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Gerokomos

versión impresa ISSN 1134-928X

Gerokomos vol.19 no.1 Barcelona mar. 2008

 

EDITORIAL

 

"Veinte años no son nada"

"Twenty years is nothing"

 

 

J. Javier Soldevilla Agreda

Director de Gerokomos

 

Quizá en el contexto de una clásica melodía embriagada de nostalgia o de un tomo de una enciclopedia de historia universal este tiempo es gráficamente insignificante, pero los veinte años de nuestra Sociedad Española de Enfermería Geriátrica y Gerontológica, que recién hemos cumplido, son la totalidad de las páginas que se han escrito hasta ahora y, sin duda, a nuestros ojos, relevantes.

Es inevitable, en el momento de dar forma a estas líneas, que me recorra un leve escalofrío al tratarse de una parte muy íntima y personal de este editorialista, una porción viva de mi ser enfermero y la biografía del nacimiento a la adultez de un miembro de "mi familia" con el que he crecido, con sus virtudes y defectos, al que he dedicado un tiempo importante de estos últimos veinte años, cedido generosamente por los otros miembros de la familia, al saberlo uno más, y de la que me siento enormemente satisfecho.

Hace apenas unas semanas se cumplieron dos décadas desde que, en el transcurso del primer Congreso Nacional de Enfermería Geriátrica, en Santo Domingo de La Calzada, se constituyó formalmente esta Sociedad. No puede olvidar mi retina a algunas de esas personas que asistieron al acto en un "frío salón", ni mi memoria algunas resistencias y temores que había en el ambiente y que mi juventud e ignorancia no acertaban a adivinar, y que hoy, vistas desde la distancia, son registradas como comportamientos, reproducidos desde entonces por algunos miembros de nuestra comunidad enfermera allí presentes. Había un reto en ciernes: el Real Decreto de Especialidades de Enfermería, con la Enfermería Geriátrica entre sus frutos, había visto la luz hacía unos meses y eso era un revulsivo de primer orden. Había un afán desordenado por propiciar el contacto de los pocos -más bien aislados- profesionales que estábamos trabajando al servicio de los más mayores de nuestra Sociedad y éstas fueron suficientes razones para sacrificar conocimientos, recelos, obstáculos y permitir que el deseo se materializara.

Hoy creo sinceramente que nuestra Sociedad ha sabido conservar una buena parte de aquel entusiasmo que le hizo nacer y que ha labrado su trayectoria.

Estos años han ido encadenando personas y proyectos, años con actividad sobresaliente y otros menos brillantes, pero posibilitando sin fallar en la cita anual la revalidación de aquel primer evento con nuestras Jornadas y Congresos llevados por una amplia parte de la geografía del país.

Hemos sido capaces de mantener y consolidar en todos los planos posibles lo que entendimos que desde el comienzo sería el buque insignia de nuestra organización y seguro el mejor parquet para el crecimiento del cuerpo de conocimientos de la enfermería gerontológica: Gerokomos. Ahora sostiene en sus manos o visualiza en la pantalla de su ordenador la voz madura de un grupo profesional y de una ciencia que, con entera humildad, sigue buscando crecer.

Han sido muchos más los encuentros que los desencuentros en la historia de la SEEGG: se han sucedido y consumado proyectos formativos; hemos sido capaces de dar continuidad a acciones de mejora y encuentro en el campo de los profesores de la disciplina; hemos alargado la mano y colaborado con otros países de América Latina, con la limitación impuesta por el tamaño de la organización; pero, sobrealimentados por la pasión y el deseo de justicia, nos hemos hecho presentes en todos aquellos escenarios en los que se debatieran temas concernientes a nuestras áreas de interés; hemos ayudado a parir desde su seno documentos y textos que ayuden al buen ejercicio; hemos impulsado a través de grupos de trabajo la profundización en áreas demarcadas de problemas más emergentes, o dado un paso decidido para ayudar a terminar con actitudes deleznables hacia este grupo de ciudadanos, como es el maltrato. Pero queda tanto por hacer...

Es difícil cifrar esas acciones sin caer en el aburrido relato de contar, pero también acotar, veinte años de vida, cientos de personas y de acciones, en una tribuna finita.

Quisiera servirme de estas últimas palabras para elogiar la labor abnegada, silenciosa las más de las veces, sostenida en el tiempo, equilibrada y brillante de muchos de los que han contribuido a construir lo que hoy entiendo como una Sociedad, un grupo profesional, humano y científico de altura, de cuyos miembros siempre me he sentido muy honrado y orgulloso de haber conocido y considerar mis amigos.

Estos veinte años serán dentro de otros veinte aquellos primeros años de supervivencia, afianzamiento y luchas para la conquista del respeto de este grupo profesional y, quizá dentro de otros veinte más, que ya no veremos muchos de nosotros, el recuerdo bucólico y romántico -¡ojalá!- de los comienzos de una organización indiscutible e indispensable en el devenir de la Ciencia Enfermera y de la Gerontología den este país a finales del presente siglo.

A todos, ¡muchas felicidades!

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