NATURALIDAD: sé tú mismo, incluso con tus defectos.

No es necesario que imites a nadie, por bueno que te parezca. Mejor, aprende a descubrir tus propios atractivos: muestra tranquilidad, actúa con sencillez y habla poco de ti mismo.

SIMPATÍA: utilízala para lograr el favor del público.

El sentido del humor es tu principal aliado, utilízalo de una forma creativa y adaptada a cada situación, pero sobre todo recurre a él cuanto más serio y largo resulte tu discurso.

EMPATÍA: piensa en los demás tanto como en ti mismo.

Comienza por agradecer a quienes te han invitado, pronuncia bien los nombres de las personas y lugares. Evita poner en evidencia a nadie en público y discúlpate ante errores involuntarios que puedas cometer.

ESTILO: cuida tu apariencia y haz notar tu personalidad arrolladora.

Vístete acorde con tu estilo personal, pero sin estridencias. Controla los gestos y modula la voz, variando el tono y la velocidad. Utiliza sabiamente las pausas, especialmente cuando vas a defender algo importante. Mejor la franqueza que la insinuación, mejor palabras y frases cortas.

TEMPLANZA: al mal tiempo, buena cara.

Ante incidentes, lo más prudente es parar. Los imprevistos pueden ser una ocasión para mostrar tu buen ánimo: hazte cómplice del público, si le sonríes te sonreirá. Y no olvides entrenar el uso del micrófono, aprende a dominarlo antes de comenzar.

BREVEDAD: no dejes que el tiempo se convierta en tu pesadilla.

Lo bueno si breve… Toma medidas para controlar la duración de tu discurso (el tiempo no corre igual para ti que para tus oyentes). Observa las señas del aburrimiento (cuchicheos, uso del móvil, pérdida de atención, abandonos de la sala, etc.). No engañes al público anunciando reiteradamente que estás finalizando.

SEGURIDAD: domínate a ti mismo.

Esfuérzate por conocer primero a tu público. Domina los nervios mediante entrenamiento y no tomando sustancias. Puedes vencer el miedo al ridículo si aprendes a reírte de ti mismo.

ORALIDAD: opta por el discurso hablado mejor que leído.

Dirígete a los oyentes en general, evita la fascinación de mirar solo a quien asiente ante todo cuanto dices. Pero si optas por leer tu discurso, mira alternativamente al público y al texto, utilizando pausas y tonos de voz, enfatizando las ideas importantes.

CONOCIMIENTO: muestra que sabes de lo que hablas y hazlo con las mejores palabras.

Tendrás más oportunidades si conoces bien el tema a exponer, por tanto, renuncia si el trabajo no es tuyo. Muestra entusiasmo, seguridad y dominio del tema. Elude conceptos si no conoces su significado. No se esperan alardes estadísticos ni palabras obscenas.

PREPARACIÓN: la planificación siempre acompaña al éxito.

Ensaya cuantas veces sea necesario, hazlo ante tus colegas y parientes. Confía en que lo harás bien y piensa que, a mayor trabajo previo, mayor naturalidad transmitirás a tus oyentes.