de 0.717, entrando dentro de la categoría de países con IDH elevado y se posiciona en la lista con respecto a los otros países y territorios en el puesto número 93 de los 187 que componen el listado.1 Otros Indicadores de Desarrollo Humano que conforman la situación de Argelia, según los datos estadísticos del PNUD, son los que se reflejan en la tabla 1.

 

Tabla 1. Otros Indicadores de Desarrollo Humano de Argelia

Fuente: Elaboración propia; Datos extraídos del PNUD (2014)

 

Aunque este informe sitúa a Argelia, como un país con IDH elevado, se debe tener en cuenta que no todas las regiones y provincias de la nación gozan de las mismas condiciones. En la actualidad, Argelia está dividida en 48 vilayatos (provincias) y cada uno de ellos, según la Constitución Argelina, tiene cierta libertad económica, al estar constituidas como entidades políticas llamadas "L'Assemblée Populaire Wilayale". La densidad de población varía en función de la provincia, siendo un 80% de la población total de Argelia la que reside desde la costa interior hasta un ancho de 200 km, debido a que a medida que se desciende hacia el sur las condiciones climatológicas hacen más difícil la habitabilidad y, por tanto, la población escasea.

El vilayato del Tinduf, situado en el suroeste de Argelia, se caracteriza por albergar los campos de refugiados saharauis, cuya cifra exacta de esta población no existe, aunque en la práctica, según el Plan Operativo Anual (POA) de 2015 de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID),14 se ha acordado tomar como dato de referencia un total de 125.000 personas, ya que el Programa Mundial del Alimentos (PMA) y el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) coinciden en la misma cantidad, siendo dicha cifra la que se considera para la distribución alimentaria y la que manejan los distintos sectores de la cooperación.15 Ese cálculo es distinto a las estimaciones de las agencias de las Naciones Unidas que lo reducen a 94.144 personas o a las cifras de Argelia y a las fuentes saharauis que las elevan hasta 165.000 personas refugiadas.

El ACNUR y el PMA consideran que se trata de uno de los asentamientos de refugiados que más se ha prolongado en todo el mundo, pues ha permanecido en el exilio durante más de cinco años desde su desplazamiento inicial y está sin perspectivas inmediatas de soluciones duraderas.16 En 1975 se iniciaron los desplazamientos y el establecimiento de los campamentos de refugiados en el suroeste de Argelia, debido al conflicto armado entre Marruecos, Mauritania y el Polisario, el cual lo sufrió la población del Sahara Occidental. Este conflicto produjo un éxodo masivo de saharauis, que incidió a desplazarse, en primer lugar, a otras partes del territorio (sobre todo a Um Draiga, Tifariti y Guelta Zemmur), y en segundo lugar se trasladaron a los primeros campamentos de refugiados cercanos a la frontera del territorio con Argelia.

Actualmente, se encuentran viviendo en la región de Tinduf, bajo cinco campamentos (Awserd, Smara, Dahla, Aaiun y Bojador) localizados en un entorno aislado y caracterizado por ser un desierto de piedra, con un clima árido y seco, que reduce la posibilidad de productividad agrícola y fomenta la dependencia de agentes externos. La integración en la población de Argelia es muy limitada, algo que es demasiado común en contextos de refugio prolongado. La intención de integrarse por parte de la población joven en la economía argelina, principalmente en el centro urbano de la ciudad militar de Tinduf, encuentra numerosas dificultades para lograrlo.

Las principales necesidades de la población saharaui son el agua, el saneamiento e higiene y la seguridad alimentaria y nutricional. La AECID en su POA de 2014 afirma que el agua es la mayor prioridad para la población refugiada,17 pero aún no se han alcanzado los estándares mínimos de provisión de agua potable, pues solo en Smara y Dajla logran tener entre 15 y 20 litros de agua por persona y día, mientras que los campos de El Aaiún y Auserd se reduce a solo 9 litros de agua, cuando lo recomendado por ACNUR es entre 15 y 20 litros por persona y día.

En lo que respecta a seguridad alimentaria y nutricional, según los datos que refleja el POA de 2015 de la AECID, que se basa en la encuesta nutricional realizada por ACNUR y el PMA, los menores de cinco años presentan una malnutrición aguda global mantenida de 7,6% y las mujeres en edad reproductiva tienen unos índices de anemia total, moderada y severa de 36,4%, 18,2% y 3,6% respectivamente.14 Aunque estos índices pueden ser alarmantes, los diversos actores que intervienen en salud, coinciden en que la población saharaui es una población relativamente sana, siendo el colectivo más vulnerable en los campamentos de Tinduf, según el POA de 2015 de la AECID, aquellas personas que están afectadas por los problemas de desnutrición, las personas mayores y las personas con discapacidad.

Las duras condiciones de habitabilidad unidas a las características del entorno agravan considerablemente la situación de la población saharaui, provocando la alta dependencia de la ayuda humanitaria ofrecida por los agentes externos de organismos internacionales. Este apoyo internacional no está organizado bajo el denominado "llamamiento consolidado" de OCHA (Office for the Coordination of Humanitarian Affairs), entendido como un plan común de acción humanitaria conformado por diversas organizaciones que conjuntamente planean, coordinan, implementan y monitorean su respuesta a través de un paquete de proyectos concretos y necesarios en las crisis prolongadas. En este caso, el ACNUR asume la coordinación junto con la presencia del PMA y UNICEF.

El Plan Estratégico del PMA, ejecutado desde 2013 hasta 2015, tiene como objetivo mejorar la alimentación de los refugiados más vulnerables y reducir la desnutrición aguda, la anemia en menores de cinco años y en mujeres embarazadas.18 Para ello, provee de 90.000 raciones de canasta básica y 35.000 raciones suplementarias. Desde 2004, ACNUR interviene en el Programa de Medidas de Construcción de la Confianza (CBM) y satisface las necesidades humanitarias de las familias que han sido separadas por un largo período de tiempo con el objetivo de reducir su aislamiento psicológico y restablecer el contacto entre familiares y comunidades.19 Según el POA de 2014 de la AECID, la Comisión Europea en 2014 a través del proyecto ECHO (European Collaboration for Healthcare Optimization) destinó 10 millones de euros para atender las necesidades humanitarias de la población refugiada saharaui, siendo la ayuda alimentaria un 70% de la intervención y abarcando también otros sectores como la potabilización de agua, la promoción de la higiene, la provisión de medicamentos y la distribución de equipos especializados para el apoyo a hogares con personas discapacitadas.

 

Conclusiones

En definitiva, los campamentos saharauis se configuran como un contexto de crisis y de exclusión social al convergir e interactuar los tres tipos de discriminaciones catalogadas por Yeo y Moore: la institucional, la ambiental y la actitudinal.11

Institucionalmente, existe discriminación ya que esta situación ha sido considerada; según el Índice de Crisis Olvidadas de ECHO para el 2014; como una crisis olvidada con puntuación de 11/11, el nivel más severo y sobre el que no se esperan avances políticos en el proceso de negociación.20 Aunque las leyes de Argelia no discriminan explícitamente, la ausencia de políticas eficaces deja a las personas excluidas y vulnerables en los campamentos del Tinduf, pues se produce una situación anómala ya que Argelia ha cedido el control y la responsabilidad de garantizar los derechos humanos de los campamentos al Frente Polisario (un movimiento de liberación) y según el informe de Human Rights Watch se tiene constancia de las múltiples denuncias de abusos contra los derechos humanos que se han producido en los campamentos en las últimas tres décadas, debido a que los organismos internacionales de derechos humanos no realizan una verificación regular de la situación.21

La discriminación medioambiental también crea exclusión en los campamentos, debido a la aparición de factores en el entorno físico, y principalmente por las diversas y duras condiciones climáticas ya descritas anteriormente; pero especialmente por las tormentas de arena que causan la destrucción de las jaimas en las que vive la población. Por último, la discriminación actitudinal, responde a las bajas expectativas que la sociedad y las familias pueden tener con respecto a las personas con discapacidad, a las que someten a la sobreprotección o la exclusión.

Pese a esta gran crisis de larga duración, la población saharaui, pone en marcha determinados mecanismos de compensación, que consiste en crear mecanismos de defensa inconscientes que se encargan de minimizar las consecuencias de un evento demasiado intenso para que la persona o comunidad pueda seguir desarrollándose con la mayor normalidad posible.

Los dos ejes de intervención que se proponen para combatir la exclusión social serían la aplicación de un enfoque de capacidades y también, como así lo ha propuesto el Informe sobre Desarrollo Humano del PNUD, generar resiliencia humana ya que incrementa la capacidad para adaptarse y hacer frente a este tipo de situaciones, respondiendo y recuperándose de eventos adversos (naturales o de origen humano).1 Las políticas estatales y las redes de apoyo comunitario son las que cobran un rol relevante; a través de sus instituciones, estructuras y normas; mejorando o disminuyendo la resiliencia humana. Esta se construye por medio de principios y medidas que promuevan las competencias sociales y a través de políticas universales que extiendan los derechos y servicios a todas las personas en igualdad de oportunidades, capacitándolas para tomar decisiones. En la misma línea, el desarrollo humano implica eliminar las barreras que coartan la libertad de las personas para generar bienestar, por lo que debe permitir que los grupos desfavorecidos y excluidos ejerciten también sus derechos y sean sujetos activos. La teoría de capacidades de Sen se basa en que en el concepto de capacidades subyace la libertad positiva, que es la capacidad real de una persona de ser o de hacer algo.22 El requisito para adquirir capacidades se logra si se reúnen todas las condiciones para ejercer dicha capacidad. Las condiciones pueden ser de muchos tipos, desde el acceso a los recursos, las adaptaciones de ellos o la igualdad de oportunidades. Solo cuando estas brechas se superan se pueden eliminar las discriminaciones y la persona puede ejercer sus capacidades y elecciones. La resiliencia engloba a cualquier enfoque que pretenda asegurar y sostener el desarrollo humano, pues trata de garantizar que el Estado, la comunidad y las instituciones trabajen para empoderar y proteger a las personas. En definitiva, es importante fomentar el empoderamiento en estos contextos, ya que es un proceso multidimensional que incluye a diferentes actores sociales (personas, comunidades, instituciones públicas y privadas) que permiten que se vertebre un tejido social muy beneficioso para aumentar la calidad de vida de las personas y desarrollar bienestar en la comunidad.

 

Bibliografía

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Dirección para correspondencia:
Eva María Sotomayor Morales.
Universidad de Jaén,
Campus Las Lagunillas,
Edf. Humanidades y Ciencias de la Educación II (C5), Dependencia C5-150.
23071, Jaén, España.
E-mail: esotoma@ujaen.es

Manuscrito recibido el 16-12-2015
Manuscrito aceptado el 12-03-2016

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