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Gerokomos

versión impresa ISSN 1134-928X

Gerokomos vol.26 no.4 Barcelona dic. 2015

 

EDITORIAL

 

Heridas crónicas: La vista de veinte años

Chronic wounds: a 20 years perspective

 

 

J. Javier Soldevilla-Agreda

Director del GNEAUPP
Director de Gerokomos

 

 

Quizá la edad tapiza las rudezas o suaviza y deja al descubierto una sensibilidad en esencia más pura, que siempre ha estado ahí, aunque a menudo encubierta para no ser interpretada como signo de flaqueza o feminización.

Unas primeras palabras y recuerdos de este tiempo pasado, labradas en tinta roja por el carácter arriesgado, el de bregar, el del sonrojo juvenil y el de la cotidiana buena evolución cicatricial, situarán los comienzos de un movimiento asociativo en torno a las úlceras por presión donde todo estaba por hacer, donde lo que ignorábamos superaba con creces al conocimiento y donde solo ese espíritu de querer ayudar a mejorar la atención brindada a nuestros pacientes era con creces superior a las dificultades.

Con tinta azul, registramos en nuestros archivos vivenciales lo que en los siguientes años fuimos cultivando, en una era donde los cantos de la evidencia eran incipientes, la investigación reservada para unos pocos, los medios de comunicación científica en papel y el desarrollo informático todavía en mantillas. Azul, por su fuerza y decisión fue la fragua de contactos con personas, con profesionales, con grupos que iban articulándose en torno a un problema de salud, al tiempo que oteando el panorama internacional y lo que otros estaban acometiendo en investigación, en formación, en coordinación, en política sanitaria en torno a las heridas crónicas, todavía enajenado de nuestro país. Aquel punto de partida con la vista puesta en las úlceras por presión había invitado a participar por las mismas necesidades e inquietudes a otras lesiones con ese mismo carácter de cronicidad que, curiosamente, tampoco nadaban en la abundancia del interés de los profesionales y de las organizaciones científicas como hubiéramos sospechado y que han convivido desde entonces con maestría en este mismo viaje tripulado por el interés, la curiosidad y por un desmedido deseo de ayudar a cuidarse de estos pacientes de una manera mejor.

En tinta azul se registraron sumandos de muchas personas, grandes personas y buenos profesionales, que participaron de aquellas primitivas ideas y objetivos todavía vigentes. La atención de las heridas crónicas requería de la mejor preparación, del mayor conocimiento, de las mejores dotes para dar a conocer y convencer a todos los adormecidos: responsables sanitarios, profesionales afectados por atributos como la inevitabilidad o la incapacidad de mejorar la atención de procesos y personas abocados a un final irreversible y sufriente; adormecida la sociedad en general por desconocimiento de la profusión y severidad de estos problemas de salud muchos de ellos, prevenibles.

Con un ritmo más lento del deseado, pero ya habiendo pasado el punto de no retorno, se comenzaron a imprimir en tinta negra, momentos de la ciencia que hendían realmente, no de soslayo, su interés en estas heridas, donde el método científico permitió que muchas de las cuestiones cotidianas, inquietudes, dudas o comparaciones afloraran con más seguridad y fueran la materia prima para protocolos, documentos técnicos, consensos, guías de práctica, y con ello alimentar el ánimo e interés para el desarrollo de muchos y nuevos materiales preventivos y curativos dirigidos a un sector de población todavía apenas visible.

En negro se escribieron, con buen ritmo, intenciones, políticas, programas. Una tinta negra que no emborronó ideales de personas y grupos científicos, sino que las afianzó. La Ciencia, el Conocimiento, la Evidencia, se han venido tejiendo en negro sin reversión. El desarrollo de materiales diseñados para ayudar a los pacientes, a sus cuidadores, a los profesionales con el encargo de su atención se ha venido sosteniendo en negro, por la mayor parte de las empresas del sector que han querido escribir sus contribuciones en ese negro de la seriedad, y de la academia. En negro se ha ido inscribiendo el cada vez más numeroso elenco de profesionales cultivados, acreditados, expertos, con magisterio o doctorados en este ámbito, impensable hace tan solo dos décadas.

Estos veinte años recuerdan y festejan aquel primer encuentro, en esta misma ciudad, en unas jornadas frías de febrero, pero solo en lo climatológico, donde aspirantes voluntaristas inundados contagiosamente de intenciones e inquietudes, pusimos en común y en el rojo de la mayor vitalidad, un mismo deseo, sumando desde entonces listas cada vez más numerosas y amplias de colegas reseñadas en azul y rubricado este devenir, gesta de seriedad, de contribución documental y testimonial, de conocimiento, de respeto, de humildad, de ...en formal tinta negra.

Pero como empezaba esta breve reseña, me toca seleccionar un tono más suave para teñir mis reflexiones finales y qué mejor que hacerlo con el gris perla, el que engalana el birrete académico de nuestra disciplina enfermera y cuya serena tonalidad permite que fluya el mensaje más personal y sincero, que solo quiere agradecer y aplaudir todo el coraje, la fe, el trabajo sin límite, la ilusión, el tesón, y especialmente, la amistad, de esta Gran Familia. En estos veinte años se han forjado grandes ideas, modestas hazañas, pequeñas conquistas, pero por encima de todo, una amistad infinita.

Uniendo puentes, acercando gentes y tierras. De aquellos pocos centenares que pusieron rumbo a Logroño para dar vida al 1er Congreso Nacional sobre Úlceras por Presión en febrero de 1996, con la única brújula del deseo, a una singladura de años de clamor y Ciencia dirigida a la atención de las heridas en una amplia y fraterna Región Iberolatinoamericana. Hoy haremos una parada para recordar la travesía ante el cercano XI Simposio Nacional sobre Úlceras por Presión y Heridas Crónicas y IX Congreso Iberolatinoamericano sobre Úlceras y Heridas que nuevamente tendrá como sede la capital riojana el cercano mes de mayo. A todos los que la han hecho posible, gracias de corazón.

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