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Gerokomos

versión impresa ISSN 1134-928X

Gerokomos vol.28 no.1 Barcelona mar. 2017

 

EDITORIAL

Tablón gerontológico

Gerontological news

J. Javier Soldevilla Agreda1 

1Director de Gerokomos

En un ejercicio ritual y repetido con los alumnos de grado de enfermería desde tiempo atrás, el tablón gerontológico es una herramienta didáctica que empleo para calibrar el pulso de la sociedad sobre los temas relacionados con la vejez y el envejecimiento, buceando en los medios de comunicación, en la hemeroteca local y nacional durante un pequeño espacio de tiempo y que posibilita hacer una aproximación sociológica a ese devenir, y un aventurado análisis.

No suelo tener mucha dificultad para dar rienda suelta a mi imaginación (y a la pluma), pero siendo fiel en esa mirada que recogen los medios de comunicación, por el barómetro noticiario de este cercano tiempo, parece que casi nada es relevante en estas tribunas en relación con el mundo del mayor, salvo las justificadas y naturales páginas de necrológicas.

Parece que las personas mayores de nuestro entorno están viviendo un periodo de nuevo silencio, una disminución de heroicidades anónimas como sustento de la familia, de rabiosa actualidad en época de franca crisis. No se mueve pieza en el debate sobre la durabilidad de los recursos-pensiones para los mayores de hoy (lo dejan para los venideros), aunque la bolsa del “pacto” esté agonizando. La “salud” de la población mayor, en términos globales, no es peor que en la diezmante última década (de la pobreza energética a la malnutrición) y quizá se están volviendo a escuchar cantos de sirena, signo de recuperación económica, sobre la continuidad y mejora de las intervenciones ante la situación de dependencia, lastrada por la delicada situación de los últimos años. Como dice la canción de Serrat, la vuelta del rico y el pobre… tras de la fiesta del barrio.

Algunos mayores secuestrados de las residencias para sustento de sus familias son devueltos para poder seguir con la vida anterior de unos y, por ende, de los otros, esperemos sin demasiadas secuelas. Vuelven a aflorar sin excesiva fe, en las distintas regiones, actuaciones preventivas y de promoción de la salud para los más veteranos de la sociedad, al menos en formato papel, que todo lo soporta. El cuidado en el domicilio sigue imperando, y el perfil de los cuidadores familiares, sin gran- des diferencias, ni de condición, formación o “contrato”. Las personas mayores que antes de la crisis comían pescado y carne varias veces a la semana y han sobrevivido vuelven afortunadamente a su costumbre y, pasadas estas nubes, solo presentan zonas cicatrizadas en el alma y a veces en el cuerpo.

Los especialistas en el cuidado del grupo de los mayores seguimos atentos por si acontece esa aparición en las ofertas de trabajo públicas y privadas con ese perfil. Más de nueve mil enfermeras con el título de especialista en enfermería geriátrica en sus paredes siguen trabajando con el más alto nivel a la espera de ese espaldarazo definitivo, como expertas acreditadas, antes de que se trunquen definitivamente ilusiones y el sistema de atención sociosanitaria desaproveche las fortalezas del trabajo especializado.

Ecos efímeros y poco sonoros sobre bondades o despropósitos de la vejez ocupan estos días las páginas del noticiario.

¿Será una alucinación, un flash estacional, una casualidad? Verdaderamente, lo que hoy podemos ver no vislumbra ni belicosidad ni resistencia, ni comprensión ni complacencia, ni estímulo ni desesperanza, ni reconocimiento ni culpabilidad, y esta neutralidad y silencio me perturba.

¿Qué pasa con la vejez y sus dimes que tan pocos ríos de tinta provoca hoy? ¿Son tiempos de bonanza que aprovechar o de tedio que vencer?

Permitan y disculpen esta foto y reflexión que ha sugerido el austero y fiable tablón gerontológico de este primer trimestre del año nuevo y que comparto y someto a su sabio juicio.

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