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Gerokomos

versión impresa ISSN 1134-928X

Gerokomos vol.31 no.2 Barcelona jun. 2020  Epub 05-Oct-2020

 

EDITORIAL

Mayores, enfermeras y COVID-19

Older, nurses and COVID-19

Fernando Martínez Cuervo1 

1Presidente SEEGG

La realidad vivida durante esta primavera a consecuencia de la COVID-19 ha dejado secuelas, en algunos casos irreparables sobre las personas mayores, sus familias y el personal dedicado a su atención. Situación que se ha reproducido en todos los ámbitos de la salud y especialmente en las residencias y centros sociosanitarios; tal es así que el temor que la epidemia se extendiese de forma descontrolada en las residencias de ancianos se ha convertido en preocupación mundial y ha puesto a debate el sistema de atención a personas mayores dependientes y en concreto a las residencias de ancianos que ocupan un espacio importante y sobre las que recae una nueva mirada amplia que transciende lo particular y concreto para repensar su estructura, sus recursos materiales y la dotación de profesionales.

La pandemia del coronavirus ha puesto en escena a las personas mayores, colectivo que estaba invisible para parte de la sociedad, especialmente los mayores que viven en residencias, por su vulnerabilidad y la necesidad de cuidados. El aumento en los niveles de dependencia, discapacidad, pluripatología y polimedicación, que ha sido una constante durante las últimas décadas, contrasta con las políticas continuistas que en su mayoría no han apostado por el desarrollo de la coordinación/ integración sociosanitaria, la adaptación de estructuras y la dotación de recursos humanos, en especial de profesionales de enfermería, ajustándolo a estos criterios que manifiestan un aumento en la demanda de cuidados y de la complejidad de los mismos.

Han sido momentos duros, con cambios frecuentes en los protocolos de actuación, con escasez de materiales al inicio de la pandemia y con experiencias dispares a lo largo de nuestra geografía, desde comunidades autónomas donde se limitaba la derivación de las personas mayores a los centros hospitalarios o la imposibilidad de disponer de pruebas diagnósticas PCR o test rápidos y se trataban sistemáticamente a todos los que tenían síntomas como casos positivos de COVID-19 en la propia residencia, a otras donde ha sido una realidad la derivación a centros hospitalarios o centros de tercer nivel, junto con la realización de las correspondientes pruebas diagnósticas PCR o la dotación de material y adiestramiento de las enfermeras de los centros para la recogida de las muestras. Descendiendo a los centros, hemos tenido residencias con cero casos y centros que se han convertido en verdaderas plantas hospitalarias para combatir la enfermedad. Escenarios diametralmente opuestos que reflejan la heterogeneidad a la que profesionales y mayores han tenido que enfrentarse.

Esta pandemia también ha sacado del ostracismo a las enfermeras geriátricas, la SEEGG viene reivindicando históricamente la presencia de enfermeras especialistas en todos los ámbitos de salud, ya que están capacitadas para gestionar y liderar los cuidados en situaciones complejas, así como asesorar en todos los niveles del sistema sociosanitario, por lo que es importante que estén presentes en todos aquellos órganos donde se tomen decisiones en torno a los mayores.

El espacio sociosanitario lleva años acusando la falta de profesionales, especialmente la competencia con salud ha derivado en una migración continuada de los profesionales de enfermería. Por tanto, es necesario consolidar las plantillas, equiparar las condiciones retributivas y sobre todo esta crisis nos ha dejado la importancia de revisar los ratios de enfermería en los centros de mayores. Es imprescindible dotar a los centros de un adecuado número de enfermeras que tendrá que ir en relación con el número de usuarios de cada institución y su nivel de dependencia y cuidados. En estos momentos urge que los decretos autonómicos que regulan la presencia de enfermeras en las residencias de mayores sean revisados y actualizados, teniendo en cuenta la importancia de desarrollar una adecuada atención y cuidados de enfermería, así como reconocer el valor que las enfermeras aportan en la coordinación sociosanitaria y de los equipos, la supervisión, la investigación y la gestión de los cuidados. Sin duda las residencias son centros de vida donde las personas mayores van a poder desarrollar su proyecto vital y son centros de cuidados donde la enfermera es el eje asistencial clave sobre el que pivotan todas las necesidades asistenciales de la persona mayor.

Por otro lado, es necesario reconocer la labor realizada con enorme aplicación durante estos meses por todo el personal de los centros, en la asistencia y la atención de los cuidados, en ocasiones supliendo a las familias en el día a día y en los momentos más duros, mostrando cercanía y realizando acompañamiento en situaciones difíciles incluso en el fin de vida procurando que ninguna persona mayor muera sola. Sin duda, los cuidados invisibles han estado más presentes aun si cabe.

En el futuro próximo será importante consolidar las medidas implementadas que han evidenciado ser eficaces durante este periodo de crisis, así como disponer de profesionales formados y con capacidad de liderazgo que hagan frente a nuevos repuntes. Las enfermeras geriátricas y en concreto las especialistas en enfermería geriátrica son profesionales con capacidad para asumir este reto y modular las consecuencias de nuevos brotes.

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